Por Carlos Tena
Lo más hilarante son los comentarios y titulares, a todas luces estudiados con lupa, para encandilar a esos bienintencionados jóvenes que acamparon en plazas y glorietas, intentando dejar en el aire veraniego el sutil aroma de un “giro a la izquierda”, del que sería protagonista este aprendiz de Escrivá de Balaguer llamado Alfredo.
La desesperación de los socialistas, presos de su propia ineficacia y descaro, semeja la ocurrida cuando el PP vapuleó a sus hermanos de Ferraz y mandó a Felipe González al destierro político, para que pudiera seguir estafando al personal con sus mentiras y promesas incumplidas.
L sombra de la paliza electoral de un patético y mediocre personaje como Mariano Rajoy sobre las huestes del candidato Rubalcaba, continua siendo la mayor amenaza para esos llamados socialistas, que en 2012 tendrían que poner freno a sus habituales pelotazos de corte nepotista en medios de comunicación, ministerios, direcciones generales y otras fincas, donde pagar los servicios al partido a Pajines y Blancos, Chaves y Bonos, Chacones y Trinidades, que ya ultiman sus estrategias ante los presidentes de las grandes empresas y multinacionales varias, para detentar un cargo (sinecura habemus) en los consejos de administración, incluida la banca privada. Ante el seguro naufragio, las ratas de la catedral socialista comienzan a buscar agujeros por donde escapar.
De eso no habla Monseñor Rubalcaba, el ministro que niega la tortura, con su gesto de religioso a punto de dar un caramelo al niño que se porte bien, en el cole y en la calle. La hipocresía de quien se han mantenido a la diestra de Zapatero, pero no hizo nada por corregir a su señor en tiempos en los que las vacas comenzaron a padecer anorexia, se alza en todo su esplendor con el discurso del cántabro aspirante a regidor del país.
Monseñor quiere dejar claro que él huele a socialista, que se baña con sales Iglesias (de don Pablo), que su hisopo mágico no será jamás porra con la que masacrar a los descontentos, que lo social primará (de primado y primo) sobre lo público, que el PP es el diablo que nos llevará al purgatorio, o al mismo infierno.
Lo sabe porque siempre estuvo en el limbo.