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Reforma en la revolución

OPINIÓN de Teodoro Rentería Arróyave    

Cuando los enemigos, longevos y renovados, de la Revolución Castrista se frotaban las manos de gusto al suponer que la serie de reformas que Cuba está llevando a cabo en su decisión de renovación para el desarrollo, se trataba de una regresión al capitalismo galopante, Raúl Castro Ruz, general de Ejército, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, aclaró en la clausura de la Primera Conferencia Nacional del Partido y precisamente en el “Año 54 de la Revolución”, la férrea voluntad del pueblo de mantenerse dentro del sistema socialista.

Una fue la decisión, de acuerdo a la convocatoria librada por el VI Congreso, de evaluar con objetividad y sentido crítico el trabajo del Partido, así como determinar con voluntad renovadora las transformaciones necesarias para situar a la nación a la altura que demandan las actuales circunstancias, nunca para traicionar los principios históricos que les dieron patria y presencia mundial.

Después vino el homenaje a los grandes de la historia cubana, no olvidemos que solo el Partido, reiteró el dirigente, como institución que agrupa a la vanguardia revolucionaria y garantía segura de la unidad de los cubanos en todos los tiempos, que solo el Partido, puede ser el digno heredero de la confianza depositada por el pueblo en el único Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, el compañero Fidel Castro Ruz.

Renunciar al principio de un solo partido equivaldría, sencillamente, a legalizar al partido o los partidos del imperialismo en suelo patrio y sacrificar el arma estratégica de la unidad de los cubanos que ha hecho realidad los sueños de independencia y justicia social por los que han luchado tantas generaciones de patriotas, desde Hatuey hasta Céspedes, Martí y Fidel.

Con el fin de organizar la lucha por la independencia de Cuba y Puerto Rico concibió Martí, recordó, la creación de un solo partido político, el Partido Revolucionario Cubano, según sus propias palabras: “Para fomentar la revolución de modo que puedan entrar en ella… todos los cubanos de buena voluntad:… Todos los que amen a Cuba, o la respeten”.

Momento que aprovechó Raúl para precisar presente, rumbo y futuro, sin claudicaciones, afirmó como era de esperarse, desde la publicación del Documento no han faltado las críticas y exhortaciones de quienes, confundiendo sus más íntimas aspiraciones con la realidad, se ilusionaron con que la Conferencia consagraría el inicio del desmontaje del sistema político y social conquistado por la Revolución, a lo largo de más de medio siglo, con el apoyo de la mayoría de los cubanos.

Así es y no hay de otra: en Cuba la reforma que apuran los nuevos tiempos y las nuevas generaciones, es una profunda Reforma en la Revolución.







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