Por Carlos Tena
Un ciudadano disfrazado de policia llega a la isla de Utoya, donde se celebra una reuni贸n de j贸venes socialistas en un campamento veraniego, y comienza a disparar a cuantos se le cruzan por delante.
Los cuerpos van cayendo al suelo, mientras cientos de congregados se lanzan al agua en un intento desesperado por escapar de aquella escena dantesca.
El falso polic铆a contin煤a disparando a quemarropa, a media distancia, a los 谩rboles donde algunos se hab铆an refugiado. El p谩nico no es una emoci贸n a la que la sociedad n贸rdica se halle acostumbrada, ni siquiera cuando en 1940 Hitler se pase贸 por aquella tierra entre aplausos y sonrisas. Jam谩s en su historia como pa铆s tolerante y pac铆fico se hab铆a dado una tragedia de esas dimensiones.
Que este tipo de hechos sucedan en los Estados Unidos de Norteam茅rica, impelida por la historia de pistoleros y vaqueros vengadores, de buscavidas y cazadores de asesinos, entra en las posibilidades reales de cualquier pueblo, sea en Massachussets o en Texas.
A VER SI NOS CONVENCEMOS DE QUE TODOS SOMOS SOSPECHOSOS
Aquella tierra huele a p贸lvora y dinamita, a fusiles recien disparados, bombas de mano y psic贸patas entrando en bares y universidades asesinando a destajo. Hay un asesino en cada esquina. Tu vecino puede ser un criminal. La polic铆a lo recuerda a la poblaci贸n cada d铆a. La televisi贸n vende aparatos de m谩xima seguridad.
Los videojuegos de contenido violento se han quedado peque帽os en Utoya. Ochenta y cuatro v铆ctimas mortales es el saldo del primer atentado de estas caracter铆sticas que suced铆a en Noruega, acompa帽ado de un par de bombas dirigidas contra un gobierno que se hab铆a aliado con EE.UU. para echar una mano a los empresarios yanquis en el expolio generalizado de naciones empobrecidas, donde esas muertes son habituales a manos de mercenarios disfrazados de soldados, dirigidos por pol铆ticos disfrazados de personas bondadosas, en nombre de “la libertad”.
El autor de la matanza es un agricultor noruego llamado Anders Behring Brevik, tiene 32 a帽os, resid铆a en el oeste de Oslo y su ideolog铆a navega entre los que claman por la supremac铆a blanca y aquellos derechistas que gobiernan hoy el pa铆s de los fiordos.
Al mismo tiempo, con una coordinaci贸n m谩s que sospechosa, un grupo yihadista nombrado como Ansar Al-Yihad Al-Alami reivindic贸 la colocacion y explosi贸n de varias bombas en el centro de la capital, muriendo ocho personas y resultando heridas m谩s de 25. Un analista pol铆tico apunta que “Se trata de una venganza por la colaboraci貌n de Noruega con la OTAN”.
El miedo se apodera de Europa entera. El terror es la mejor forma de controlar a una sociedad, de esclavizar a millones de personas y promover el racismo, el odio al diferente y el cierre de fronteras a quienes buscan en paz un trabajo digno con el que vivir.
LA JOVEN PROMESA TERRORISTA TONY BLAIR
Noruega ya es emocionalmente norteamericana, Recibir谩 miles de apoyos y condolencias. Se apuntar谩 de nuevo al Islam como generador de terrorismo. El Dios de los cristianos es el bueno, el estupendo, aunque su representante en la tierra sea un delicuente y su estado proteja y esconda la pedofilia, el tr谩fico de drogas, la especulaci贸n y el negocio inmobiliario.
Al谩 en cambio tiene que ser malo, porque as铆 lo dicen los amantes de “la libertad”, aunque sean asesinos de corbata, como pide el psic贸pata Bono, traje de seda, como luce Camps, vestidos de alta costura, como Trinidad Jim茅nez, hablen en la televisi贸n de paz y de v铆ctimas del terror, como Rubalcaba, en tanto siguen ordenando a los mercenarios del mundo, comandados por Barak Obama, que contin煤en sembrando un terror mil veces m谩s asesino que el provocado en Oslo.
Soy tan est煤pido que no me he dado cuenta de que los muertos de las Torres Gemelas y la isla de Utoya eran de raza blanca. Y esos muertos, para los medios de comunicaci贸n occidentales, son m谩s valiosos que los millones de v铆ctimas que han ido cayendo en Hiroshima, Vietnam, Irak, Libia o Afganist谩n.
