Graciela Maturo.- Ernesto S谩bato hubiera cumplido cien a帽os dentro de dos meses. Prepar谩bamos un Homenaje, que seguramente haremos en la fecha de su nacimiento. Hemos asistido a ocasionales repulsas, a reconocimientos a medias, a tibias expresiones sobre su persona. Creo que es hora de sincerar nuestro medio intelectual - en la actualidad particularmente pobre - y de hacer un reconocimiento a un escritor excepcional, un humanista, un testigo valiente de su tiempo.
Creo que las mezquindades pol铆ticas son la causa de que se haya retaceado a S谩bato el amplio reconocimiento que merece. Por mi parte, no he coincidido con todas sus actitudes -pero tampoco coincido totalmente con actitudes y pensamientos de Sarmiento, Lugones o Mart铆nez Zuvir铆a, ni de su pariente Mart铆nez Estrada-; sin embargo, esa parcial falta de coincidencia no me impide reconocer su accionar ni sus obras. En el caso de S谩bato mis coincidencias son mayores que los disensos, pese a no compartir sus compromisos pol铆ticos, primero con el comunismo, despu茅s con el frondizismo, finalmente con el radicalismo alfonsinista. Me importa en cambio algo mucho m谩s profundo: su opci贸n humanista, una postura filos贸fico-literaria que se fue fortaleciendo a trav茅s de su larga vida, en buena parte contempor谩nea de la m铆a.
La opci贸n de Ernesto S谩bato por la “literatura” me ha causado siempre una gran impresi贸n. No se trataba de una opci贸n por la letra muerta - si tal fuera el sentido de esa desgastada palabra - sino de un cambio de pensamiento y actitud ante la vida. Dej贸 la ciencia - que lo contaba ya, en la d茅cada de los ‘30, como un valioso exponente argentino - y al mismo tiempo renunciaba a su militancia pol铆tica comunista, para dedicarse a esa actividad impura y siempre dudosa de la creaci贸n, la pintura, la escritura.
Me atrajo ese doble viraje y me pareci贸 ver en 茅l el inicio de un rumbo espiritual que se fue volcando en la novela y el ensayo. El arte, cuando es asumido con verdadera entrega - esa ha sido mi preocupaci贸n b谩sica en los estudios literarios - llega a convertir la relaci贸n objetal y mec谩nica con el mundo en relaci贸n intuitiva, fenomenol贸gica, po茅tica. Sin hacer de S谩bato una figura heroica, he apostado a su conversi贸n - en el sentido de la Kehre heideggeriana - dinamizada y conducida por el acto de la expresi贸n literaria. Tal proceso espiritual no se cumple en ning煤n caso de una manera ingenua; es contemplado, analizado y relevado - como lo es ejemplarmente en el caso de S谩bato - por una indeclinable lucidez cr铆tica que entra en di谩logo con el trabajo simb贸lico y es iluminada por 茅ste. La novela es el g茅nero por excelencia en que se cumple este avance gnoseol贸gico, y se hace lugar a su registro cr铆tico.
Sin ignorar la amplitud y eclecticismo de su formaci贸n cient铆fica y filos贸fica, ni pretender hacer de 茅l un fil贸sofo sistem谩tico, dir茅 que la trayectoria po茅tica y reflexiva de S谩bato revela una singular unidad y coherencia interna dentro de su visible pluralidad de intereses.
Husserl ha opuesto dos grandes tendencias corno caracter铆sticas del esp铆ritu moderno: el objetivismo y el trascendentalismo. No es dif铆cil advertir que S谩bato se ha movido desde la primera hacia la segunda, protagonizando un itinerario que insume el cambio interior, antes de manifestarse en elecciones y apropiaciones coherentes con el mismo.
El creador de Abadd贸n el Exterminador, novela-suma de nuestro tiempo y corolario de una trilog铆a singularmente valiosa, ha recorrido un camino signado por el despertar de la intuici贸n simb贸lica. Seg煤n Carl G. Jung, esa es la v铆a que conduce a la contemplaci贸n de los arquetipos y a la consiguiente reanudaci贸n de la memoria colectiva. Desencadenar sus “demonios” interiores - tarea espec铆fica del novelista- es dar cabida al proceso que el maestro suizo llama de “individuaci贸n”, comparable al que Nicolai Hartmann denomina “acceso al logos espiritual”, transpersonal. As铆 conceb铆an -y transmit铆an- los cl谩sicos antiguos el sentido de la creaci贸n po茅tica, y as铆 lo comprendieron a su turno los escritores rom谩nticos, reviviendo una tradici贸n que hizo de la obra de arte el vivo escenario de la conciencia.
Nada m谩s alejado de esto que el ejercicio decorativo del arte. Para la tradici贸n cl谩sica y rom谩ntica la “realizaci贸n” interna es la actividad medular del artista, la aplicaci贸n de un sentido m谩gico del arte y de la palabra, que bien podr铆a calificarse de inici谩tico, desde Apuleyo a Cervantes, desde Nerval a S谩bato, por dar algunos nombres. Mircea Eliade lo se帽alaba en uno de sus esclarecedores art铆culos: “El modelo inici谩tico que Richer encontr贸 en Aur茅lie podr铆a indicar que Gerard de Nerval atraves贸 una crisis de la misma profundidad que un rito de pasaje. El caso de Nerval no es una excepci贸n”. (….) “En un mundo desacralizado como el nuestro, lo sagrado est谩 presente y act煤a fundamentalmente en los universos imaginarios. Las experiencias fictivas constituyen parte del ser humano total, y no son menos significativas que sus experiencias diurnas. Esto significa que la nostalgia por las liturgias y pruebas inci谩ticas, nostalgia que aparece en tantas obras literarias y en la pl谩stica, revela el anhelo del hombre moderno por una renovaci贸n total y definitiva, una renovatio que pueda cambiar su existencia en forma radical” (Eliade, La iniciaci贸n y el mundo moderno).
Ciertamente, la literatura moderna ha alcanzado tan amplio desarrollo de sus recursos espec铆ficos y tanta conciencia de s铆, que no resulta dif铆cil verificar en ella la presencia del rasgo simb贸lico o de la caligraf铆a m铆tica sin otro designio que producir un encantamiento est茅tico. No ser铆a legitimo sin embargo asimilar a ese campo- siempre menor - la obra de escritores que niegan expl铆citamente el inmanentismo de los signos y hacen de su obra una v铆a de conocimiento de s铆 y de la historia.
La reintegraci贸n del ser escindido del hombre -meta suprema de la actividad po茅tica en los tiempos modernos- es llave para una propuesta hist贸rica que se basa en la aceptaci贸n y reconciliaci贸n de los contrarios. El pensamiento reflexivo se beneficia de intuiciones fecundas que el escritor plasma eficazmente en las figuras de su obra. La Historia se revela como teatro de un proceso an谩logo al que se cumple interiormente, mostrando en el juego de las fuerzas en pugna la patencia de un sentido que compromete a quien lo interpreta. El poeta, y espec铆ficamente el novelista, lee en el libro de la Historia a la par que en s铆 mismo, redescubriendo la significaci贸n de los movimientos pol铆ticos y sociales.
Es comprensible que Ernesto S谩bato, al elegir el arte como actividad fundamental de su vida, se alejara de la filosof铆a aristot茅lica para acercarse a una “ciencia del sujeto”, pr贸xima a la perspectiva de pensadores religiosos como Pascal, Kierkegaard y Dostoievski, precursores de la fenomenolog铆a. Es comprensible tambi茅n su adhesi贸n a la concepci贸n rom谩ntica -Vico, Herder, Humboldt, Goethe, Novalis- y su reiterado rechazo por distintas formas de idealismo y materialismo: su alejamiento del escepticismo nihilista, su negaci贸n del positivismo l贸gico, del “objetivismo” literario o del abstractizante estructuralismo, al menos en sus versiones m谩s racionalistas y esquem谩ticas.
El pensamiento de S谩bato, que -me atrever铆a a afirmarlo- tiene su centro de irradiaci贸n en su actividad creadora, se nutre de las m谩s importantes corrientes del pensamiento contempor谩neo en sus diversas direcciones, aunque sin caer en la acumulaci贸n enciclopedista; por el contrario, es el despliegue de un pensamiento vivo el que incorpora org谩nicamente los avances de la conciencia moderna al reconocerlos en su propio proceso. Si debe a Marx los comienzos de su cr铆tica de la alienaci贸n -y la impl铆cita herencia de la concepci贸n judeocristiana del tiempo- S谩bato se acerca progresivamente al campo de la espiritualidad contempor谩nea, enriquecido por la fenomenolog铆a, el existencialismo, el personalismo, la “filosof铆a del encuentro”, la “raz贸n po茅tica”.
En el pensamiento de Sartre y su llamado a la responsabilidad hall贸, como muchos integrantes de su generaci贸n, incitaciones que lo han llevado a discutir al propio Sartre su escepticismo y su defecci贸n literaria. En Husserl y Heidegger hall贸 en cambio la m谩s amplia revalidaci贸n del proceso creador como proceso de conocimiento; en pensadores como Berdiaev, Buber, Mounier y Scheler hall贸 los signos de una filosof铆a de la persona y el despliegue de la conciencia abierta a la trascendencia, con inequ铆vocas consecuencias cr铆ticas en su aplicaci贸n a la sociedad contempor谩nea.
La escuela fenomenol贸gica, en el 煤ltimo siglo transcurrido, llam贸 la atenci贸n sobre la actividad po茅tica, descubriendo en ella una actividad humana por excelencia y devolvi茅ndole su plena dignidad. Es el escritor, m谩s que el fil贸sofo, quien pone en pr谩ctica esa ”suspensi贸n del juicio” que da lugar al encuentro profundo del sujeto con lo que llamamos pomposamente realidad. Es sobre todo el novelista, en los tiempos modernos, quien llega a contener dentro de s铆 al mundo, desplegando en sus personajes las fuerzas estructurales de la sociedad y de su propia conciencia. Martin Buber, uno de los indiscutibles maestros de S谩bato, hace del escritor el modelo de la realizaci贸n espiritual, se帽alando su peculiar pertenencia a una zona intermedia que lo distancia del mundo “puro” de las ideas y le permite rastrear la verdad a partir de su propia experiencia y pasi贸n. Para Buber es la zona intersubjetiva, explorada por el escritor, la terra incognita que el futuro ir谩 develando. “Esta realidad cuyo descubrimiento se ha iniciado en nuestra 茅poca marcar谩 en las decisiones vitales de las generaciones venideras el camino que conduce m谩s all谩 del individualismo y del colectivismo.”
