Por Emilio Cafassi
Espa帽a le deb铆a a la historia de las rebeliones humanas, algo un poco m谩s politizable que su destape de los ´70 y sus sue帽os europe铆stas reducidos a una simplista traducci贸n del consumismo, aprovechando una suerte de Plan Marshall tard铆o, a la moda europea. Porque como dir铆an en aquella cuna de nuestra lengua, “tiene pasta” para eso. Espa帽a era mucho m谩s rica en su vivacidad y sus perspectivas, tanto durante la segunda rep煤blica hasta el final de la guerra civil y el inicio de la dictadura franquista, cuanto durante los a帽os ´60 e inicio de los ´70, por la movilizaci贸n y convergencia de la oposici贸n antifranquista. Sin tantas ofertas del Corte Ingl茅s, ni financiaci贸n en c贸modas cuotas, como ahora. Una vitalidad, no obstante, dram谩tica y desgarradora, al costo de miles de vida humanas, de represi贸n y sufrimientos, de desapariciones y ejecuciones, soterradas hoy bajo las g贸ndolas exultantes de las tiendas y la complicidad pol铆tico-medi谩tica, que comienza a resquebrajarse.
No le faltaron entonces caminos arduos pero transitados, de compleja reapropiaci贸n de sus propias contribuciones culturales, generalmente editadas en Buenos Aires para eludir la censura, o momentos de destello cr铆tico transicional como las revistas “Ajoblanco”, “Viejo Topo”, o “Transici贸n”. Tampoco fue menor el crecimiento del movimiento obrero y el consecuente protagonismo de Comisiones Obreras. Los versos de los poetas comprometidos lograron sobrevivir a la masacre de sus autores pero las ilusiones pol铆ticas y la memoria quedaron secuestradas en el pacto elitista que erigi贸 una institucionalidad tecno-burocr谩tica gerenciadora y desmovilizadora de la ciudadan铆a. No es tarea sencilla derrotar la impunidad, como vemos elocuentemente en varios de nuestros pa铆ses arrasados por el terrorismo de estado, ni tampoco superar siquiera parcialmente la naturaleza fiduciaria de la representaci贸n delegativa, sin entrar a considerar la formalizaci贸n de esa rid铆cula monarqu铆a franc贸fila (que, se comprende, en este caso no designa a ning煤n inter茅s por la lengua gala).
La transici贸n tutelada espa帽ola qued贸 presa de la incapacidad, la impunidad y la mordaza, en parte gracias al chantaje econ贸mico de la prosperidad que le promete un bipartidismo que se diferencia s贸lo en matices y recetas acotadas a la esfera mercantil. No es que en el resto de Europa o inclusive en los Estados Unidos el paisaje sea muy diferente: el r茅gimen pol铆tico sigue gozando de impunidad politol贸gica. Por eso resulta alentador que los indignados de la Puerta del Sol, aprovechen los rayos solares para disolver la bruma ideol贸gica que encubre la diversidad y la extensi贸n del paisaje social, y sobre todo, reclamen la recuperaci贸n de la memoria hist贸rica y conocer “los principios fundadores de la lucha por la democracia”, en el punto 15 de la proclama. La sorpresa y desorientaci贸n de las oligarqu铆as bipartidarias no se hacen esperar, porque consideran “la democracia” como una cuesti贸n saldada, como 煤nica, inmodificable e inadjetivable. Consideran, en tres palabras, absurdo pedir democracia, cuando “ya la hay”. ¿Por qu茅 no quedarse en casa y enterarse de las novedades y de las ofertas electorales por TV, seg煤n la queja de los pol铆ticos profesionales? Tambi茅n de los comerciantes ya que los turistas siempre compramos algo cuando pasamos por la Puerta del Sol camino a Gran V铆a o Cibeles o en el entorno de la Plaza Catalunya en Barcelona, si no la ocupan los hinchas del Bar莽a.
En cualquier caso, no habr谩 que perder de vista que la insurrecci贸n popular y el cuestionamiento del r茅gimen pol铆tico llega, al igual que una d茅cada atr谩s en la Argentina, por motivos de ineficacia econ贸mica y social, es decir, por cuestionamientos al gerenciamiento y no a su legitimidad que no sufri贸 cuestionamiento masivo alguno desde la propia transici贸n del ´77. Las principales motivaciones son las consecuencias, por ejemplo, de la reforma laboral, que llevaron a cinco millones de espa帽oles a perder sus trabajos o a miles de familias a devolver al banco sus casas aunque tengan que seguir pagando la deuda contra铆da con el propio banco que a su vez est谩 siendo rescatado con fondos p煤blicos, o el deterioro del sistema de salud mediante la creciente privatizaci贸n.
