Ir al contenido principal

Sorkin: The West Wing, Studio 60, The Social Network... y Moneyball

Crítica de Moneyball. Por Jos Rodríguez

Habitualmente empiezo mis críticas con un breve repaso a la carrera del director para poner en contexto el momento en el que llega dicha película, evolución, consideraciones, etc. Pero en este caso la estrella no es Bennett Miller, ni siquiera Brad Pitt. Aquí los focos deberían apuntar a Aaron Sorkin, el escritor(me niego a tomarlo como un simple guionista) que revolucionó para siempre la televisión con The West Wing y una pequeña joya como Studio 60 (injustamente cancelada antes de tiempo). Quizá se haya dado a conocer para el público medio debido al libreto de la mangoneada The Social Network pero este neoyorkino de 50 años lleva años aportando su granito de arena a que el medio televisivo y cinematográfico evolucione a nivel narrativo. Todos sus proyectos tienen un punto en común: tratan sobre el cómo y el porqué, nunca del qué. ¿Qué importa el contenido si no se entiende la forma? Ya sea una cadena de televisión, la Casa Blanca, Facebook o un equipo de béisbol de Oakland, a Sorkin no le importa en realidad nada de eso. Él busca la creación, el desarrollo, la evolución y el ocaso. Las entrañas, nunca el impacto. El exterior está sobrevalorado, siempre contaminado con la opinión inexperta del público amaestrado. El interior es la realidad, es conocer hasta el último paso del truco de magia de un mago antes de que éste salga siquiera de su camerino. Y de eso es sobre lo que escribe este gigante de la narración, de un proceso que siempre será más que su consecuencia. Y Moneyball no ha sido tratada de forma diferente. EL 90% del film se desarrolla en el interior del campo de fútbol, en sus oficinas, con el teléfono como única conexión con el poco interesante mundo exterior. Diálogos vivos, chispeantes, rápidos como un trueno en ocasiones, heredero directo del estilo de Charles Lederer, guionista de la maravillosa Luna Nueva de Hawks, donde por primera vez los actores se pisaban las lineas unos a otros, interrumpiéndose sin piedad, en una anarquía de palabras que propiciaban un impagable caos. Steve Zaillian (La Lista de Schindler, Gans of New York, American Gangster) aporta la sobriedad que le caracteriza y se transforma en un complemento perfecto a la acelerada genialidad de Sorkin.

El principal problema de Moneyball es su temática, por lo menos fuera de Estados Unidos, donde el béisbol no goza de la misma popularidad que en el país de las barras, las estrellas y la mantequilla de cacahuete. De ahí que una parte importante del brillante diálogo caiga en saco roto ante el desconocimiento total o parcial del funcionamiento de ese deporte, pues se da por hecho el dominio de sus reglas, trucos o desarrollo en general. En este caso la información se ha de intuir o guiarse más por las reacciones de los actores que por sus palabras. Eso mismo distancia un poco al público no americano de la historia y es fácil sentirse excluido. Películas como Ocho Hombres, de John Sayles o The Rookie, de John Lee Hancock, hacen de la sencillez su universalidad adaptando el esqueleto de cualquier película típica de deportes como puede ser Rocky aunque para ello tengan que sacrificar cualquier atisbo de análisis crítico. Moneyball no. De hecho prefiere sacrificar o cribar a una parte de su público en pos del concienzudo examen temático. Sin embargo, la historia es muy de nuestro tiempo, de una gran crisis incipiente de la que no se vislumbra salida y en el que la imaginación ha pasado a ser una necesidad en lugar de un recurso. Por eso, la creación de un ente nuevo formado de "desechos" nos resultará bastante familiar. Las cuentas que realizan Billy Beane(Pitt) y Peter Brand(Hill) para calibrar la economía del equipo a la vez que se refuerzan no difiere mucho de los cálculos para no pasarse del presupuesto en el supermercado. La ausencia de tópicos alcanza su cima en el amago de discurso épico que Beane realiza antes de un gran partido, prácticamente mofándose de ese tipo de situaciones en las películas de este subgénero como es el de deportes.

Brad Pitt y Jonah Hill acarician el cielo y se confirman como la pareja cinematográfica más extraordinaria del año, con una química que ya quisieran para si Deep y Jolie en la bochornosa The Tourist (¿la habrá visto ya el bueno de Ed Wood?). De Pitt se podría esperar una actuación acorde con su estatus de estrella pero pocos podrían imaginarse que Jonah Hill podría darle la réplica con una sobriedad y entereza semejantes. Un sobresaliente para ambos por hacer de la contención su modelo de expresión. Hoffman se torna un personaje desaprovechado, posiblemente recortado en la sala de montaje por problemas de metraje y eso hace mella en la concepción del entrenador del equipo, que se ve mutilada. Si tienes a Hoffman, lo exhibes, no lo escondes. Bennett Miller no es Fincher, aunque nos vendan Moneyball como "de los productores de The Social Network" y, aunque no hay nada que reprocharle a una dirección sensata, serena y formal, se echa en falta alguna aportación o arranque algo más visceral o intenso. Un par de encadenados resumiendo alguna acción habría ayudado, posiblemente. Wally Pfister, director de fotografía colaborador habitual de Nolan, realiza un trabajo estupendo y la iluminación hace del gris su elección natural, ante la abundancia de oficinas, pasillos y habitaciones predominantemente oscuras. A pesar de los defectos señalados, ya me gustaría que alguien se dignara a hacer una película de fútbol con la mitad de calidad que Moneyball, ya que The Damned United o Evasión o Victoria, referentes instantáneos, carecen de la profundidad suficientes para ser tomadas como algo más que un divertimento pasajero y ligero, sin ninguna ambición por explicar el funcionamiento de un deporte que tiene muchas posibilidades cinematográficas sin explotar en sus más de cien años de historia.


http://twitter.com/jlamotta23




">


ARCHIVOS

Mostrar más


OTRA INFORMACIÓN ES POSIBLE

Información internacional, derechos humanos, cultura, minorías, mujer, infancia, ecología, ciencia y comunicación

El Mercurio Digital (elmercuriodigital.es) se edita bajo licencia de Creative Commons
©Desde 2002 en internet
Otra información es posible




AI FREE: DIARIO LIBRE DE INTELIGENCIA ARTIFICIAL