Aplicado a esta exploraci贸n, S谩bato no ha dejado de reconocer sus implicancias pol铆ticas, pronunci谩ndose con firmeza en contra de la sociedad competitiva y consumista as铆 como de la colmena colectivista que viene a reemplazarla. La tercera opci贸n alternativa que apoya - sin una concreci贸n pol铆tica visible - tiene como fundamento el di谩logo, la apertura al t煤, y m谩s al fondo la concepci贸n de la persona.
Un pensar existencial, encarnado, ag贸nico, refleja y acompa帽a la experiencia vital de Ernesto S谩bato, a mi ver inseparable de su obra. En 茅sta se ha ido plasmando la conversi贸n de que hablaba, ese paso de la vida alienada (Marx), inaut茅ntica (Heidegger), mec谩nica (Mounier) a una vida plena de significaci贸n, recobrada en su centro, abierta a su propia realizaci贸n y destino.
El arte se constituye en ejercicio pleno de la libertad que no excluye el reconocimiento de los valores y la aceptaci贸n del destino. M谩xima libertad del hombre es, seg煤n Berdiaev, la “libertad en Dios“. Los actos de la vida y la expresi贸n art铆stica se religan 铆ntimamente en semejante concepci贸n, que impregna a la palabra de una indeclinable tensi贸n 茅tico-religiosa. En la trayectoria de S谩bato podemos hallar claramente marcados, aunque no impolutos o perfectos, los hitos que la filosof铆a personalista reconoce como caracter铆sticos de la conformaci贸n individual, y que el mito tradicional nos ha ense帽ado en otros c贸digos: la concentraci贸n sobre s铆, la renuncia, la donaci贸n, la comprensi贸n, el ir hacia los otros, la fidelidad a los valores, la did谩ctica. S贸lo que este periplo se ha cumplido en esa forma lib茅rrima, adogm谩tica, contradictoria, que es privativa del artista: un esp铆ritu abierto en permanente creaci贸n de s铆.
En total coherencia con el “viaje” esbozado se vierte la reflexi贸n de S谩bato, introspectiva, aguda, en permanente apertura sobre el mundo. Nada escapa a su l煤cida atenci贸n: el proceso del conocimiento, la condici贸n del hombre, la potencialidad del arte, la historia de la civilizaci贸n, la vida presente y pasada de su pueblo. Creador y te贸rico de extraordinaria riqueza, su actividad no termina all铆. S谩bato se fue transformando en int茅rprete y gu铆a de su comunidad, mostr谩ndose como permanente defensor de la dignidad y la libertad del hombre ante situaciones concretas, consciente de sus errores, capaz de rectificaciones.
Se ha visto as铆 cumplida - en su centenaria existencia - una trayectoria de singulares valores, proyectada en una obra po茅tica y reflexiva. Como tambi茅n lo han hecho, con distintos matices, Octavio Paz, Marechal y Cort谩zar, S谩bato descubri贸 en el arte los g茅rmenes de la libertad y la defensa del hombre ante la cosificaci贸n que lo amenaza.
Un surrealista con vocaci贸n hist贸rica
No ser铆a justo rastrear la filiaci贸n espiritual de un escritor en el 谩mbito del pensamiento filos贸fico sin hacerlo antes en su propia y espec铆fica familia, la del arte. S谩bato, como otros escritores contempor谩neos, es un heredero del romanticismo, de su signo gn贸stico y espiritual, su transgresi贸n, su aventura. Su relaci贸n con el movimiento surrealista -portador y a veces tergiversador de esa herencia- es m谩s profunda de lo que hicieron suponer sus propios juicios y declaraciones. Luego de su frecuentaci贸n de los ambientes art铆sticos franceses hacia 1938, y sin duda atrapado por la perspectiva gnoseol贸gica del surrealismo, emiti贸, en efecto, en su libro Uno y el universo, algunos juicios tajantes que defin铆an su exigencia intelectual y su rechazo de las mistificaciones.
Un rechazo an谩logo produjeron unos a帽os antes Miguel 脕ngel Asturias y Alejo Carpentier, al volcarse a la interpretaci贸n profunda de Am茅rica, desde帽ando lo que el cubano llam贸 “baratillo surrealista”; el surrealismo, seg煤n 茅l, reclamaba de una fe. S谩bato empieza su alejamiento del surrealismo “de capilla” al acentuar su temple ajeno a los dogmatismos. Rechaz贸 en ese tiempo el automatismo como v铆a excluyente de la producci贸n literaria, como lo hicieran Dal铆, Larrea y Vicente Huidobro. El automatismo tomado como fin en si mismo condujo a los surrealistas, en no pocos casos, a cierta mecanizaci贸n de procedimientos, a la instauraci贸n de una ret贸rica tan cristalizante del impulso po茅tico como cualquier otra y finalmente a inhibir la autoconciencia del artista ante sus proyecciones medi煤mnicas u on铆ricas. Desde luego, no estoy negando el inter茅s de la aventura de Breton -que recobra su tradici贸n en forma oblicua y vergonzante, acerc谩ndose en sus 煤ltimos a帽os a la gnosis- sino de muchos surrealistas de escuela, que terminaron por traicionar el impulso del supernaturalismo nervaliano y del superrealismo de Apollinaire, como del propio Breton.
Tal vez quepa hablar de un surrealismo hispanoamericano, abierto plenamente al reencuentro con mitos ancestrales que los franceses rozan e indagan epid茅rmicamente, con inter茅s est茅tico, desplazando la inicial curiosidad gnoseol贸gica y antropol贸gica.
Por extra帽a paradoja, los surrealistas europeos desplegaron los grandes temas de la tradici贸n cristiana, silenciados por la modernidad: el amor, la mujer, la naturaleza, lo maravilloso, el m谩s all谩 (aunque concebido como un todo con el mundo concreto), la “vida verdadera”, la presencia del destino o de un azar intencional que produce actos significativos, etc. No obstante, corresponde a grandes poetas y novelistas hispanoamericanos -sin olvidar la vanguardia constituida por un grupo de poetas espa帽oles: Larrea, Le贸n Felipe, Cernuda- el haber dado el paso final que permite el reencuentro con la memoria colectiva y la comprensi贸n ampliada de la realidad. Asturias “lee” los mitos guatemaltecos, como Paz los mexicanos, ambos Arguedas los mitos del altiplano, Roa Bastos los guaran铆ticos.
Los argentinos, m谩s 铆ntimamente insertos en la herencia europea, leen la Historia desde el mito cristiano, ya lo hagan con la 贸ptica hel茅nica o recurriendo a la fuente b铆blica. El cristianismo lleva en s铆 el impulso ecum茅nico, que permite la comprensi贸n de otros legados. Los escritores cumplen una vez m谩s con esos imperativos profundos de la cultura, al enlazar en una lectura religante los s铆mbolos que abren la significaci贸n del mundo y de lo humano. Es caracter铆stica de la lectura po茅tica su antidogmatismo, su libertad para moverse en 谩mbitos distintos, can贸nicos y no can贸nicos, testamentarios y ocultistas, occidentales y no occidentales. No es casual en una serie de importantes novelas producidas en los pa铆ses hispanoamericanos la revalidaci贸n de la alquimia, el contacto con las “ciencias ocultas”, la relaci贸n con los mitos ind铆genas, orientales o “paganos”, y finalmente la reinterpretaci贸n del Evangelio, soslayado por la frivolidad intelectual o las lecturas superficiales. El escritor desprejuiciado lee la simb贸lica universal como un 煤nico texto con valores de revelaci贸n, en el que est谩 inscripto el destino humano.
Tal ha sido a mi juicio la adscripci贸n y la vocaci贸n de S谩bato. Podr铆amos definirlo como un surrealista aut茅ntico, tocado por una peculiar aptitud cr铆tica y una irrenunciable condici贸n de realista. Toda su obra es un di谩logo apasionado con un Dios desconocido al que no llega a encarnar en forma expl铆cita, con un s铆 mismo que avanza sobre claras elecciones y motivaciones oscuras buscando ese punto ideal, se帽alado por la clarividencia de Breton, en el que se conjugan los opuestos y nace el Conocimiento Real. La actitud de S谩bato no es la de un irracionalista sino la de un consciente indagador de lo irracional, que debe a la ampliaci贸n de su conciencia una religaci贸n con el mito y una comprensi贸n profunda de la historia.
Graciela Maturo
Nota biogr谩fica
Ernesto S谩bato naci贸 en Rojas, provincia de Buenos Aires, en 1911. Doctorado. en F铆sica en la Universidad de La Plata; iniciaba una promisoria carrera cient铆fica cuando decidi贸, en 1943, consagrarse definitivamente a las letras. Ha escrito tres importantes novelas, hoy le铆das, traducidas y estudiadas en todo el mundo: El t煤nel (1948); Sobre h茅roes y tumbas (1961) y Abadd贸n el Exterminador (1974). Tan notable como su creaci贸n novel铆stica es su labor como pensador original y corno testigo opinante de su tiempo, recogida en una serie de agudos y excelentes ensayos: Uno y el universo (1945); Hombres y engranajes (1951); Heterodoxia (1963); El otro rostro del peronismo (1956); Tango: discusi贸n y clave (1963); El escritor y sus fantasmas (1963); La cultura en la encrucijada nacional (1973); Tres aproximaciones a la literatura de nuestro tiempo (1974) y gran cantidad de ensayos breves as铆 como art铆culos de opini贸n sobre temas pol铆ticos y culturales, algunos de los cuales han sido reunidos en Apolog铆as y rechazos (1979) y La robotizaci贸n del hombre (1981). S谩bato ha vivido la ‘vida austera y dif铆cil del escritor que por fidelidad a una vocaci贸n se coloca m谩s all谩 de las concesiones a su medio social y cultural, constituy茅ndose a veces en su m谩s severo cr铆tico. Casado con Matilde Kumlnsky-Rlchter -a cuya presencia y aliento confiesa deber un gran sost茅n en su trayectoria- ha tenidos dos hijos: Jorge Federico y Marlo. Sus 煤ltimos a帽os residi贸 en Santos Lugares hasta su reciente muerte el 30 de abril 煤ltimo, donde dio cauce a una de sus antiguas tentaciones: pintar. No por ello permaneci贸 ajeno a la problem谩tica nacional y mundial que continuamente suscit贸 su preocupaci贸n y manifestaci贸n.
El hogar
Fuimos once hijos varones y yo fui el pen煤ltimo. Recibimos una educaci贸n dur铆sima que dej贸 huellas muy tristes en mi. Con todo, aquella educaci贸n nos ense帽贸 a ser consecuentes, a terminar una tarea empezada, a ser rigurosos con nosotros mismos, a ser trabajadores y a defender con orgullo nuestra personalidad y nuestro trabajo.
