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Afrobolivianos: Se ha avanzado pero aún falta mucho por hacer

Por Eduardo Tamayo G.

El proceso constituyente que se vivió en Bolivia en los años 2006-2009 permitió el reconocimiento del pueblo afro, históricamente invisibilizado y excluido. Esto ha sido un avance importante pero no suficiente pues ahora los afros esperan que se hagan realidad las acciones afirmativas en el marco del Estado plurinacional.

El pueblo afroboliviano es uno de los menos estudiados y relativamente poco conocidos en el continente. Esta invisibilización, ese “sentimiento de no existencia” de la que habló Frantz Fanon, ha sido un obstáculo para considerarlo como sujeto con derechos.

La “carencia de datos estadísticos correspondientes se convierte en un problema grave ya que los grupos ´invisibles´ quedan excluidos o marginados de la vida pública y de los programas que tienen como el fin combatir la pobreza y que adjudican recursos para tales áreas como la salud pública, educación, vivienda, trabajo”, señala Bogumiła Lisocka-Jaegermann, profesora e investigadora en la Facultad de Geografía y Estudios Regionales de la Universidad de Varsovia.[1]

No hay estadísticas confiables sobre el número de afrobolivianos. Se estima, no obstante, que constituyen el 1 por ciento de la población boliviana de acuerdo a cálculos del censo del 2001. Sin embargo, el asambleísta por el escaño especial del pueblo afroboliviano, Jorge Medina, considera, que en esa ocasión fueron invisibilizados y espera que en el próximo censo, previsto para el 2012, el Instituto Nacional de Estadística introduzca el criterio de autoidentificación y se pueda tener datos cercanos a la realidad.

Sea cual fuere su número, lo cierto es que los afrobolivianos y afrobolivianas viven desde hace cientos de años en los municipios de los Yungas, zona subtropical y selvática del departamento de la Paz, pero también se los encuentra en ciudades como La Paz, Cochabamba y Santa Cruz.

Los primeros africanos llegaron a Bolivia en el siglo XVI, posiblemente por las vías de Panamá-Perú y la de Buenos Aires, en calidad de mano de obra esclava a las minas de plata de Potosí, que, junto a otras, “estimularon el desarrollo europeo y hasta puede decirse que lo hicieron posible”, a decir de Eduardo Galeano. Se estima que hacia 1611 hubo 6000 esclavos negros y mulatos trabajando en las minas.

Según el economista boliviano Juan Angola Macondo[2] por lo menos durante tres siglos los afrobolivianos trabajaron en la Casa de la Moneda que acuñaba monedas de plata pero también se los empleaba en el transporte de las mismas y en general de los minerales. Otros en cambio fueron esclavizados en los ingenios azucareros.

Tanto en las actividades mineras como en las agrícolas fueron sometidos a la más cruel explotación y a los tratos más inhumanos. Desde que nacían eran considerados como objetos a los cuales se les negaba todo derecho como el más elemental de conservar su idioma y sus nombres. En este contexto, “se les obligó a asumir los nombres o apellidos de sus propietarios marcándoles la piel con fierro candente cada vez que cambiaban de patrón”.[3]

Por esta misma época (a partir de 1575), comienzan a llegar los primeros africanos a las haciendas del sector de los Yungas donde son obligados a cultivar coca y productos tropicales (cítricos, caña de azúcar y sobre todo el arroz) que abastecían el mercado interno de la época.

La noche para el pueblo afroboliviano ha sido demasiado larga. Si bien la primera Constitución boliviana de 1826 incluyó la abolición de la esclavitud, años más tarde, por presión de los hacendados, ésta volvió a ser restituida, y duró hasta 1851, año en que se puso punto final a la esclavitud.

“Nuestra presencia histórica está en los Yungas, pero posteriormente hubo las migraciones, a partir de los 80 salieron muchos jóvenes a las áreas urbanas y eso ha permitido que se lleve la cultura, porque la cultura es movible y también se transforma, no es estática, y también trajeron la música sobre todo la saya y nos conocen por ello, porque saben que los africanos vivimos en las yungas por la música”, señala Juan Angola Macondo, presidente de la Fundación de Afrodescendientes “Pedro Andaverez Peralta” (FUNDAFRO).

