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Palabras contra sangre

Por Julio Ortega   

Creo en la fuerza de las palabras y sin embargo, cada vez las entiendo m谩s in煤tiles. El lenguaje, expresi贸n oral de una libertad que no es tal si nos dejan hablar pero no escuchan, sangra desprecio y silencio cuando los sonidos articulados que emitimos o las frases que escribimos, se deshacen en mil fragmentos de aire y olvido al estrellarse contra la indiferencia de aquellos a los que van dirigidas.

Llevamos a帽os suplicando y exigiendo, susurrando y gritando que se ponga fin a la muerte de un toro a lanzadas cada septiembre en Tordesillas, y como respuesta s贸lo nos llegan las voces de los escasos pol铆ticos capaces de esgrimir justificaciones para tama帽a iniquidad. Del resto, casi todos, 煤nicamente percibimos un mutismo que revela una complicidad nacida no del placer ante ese crimen, pero s铆 de la inmoral cobard铆a del callar y dejar hacer.

De qu茅 valen entonces las palabras si miedo, dolor, herida, v铆ctima o tortura pueden ser sustituidas por el t茅rmino “tradici贸n”. Alcanzada tal depravaci贸n y elevada no s贸lo a raz贸n sino tambi茅n a ley, ¿c贸mo tener ganas de seguir utiliz谩ndolas sabiendo que los alaridos de una horda despiadada y embrutecida persiguiendo a un animal aterrado para matarlo, son m谩s leg铆timos para los gobernantes que cualquier argumento en contra de tan vergonzosa atrocidad?

Dudo, que en los pocos d铆as que restan hasta el 13 de septiembre, alg煤n mandatario muestre la valent铆a y la decencia de expresar p煤blicamente su repulsa al Toro de la Vega. No, no se atrever谩n a intervenir aunque con su pasividad est茅n alimentando la violencia, y Afligido morir谩 convertido en un acerico desvencijado sin que la estampa de su cuerpo inerte les cierre el est贸mago a los verdaderos responsables del crimen.

No me importa ser reiterativo. Me da igual que me acusen de estar obsesionado con el martirio de esa criatura. Es cierto, pero mi insistencia brota de la indignaci贸n y del intento desesperado – y se que vano tambi茅n – de que a tan pocas horas vista, se evite ahora y para siempre el s谩dico suplicio de un ser vivo amparado en pretextos irracionales.

Nos queda la palabra, como dec铆a Blas de Otero. Pero qu茅 podremos hacer con ella, para qu茅 servir谩 si como 茅l, abrimos los labios para ver el rostro puro y terrible de nuestra Patria. Y esta tierra, manchada con la sangre de inocentes, habr谩 de recordarnos el segundo martes de septiembre, una vez m谩s, que nos segaron la voz con lanzas.



Julio Ortega Fraile, Delegado de LIBERA! Pontevedra

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