S脥 algo hemos alcanzado los S谩bato lo hemos alcanzado merced a esos atributos que 谩speramente tuvimos que asimilar, - a menudo - a golpes, en nuestra infancia.
Es cierto que no todo ha sido favorable en esta formaci贸n dur铆sima y la tristeza y melancol铆a que es no solo el tel贸n de fondo de mi esp铆ritu, sino de la mayor parte de mis hermanos proviene; sin duda, de esa formaci贸n. Tambi茅n la rebeld铆a que se manifest贸 en nosotros de manera diversa: en algunos, como ml hermano Pepe, fug谩ndose de la casa a los dieciocho a帽os para ir a trabajar a un circo, acontecimiento que fue terrible en nuestra familia. Tambi茅n Humberto se fue de casa siendo muy muchacho, y tanto uno como otro tuvieron una vida errabunda durante muchos a帽os, hasta que volvieron a casa venciendo finalmente la decisi贸n de nuestro padre de darlos por muertos, Y cosa singular: esos dos hermanos err谩ticos fueron los que asistieron a ml padre en su larga agon铆a tal como yo lo relato en la muerte del viejo Bass谩n. Y fueron, sin duda, los dos hijos que 茅l m谩s lleg贸 a querer. Su muerte a los ochenta a帽os, de c谩ncer, soportando dos meses de lucha con el mismo estoicismo y el mismo coraje que hab铆a mantenido toda su vida, fue caracter铆stica de este 谩spero italiano.
El novelista hace una pausa y valora, pesando sus palabras, la reciedumbre y la ternura que se aunaban en don Francisco S谩bato, su padre: -Pero debajo de su aspereza -ahora lo s茅- escond铆a un c谩ndido coraz贸n, devoto de la amistad, fiel a la palabra empe帽ada. Cu谩nto sufri贸 en sus 煤ltimos a帽os en medio de este mundo que nos toca vivir! Como muchos italianos ten铆a un sentido pl谩stico y una Inclinaci贸n Innata por la belleza: dise帽茅 la 煤ltima casa en que vivi贸 en La Plata, y ten铆a pasi贸n por las plantas y las flores.
Joaqu铆n Neyra, Ernesto S谩bato
Florida o Boedo
La superposici贸n de una Argentina Inmigratoria a la vieja naci贸n semifeudal se manifiesta, despu茅s de la primera guerra mundial, en dos grandes corrientes literarias: la aristocr谩tica y la plebeya. De un lado escritores como G眉iraldes y Victoria Ocampo. Del otro, escritores surgidos del pueblo como Roberto Arlt, Influidos por grandes narradores rusos del siglo pasado y por los doctrinarios de la revoluci贸n, ya que nuestra Inmigraci贸n fue pobre y proveniente de pa铆ses con fuerte tradici贸n anarquista y socialista; hijos de obreros extranjeros, esos futuros artistas de la calle aprendieron a escribir leyendo traducciones baratas de Gorki y Emilio Zola, de Marx y Dakunin, en lugar de los textos de Baudelaire o de Henry James que paralelamente le铆an sus compatriotas privilegiados. Esta divisi贸n se manifestar铆a literariamente, hacia 1920, en los grupos de Florida y Boedo. Y dar铆an dos arquetipos: Jorge Luis Borges y Roberto Arlt. Al producirse la crisis mundial de 1930, termin贸 aqu铆 la era del liberalismo y, como consecuencia, empez贸 el derrumbe de una serie de mitos, instituciones e ideas. En esa atm贸sfera cr铆tica se form贸 la nueva generaci贸n d茅 escritores a la que pertenezco, y la estructura literaria se complic贸 radicalmente: en algunos representantes de la literatura “pura” se acentu贸 poco a poco el encierro en su torre 贸 la evasi贸n; en los herederos de Boedo se agudizaba el acento social 贸 se hac铆a m谩s duro a causa del auge del marxismo leninista; en otros, en fin, desgarrados por una y otra tendencia, oscilando de un extremo al otro, termin贸 por realizarse una s铆ntesis que es, a ml juicio, la aut茅ntica superaci贸n del falso dilema corporizado por los partidarios de la literatura gratuita y de la literatura social. Estos 煤ltimos, sin desde帽ar las ense帽anzas estrictamente literarias de Florida, trataron y tratan de expresar su dura experiencia espiritual en una creaci贸n que forzozamente los aleja de la gratuidad y del esteticismo que caracterizaba a ese grupo, sin incurrir, empero, en la simplista doctrina de la literatura social que informaba al grupo de Boedo. A esa promoci贸n de s铆ntesis creo yo pertenecer.
El escritor y sus fantasmas
Un maestro de S谩bato y de Hispanoam茅rica
Es cierto que Henr铆quez Ure帽a era un humanista. S铆, lo era. Y tambi茅n es cierto que su esp铆ritu universal detestaba el provincianismo. Pero su universalidad no era gen茅rica, no era la del t茅cnico o el cient铆fico que trabaja con s铆mbolos o letras griegas; era el universalismo del artista, que obra con sentimientos de Individuos precisos. Por eso tomaba de la tradici贸n lo que era vivo, lo que importaba para lo nuestro, lo de hoy y aqu铆; motivo por lo que era fil贸logo, no gram谩tico. Y de aquel Plat贸n, lo que tanto admiraba, no era tanto el esplendor de sus teor铆as abstractas como su aliento po茅tico. Aliento po茅tico que lo convierte en un ser vivo no solo para su tiempo sino para todos los tiempos, mientras haya hombres que vivan o amen y sufran sobre la tierra. Era en suma, el Plat贸n que pod铆a ser 煤til en la construcci贸n de esa utop铆a latinoamericana en la que siempre crey贸. Por eso tampoco pod铆a ser un especialista. Y los que lo critican por su versatilidad no advierten que 茅l no era un ecl茅ctico sino un integralista; y que esa multiplicidad de intereses era la manifestaci贸n inevitable de su filosof铆a concreta y unitaria. La especializaci贸n, en buena medida consecuencia del desarrollo t茅cnico de una civilizaci贸n escisoria, es m谩s que una virtud un Infortunio para el hombre, aunque haya servido para aumentar nuestro poder铆o f铆sico. Pues ¿qui茅n ha dicho que es el poder f铆sico la meta m谩s alta del hombre? Sacrific贸 mucho de lo que hubiera podido hacer en el plano te贸rico por esa c谩lida obra personal que llev贸 a cabo a lo largo de esta Am茅rica. Sobre todo ense帽ando. “No debe haber cultura superior sin cultura popular.” Y as铆, aquel notable esp铆ritu que hab铆a sido precursor de la filosof铆a moderna en Am茅rica Latina y que podr铆a haber dedicado su existencia a brillantes investigaciones filol贸gicas, se entreg贸 a esa lucha modesta y oscura desde su juventud, desde que comenz贸 su tarea educativa en M茅xico, junto a Vasconcelos. Y m谩s de una vez sostuvo que, tal como era nuestra precaria realidad, los mejores de nuestros intelectuales deb铆an sacrificar la obra de meditaci贸n retirada en favor de la obra comunal y la elevaci贸n del hombre medio. As铆 sucedi贸 con Mart铆 en Cuba y con Sarmiento en la Argentina. Un escritor nace en Francia y se encuentra, por decirlo as铆, con una patria hecha; aqu铆 debe escribir haci茅ndola al mismo tiempo como aquellos pioneros del lejano Oeste que cultivaban la tierra con el arma al lado. ¿No empu帽贸 literalmente un fusil Jos茅 Hern谩ndez? Esa gran utop铆a con que so帽aba, ardientemente en su juventud, melanc贸licamente en su 煤ltimo tiempo, era la utop铆a de una patria de hombres libres, en una generosa tierra integradora, una suerte de pa铆s plat贸nico que no fuese el reinado de la pura materia. Ansiaba que termin谩ramos con nuestras rencillas provincianas, predicaba la necesidad de uni贸n (se帽alando el desastre que fue para Grecia el separatismo de sus ciudades-estado) y trataba de hacernos comprender el formidable tesoro que encierra un continente constituido por veinte naciones hermanas, de una misma lengua y por Jo tanto de una misma tradici贸n y cultura. Dolido de nuestros defectos, de nuestros repentismos y nuestra superficialidad, de nuestra frecuente propensi贸n a lo f谩cil; dolido de nuestra miseria y nuestra divisi贸n, so帽aba (so帽贸 hasta el d铆a de su muerte) con una patria que se levantase t茅cnicamente, que aboliese la miseria y la injusticia, pero no cometiese el mismo error de los Estados Unidos, poniendo los valores materiales por sobre los espirituales.
Significado de
Pedro Henr铆quez Ure帽a (1964)
Palabras del escritor al recibir el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores
Vacil茅 mucho en aceptar esta distinci贸n, como lo saben quienes me la ofrecieron. SI finalmente acced铆 es porque de otro modo agraviaba a los que antes la recibieron, algunos de los cuales son grandes y perdurables valores de nuestra literatura. Y porque tambi茅n ofend铆a a infinidad de miembros de la SADE que, como yo, no compartieron ciertas posiciones oficiales de la Sociedad. Esas discrepancias no fueron de 铆ndole personal: estaban vinculadas al destino de nuestra naci贸n y principalmente a la Justicia y a la libertad. Instancias que son nombradas con palabras que el tiempo y la hipocres铆a degradan basta constituir un esc谩ndalo del esp铆ritu: en nombre de la libertad se quemaron y mutilaron miles de seres inocentes en Hiroshima y en nombre de la justicia social los tanques rusos arrasaron Checoslovaquia.
¡Y cu谩ntas veces, Dios m铆o, nuestra patria tambi茅n ha sufrido esa horrenda adulteraci贸n del lenguaje!
Son los momentos en que el destino del escritor es m谩s duro y exige todo su coraje. Porque si el desvirtuamiento del idioma es siempre grave, infinitamente m谩s lo es para el poeta, que ha nacido para devolverle su sentido m谩s entra帽able y aut茅ntico. Y las palabras justicia y libertad son quiz谩 las dos m谩s altas para la raza humana, tan tristemente propensa a esclavizar y torturar, y tan proclive a hacerlo, si es posible, con la ayuda de los vocablos m谩s sagrados.
Todos somos culpables, qu茅 duda cabe. Todos somos Imperfectos y duales, qui茅n se atrever铆a a negarlo. Pero el artista tiene el heroico deber de lograr ese reajuste de cuentos consigo mismo y con el universo que es la obra de arte, con cuyos absolutos el lenguaje recobra su resplandeciente y primigenio valor:
el de la verdad. Solo entonces ese hombre, y los hombres que en 茅l se denuncian, se castigan y se redimen, pueden levantar la cabeza y mantener la mirada de un perro o de una criatura.
