Día Mundial de la Reducción de Desastres: En 2010 los desastres naturales afectaron a más de 208 millones de personas
La reducción de desastres pretende fomentar una cultura de prevención que evite los riesgos de desastres que causan las amenazas naturales y la vulnerabilidad de las personas
En febrero de este año un terremoto de 6.3 grados al sur de Nueva Zelanda se saldaba con la vida de 181 personas. Apenas unos días después, en el mes de marzo, asistíamos a uno de los desastres naturales con mayor impacto de la historia reciente en términos de pérdidas de vidas humanas, económicos, y seguridad mundial por la afectación a la central nuclear: el terremoto y tsunami en Japón, que destruyó por completo decenas de ciudades y pueblos. Se estima que la cifra de muertos supera las 15.000 personas y los costes para la economía japonesa ascienden ya a los 309.000 millones de dólares, situándolo como el desastre natural más costoso de la historia.
Dos meses después, todavía sobrepasados por las consecuencias del desastre en Japón, la tierra temblaba más cerca y la población de Lorca, en Murcia, sufría un terremoto de 5.2 grados de magnitud que se cobraba la vida de ocho personas, decenas de heridos y más de 20.000 personas desplazadas.
¿El punto común entre los tres desastres naturales? Todos han golpeado a economías del primer mundo desde las que alguna vez pensamos que podríamos librarnos de las amenazas de la madre naturaleza. La realidad insiste en recordarnos que no importa donde vivamos, todos y todas somos vulnerables frente a los desastres.
Este año han tenido lugar devastadores desastres en el hemisferio norte pero también se han sucedido en los países del sur, como las inundaciones en Pakistán, que han afectado a más de 5.4 millones de personas, o la presente sequía en el Cuerno de África, que amenaza la vida de más de 13 millones de personas. Se espera que al término de 2011, la incidencia de desastres naturales haya superado a la del año pasado, en el que se alcanzaron los 373 desastres naturales que se cobraron 296.800 vidas y por los que unos 208 millones de personas resultaron afectadas.
El trabajo previo a la llegada de una emergencia
Enfrentarnos a crisis humanitarias, llevar ayuda a los niños y niñas más vulnerables, ofrecerles protección frente al abuso y la explotación y asegurar que, a pesar de la emergencia, continúan recibiendo una educación es la labor por la que se nos reconoce en todo el mundo. Pero ese no es todo nuestro trabajo en emergencias. Una parte muy importante de nuestra labor consiste en algo mucho menos llamativo para el público y los medios de comunicación, pero igual de valioso para las personas que más nos importan: los niños, niñas y las familias cuyas vidas se ven interrumpidas durante una emergencia.
Este trabajo es lo que denominamos Reducción del Riesgo en Desastres y es lo que organizaciones como Save the Children hacemos antes de que sucedan las emergencias. El trabajo en RRD (iniciales que resumen Reducción de Riesgo en Desastres) es la labor menos visible y espectacular del trabajo en emergencias pero también la que más ayuda a mitigar y reducir los peores efectos de amenazas naturales tan destructivas y comunes como los ciclones, inundaciones, tsunamis y terremotos. Igualmente empodera a la población para la identificación de los riesgos y de sus propias vulnerabilidades así como el trabajo participativo de gestión de los mismos.
Invertir a largo plazo en el trabajo de RDD ayuda a salvar vidas así como evitar el gasto de decenas de millones de euros en asistencia y ayuda a la reconstrucción. Siempre resultará más efectivo invertir en prevenir y mitigar que tener que responder a las consecuencias de cualquier desastre. Después de todo, tiene mucho más sentido plantar manglares a lo largo de una zona costera vulnerable a ciclones y tsunamis, ya que son mucho más efectivos a la hora de disipar la energía destructiva de un maremoto que cualquier edificio o desplazamiento permanente de población a zonas seguras. Resulta además mucho más económico plantar manglares que tener que reconstruir los edificios y las economías locales destruidas por las catástrofes. Igualmente, una gestión y explotación apropiada de los recursos hídricos mediante el uso de energías alternativas en zonas de alto riesgo a sequías, reduce el riesgo de desertificación y minimiza el impacto de este fenómeno en los medios de subsistencia.