No hay recetas ni atajos preestablecidos para superar la losa que aplasta la iniciativa y autodeterminaci贸n ciudadana porque 茅stas a煤n no han logrado sostenerse en la historia ni institucionalizarse, realimentando de este modo la ideologizaci贸n naturalizada de “esta” democracia como 煤nica. Sin embargo, es probable que resulte m谩s factible lograrlo si alguna opci贸n pol铆tica real al bipartidismo liberal-fiduciario se lo plantea y logra no s贸lo desarrollar propuestas de reforma pol铆tica que corrijan o morigeren el dominio olig谩rquico de las direcciones partidarias, sino adem谩s ganar la confianza de la movilizaci贸n ciudadana. Hay ciertas analog铆as con la experiencia argentina, absolutamente provisionales, dado el car谩cter incipiente de estos hechos, que pueden trazarse sumariamente.
En primer lugar, la ya citada crisis de eficiencia. En segundo, el lugar relativo del rechazo a las opciones electorales por parte de los electores. En Argentina, el nivel de abstencionismo en las elecciones parlamentarias previas a la crisis del 2001 lleg贸 al m谩ximo del 25% (a pesar del car谩cter obligatorio del voto) y el voto en blanco duplic贸 sus valores hist贸ricos hasta alcanzar el 8 %, mientras el voto anulado pas贸 de representar el 0,5 % del padr贸n efectivo a m谩s del 15 %. En las recientes elecciones municipales espa帽olas tambi茅n percibimos el incremento del abstencionismo. Los votos nulos y blancos, sumados, alcanzaron casi el mill贸n situ谩ndose como cuarta “fuerza pol铆tica” con una diferencia a favor de casi 300.000 votos respecto a 2007. En tercer lugar, la capitalizaci贸n pol铆tica de la crisis y la movilizaci贸n por la derecha con el consecuente peligro de profundizaci贸n de las causas de la crisis. No debe olvidarse que en Argentina el ganador de las elecciones citadas fue Duhalde (aunque con s贸lo el 20%, por debajo de la sumatoria de votos en blanco, nulos y abstenciones) y que en las posteriores el ganador fue Menem aunque luego las encuestas le desaconsejaron acudir al balotaje. En Espa帽a, el ganador fue el Partido Popular de Rajoy, pero dentro de un contexto de ca铆da de los votos del bipartidismo. La sumatoria de los dos partidos (que ven铆a creciendo de manera regular), perdi贸 6 puntos porcentuales (aunque en Madrid la ca铆da fue del doble) respecto a la elecci贸n de 2007. En el caso de Espa帽a, a diferencia de Argentina, las acampadas de los indignados precedieron a las elecciones logrando consenso en un punto preciso: ir a votar pero no hacerlo por los dos grandes, aunque esto luego abr铆a el abanico de posibilidades en un amplio arco. Algunos se inclinaban por hacerlo por los partidos peque帽os (Izquierda Unida y UPyD lograron alg煤n crecimiento) y otros por votar en blanco o nulo.
La inexistencia de una izquierda real en Argentina (cosa que contin煤a hasta nuestros d铆as), sumado al car谩cter cooptativo y autoritario de los aparatos de la izquierda org谩nica testimoniales, ahuyentaron a todos los ciudadanos que participaron en asambleas durante la rebeli贸n de diciembre. Produjo en la pr谩ctica el efecto inverso al deseado por los insurrectos. Mientras se ped铆a que se vayan todos, todos se quedaron, salvo los ciudadanos movilizados que se refugiaron nuevamente en sus casas a mirar el mundo por rayos cat贸dicos de sus pantallas. Es aventurado poder establecer ahora si los indignados espa帽oles sufrir谩n la asfixia de las izquierdas dogm谩ticas o, por el contrario, las oxigenar谩n para lograr convergencias y el inicio de una alternativa consistente a la debacle de la socialdemocracia, ya entregada plenamente a satisfacer las demandas del capital.
Entretanto, el sol asoma indignado; que no es poco.