27 de junio de 1974.
S谩bato en la literatura nacional
El primer trabajo literario de S谩bato fue un comentario cr铆tico sobre La invenci贸n de Morel de Bioy Casares, publicado en la revista Teseo de La Plata. Sin embargo, salud贸 luego la aparici贸n de otra obra del mismo autor reconociendo en ella su l铆nea m谩s importante y valiosa. Era El sue帽o de los h茅roes. Se marca en esta elecci贸n, como en otras de S谩bato, su preferencia por el surrealismo existencial y su paulatino alejamiento del juego especulativo. Sin negar el peso de otros antecedentes hist贸ricos que tienden lazos entre el discurso individual y el m谩s amplio discurso de una novel铆stica nacional -Cambaceres, G谩lvez, Macedonio, Cancela. Mallea, Castelnuovo, Filloy, Cerretani, por mencionar algunos nombres relevantes- es sin duda Roberto Arlt el antecedente m谩s inmediato de la narrativa sabatiana. Arlt, como S谩bato luego, anuda el realismo de la novela a la b煤squeda desesperada del sentido de la realidad, sin excluir el buceo metaf铆sico, la “desrealizacl贸n” expresionista, la introspecci贸n m谩s avanzada y la consiguiente apelaci贸n a nuevos signos expresivos. La obra de S谩bato anticipa y plasma decididamente la innovaci贸n creadora de las 煤ltimas d茅cadas representada entre nosotros por obras como Ad谩n Buenosayres, Zama, Rayuela, y en otros pa铆ses latinoamericanos por Al filo del agua, Los pasos perdidos, Hombres de ma铆z, Yawar fiesta, Hijo de ladr贸n como m谩s tarde por La muerte de Artemio Cruz, Yo el Supremo o Cien a帽os de soledad y muchas otras cuya menci贸n nos llevar铆a a un fatigoso cat谩logo. Se trata de un nuevo paso en la trayectoria de la novela, que marca su m谩ximo punto de desarrollo y a la vez su decisivo cuestionamiento. La fusi贸n de los g茅neros tradicionales caracteriza a esta novela-suma contempor谩nea como un g茅nero nuevo que asume un papel decisivo en la cultura y la historia. Tambi茅n cabe relacionar a S谩bato con una importante l铆nea de ensayos interpretativos de la realidad nacional: Mart铆nez Estrada, Scalabrini Ortiz, Murena, Jauretche, Kusch.
La contemplaci贸n y la caza
En el transcurso de su Infancia la ventana de su casa fue para S谩balo una clave de toda su existencia. A trav茅s de ella contemplaba el universo: al fijar la mirada no en el molino harinero ni en nada de lo que pod铆a ver a su trav茅s, sino en la ventana misma, sent铆a la distancia entre 茅l y el universo y luego la sentir铆a como met谩fora de la melancol铆a y la separaci贸n. El pudor intolerable, la verg眉enza, el esquema mental de Mart铆n que se ve铆a a s铆 mismo llevando monos chiflones y peque帽os payasos vociferantes y movedizos que se burlaban de 茅l, ha de provenir con toda seguridad de aquella remota ventana.
Lo mismo la melancol铆a que impregna el Buenos Aires de S谩bato. Pero adem谩s de la actitud contemplativa, adem谩s de la ventana, en esa casa, que es la memoria del novelista, hay un p谩jaro enloquecido de dolor que se lanza contra las paredes, sin acertar a salir por la ventana. As铆 describ铆a Bruno aquella escena en la guarida de Fernando. Pero la casa y la guarida no son m谩s que las met谩foras on铆ricas de nuestro propio cuerpo, donde el alma est谩 aprisionada. Los ojos son las ventanas del cuerpo y las ventanas son los ojos de la casa.
Los dos recuerdos infantiles escinden el esp铆ritu de S谩bato en dos mundos
distintos. Sirven como jurisprudencia para explicar por medio de un recuerdo o del otro las alternativas de su vida. La ventana es el mundo contemplativo, corresponde a la Representaci贸n, a la curiosidad, al inter茅s cient铆fico la obsesi贸n de llevarlo todo a los ojos. Cuando muchos a帽os despu茅s S谩bato busca el orden puro de la ciencia, cuando construye telescopios en el Observatorio de La Plata e investiga en el Instituto Curie, no est谩 haciendo m谩s que prolongar su ventana en el mundo de la F铆sica. Luego de su abandono de la ciencia creer谩 que el mundo del orden ha terminado para 61, pero ya surge un personaje como Bruno, medido y vacilante, fil贸sofo y contemplativo que reivindica existencialmente la ventana de su infancia. El otro recuerdo, aquel en que S谩bato cazaba pajaritos para someterlos a una s谩dica cirug铆a dom茅stica, corresponde a la otra vertiente de su personalidad: la demon铆aca, el mundo de la persecuci贸n, de la carrera y de la cacer铆a infernal. Sus realizaciones novelescas est谩n en todo lo que de tormentoso y de instintivo tienen Juan Pablo Castel y Vidal Olmos. El inter茅s “cient铆fico” de 茅ste es una b煤squeda objetiva de una verdad rigurosa pero arrastrada por un vendaval sat谩nico. Al ponerse a investigar la vida de los Ciegos, de a ratos, nos hace creer que estamos caminando en el “terreno seguro de la Ciencia”, como dec铆an los fil贸sofos de la Modernidad; entonces, por tranquilizador, el M茅todo nos enga帽a sobre el objeto mismo de sn recorrido: los Demonios que nos est谩n esperando al finalizar el Laberinto. Y esto, que podr铆amos tomar, atolondradamente, como una mera astucia t茅cnica para acentuar los efectos, es, en rigor, la manifestaci贸n inevitable de esa dualidad del autor.
Luis Wainerman, S谩bato y
el misterio de los ciegos
Bibliograf铆a b谩sica de Ernesto S谩bato
a) Novelas
- El t煤nel, Buenos Aires, Sur, 1948.
- Sobre h茅roes y tumbas, Buenos Aires, Compa帽铆a General Fabril Editora, 1961. Versi贸n definitiva: Losada, 1966.
- Abadd贸n el Exterminador, Buenos Aires, Sudamericana, 1974. Han seguido gran n煤mero de ediciones por Emec茅, Losada, Fabril, Eudeba, Sudamericana y, recientemente, la edici贸n espa帽ola de Seix Barral.
b) Ensayos
- Uno y el universo, Buenos Aires, Sudamericana, 1945. Versi贸n definitiva: Sudamericana, colecci贸n Indice, 1969.
- Hombres y engranajes; reflexiones sobre el dinero, la raz贸n y el derrumbe de nuestro tiempo, Bueno Aires, Emec茅, 1951.
- Heterodoxia, Buenos Aires, Emec茅, 1953,
- El escritor y sus fantasmas, Buenos Aires, Aguilar, 1963. Versi贸n definitiva: Barcelona. Seix Barral, 1979.
- El otro rostro del peronismo. (Carta abierta a Mario Amadeo), Buenos Aires, 1956.
-Tango: discusi贸n y clave, Buenos Aires, Losada, 1963.
- La cultura en la encrucijada nacional, Buenos Aires, Crisis, 1973.
- Tres aproximaciones a la literatura de nuestro tiempo; Robbe-Grillet, Borges, Sartre, Buenos Aires, Ed. Alfa Argentina, 1974.
- Claves pol铆ticas. (Di谩logos y testimonios compilados por El Escarabajo de Oro), Buenos Aires, Rodolfo Alonso Editor, 1971.
- Apolog铆as y rechazos. (Compilaci贸n de art铆culos publicados en diarios y revistas), Barcelona, Seix Barral, 1979.
c) Antolog铆as
- Itinerario, Buenos Aires, Sur, 1969.
- P谩ginas vivas. Selecci贸n del autor. Estudio preliminar y notas de Mar铆a Isabel Murtagh, Buenos Aires, Kapelusz, 1974.
- Ernesto S谩bato. Antolog铆a. Selecci贸n y estudio preliminar por Z. Nelly Mart铆nez, Buenos Aires, Librer铆a del Colegio, 1975.
d) Discograf铆a
- Romance de la muerte de Juan Lavalle. Texto de Ernesto S谩bato. M煤sica de Eduardo Fal煤. Versi贸n coral de F. J. Ocampo. 33 1/3 Mono: 82055 P.Y. Stereo, 85519 PY, Buenos Aires, Philips, 1965.
- Ernesto S谩balo lee “Uno y el universo” y “Sobre h茅roes y tumbas”. ES. 501 Monoaural. Serie: Escritores Siglo XX. Grabado en los Estudios Phunal, Buenos Aires, 1967.
- Ernesto S谩balo por 茅l mismo. Autobiograf铆a. Documentos 123-4 Alta Fid. Buenos Aires, A M B Discogr谩fica, 1967.
Premios
- Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores, 1945.
- Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores.
- Premio Consagraci贸n Nacional.
- Premio al mejor Libro Extranjero (por Abadd贸n), Par铆s, 1976.
- Legi贸n de Honor de Francia, 1976.
- Gran Cruz al M茅rito de Espa帽a, 1980.
Traducciones
- El t煤nel
Franc茅s, Gall铆mard, Par铆s, 1956 y Editions du Senil, Par铆s, 1978 (re
traducci贸n); italiano, Feltrinelli, Mil谩n, 1967; sueco, Skoglunds Forlag, Estocolmo, 1961; eslovaco, S.V.K,L., Bratislava, 1965; portugu茅s, ALFA-OMEGA, San Pablo, 1977; rumano, Pentru Literatura Universala, Bucarest, 1961; servio- croata, RAD, Yogoeslava, 1969; polaco, PIW, Varsovia, 1963 y WL, Cracovia, 1976 (retraducci贸n); alem谩n, Limes Verlag, Munich, 1976; ingl茅s, KNOPF, New York, 1951; hebreo, Dora, Tel Aviv, 1976; japon茅s, Toshokankookai, Tokio, 1977; noruego, Gyldendal Norsk Forlag, Oslo, 1979; ind铆, IAFA, Nueva Dehli, en prensa.
- Sobre h茅roes y tumbas
Italiano, Feltrinelli, 1965; alem谩n, Limes Verlag, Wiesbaden, 1967; portugu茅s, Publica莽oes Europa America, Lisboa, 1973 y portugu茅s-brasile帽o, Francisco Alves, R铆o de Janeiro, 1980; polaco, PTW, Varsovia, 1966 y WL, Cracovia, 1977; rumano, Editora Univers, Bucarest, 1973; dan茅s, Samlerens Bogklub, Copenhague, 1968; holand茅s, Meulenhoff, Amsterdam (en prensa); eslovaco, Pravda, Bratislava, 1980; b煤lgaro (en prensa), Sof铆a; checo (en prensa), Praga; ingl茅s (.en prensa), Boston, David Godine.