Campaña mundial de reducción de desastres: un paso hacia delante
Los desastres naturales afectan cada año a más de 175 millones de niños y niñas. En el trabajo de RDD, desde Save the Children siempre hemos tenido muy presente que los niños y las niñas son a la vez, víctimas de los desastres pero partes fundamentales en la reducción de los riesgos. Día a día observamos como participan activamente en ayudar a otros niños y niñas, a sus familias y a sus comunidades con el fin de fortalecer su capacidad para hacer frente a los desastres así como a mitigar los efectos de cualquier amenaza natural.
A principios de este año, en la reunión de la Plataforma Global de Reducción de Riesgo a Desastres liderada por la agencia de NNUU “Estrategia Internacional para Reducción de desastres” en Ginebra, niños y niñas de África, Asia y Latinoamérica hicieron un llamamiento a los gobiernos, donantes y organizaciones internacionales para que diesen prioridad a su educación, la protección infantil y a una política de reducción de desastres que minimizase los devastadores efectos de las catástrofes naturales. Ese llamamiento, que los niños y niñas dejaron por escrito en la Carta de la Infancia sobre la Reducción de Riesgo en Desastres, ha sido aprobado esta semana por el Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon. El documento representa un vehículo para los niños y niñas en riesgo de sufrir desastres para manifestar sus opiniones sobre como la comunidad internaciones debería asegurar la protección y seguridad de la infancia en emergencias.
En esta línea, la Campaña Mundial para la Reducción de Desastres se centra este año en promocionar el establecimiento de alianzas juveniles para la reducción del riesgo de desastres, para que todos los niños, niñas y jóvenes acepten el reto y orienten a otras personas en los esfuerzos, involucramiento y participación para la gestión de los riesgos.
Desde 2006 Save the Children ha estado implementado actividades relacionadas con la Reducción de Riesgos a Desastres y Adaptación al Cambio Climático en más de 35 países. Nuestro enfoque, basado en y liderado por la infancia, reconoce a los niños y las niñas como agentes activos para el cambio y fomenta su participación en las medidas de adaptación al cambio climático y la gestión de los riesgos de desastres en sus comunidades.
En febrero de este año un terremoto de 6.3 grados al sur de Nueva Zelanda se saldaba con la vida de 181 personas. Apenas unos días después, en el mes de marzo, asistíamos a uno de los desastres naturales con mayor impacto de la historia reciente en términos de pérdidas de vidas humanas, económicos, y seguridad mundial por la afectación a la central nuclear: el terremoto y tsunami en Japón, que destruyó por completo decenas de ciudades y pueblos. Se estima que la cifra de muertos supera las 15.000 personas y los costes para la economía japonesa ascienden ya a los 309.000 millones de dólares, situándolo como el desastre natural más costoso de la historia.

¿El punto común entre los tres desastres naturales? Todos han golpeado a economías del primer mundo desde las que alguna vez pensamos que podríamos librarnos de las amenazas de la madre naturaleza. La realidad insiste en recordarnos que no importa donde vivamos, todos y todas somos vulnerables frente a los desastres.
Este año han tenido lugar devastadores desastres en el hemisferio norte pero también se han sucedido en los países del sur, como las inundaciones en Pakistán, que han afectado a más de 5.4 millones de personas, o la presente sequía en el Cuerno de África, que amenaza la vida de más de 13 millones de personas. Se espera que al término de 2011, la incidencia de desastres naturales haya superado a la del año pasado, en el que se alcanzaron los 373 desastres naturales que se cobraron 296.800 vidas y por los que unos 208 millones de personas resultaron afectadas.