Espa帽a le deb铆a a la historia de las rebeliones humanas, algo un poco m谩s politizable que su destape de los ´70 y sus sue帽os europe铆stas reducidos a una simplista traducci贸n del consumismo, aprovechando una suerte de Plan Marshall tard铆o, a la moda europea. Porque como dir铆an en aquella cuna de nuestra lengua, “tiene pasta” para eso. Espa帽a era mucho m谩s rica en su vivacidad y sus perspectivas, tanto durante la segunda rep煤blica hasta el final de la guerra civil y el inicio de la dictadura franquista, cuanto durante los a帽os ´60 e inicio de los ´70, por la movilizaci贸n y convergencia de la oposici贸n antifranquista. Sin tantas ofertas del Corte Ingl茅s, ni financiaci贸n en c贸modas cuotas, como ahora. Una vitalidad, no obstante, dram谩tica y desgarradora, al costo de miles de vida humanas, de represi贸n y sufrimientos, de desapariciones y ejecuciones, soterradas hoy bajo las g贸ndolas exultantes de las tiendas y la complicidad pol铆tico-medi谩tica, que comienza a resquebrajarse.
No le faltaron entonces caminos arduos pero transitados, de compleja reapropiaci贸n de sus propias contribuciones culturales, generalmente editadas en Buenos Aires para eludir la censura, o momentos de destello cr铆tico transicional como las revistas “Ajoblanco”, “Viejo Topo”, o “Transici贸n”. Tampoco fue menor el crecimiento del movimiento obrero y el consecuente protagonismo de Comisiones Obreras. Los versos de los poetas comprometidos lograron sobrevivir a la masacre de sus autores pero las ilusiones pol铆ticas y la memoria quedaron secuestradas en el pacto elitista que erigi贸 una institucionalidad tecno-burocr谩tica gerenciadora y desmovilizadora de la ciudadan铆a. No es tarea sencilla derrotar la impunidad, como vemos elocuentemente en varios de nuestros pa铆ses arrasados por el terrorismo de estado, ni tampoco superar siquiera parcialmente la naturaleza fiduciaria de la representaci贸n delegativa, sin entrar a considerar la formalizaci贸n de esa rid铆cula monarqu铆a franc贸fila (que, se comprende, en este caso no designa a ning煤n inter茅s por la lengua gala).
La transici贸n tutelada espa帽ola qued贸 presa de la incapacidad, la impunidad y la mordaza, en parte gracias al chantaje econ贸mico de la prosperidad que le promete un bipartidismo que se diferencia s贸lo en matices y recetas acotadas a la esfera mercantil. No es que en el resto de Europa o inclusive en los Estados Unidos el paisaje sea muy diferente: el r茅gimen pol铆tico sigue gozando de impunidad politol贸gica. Por eso resulta alentador que los indignados de la Puerta del Sol, aprovechen los rayos solares para disolver la bruma ideol贸gica que encubre la diversidad y la extensi贸n del paisaje social, y sobre todo, reclamen la recuperaci贸n de la memoria hist贸rica y conocer “los principios fundadores de la lucha por la democracia”, en el punto 15 de la proclama. La sorpresa y desorientaci贸n de las oligarqu铆as bipartidarias no se hacen esperar, porque consideran “la democracia” como una cuesti贸n saldada, como 煤nica, inmodificable e inadjetivable. Consideran, en tres palabras, absurdo pedir democracia, cuando “ya la hay”. ¿Por qu茅 no quedarse en casa y enterarse de las novedades y de las ofertas electorales por TV, seg煤n la queja de los pol铆ticos profesionales? Tambi茅n de los comerciantes ya que los turistas siempre compramos algo cuando pasamos por la Puerta del Sol camino a Gran V铆a o Cibeles o en el entorno de la Plaza Catalunya en Barcelona, si no la ocupan los hinchas del Bar莽a.
En cualquier caso, no habr谩 que perder de vista que la insurrecci贸n popular y el cuestionamiento del r茅gimen pol铆tico llega, al igual que una d茅cada atr谩s en la Argentina, por motivos de ineficacia econ贸mica y social, es decir, por cuestionamientos al gerenciamiento y no a su legitimidad que no sufri贸 cuestionamiento masivo alguno desde la propia transici贸n del ´77. Las principales motivaciones son las consecuencias, por ejemplo, de la reforma laboral, que llevaron a cinco millones de espa帽oles a perder sus trabajos o a miles de familias a devolver al banco sus casas aunque tengan que seguir pagando la deuda contra铆da con el propio banco que a su vez est谩 siendo rescatado con fondos p煤blicos, o el deterioro del sistema de salud mediante la creciente privatizaci贸n.