- Abadd贸n el Exterminador
Italiano, Rizzoli, 1977; alem谩n, Limes Verlag, Munich, 1980; polaco, WL, Cracovia, 1978; franc茅s, Editions du Seuil, Par铆s, 1976; rumano, Editura Eminiescu, Bucarest (en prensa) ; portugu茅s-brasile帽o, Francisco Alves, R铆o de Janeiro (en prensa).
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[Textos y datos gentileza de Graciela Maturo]
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La opci贸n de Ernesto S谩bato por la “literatura” me ha causado siempre una gran impresi贸n. No se trataba de una opci贸n por la letra muerta - si tal fuera el sentido de esa desgastada palabra - sino de un cambio de pensamiento y actitud ante la vida. Dej贸 la ciencia - que lo contaba ya, en la d茅cada de los ‘30, como un valioso exponente argentino - y al mismo tiempo renunciaba a su militancia pol铆tica comunista, para dedicarse a esa actividad impura y siempre dudosa de la creaci贸n, la pintura, la escritura.
Me atrajo ese doble viraje y me pareci贸 ver en 茅l el inicio de un rumbo espiritual que se fue volcando en la novela y el ensayo. El arte, cuando es asumido con verdadera entrega - esa ha sido mi preocupaci贸n b谩sica en los estudios literarios - llega a convertir la relaci贸n objetal y mec谩nica con el mundo en relaci贸n intuitiva, fenomenol贸gica, po茅tica. Sin hacer de S谩bato una figura heroica, he apostado a su conversi贸n - en el sentido de la Kehre heideggeriana - dinamizada y conducida por el acto de la expresi贸n literaria. Tal proceso espiritual no se cumple en ning煤n caso de una manera ingenua; es contemplado, analizado y relevado - como lo es ejemplarmente en el caso de S谩bato - por una indeclinable lucidez cr铆tica que entra en di谩logo con el trabajo simb贸lico y es iluminada por 茅ste. La novela es el g茅nero por excelencia en que se cumple este avance gnoseol贸gico, y se hace lugar a su registro cr铆tico.
Sin ignorar la amplitud y eclecticismo de su formaci贸n cient铆fica y filos贸fica, ni pretender hacer de 茅l un fil贸sofo sistem谩tico, dir茅 que la trayectoria po茅tica y reflexiva de S谩bato revela una singular unidad y coherencia interna dentro de su visible pluralidad de intereses.
Husserl ha opuesto dos grandes tendencias corno caracter铆sticas del esp铆ritu moderno: el objetivismo y el trascendentalismo. No es dif铆cil advertir que S谩bato se ha movido desde la primera hacia la segunda, protagonizando un itinerario que insume el cambio interior, antes de manifestarse en elecciones y apropiaciones coherentes con el mismo.
El creador de Abadd贸n el Exterminador, novela-suma de nuestro tiempo y corolario de una trilog铆a singularmente valiosa, ha recorrido un camino signado por el despertar de la intuici贸n simb贸lica. Seg煤n Carl G. Jung, esa es la v铆a que conduce a la contemplaci贸n de los arquetipos y a la consiguiente reanudaci贸n de la memoria colectiva. Desencadenar sus “demonios” interiores - tarea espec铆fica del novelista- es dar cabida al proceso que el maestro suizo llama de “individuaci贸n”, comparable al que Nicolai Hartmann denomina “acceso al logos espiritual”, transpersonal. As铆 conceb铆an -y transmit铆an- los cl谩sicos antiguos el sentido de la creaci贸n po茅tica, y as铆 lo comprendieron a su turno los escritores rom谩nticos, reviviendo una tradici贸n que hizo de la obra de arte el vivo escenario de la conciencia.
Nada m谩s alejado de esto que el ejercicio decorativo del arte. Para la tradici贸n cl谩sica y rom谩ntica la “realizaci贸n” interna es la actividad medular del artista, la aplicaci贸n de un sentido m谩gico del arte y de la palabra, que bien podr铆a calificarse de inici谩tico, desde Apuleyo a Cervantes, desde Nerval a S谩bato, por dar algunos nombres. Mircea Eliade lo se帽alaba en uno de sus esclarecedores art铆culos: “El modelo inici谩tico que Richer encontr贸 en Aur茅lie podr铆a indicar que Gerard de Nerval atraves贸 una crisis de la misma profundidad que un rito de pasaje. El caso de Nerval no es una excepci贸n”. (….) “En un mundo desacralizado como el nuestro, lo sagrado est谩 presente y act煤a fundamentalmente en los universos imaginarios. Las experiencias fictivas constituyen parte del ser humano total, y no son menos significativas que sus experiencias diurnas. Esto significa que la nostalgia por las liturgias y pruebas inci谩ticas, nostalgia que aparece en tantas obras literarias y en la pl谩stica, revela el anhelo del hombre moderno por una renovaci贸n total y definitiva, una renovatio que pueda cambiar su existencia en forma radical” (Eliade, La iniciaci贸n y el mundo moderno).
Ciertamente, la literatura moderna ha alcanzado tan amplio desarrollo de sus recursos espec铆ficos y tanta conciencia de s铆, que no resulta dif铆cil verificar en ella la presencia del rasgo simb贸lico o de la caligraf铆a m铆tica sin otro designio que producir un encantamiento est茅tico. No ser铆a legitimo sin embargo asimilar a ese campo- siempre menor - la obra de escritores que niegan expl铆citamente el inmanentismo de los signos y hacen de su obra una v铆a de conocimiento de s铆 y de la historia.
La reintegraci贸n del ser escindido del hombre -meta suprema de la actividad po茅tica en los tiempos modernos- es llave para una propuesta hist贸rica que se basa en la aceptaci贸n y reconciliaci贸n de los contrarios. El pensamiento reflexivo se beneficia de intuiciones fecundas que el escritor plasma eficazmente en las figuras de su obra. La Historia se revela como teatro de un proceso an谩logo al que se cumple interiormente, mostrando en el juego de las fuerzas en pugna la patencia de un sentido que compromete a quien lo interpreta. El poeta, y espec铆ficamente el novelista, lee en el libro de la Historia a la par que en s铆 mismo, redescubriendo la significaci贸n de los movimientos pol铆ticos y sociales.
Es comprensible que Ernesto S谩bato, al elegir el arte como actividad fundamental de su vida, se alejara de la filosof铆a aristot茅lica para acercarse a una “ciencia del sujeto”, pr贸xima a la perspectiva de pensadores religiosos como Pascal, Kierkegaard y Dostoievski, precursores de la fenomenolog铆a. Es comprensible tambi茅n su adhesi贸n a la concepci贸n rom谩ntica -Vico, Herder, Humboldt, Goethe, Novalis- y su reiterado rechazo por distintas formas de idealismo y materialismo: su alejamiento del escepticismo nihilista, su negaci贸n del positivismo l贸gico, del “objetivismo” literario o del abstractizante estructuralismo, al menos en sus versiones m谩s racionalistas y esquem谩ticas.
El pensamiento de S谩bato, que -me atrever铆a a afirmarlo- tiene su centro de irradiaci贸n en su actividad creadora, se nutre de las m谩s importantes corrientes del pensamiento contempor谩neo en sus diversas direcciones, aunque sin caer en la acumulaci贸n enciclopedista; por el contrario, es el despliegue de un pensamiento vivo el que incorpora org谩nicamente los avances de la conciencia moderna al reconocerlos en su propio proceso. Si debe a Marx los comienzos de su cr铆tica de la alienaci贸n -y la impl铆cita herencia de la concepci贸n judeocristiana del tiempo- S谩bato se acerca progresivamente al campo de la espiritualidad contempor谩nea, enriquecido por la fenomenolog铆a, el existencialismo, el personalismo, la “filosof铆a del encuentro”, la “raz贸n po茅tica”.
En el pensamiento de Sartre y su llamado a la responsabilidad hall贸, como muchos integrantes de su generaci贸n, incitaciones que lo han llevado a discutir al propio Sartre su escepticismo y su defecci贸n literaria. En Husserl y Heidegger hall贸 en cambio la m谩s amplia revalidaci贸n del proceso creador como proceso de conocimiento; en pensadores como Berdiaev, Buber, Mounier y Scheler hall贸 los signos de una filosof铆a de la persona y el despliegue de la conciencia abierta a la trascendencia, con inequ铆vocas consecuencias cr铆ticas en su aplicaci贸n a la sociedad contempor谩nea.
La escuela fenomenol贸gica, en el 煤ltimo siglo transcurrido, llam贸 la atenci贸n sobre la actividad po茅tica, descubriendo en ella una actividad humana por excelencia y devolvi茅ndole su plena dignidad. Es el escritor, m谩s que el fil贸sofo, quien pone en pr谩ctica esa ”suspensi贸n del juicio” que da lugar al encuentro profundo del sujeto con lo que llamamos pomposamente realidad. Es sobre todo el novelista, en los tiempos modernos, quien llega a contener dentro de s铆 al mundo, desplegando en sus personajes las fuerzas estructurales de la sociedad y de su propia conciencia. Martin Buber, uno de los indiscutibles maestros de S谩bato, hace del escritor el modelo de la realizaci贸n espiritual, se帽alando su peculiar pertenencia a una zona intermedia que lo distancia del mundo “puro” de las ideas y le permite rastrear la verdad a partir de su propia experiencia y pasi贸n. Para Buber es la zona intersubjetiva, explorada por el escritor, la terra incognita que el futuro ir谩 develando. “Esta realidad cuyo descubrimiento se ha iniciado en nuestra 茅poca marcar谩 en las decisiones vitales de las generaciones venideras el camino que conduce m谩s all谩 del individualismo y del colectivismo.”
Aplicado a esta exploraci贸n, S谩bato no ha dejado de reconocer sus implicancias pol铆ticas, pronunci谩ndose con firmeza en contra de la sociedad competitiva y consumista as铆 como de la colmena colectivista que viene a reemplazarla. La tercera opci贸n alternativa que apoya - sin una concreci贸n pol铆tica visible - tiene como fundamento el di谩logo, la apertura al t煤, y m谩s al fondo la concepci贸n de la persona.
Un pensar existencial, encarnado, ag贸nico, refleja y acompa帽a la experiencia vital de Ernesto S谩bato, a mi ver inseparable de su obra. En 茅sta se ha ido plasmando la conversi贸n de que hablaba, ese paso de la vida alienada (Marx), inaut茅ntica (Heidegger), mec谩nica (Mounier) a una vida plena de significaci贸n, recobrada en su centro, abierta a su propia realizaci贸n y destino.
