OPINI脫N de Julio Ortega
Habra tiempo para todo. O para casi todo... La bandera que dec铆s nos representa (dentro de quince d铆as seguir谩 siendo ense帽a de unos cuantos y sudario para el resto), ha bajado en se帽al de salida, y los candidatos os atropell谩is en una carrera pr贸diga en esfuerzos muy particulares: sonrisas de cartel, apretones de manos ante las c谩maras, paseitos de igual a igual entre la multitud acompa帽ados de armarios con pinganillo, excursiones a suelos que no volver茅is a pisar en mucho tiempo, fotograf铆as en entornos irrepetibles (alguna con casco de obrero) y promesas. Cr铆ticas feroces y m谩s promesas de arreglar los desastres que siempre son culpa de otros aunque las v铆ctimas se repitan una y otra vez.
Cada mitin es un ejercicio de ego y mendacidad dise帽ado para convencer a corto plazo. Pasadas las elecciones guardar茅is las m谩scaras hasta dentro de cuatro a帽os, quemar茅is los guiones y los actores os transformar茅is en hombres al servicio constante de los intereses propios, de vuestros amos y socios, no siempre de vuestros votantes, casi nunca de todos los ciudadanos, y jam谩s de los que sufren los "da帽os colaterales" de vuestras pol铆ticas.
Y entre estos 煤ltimos est谩n los eternos ausentes en vuestra campa帽a. Los seres olvidados, las herramientas de usar y tirar, los que no importan ni tan siquiera durante estas dos semanas de parip茅 porque ellos no votan, y si no votan no cuentan. Son los animales no humanos, v铆ctimas por acci贸n u omisi贸n de vuestras decisiones pero siempre fuera de ellas como sujetos de derecho. Derecho no a la educaci贸n, al trabajo o a descuentos en billetes de autob煤s por familia numerosa, pero s铆 a la vida, a la libertad y al respeto a sus costumbres y entorno. Derecho a no sufrir a manos de los hombres. Derecho a no ser torturados ni asesinados. Derecho a vivir en paz. ¿Es tanto pedir?
Decidme grandes partidos, ¿cu谩ntos minutos de vuestra apretada agenda de campa帽a les dedicar茅is? S茅 que alguna formaci贸n pol铆tica lo har谩 porque as铆 lo indica en su programa, pero incluso en este caso ser谩 para su desdicha, ya que el prop贸sito de esa declaraci贸n de intenciones es proteger una de las formas m谩s extendida de martirio y ejecuci贸n institucionalizada para estas criaturas: la tauromaquia.
Es verdad que vuestras promesas responden a estudios muy bien planificados y por lo tanto, todo ese entramado de verborrea est谩 encaminado a lanzar ofertas de esperanza (saldos con obsolescencia programada), fabricadas a la medida de las preocupaciones de los ciudadanos. Y obedeciendo a tal estrategia pens谩is que el rechazo al maltrato de los animales no ocupa un lugar relevante en el inter茅s de los votantes.
Pues bien, dejadme que os diga dos cosas: la primera es que est谩is muy equivocados o muy ciegos si no sois capaces de ver que cada d铆a, m谩s personas entienden estos hechos como una tragedia y como una verg眉enza inadmisible. Y la segunda es que aunque no fuera as铆, que lo es, vuestra indiferencia ante el padecimiento de seres que pueden sentir y el ejemplo de violencia consentida que d谩is con tanta permisividad y connivencia, constituyen una conducta indigna, cobarde y ego铆sta. Y ahora corred a contarnos lo mucho que os preocupa la justicia para todos, pero esconded bien las manos para que no las veamos manchadas con la sangre de algunos. Y es que no hace falta cometer directamente el crimen legal para ser tan responsable como el verdugo que lo perpetra.
Habra tiempo para todo. O para casi todo... La bandera que dec铆s nos representa (dentro de quince d铆as seguir谩 siendo ense帽a de unos cuantos y sudario para el resto), ha bajado en se帽al de salida, y los candidatos os atropell谩is en una carrera pr贸diga en esfuerzos muy particulares: sonrisas de cartel, apretones de manos ante las c谩maras, paseitos de igual a igual entre la multitud acompa帽ados de armarios con pinganillo, excursiones a suelos que no volver茅is a pisar en mucho tiempo, fotograf铆as en entornos irrepetibles (alguna con casco de obrero) y promesas. Cr铆ticas feroces y m谩s promesas de arreglar los desastres que siempre son culpa de otros aunque las v铆ctimas se repitan una y otra vez.
Cada mitin es un ejercicio de ego y mendacidad dise帽ado para convencer a corto plazo. Pasadas las elecciones guardar茅is las m谩scaras hasta dentro de cuatro a帽os, quemar茅is los guiones y los actores os transformar茅is en hombres al servicio constante de los intereses propios, de vuestros amos y socios, no siempre de vuestros votantes, casi nunca de todos los ciudadanos, y jam谩s de los que sufren los "da帽os colaterales" de vuestras pol铆ticas.
Y entre estos 煤ltimos est谩n los eternos ausentes en vuestra campa帽a. Los seres olvidados, las herramientas de usar y tirar, los que no importan ni tan siquiera durante estas dos semanas de parip茅 porque ellos no votan, y si no votan no cuentan. Son los animales no humanos, v铆ctimas por acci贸n u omisi贸n de vuestras decisiones pero siempre fuera de ellas como sujetos de derecho. Derecho no a la educaci贸n, al trabajo o a descuentos en billetes de autob煤s por familia numerosa, pero s铆 a la vida, a la libertad y al respeto a sus costumbres y entorno. Derecho a no sufrir a manos de los hombres. Derecho a no ser torturados ni asesinados. Derecho a vivir en paz. ¿Es tanto pedir?
Decidme grandes partidos, ¿cu谩ntos minutos de vuestra apretada agenda de campa帽a les dedicar茅is? S茅 que alguna formaci贸n pol铆tica lo har谩 porque as铆 lo indica en su programa, pero incluso en este caso ser谩 para su desdicha, ya que el prop贸sito de esa declaraci贸n de intenciones es proteger una de las formas m谩s extendida de martirio y ejecuci贸n institucionalizada para estas criaturas: la tauromaquia.
Es verdad que vuestras promesas responden a estudios muy bien planificados y por lo tanto, todo ese entramado de verborrea est谩 encaminado a lanzar ofertas de esperanza (saldos con obsolescencia programada), fabricadas a la medida de las preocupaciones de los ciudadanos. Y obedeciendo a tal estrategia pens谩is que el rechazo al maltrato de los animales no ocupa un lugar relevante en el inter茅s de los votantes.
Pues bien, dejadme que os diga dos cosas: la primera es que est谩is muy equivocados o muy ciegos si no sois capaces de ver que cada d铆a, m谩s personas entienden estos hechos como una tragedia y como una verg眉enza inadmisible. Y la segunda es que aunque no fuera as铆, que lo es, vuestra indiferencia ante el padecimiento de seres que pueden sentir y el ejemplo de violencia consentida que d谩is con tanta permisividad y connivencia, constituyen una conducta indigna, cobarde y ego铆sta. Y ahora corred a contarnos lo mucho que os preocupa la justicia para todos, pero esconded bien las manos para que no las veamos manchadas con la sangre de algunos. Y es que no hace falta cometer directamente el crimen legal para ser tan responsable como el verdugo que lo perpetra.