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Toledo

Por Ra煤l Wiener   

Toledo est谩 tratando de agarrar el mayor n煤mero de ministerios, mientras reconoce que mantiene “dudas y sospechas” sobre el futuro gobierno, que s贸lo se despejar谩n cuando Ollanta las despeje (sic)…

Hace algunas semanas Toledo, despu茅s de sus propias dudas y contradicciones, se decidi贸 a votar por Ollanta Humala para salvar la democracia de la amenaza fujimorista que ven铆a tras de Keiko, pero ahora quiere salvarla del propio Ollanta.

Dice que “el pueblo” le est谩 pidiendo a gritos que lo cuide del nuevo presidente, y cuando le piden identificar a ese pueblo que no voto por 茅l pero ahora lo necesita, apunta que se trata de empresarios que cuidaron sus bolsillos…

¿Se quedar谩 el guardi谩n de la democracia en su pa铆s natal para “monitorear” al gobierno del que a煤n sospecha, pero al que le est谩 pidiendo puestos en el Estado para sus partidarios? Nada que ver. Toledo es un cholo gitano que no puede permanecer en un s贸lo sitio, y si aqu铆 no le dieron la presidencia se ir谩 a otro lado los pr贸ximos cinco a帽os para cuidarnos desde lejos.

No olvidar que el 28 de julio del 2000, cuando Lima ard铆a en medio de la batalla de los Cuatro Suyos, el l铆der de la jornada andaba con su pasaje a茅reo en el bolsillo y en esa misma tarde parti贸 al extranjero, para no volver hasta octubre cuando la dictadura ya era ag贸nica.

As铆 que no hay nada nuevo en la idea de la heroicidad de Alejandro Toledo.

Sin duda fue un rapto de lucidez lo que llev贸 al Cholo de Harvard a concluir que el 10 de abril (primera vuelta) el Per煤 hab铆a mostrado su enojo, sancionando a todos los partidos que representaban el poder de los a帽os 2000: APRA, PPC, Per煤 Posible, Solidaridad Nacional.

S贸lo que despu茅s ha vuelto a extraviarse en explicaciones toledianas, como que a 茅l le tocaba ganar pero Garc铆a le coloc贸 a Casta帽eda y PPK para que perdiera. O sea, enojo, nada.

Pero el enojo existe y exist铆a durante el a帽o 2000 cuando much铆sima gente lo crey贸 un l铆der capaz de comandar la lucha contra la dictadura y desmontar el r茅gimen instaurado por el golpe de Estado. La rebeli贸n electoral de la primera vuelta de ese a帽o y los cuatro suyos, fueron enojo puro que sigui贸 en las marchas c铆vicas, las banderas lavadas, hasta llegar al levantamiento de Locumba.

¿Qu茅 hizo con ese dato clave el presidente del a帽o 2001? Nada. Crey贸 que hab铆a sido elegido por un designio divino, o por el color de su piel, o como un premio por haberse “fajado” el a帽o anterior, sin entender que mientras m谩s altas eran las expectativas por el cambio, m谩s profunda ser铆a la ca铆da y la desilusi贸n porque todo se mantuvo b谩sicamente igual.

Toledo da la impresi贸n de intuir el camino en ciertos instantes hist贸ricos, pero s贸lo para terminar d谩ndoles una interpretaci贸n arbitraria que apuntala su supuesta excepcionalidad pol铆tica. Es verdad que se necesita ser excepcional para perder una elecci贸n que ya ten铆a ganada, como ocurri贸 este a帽o. Pero eses es otro problema.

Aqu铆 lo que cuenta es recordar lo que representa un pol铆tico inconsecuente. Hoy que estamos comenzando un nuevo gobierno al que el toledismo merodea para infiltrarlo, hay que decir que el gran reto de Ollanta es hacer exactamente lo contrario que hace diez a帽os. Escuchar la voz del pueblo y no tener miedo a los cambios.

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