El arte se constituye en ejercicio pleno de la libertad que no excluye el reconocimiento de los valores y la aceptaci贸n del destino. M谩xima libertad del hombre es, seg煤n Berdiaev, la “libertad en Dios“. Los actos de la vida y la expresi贸n art铆stica se religan 铆ntimamente en semejante concepci贸n, que impregna a la palabra de una indeclinable tensi贸n 茅tico-religiosa. En la trayectoria de S谩bato podemos hallar claramente marcados, aunque no impolutos o perfectos, los hitos que la filosof铆a personalista reconoce como caracter铆sticos de la conformaci贸n individual, y que el mito tradicional nos ha ense帽ado en otros c贸digos: la concentraci贸n sobre s铆, la renuncia, la donaci贸n, la comprensi贸n, el ir hacia los otros, la fidelidad a los valores, la did谩ctica. S贸lo que este periplo se ha cumplido en esa forma lib茅rrima, adogm谩tica, contradictoria, que es privativa del artista: un esp铆ritu abierto en permanente creaci贸n de s铆.
En total coherencia con el “viaje” esbozado se vierte la reflexi贸n de S谩bato, introspectiva, aguda, en permanente apertura sobre el mundo. Nada escapa a su l煤cida atenci贸n: el proceso del conocimiento, la condici贸n del hombre, la potencialidad del arte, la historia de la civilizaci贸n, la vida presente y pasada de su pueblo. Creador y te贸rico de extraordinaria riqueza, su actividad no termina all铆. S谩bato se fue transformando en int茅rprete y gu铆a de su comunidad, mostr谩ndose como permanente defensor de la dignidad y la libertad del hombre ante situaciones concretas, consciente de sus errores, capaz de rectificaciones.
Se ha visto as铆 cumplida - en su centenaria existencia - una trayectoria de singulares valores, proyectada en una obra po茅tica y reflexiva. Como tambi茅n lo han hecho, con distintos matices, Octavio Paz, Marechal y Cort谩zar, S谩bato descubri贸 en el arte los g茅rmenes de la libertad y la defensa del hombre ante la cosificaci贸n que lo amenaza.
Un surrealista con vocaci贸n hist贸rica
No ser铆a justo rastrear la filiaci贸n espiritual de un escritor en el 谩mbito del pensamiento filos贸fico sin hacerlo antes en su propia y espec铆fica familia, la del arte. S谩bato, como otros escritores contempor谩neos, es un heredero del romanticismo, de su signo gn贸stico y espiritual, su transgresi贸n, su aventura. Su relaci贸n con el movimiento surrealista -portador y a veces tergiversador de esa herencia- es m谩s profunda de lo que hicieron suponer sus propios juicios y declaraciones. Luego de su frecuentaci贸n de los ambientes art铆sticos franceses hacia 1938, y sin duda atrapado por la perspectiva gnoseol贸gica del surrealismo, emiti贸, en efecto, en su libro Uno y el universo, algunos juicios tajantes que defin铆an su exigencia intelectual y su rechazo de las mistificaciones.
Un rechazo an谩logo produjeron unos a帽os antes Miguel 脕ngel Asturias y Alejo Carpentier, al volcarse a la interpretaci贸n profunda de Am茅rica, desde帽ando lo que el cubano llam贸 “baratillo surrealista”; el surrealismo, seg煤n 茅l, reclamaba de una fe. S谩bato empieza su alejamiento del surrealismo “de capilla” al acentuar su temple ajeno a los dogmatismos. Rechaz贸 en ese tiempo el automatismo como v铆a excluyente de la producci贸n literaria, como lo hicieran Dal铆, Larrea y Vicente Huidobro. El automatismo tomado como fin en si mismo condujo a los surrealistas, en no pocos casos, a cierta mecanizaci贸n de procedimientos, a la instauraci贸n de una ret贸rica tan cristalizante del impulso po茅tico como cualquier otra y finalmente a inhibir la autoconciencia del artista ante sus proyecciones medi煤mnicas u on铆ricas. Desde luego, no estoy negando el inter茅s de la aventura de Breton -que recobra su tradici贸n en forma oblicua y vergonzante, acerc谩ndose en sus 煤ltimos a帽os a la gnosis- sino de muchos surrealistas de escuela, que terminaron por traicionar el impulso del supernaturalismo nervaliano y del superrealismo de Apollinaire, como del propio Breton.
Tal vez quepa hablar de un surrealismo hispanoamericano, abierto plenamente al reencuentro con mitos ancestrales que los franceses rozan e indagan epid茅rmicamente, con inter茅s est茅tico, desplazando la inicial curiosidad gnoseol贸gica y antropol贸gica.
Por extra帽a paradoja, los surrealistas europeos desplegaron los grandes temas de la tradici贸n cristiana, silenciados por la modernidad: el amor, la mujer, la naturaleza, lo maravilloso, el m谩s all谩 (aunque concebido como un todo con el mundo concreto), la “vida verdadera”, la presencia del destino o de un azar intencional que produce actos significativos, etc. No obstante, corresponde a grandes poetas y novelistas hispanoamericanos -sin olvidar la vanguardia constituida por un grupo de poetas espa帽oles: Larrea, Le贸n Felipe, Cernuda- el haber dado el paso final que permite el reencuentro con la memoria colectiva y la comprensi贸n ampliada de la realidad. Asturias “lee” los mitos guatemaltecos, como Paz los mexicanos, ambos Arguedas los mitos del altiplano, Roa Bastos los guaran铆ticos.
Los argentinos, m谩s 铆ntimamente insertos en la herencia europea, leen la Historia desde el mito cristiano, ya lo hagan con la 贸ptica hel茅nica o recurriendo a la fuente b铆blica. El cristianismo lleva en s铆 el impulso ecum茅nico, que permite la comprensi贸n de otros legados. Los escritores cumplen una vez m谩s con esos imperativos profundos de la cultura, al enlazar en una lectura religante los s铆mbolos que abren la significaci贸n del mundo y de lo humano. Es caracter铆stica de la lectura po茅tica su antidogmatismo, su libertad para moverse en 谩mbitos distintos, can贸nicos y no can贸nicos, testamentarios y ocultistas, occidentales y no occidentales. No es casual en una serie de importantes novelas producidas en los pa铆ses hispanoamericanos la revalidaci贸n de la alquimia, el contacto con las “ciencias ocultas”, la relaci贸n con los mitos ind铆genas, orientales o “paganos”, y finalmente la reinterpretaci贸n del Evangelio, soslayado por la frivolidad intelectual o las lecturas superficiales. El escritor desprejuiciado lee la simb贸lica universal como un 煤nico texto con valores de revelaci贸n, en el que est谩 inscripto el destino humano.
Tal ha sido a mi juicio la adscripci贸n y la vocaci贸n de S谩bato. Podr铆amos definirlo como un surrealista aut茅ntico, tocado por una peculiar aptitud cr铆tica y una irrenunciable condici贸n de realista. Toda su obra es un di谩logo apasionado con un Dios desconocido al que no llega a encarnar en forma expl铆cita, con un s铆 mismo que avanza sobre claras elecciones y motivaciones oscuras buscando ese punto ideal, se帽alado por la clarividencia de Breton, en el que se conjugan los opuestos y nace el Conocimiento Real. La actitud de S谩bato no es la de un irracionalista sino la de un consciente indagador de lo irracional, que debe a la ampliaci贸n de su conciencia una religaci贸n con el mito y una comprensi贸n profunda de la historia.
Graciela Maturo
Nota biogr谩fica
Ernesto S谩bato naci贸 en Rojas, provincia de Buenos Aires, en 1911. Doctorado. en F铆sica en la Universidad de La Plata; iniciaba una promisoria carrera cient铆fica cuando decidi贸, en 1943, consagrarse definitivamente a las letras. Ha escrito tres importantes novelas, hoy le铆das, traducidas y estudiadas en todo el mundo: El t煤nel (1948); Sobre h茅roes y tumbas (1961) y Abadd贸n el Exterminador (1974). Tan notable como su creaci贸n novel铆stica es su labor como pensador original y corno testigo opinante de su tiempo, recogida en una serie de agudos y excelentes ensayos: Uno y el universo (1945); Hombres y engranajes (1951); Heterodoxia (1963); El otro rostro del peronismo (1956); Tango: discusi贸n y clave (1963); El escritor y sus fantasmas (1963); La cultura en la encrucijada nacional (1973); Tres aproximaciones a la literatura de nuestro tiempo (1974) y gran cantidad de ensayos breves as铆 como art铆culos de opini贸n sobre temas pol铆ticos y culturales, algunos de los cuales han sido reunidos en Apolog铆as y rechazos (1979) y La robotizaci贸n del hombre (1981). S谩bato ha vivido la ‘vida austera y dif铆cil del escritor que por fidelidad a una vocaci贸n se coloca m谩s all谩 de las concesiones a su medio social y cultural, constituy茅ndose a veces en su m谩s severo cr铆tico. Casado con Matilde Kumlnsky-Rlchter -a cuya presencia y aliento confiesa deber un gran sost茅n en su trayectoria- ha tenidos dos hijos: Jorge Federico y Marlo. Sus 煤ltimos a帽os residi贸 en Santos Lugares hasta su reciente muerte el 30 de abril 煤ltimo, donde dio cauce a una de sus antiguas tentaciones: pintar. No por ello permaneci贸 ajeno a la problem谩tica nacional y mundial que continuamente suscit贸 su preocupaci贸n y manifestaci贸n.
El hogar
Fuimos once hijos varones y yo fui el pen煤ltimo. Recibimos una educaci贸n dur铆sima que dej贸 huellas muy tristes en mi. Con todo, aquella educaci贸n nos ense帽贸 a ser consecuentes, a terminar una tarea empezada, a ser rigurosos con nosotros mismos, a ser trabajadores y a defender con orgullo nuestra personalidad y nuestro trabajo.
S脥 algo hemos alcanzado los S谩bato lo hemos alcanzado merced a esos atributos que 谩speramente tuvimos que asimilar, - a menudo - a golpes, en nuestra infancia.