No hay recetas ni atajos preestablecidos para superar la losa que aplasta la iniciativa y autodeterminaci贸n ciudadana porque 茅stas a煤n no han logrado sostenerse en la historia ni institucionalizarse, realimentando de este modo la ideologizaci贸n naturalizada de “esta” democracia como 煤nica. Sin embargo, es probable que resulte m谩s factible lograrlo si alguna opci贸n pol铆tica real al bipartidismo liberal-fiduciario se lo plantea y logra no s贸lo desarrollar propuestas de reforma pol铆tica que corrijan o morigeren el dominio olig谩rquico de las direcciones partidarias, sino adem谩s ganar la confianza de la movilizaci贸n ciudadana. Hay ciertas analog铆as con la experiencia argentina, absolutamente provisionales, dado el car谩cter incipiente de estos hechos, que pueden trazarse sumariamente.
En primer lugar, la ya citada crisis de eficiencia. En segundo, el lugar relativo del rechazo a las opciones electorales por parte de los electores. En Argentina, el nivel de abstencionismo en las elecciones parlamentarias previas a la crisis del 2001 lleg贸 al m谩ximo del 25% (a pesar del car谩cter obligatorio del voto) y el voto en blanco duplic贸 sus valores hist贸ricos hasta alcanzar el 8 %, mientras el voto anulado pas贸 de representar el 0,5 % del padr贸n efectivo a m谩s del 15 %. En las recientes elecciones municipales espa帽olas tambi茅n percibimos el incremento del abstencionismo. Los votos nulos y blancos, sumados, alcanzaron casi el mill贸n situ谩ndose como cuarta “fuerza pol铆tica” con una diferencia a favor de casi 300.000 votos respecto a 2007. En tercer lugar, la capitalizaci贸n pol铆tica de la crisis y la movilizaci贸n por la derecha con el consecuente peligro de profundizaci贸n de las causas de la crisis. No debe olvidarse que en Argentina el ganador de las elecciones citadas fue Duhalde (aunque con s贸lo el 20%, por debajo de la sumatoria de votos en blanco, nulos y abstenciones) y que en las posteriores el ganador fue Menem aunque luego las encuestas le desaconsejaron acudir al balotaje. En Espa帽a, el ganador fue el Partido Popular de Rajoy, pero dentro de un contexto de ca铆da de los votos del bipartidismo. La sumatoria de los dos partidos (que ven铆a creciendo de manera regular), perdi贸 6 puntos porcentuales (aunque en Madrid la ca铆da fue del doble) respecto a la elecci贸n de 2007. En el caso de Espa帽a, a diferencia de Argentina, las acampadas de los indignados precedieron a las elecciones logrando consenso en un punto preciso: ir a votar pero no hacerlo por los dos grandes, aunque esto luego abr铆a el abanico de posibilidades en un amplio arco. Algunos se inclinaban por hacerlo por los partidos peque帽os (Izquierda Unida y UPyD lograron alg煤n crecimiento) y otros por votar en blanco o nulo.
La inexistencia de una izquierda real en Argentina (cosa que contin煤a hasta nuestros d铆as), sumado al car谩cter cooptativo y autoritario de los aparatos de la izquierda org谩nica testimoniales, ahuyentaron a todos los ciudadanos que participaron en asambleas durante la rebeli贸n de diciembre. Produjo en la pr谩ctica el efecto inverso al deseado por los insurrectos. Mientras se ped铆a que se vayan todos, todos se quedaron, salvo los ciudadanos movilizados que se refugiaron nuevamente en sus casas a mirar el mundo por rayos cat贸dicos de sus pantallas. Es aventurado poder establecer ahora si los indignados espa帽oles sufrir谩n la asfixia de las izquierdas dogm谩ticas o, por el contrario, las oxigenar谩n para lograr convergencias y el inicio de una alternativa consistente a la debacle de la socialdemocracia, ya entregada plenamente a satisfacer las demandas del capital.
Entretanto, el sol asoma indignado; que no es poco.