Ir al contenido principal

Payne y Clooney nos radiografían el dolor en Hawai

Crítica de The Descendants. Por Jos Rodríguez


Hacía siete años ya que el director del piloto de la serie de HBO Hung no estrenaba película. Corría el año 2004 y Alexander Payne nos obsequiaba con una radiografía del dolor cotidiano a través de una road movie con los viñedos norteamericanos de fondo. Sideways ganó el Óscar al mejor guión adaptado y sacó del anonimato a un orondo actor que antes había encarnado magistralmente al recientemente fallecido dibujante de cómics Harvey Pekan en American Splendor. Si tenemos en cuenta sus películas, Payne es un tipo paciente, meticuloso y al que no le importa resguardarse un tiempo a fin de conseguir el mejor de los resultados posibles. Y así nació The Descendants, película heredera de Little Miss Sunshine, Up in the Air o la sobrevalorada e insoportable Juno pero con una pequeña diferencia: la sensibilidad. Y es que si por algo destaca esta pequeña historia ambientada en Hawai es por una sensibilidad incipiente que, de tan expuesta, duele. El filtro que los guionistas Payne, Nat Faxon y Jim Rash disponen para transmitir y radiografiar este dolor son los personajes. Es decir, no hay filtro. No hay argucias externas o giros de guión injustificables para lograr comunicarse. Los personajes, lo que vemos en pantalla, es lo único que hay para nosotros. Hay una maquinaria detrás de ellos que no podemos contemplar porque estamos hablando de algo tan intangible como es el ingenio. El ingenio puro no se ve, solo se siente. Como hacían Wilder, Capra, Hawks o, actualmente, Allen.

Como he anticipado, el punto fuerte de la película es su guión, que inculca sus reglas al espectador desde el minuto uno presentando algunos de sus ases pero escondiendo de forma inteligente algunos otros para conseguir un mayor efecto dramático/cómico posteriormente. La acción transcurre en Hawai, como dice el personaje de Clooney al principio (con una voz en off que no estorba), lugar en donde no vale con trabajar, tienes que demostrar que trabajas (playas tentadoras bordeando toda la ciudad...). El riesgo era evidente, ¿Se podrá identificar el gran público con problemas que pueden ser considerados de clase alta? Payne opina que si y para ello universaliza hasta el más mínimo escollo para no caer en una criba involuntaria de admiradores. El patetismo es la mejor y más mortífera arma para conseguir ese efecto y en la relación de Clooney con sus hijas se le saca un jugo espectacular. Mujer agonizante, relación insatisfecha con sus hijas, conflictos familiares y personales varios. La posición económica no tiene, y se ve a lo largo del metraje, valor alguno ni intención excluyente. Vamos, que no es The Blind Side. Sin embargo, he de comentar que el film puede descolocar al principio debido a algunas escenas poco afortunadas del actor de Ocean,s Eleven con su hija pequeña en las que puede parecer una "EstrellaDeHollywoodQueHaceDePadreNovato" o un simple vehículo de lucimiento pero, afortunadamente, en cuanto la historia se desarrolla algo más, lo recordamos como una mera anécdota.

El cine de Payne, como vimos en Sideways, About Schmidt o Election, suele dejar poso, una necesaria reflexión que a veces vira hacia nuestra propia existencia o culpabilidad humana. Aquí, Clooney necesita conocer a otras personas para conocer a la mujer de su vida, con la que ha tenido dos hijas y lleva años casado pero con la que mantiene una distancia emocional insalvable que se acrecienta con el paso de los años. Necesita saber urgentemente qué posee esa persona para asimilar y entender qué ha perdido él o qué le falta. Complementarse y vivir a través de otra persona nunca ha tenido tanto sentido como aquí. Una relación que ya está muerta (casi literalmente) sólo puede ser juzgada o examinada desde el exterior o a través de matices y comentarios ajenos que han de desgranarse para separar la veracidad de la simple opinión. Solo con eso ya consigue emocionarnos el bueno de Payne, sin una sola palabra entre marido y mujer. Pero para que todo esto respire, ha de existir algún tipo de componente cómico o mínimamente ligero. Por eso me parece un acierto el novio de la hija mayor que, sin ser gracioso por si solo, si protagoniza algunas escenas con Clooney o Forster que logran arrancarnos alguna que otra sonrisa. A sabiendas de que puede ser un personaje un tanto odioso, no se abusa de él y aporta las dosis justas de comedia.

A todo lo anterior hay que sumarle un reparto de altura con un magnífico George Clooney a la cabeza. Clooney es poseedor de un gen que lo hace equiparable en carisma a Cary Grant o James Stewart. Es una auténtica Star System que hubiera gozado como nadie en la edad dorada de Hollywood, como un Rodolfo Valentino pero sabiendo actuar. Aparte de descubrirse como un brillante director y escritor (Good Night and Good Luck es una de las obras maestras más decisivas del Siglo XXI), está demostrando que no es solo una cara bonita sino uno de los actores con más empaque del panorama actual. Pero para mi la verdadera sorpresa interpretativa ha sido Shailene Woodley, que interpreta a su hija mayor de forma desgarrada con un aplomo impropio de su edad. Otros elementos que hacen de The Descendants una de las películas del año es una dirección elegante y pausada (recordando al mejor Eastwood), una banda sonora repleta de temas hawaianos y sensibles debiendo ser tomada en cuenta en los premios), un humor coeniano por momentos y el protagonismo consciente de la ciudad de Hawai como un personaje más, al estilo del Naked City de Jules Dassin o las breves películas de los Lumiére.

http://twitter.com/jlamotta23




">


ARCHIVOS

Mostrar más


OTRA INFORMACIÓN ES POSIBLE

Información internacional, derechos humanos, cultura, minorías, mujer, infancia, ecología, ciencia y comunicación

El Mercurio Digital (elmercuriodigital.es) se edita bajo licencia de Creative Commons
©Desde 2002 en internet
Otra información es posible




AI FREE: DIARIO LIBRE DE INTELIGENCIA ARTIFICIAL