Es cierto que no todo ha sido favorable en esta formaci贸n dur铆sima y la tristeza y melancol铆a que es no solo el tel贸n de fondo de mi esp铆ritu, sino de la mayor parte de mis hermanos proviene; sin duda, de esa formaci贸n. Tambi茅n la rebeld铆a que se manifest贸 en nosotros de manera diversa: en algunos, como ml hermano Pepe, fug谩ndose de la casa a los dieciocho a帽os para ir a trabajar a un circo, acontecimiento que fue terrible en nuestra familia. Tambi茅n Humberto se fue de casa siendo muy muchacho, y tanto uno como otro tuvieron una vida errabunda durante muchos a帽os, hasta que volvieron a casa venciendo finalmente la decisi贸n de nuestro padre de darlos por muertos, Y cosa singular: esos dos hermanos err谩ticos fueron los que asistieron a ml padre en su larga agon铆a tal como yo lo relato en la muerte del viejo Bass谩n. Y fueron, sin duda, los dos hijos que 茅l m谩s lleg贸 a querer. Su muerte a los ochenta a帽os, de c谩ncer, soportando dos meses de lucha con el mismo estoicismo y el mismo coraje que hab铆a mantenido toda su vida, fue caracter铆stica de este 谩spero italiano.
El novelista hace una pausa y valora, pesando sus palabras, la reciedumbre y la ternura que se aunaban en don Francisco S谩bato, su padre: -Pero debajo de su aspereza -ahora lo s茅- escond铆a un c谩ndido coraz贸n, devoto de la amistad, fiel a la palabra empe帽ada. Cu谩nto sufri贸 en sus 煤ltimos a帽os en medio de este mundo que nos toca vivir! Como muchos italianos ten铆a un sentido pl谩stico y una Inclinaci贸n Innata por la belleza: dise帽茅 la 煤ltima casa en que vivi贸 en La Plata, y ten铆a pasi贸n por las plantas y las flores.
Joaqu铆n Neyra, Ernesto S谩bato
Florida o Boedo
La superposici贸n de una Argentina Inmigratoria a la vieja naci贸n semifeudal se manifiesta, despu茅s de la primera guerra mundial, en dos grandes corrientes literarias: la aristocr谩tica y la plebeya. De un lado escritores como G眉iraldes y Victoria Ocampo. Del otro, escritores surgidos del pueblo como Roberto Arlt, Influidos por grandes narradores rusos del siglo pasado y por los doctrinarios de la revoluci贸n, ya que nuestra Inmigraci贸n fue pobre y proveniente de pa铆ses con fuerte tradici贸n anarquista y socialista; hijos de obreros extranjeros, esos futuros artistas de la calle aprendieron a escribir leyendo traducciones baratas de Gorki y Emilio Zola, de Marx y Dakunin, en lugar de los textos de Baudelaire o de Henry James que paralelamente le铆an sus compatriotas privilegiados. Esta divisi贸n se manifestar铆a literariamente, hacia 1920, en los grupos de Florida y Boedo. Y dar铆an dos arquetipos: Jorge Luis Borges y Roberto Arlt. Al producirse la crisis mundial de 1930, termin贸 aqu铆 la era del liberalismo y, como consecuencia, empez贸 el derrumbe de una serie de mitos, instituciones e ideas. En esa atm贸sfera cr铆tica se form贸 la nueva generaci贸n d茅 escritores a la que pertenezco, y la estructura literaria se complic贸 radicalmente: en algunos representantes de la literatura “pura” se acentu贸 poco a poco el encierro en su torre 贸 la evasi贸n; en los herederos de Boedo se agudizaba el acento social 贸 se hac铆a m谩s duro a causa del auge del marxismo leninista; en otros, en fin, desgarrados por una y otra tendencia, oscilando de un extremo al otro, termin贸 por realizarse una s铆ntesis que es, a ml juicio, la aut茅ntica superaci贸n del falso dilema corporizado por los partidarios de la literatura gratuita y de la literatura social. Estos 煤ltimos, sin desde帽ar las ense帽anzas estrictamente literarias de Florida, trataron y tratan de expresar su dura experiencia espiritual en una creaci贸n que forzozamente los aleja de la gratuidad y del esteticismo que caracterizaba a ese grupo, sin incurrir, empero, en la simplista doctrina de la literatura social que informaba al grupo de Boedo. A esa promoci贸n de s铆ntesis creo yo pertenecer.
El escritor y sus fantasmas
Un maestro de S谩bato y de Hispanoam茅rica
Es cierto que Henr铆quez Ure帽a era un humanista. S铆, lo era. Y tambi茅n es cierto que su esp铆ritu universal detestaba el provincianismo. Pero su universalidad no era gen茅rica, no era la del t茅cnico o el cient铆fico que trabaja con s铆mbolos o letras griegas; era el universalismo del artista, que obra con sentimientos de Individuos precisos. Por eso tomaba de la tradici贸n lo que era vivo, lo que importaba para lo nuestro, lo de hoy y aqu铆; motivo por lo que era fil贸logo, no gram谩tico. Y de aquel Plat贸n, lo que tanto admiraba, no era tanto el esplendor de sus teor铆as abstractas como su aliento po茅tico. Aliento po茅tico que lo convierte en un ser vivo no solo para su tiempo sino para todos los tiempos, mientras haya hombres que vivan o amen y sufran sobre la tierra. Era en suma, el Plat贸n que pod铆a ser 煤til en la construcci贸n de esa utop铆a latinoamericana en la que siempre crey贸. Por eso tampoco pod铆a ser un especialista. Y los que lo critican por su versatilidad no advierten que 茅l no era un ecl茅ctico sino un integralista; y que esa multiplicidad de intereses era la manifestaci贸n inevitable de su filosof铆a concreta y unitaria. La especializaci贸n, en buena medida consecuencia del desarrollo t茅cnico de una civilizaci贸n escisoria, es m谩s que una virtud un Infortunio para el hombre, aunque haya servido para aumentar nuestro poder铆o f铆sico. Pues ¿qui茅n ha dicho que es el poder f铆sico la meta m谩s alta del hombre? Sacrific贸 mucho de lo que hubiera podido hacer en el plano te贸rico por esa c谩lida obra personal que llev贸 a cabo a lo largo de esta Am茅rica. Sobre todo ense帽ando. “No debe haber cultura superior sin cultura popular.” Y as铆, aquel notable esp铆ritu que hab铆a sido precursor de la filosof铆a moderna en Am茅rica Latina y que podr铆a haber dedicado su existencia a brillantes investigaciones filol贸gicas, se entreg贸 a esa lucha modesta y oscura desde su juventud, desde que comenz贸 su tarea educativa en M茅xico, junto a Vasconcelos. Y m谩s de una vez sostuvo que, tal como era nuestra precaria realidad, los mejores de nuestros intelectuales deb铆an sacrificar la obra de meditaci贸n retirada en favor de la obra comunal y la elevaci贸n del hombre medio. As铆 sucedi贸 con Mart铆 en Cuba y con Sarmiento en la Argentina. Un escritor nace en Francia y se encuentra, por decirlo as铆, con una patria hecha; aqu铆 debe escribir haci茅ndola al mismo tiempo como aquellos pioneros del lejano Oeste que cultivaban la tierra con el arma al lado. ¿No empu帽贸 literalmente un fusil Jos茅 Hern谩ndez? Esa gran utop铆a con que so帽aba, ardientemente en su juventud, melanc贸licamente en su 煤ltimo tiempo, era la utop铆a de una patria de hombres libres, en una generosa tierra integradora, una suerte de pa铆s plat贸nico que no fuese el reinado de la pura materia. Ansiaba que termin谩ramos con nuestras rencillas provincianas, predicaba la necesidad de uni贸n (se帽alando el desastre que fue para Grecia el separatismo de sus ciudades-estado) y trataba de hacernos comprender el formidable tesoro que encierra un continente constituido por veinte naciones hermanas, de una misma lengua y por Jo tanto de una misma tradici贸n y cultura. Dolido de nuestros defectos, de nuestros repentismos y nuestra superficialidad, de nuestra frecuente propensi贸n a lo f谩cil; dolido de nuestra miseria y nuestra divisi贸n, so帽aba (so帽贸 hasta el d铆a de su muerte) con una patria que se levantase t茅cnicamente, que aboliese la miseria y la injusticia, pero no cometiese el mismo error de los Estados Unidos, poniendo los valores materiales por sobre los espirituales.
Significado de
Pedro Henr铆quez Ure帽a (1964)
Palabras del escritor al recibir el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores
Vacil茅 mucho en aceptar esta distinci贸n, como lo saben quienes me la ofrecieron. SI finalmente acced铆 es porque de otro modo agraviaba a los que antes la recibieron, algunos de los cuales son grandes y perdurables valores de nuestra literatura. Y porque tambi茅n ofend铆a a infinidad de miembros de la SADE que, como yo, no compartieron ciertas posiciones oficiales de la Sociedad. Esas discrepancias no fueron de 铆ndole personal: estaban vinculadas al destino de nuestra naci贸n y principalmente a la Justicia y a la libertad. Instancias que son nombradas con palabras que el tiempo y la hipocres铆a degradan basta constituir un esc谩ndalo del esp铆ritu: en nombre de la libertad se quemaron y mutilaron miles de seres inocentes en Hiroshima y en nombre de la justicia social los tanques rusos arrasaron Checoslovaquia.
¡Y cu谩ntas veces, Dios m铆o, nuestra patria tambi茅n ha sufrido esa horrenda adulteraci贸n del lenguaje!
Son los momentos en que el destino del escritor es m谩s duro y exige todo su coraje. Porque si el desvirtuamiento del idioma es siempre grave, infinitamente m谩s lo es para el poeta, que ha nacido para devolverle su sentido m谩s entra帽able y aut茅ntico. Y las palabras justicia y libertad son quiz谩 las dos m谩s altas para la raza humana, tan tristemente propensa a esclavizar y torturar, y tan proclive a hacerlo, si es posible, con la ayuda de los vocablos m谩s sagrados.
Todos somos culpables, qu茅 duda cabe. Todos somos Imperfectos y duales, qui茅n se atrever铆a a negarlo. Pero el artista tiene el heroico deber de lograr ese reajuste de cuentos consigo mismo y con el universo que es la obra de arte, con cuyos absolutos el lenguaje recobra su resplandeciente y primigenio valor:
el de la verdad. Solo entonces ese hombre, y los hombres que en 茅l se denuncian, se castigan y se redimen, pueden levantar la cabeza y mantener la mirada de un perro o de una criatura.
27 de junio de 1974.