El trabajo previo a la llegada de una emergencia
Enfrentarnos a crisis humanitarias, llevar ayuda a los niños y niñas más vulnerables, ofrecerles protección frente al abuso y la explotación y asegurar que, a pesar de la emergencia, continúan recibiendo una educación es la labor por la que se nos reconoce en todo el mundo. Pero ese no es todo nuestro trabajo en emergencias. Una parte muy importante de nuestra labor consiste en algo mucho menos llamativo para el público y los medios de comunicación, pero igual de valioso para las personas que más nos importan: los niños, niñas y las familias cuyas vidas se ven interrumpidas durante una emergencia.
Este trabajo es lo que denominamos Reducción del Riesgo en Desastres y es lo que organizaciones como Save the Children hacemos antes de que sucedan las emergencias. El trabajo en RRD (iniciales que resumen Reducción de Riesgo en Desastres) es la labor menos visible y espectacular del trabajo en emergencias pero también la que más ayuda a mitigar y reducir los peores efectos de amenazas naturales tan destructivas y comunes como los ciclones, inundaciones, tsunamis y terremotos. Igualmente empodera a la población para la identificación de los riesgos y de sus propias vulnerabilidades así como el trabajo participativo de gestión de los mismos.
Invertir a largo plazo en el trabajo de RDD ayuda a salvar vidas así como evitar el gasto de decenas de millones de euros en asistencia y ayuda a la reconstrucción. Siempre resultará más efectivo invertir en prevenir y mitigar que tener que responder a las consecuencias de cualquier desastre. Después de todo, tiene mucho más sentido plantar manglares a lo largo de una zona costera vulnerable a ciclones y tsunamis, ya que son mucho más efectivos a la hora de disipar la energía destructiva de un maremoto que cualquier edificio o desplazamiento permanente de población a zonas seguras. Resulta además mucho más económico plantar manglares que tener que reconstruir los edificios y las economías locales destruidas por las catástrofes. Igualmente, una gestión y explotación apropiada de los recursos hídricos mediante el uso de energías alternativas en zonas de alto riesgo a sequías, reduce el riesgo de desertificación y minimiza el impacto de este fenómeno en los medios de subsistencia.
Campaña mundial de reducción de desastres: un paso hacia delante
Los desastres naturales afectan cada año a más de 175 millones de niños y niñas. En el trabajo de RDD, desde Save the Children siempre hemos tenido muy presente que los niños y las niñas son a la vez, víctimas de los desastres pero partes fundamentales en la reducción de los riesgos. Día a día observamos como participan activamente en ayudar a otros niños y niñas, a sus familias y a sus comunidades con el fin de fortalecer su capacidad para hacer frente a los desastres así como a mitigar los efectos de cualquier amenaza natural.
A principios de este año, en la reunión de la Plataforma Global de Reducción de Riesgo a Desastres liderada por la agencia de NNUU “Estrategia Internacional para Reducción de desastres” en Ginebra, niños y niñas de África, Asia y Latinoamérica hicieron un llamamiento a los gobiernos, donantes y organizaciones internacionales para que diesen prioridad a su educación, la protección infantil y a una política de reducción de desastres que minimizase los devastadores efectos de las catástrofes naturales. Ese llamamiento, que los niños y niñas dejaron por escrito en la Carta de la Infancia sobre la Reducción de Riesgo en Desastres, ha sido aprobado esta semana por el Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon. El documento representa un vehículo para los niños y niñas en riesgo de sufrir desastres para manifestar sus opiniones sobre como la comunidad internaciones debería asegurar la protección y seguridad de la infancia en emergencias.
En esta línea, la Campaña Mundial para la Reducción de Desastres se centra este año en promocionar el establecimiento de alianzas juveniles para la reducción del riesgo de desastres, para que todos los niños, niñas y jóvenes acepten el reto y orienten a otras personas en los esfuerzos, involucramiento y participación para la gestión de los riesgos.
Desde 2006 Save the Children ha estado implementado actividades relacionadas con la Reducción de Riesgos a Desastres y Adaptación al Cambio Climático en más de 35 países. Nuestro enfoque, basado en y liderado por la infancia, reconoce a los niños y las niñas como agentes activos para el cambio y fomenta su participación en las medidas de adaptación al cambio climático y la gestión de los riesgos de desastres en sus comunidades.