¡Fuera caretas, facistas¡
Un ciudadano disfrazado de policia llega a la isla de Utoya, donde se celebra una reuni贸n de j贸venes socialistas en un campamento veraniego, y comienza a disparar a cuantos se le cruzan por delante.
Los cuerpos van cayendo al suelo, mientras cientos de congregados se lanzan al agua en un intento desesperado por escapar de aquella escena dantesca.
El falso polic铆a contin煤a disparando a quemarropa, a media distancia, a los 谩rboles donde algunos se hab铆an refugiado. El p谩nico no es una emoci贸n a la que la sociedad n贸rdica se halle acostumbrada, ni siquiera cuando en 1940 Hitler se pase贸 por aquella tierra entre aplausos y sonrisas. Jam谩s en su historia como pa铆s tolerante y pac铆fico se hab铆a dado una tragedia de esas dimensiones.
Que este tipo de hechos sucedan en los Estados Unidos de Norteam茅rica, impelida por la historia de pistoleros y vaqueros vengadores, de buscavidas y cazadores de asesinos, entra en las posibilidades reales de cualquier pueblo, sea en Massachussets o en Texas.
A VER SI NOS CONVENCEMOS DE QUE TODOS SOMOS SOSPECHOSOS
Aquella tierra huele a p贸lvora y dinamita, a fusiles recien disparados, bombas de mano y psic贸patas entrando en bares y universidades asesinando a destajo. Hay un asesino en cada esquina. Tu vecino puede ser un criminal. La polic铆a lo recuerda a la poblaci贸n cada d铆a. La televisi贸n vende aparatos de m谩xima seguridad.
Los videojuegos de contenido violento se han quedado peque帽os en Utoya. Ochenta y cuatro v铆ctimas mortales es el saldo del primer atentado de estas caracter铆sticas que suced铆a en Noruega, acompa帽ado de un par de bombas dirigidas contra un gobierno que se hab铆a aliado con EE.UU. para echar una mano a los empresarios yanquis en el expolio generalizado de naciones empobrecidas, donde esas muertes son habituales a manos de mercenarios disfrazados de soldados, dirigidos por pol铆ticos disfrazados de personas bondadosas, en nombre de “la libertad”.
El autor de la matanza es un agricultor noruego llamado Anders Behring Brevik, tiene 32 a帽os, resid铆a en el oeste de Oslo y su ideolog铆a navega entre los que claman por la supremac铆a blanca y aquellos derechistas que gobiernan hoy el pa铆s de los fiordos.
Al mismo tiempo, con una coordinaci贸n m谩s que sospechosa, un grupo yihadista nombrado como Ansar Al-Yihad Al-Alami reivindic贸 la colocacion y explosi贸n de varias bombas en el centro de la capital, muriendo ocho personas y resultando heridas m谩s de 25. Un analista pol铆tico apunta que “Se trata de una venganza por la colaboraci貌n de Noruega con la OTAN”.
El miedo se apodera de Europa entera. El terror es la mejor forma de controlar a una sociedad, de esclavizar a millones de personas y promover el racismo, el odio al diferente y el cierre de fronteras a quienes buscan en paz un trabajo digno con el que vivir.
LA JOVEN PROMESA TERRORISTA TONY BLAIR
Noruega ya es emocionalmente norteamericana, Recibir谩 miles de apoyos y condolencias. Se apuntar谩 de nuevo al Islam como generador de terrorismo. El Dios de los cristianos es el bueno, el estupendo, aunque su representante en la tierra sea un delicuente y su estado proteja y esconda la pedofilia, el tr谩fico de drogas, la especulaci贸n y el negocio inmobiliario.
Al谩 en cambio tiene que ser malo, porque as铆 lo dicen los amantes de “la libertad”, aunque sean asesinos de corbata, como pide el psic贸pata Bono, traje de seda, como luce Camps, vestidos de alta costura, como Trinidad Jim茅nez, hablen en la televisi贸n de paz y de v铆ctimas del terror, como Rubalcaba, en tanto siguen ordenando a los mercenarios del mundo, comandados por Barak Obama, que contin煤en sembrando un terror mil veces m谩s asesino que el provocado en Oslo.
Soy tan est煤pido que no me he dado cuenta de que los muertos de las Torres Gemelas y la isla de Utoya eran de raza blanca. Y esos muertos, para los medios de comunicaci贸n occidentales, son m谩s valiosos que los millones de v铆ctimas que han ido cayendo en Hiroshima, Vietnam, Irak, Libia o Afganist谩n.
¡Fuera caretas, facistas¡