S谩bato en la literatura nacional
El primer trabajo literario de S谩bato fue un comentario cr铆tico sobre La invenci贸n de Morel de Bioy Casares, publicado en la revista Teseo de La Plata. Sin embargo, salud贸 luego la aparici贸n de otra obra del mismo autor reconociendo en ella su l铆nea m谩s importante y valiosa. Era El sue帽o de los h茅roes. Se marca en esta elecci贸n, como en otras de S谩bato, su preferencia por el surrealismo existencial y su paulatino alejamiento del juego especulativo. Sin negar el peso de otros antecedentes hist贸ricos que tienden lazos entre el discurso individual y el m谩s amplio discurso de una novel铆stica nacional -Cambaceres, G谩lvez, Macedonio, Cancela. Mallea, Castelnuovo, Filloy, Cerretani, por mencionar algunos nombres relevantes- es sin duda Roberto Arlt el antecedente m谩s inmediato de la narrativa sabatiana. Arlt, como S谩bato luego, anuda el realismo de la novela a la b煤squeda desesperada del sentido de la realidad, sin excluir el buceo metaf铆sico, la “desrealizacl贸n” expresionista, la introspecci贸n m谩s avanzada y la consiguiente apelaci贸n a nuevos signos expresivos. La obra de S谩bato anticipa y plasma decididamente la innovaci贸n creadora de las 煤ltimas d茅cadas representada entre nosotros por obras como Ad谩n Buenosayres, Zama, Rayuela, y en otros pa铆ses latinoamericanos por Al filo del agua, Los pasos perdidos, Hombres de ma铆z, Yawar fiesta, Hijo de ladr贸n como m谩s tarde por La muerte de Artemio Cruz, Yo el Supremo o Cien a帽os de soledad y muchas otras cuya menci贸n nos llevar铆a a un fatigoso cat谩logo. Se trata de un nuevo paso en la trayectoria de la novela, que marca su m谩ximo punto de desarrollo y a la vez su decisivo cuestionamiento. La fusi贸n de los g茅neros tradicionales caracteriza a esta novela-suma contempor谩nea como un g茅nero nuevo que asume un papel decisivo en la cultura y la historia. Tambi茅n cabe relacionar a S谩bato con una importante l铆nea de ensayos interpretativos de la realidad nacional: Mart铆nez Estrada, Scalabrini Ortiz, Murena, Jauretche, Kusch.
La contemplaci贸n y la caza
En el transcurso de su Infancia la ventana de su casa fue para S谩balo una clave de toda su existencia. A trav茅s de ella contemplaba el universo: al fijar la mirada no en el molino harinero ni en nada de lo que pod铆a ver a su trav茅s, sino en la ventana misma, sent铆a la distancia entre 茅l y el universo y luego la sentir铆a como met谩fora de la melancol铆a y la separaci贸n. El pudor intolerable, la verg眉enza, el esquema mental de Mart铆n que se ve铆a a s铆 mismo llevando monos chiflones y peque帽os payasos vociferantes y movedizos que se burlaban de 茅l, ha de provenir con toda seguridad de aquella remota ventana.
Lo mismo la melancol铆a que impregna el Buenos Aires de S谩bato. Pero adem谩s de la actitud contemplativa, adem谩s de la ventana, en esa casa, que es la memoria del novelista, hay un p谩jaro enloquecido de dolor que se lanza contra las paredes, sin acertar a salir por la ventana. As铆 describ铆a Bruno aquella escena en la guarida de Fernando. Pero la casa y la guarida no son m谩s que las met谩foras on铆ricas de nuestro propio cuerpo, donde el alma est谩 aprisionada. Los ojos son las ventanas del cuerpo y las ventanas son los ojos de la casa.
Los dos recuerdos infantiles escinden el esp铆ritu de S谩bato en dos mundos
distintos. Sirven como jurisprudencia para explicar por medio de un recuerdo o del otro las alternativas de su vida. La ventana es el mundo contemplativo, corresponde a la Representaci贸n, a la curiosidad, al inter茅s cient铆fico la obsesi贸n de llevarlo todo a los ojos. Cuando muchos a帽os despu茅s S谩bato busca el orden puro de la ciencia, cuando construye telescopios en el Observatorio de La Plata e investiga en el Instituto Curie, no est谩 haciendo m谩s que prolongar su ventana en el mundo de la F铆sica. Luego de su abandono de la ciencia creer谩 que el mundo del orden ha terminado para 61, pero ya surge un personaje como Bruno, medido y vacilante, fil贸sofo y contemplativo que reivindica existencialmente la ventana de su infancia. El otro recuerdo, aquel en que S谩bato cazaba pajaritos para someterlos a una s谩dica cirug铆a dom茅stica, corresponde a la otra vertiente de su personalidad: la demon铆aca, el mundo de la persecuci贸n, de la carrera y de la cacer铆a infernal. Sus realizaciones novelescas est谩n en todo lo que de tormentoso y de instintivo tienen Juan Pablo Castel y Vidal Olmos. El inter茅s “cient铆fico” de 茅ste es una b煤squeda objetiva de una verdad rigurosa pero arrastrada por un vendaval sat谩nico. Al ponerse a investigar la vida de los Ciegos, de a ratos, nos hace creer que estamos caminando en el “terreno seguro de la Ciencia”, como dec铆an los fil贸sofos de la Modernidad; entonces, por tranquilizador, el M茅todo nos enga帽a sobre el objeto mismo de sn recorrido: los Demonios que nos est谩n esperando al finalizar el Laberinto. Y esto, que podr铆amos tomar, atolondradamente, como una mera astucia t茅cnica para acentuar los efectos, es, en rigor, la manifestaci贸n inevitable de esa dualidad del autor.
Luis Wainerman, S谩bato y
el misterio de los ciegos
Bibliograf铆a b谩sica de Ernesto S谩bato
a) Novelas
- El t煤nel, Buenos Aires, Sur, 1948.
- Sobre h茅roes y tumbas, Buenos Aires, Compa帽铆a General Fabril Editora, 1961. Versi贸n definitiva: Losada, 1966.
- Abadd贸n el Exterminador, Buenos Aires, Sudamericana, 1974. Han seguido gran n煤mero de ediciones por Emec茅, Losada, Fabril, Eudeba, Sudamericana y, recientemente, la edici贸n espa帽ola de Seix Barral.
b) Ensayos
- Uno y el universo, Buenos Aires, Sudamericana, 1945. Versi贸n definitiva: Sudamericana, colecci贸n Indice, 1969.
- Hombres y engranajes; reflexiones sobre el dinero, la raz贸n y el derrumbe de nuestro tiempo, Bueno Aires, Emec茅, 1951.
- Heterodoxia, Buenos Aires, Emec茅, 1953,
- El escritor y sus fantasmas, Buenos Aires, Aguilar, 1963. Versi贸n definitiva: Barcelona. Seix Barral, 1979.
- El otro rostro del peronismo. (Carta abierta a Mario Amadeo), Buenos Aires, 1956.
-Tango: discusi贸n y clave, Buenos Aires, Losada, 1963.
- La cultura en la encrucijada nacional, Buenos Aires, Crisis, 1973.
- Tres aproximaciones a la literatura de nuestro tiempo; Robbe-Grillet, Borges, Sartre, Buenos Aires, Ed. Alfa Argentina, 1974.
- Claves pol铆ticas. (Di谩logos y testimonios compilados por El Escarabajo de Oro), Buenos Aires, Rodolfo Alonso Editor, 1971.
- Apolog铆as y rechazos. (Compilaci贸n de art铆culos publicados en diarios y revistas), Barcelona, Seix Barral, 1979.
c) Antolog铆as
- Itinerario, Buenos Aires, Sur, 1969.
- P谩ginas vivas. Selecci贸n del autor. Estudio preliminar y notas de Mar铆a Isabel Murtagh, Buenos Aires, Kapelusz, 1974.
- Ernesto S谩bato. Antolog铆a. Selecci贸n y estudio preliminar por Z. Nelly Mart铆nez, Buenos Aires, Librer铆a del Colegio, 1975.
d) Discograf铆a
- Romance de la muerte de Juan Lavalle. Texto de Ernesto S谩bato. M煤sica de Eduardo Fal煤. Versi贸n coral de F. J. Ocampo. 33 1/3 Mono: 82055 P.Y. Stereo, 85519 PY, Buenos Aires, Philips, 1965.
- Ernesto S谩balo lee “Uno y el universo” y “Sobre h茅roes y tumbas”. ES. 501 Monoaural. Serie: Escritores Siglo XX. Grabado en los Estudios Phunal, Buenos Aires, 1967.
- Ernesto S谩balo por 茅l mismo. Autobiograf铆a. Documentos 123-4 Alta Fid. Buenos Aires, A M B Discogr谩fica, 1967.
Premios
- Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores, 1945.
- Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores.
- Premio Consagraci贸n Nacional.
- Premio al mejor Libro Extranjero (por Abadd贸n), Par铆s, 1976.
- Legi贸n de Honor de Francia, 1976.
- Gran Cruz al M茅rito de Espa帽a, 1980.
Traducciones
- El t煤nel
Franc茅s, Gall铆mard, Par铆s, 1956 y Editions du Senil, Par铆s, 1978 (re
traducci贸n); italiano, Feltrinelli, Mil谩n, 1967; sueco, Skoglunds Forlag, Estocolmo, 1961; eslovaco, S.V.K,L., Bratislava, 1965; portugu茅s, ALFA-OMEGA, San Pablo, 1977; rumano, Pentru Literatura Universala, Bucarest, 1961; servio- croata, RAD, Yogoeslava, 1969; polaco, PIW, Varsovia, 1963 y WL, Cracovia, 1976 (retraducci贸n); alem谩n, Limes Verlag, Munich, 1976; ingl茅s, KNOPF, New York, 1951; hebreo, Dora, Tel Aviv, 1976; japon茅s, Toshokankookai, Tokio, 1977; noruego, Gyldendal Norsk Forlag, Oslo, 1979; ind铆, IAFA, Nueva Dehli, en prensa.
- Sobre h茅roes y tumbas
Italiano, Feltrinelli, 1965; alem谩n, Limes Verlag, Wiesbaden, 1967; portugu茅s, Publica莽oes Europa America, Lisboa, 1973 y portugu茅s-brasile帽o, Francisco Alves, R铆o de Janeiro, 1980; polaco, PTW, Varsovia, 1966 y WL, Cracovia, 1977; rumano, Editora Univers, Bucarest, 1973; dan茅s, Samlerens Bogklub, Copenhague, 1968; holand茅s, Meulenhoff, Amsterdam (en prensa); eslovaco, Pravda, Bratislava, 1980; b煤lgaro (en prensa), Sof铆a; checo (en prensa), Praga; ingl茅s (.en prensa), Boston, David Godine.
- Abadd贸n el Exterminador
Italiano, Rizzoli, 1977; alem谩n, Limes Verlag, Munich, 1980; polaco, WL, Cracovia, 1978; franc茅s, Editions du Seuil, Par铆s, 1976; rumano, Editura Eminiescu, Bucarest (en prensa) ; portugu茅s-brasile帽o, Francisco Alves, R铆o de Janeiro (en prensa).
[1]
[Textos y datos gentileza de Graciela Maturo]
Agenda de Reflexion: http://www.agendadereflexion.com.ar
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