La situación de discriminación, racismo y exclusión impulsó a los afrobolivianos a organizarse y a formular demandas en relación al Estado y a la sociedad. Un primer paso en esta dirección lo dieron en 1988 con la conformación del Movimiento Cultural Saya Afroboliviano (MOCUSABOL) que fortaleció su identidad y permitió visibilizar la presencia afro en Bolivia que ha sido ignorada por mucho tiempo. Posteriormente crearon otras organizaciones, como el Centro Afroboliviano para el Desarrollo Integral Comunitario y FUNDAFRO.

Una de las formas de lucha -y quizá la fundamental- de los afro bolivianos han sido sus expresiones culturales, y específicamente la saya (música y danza) que ha permitido que los bolivianos y el mundo conozcan que ellos existen y que “son una etnia viva dispuesta a aportar al desarrollo del país”.[4]

La conmemoración, en 1992, de los 500 años de la llegada de los españoles a América impulsó las luchas del pueblo afroboliviano. Luego vino un periodo en que une su contingente a otras fuerzas sociales que se oponen al proyecto neoliberal y privatizador que se aplicó despiadadamente en Bolivia. El triunfo del presidente indígena Evo Morales en 2006 y el proceso constituyente abrió un escenario favorable para ser reconocidos con plenos derechos y en igualdad de condiciones.

“En el proceso de la Asamblea Constituyente hemos logrado varias conquistas”, señala Jorge Medina. Y agrega: “este proceso ha permitido que el pueblo afroboliviano, a través de su lucha, de su reivindicación cultural, social y política pueda lograr la inclusión en el nuevo texto constitucional, nosotros estamos incluidos en el artículo tres, nosotros tenemos un artículo específico, el 32, además el artículo 102 y el artículo 395. Creo que es un logro muy grande para nosotros como parte del Estado boliviano, como ciudadanos y ciudadanas con todos los derechos en una comunidad, derechos individuales y por supuesto los derechos colectivos, la presencia de nosotros en el nuevo texto constitucional hace que tengamos una representatividad en la Asamblea Legislativa y en municipios también”.

¿Ha mejorado la situación de los afros en el gobierno de Evo Morales?, le preguntamos a Medina. Y éste contesta: “Desde todo punto de vista, tenemos visibilidad, hay presencia del pueblo afroboliviano, evidentemente se están haciendo algunas acciones afirmativas, pero falta mucho por hacer, pero creo que hemos empezado el camino correcto, ya Bolivia sabe que hay que trabajar por esa población, y bueno nosotros estamos para ello, hay que trabajar en los temas sociales”.

Entre las acciones afirmativas que los afrobolivianos/as plantean está que el Estado plurinacional elabore, con su participación, un plan de acción que incluya los derechos al trabajo, la educación, créditos, planes de vivienda, infraestructura y protección del medio ambiente. Demandan a la Asamblea legislativa que declare el 23 de septiembre como “el Día del Pueblo y la Cultura Afroboliviana”, en conmemoración de la fecha en que se abolió la esclavitud, allá por el año 1851. Pide, por último, que el Estado desarrolle programas de identificación (en el próximo censo de 2012) y protección de los territorios donde habitan ancestralmente.

Publicado en América Latina en Movimiento, Afrodescendencia: memoria, presente y porvenir¸ Nº 467, julio de 2011



[1] Bogumiła Lisocka-Jaegermann, Los afrodescendientes en los países andinos. El caso de Bolivia, Varsovia, Revista del CESLA, Vol 1, num 13, 2010, Uniwersytet Warszawski, p. 317-3

[2] Entrevista en Radio Zapatista, http://radiozapatista.org/?p=3441

[3] María Martínez Mita, Impacto del pueblo afroboliviano en el reconocimiento de sus derechos humanos en el proceso constituyente de Bolivia, Universidad Andina Simón Bolívar sede Ecuador, 2008.

[4] ALAI, Afroamericanos: Buscando raíces, afirmando identidad", serie Aportes para el Debate No. 4. http://alainet.org/active/1008&lang=es




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