OPINI脫N de Jes煤s Gonz谩lez Pazos
Mientras seguimos pensando que a煤n vivimos en una Europa democr谩tica, en realidad asistimos a los primeros pasos de un “golpe de Estado” y la posible instauraci贸n de una larga 茅poca de fascismo social y financiero. Entendemos que esta afirmaci贸n es dura y, posiblemente, produzca una inmediata consideraci贸n de ser una exageraci贸n y, adem谩s, alarmismo gratuito. Pero, analicemos tan solo dos elementos evidentes, p煤blicos y ampliamente conocidos, que se han dado en los 煤ltimos meses sobre lo que siempre nos dijeron eran piedras angulares de los sistemas democr谩ticos: las constituciones y los procesos electorales.
Las primeras, y de forma evidente en el Estado espa帽ol, siempre nos recalcaron que eran poco menos que intocables para salvaguardar la estabilidad social y pol铆tica del Estado-Naci贸n. No lo creemos as铆, pero esto es lo que siempre ha mantenido la mayor铆a de la clase pol铆tica. Y nos dec铆an que, en 煤ltimo caso, cualquier reforma constitucional exigir铆a un largo proceso de discusi贸n y debate pol铆tico y, con propuestas claras y ampliamente conocidas por la ciudadan铆a, deber铆a ser refrendada por 茅sta. Sin embargo, en los 煤ltimos meses hemos asistido a procesos expr茅s de reforma constitucional que, pr谩cticamente, se han llevado a cabo sin que esa ciudadan铆a, donde se dice reside el poder soberano de una democracia, se entere de qu茅 es lo que se ha reformado y por qu茅. En el mejor de los casos, sabemos que es algo relacionado con el d茅ficit, la ahora obligada estabilidad presupuestaria y la crisis que domina el escenario pol铆tico y econ贸mico europeo desde hace m谩s de cuatro a帽os (una crisis, por cierto, que en todo momento dec铆an que era coyuntural y pasar铆a pronto, y con el tiempo ha dado la raz贸n a quienes mantenemos desde el principio que es estructural del sistema capitalista). Podemos entonces afirmar que ese poder soberano que resid铆a en el pueblo ha sufrido un evidente y forzado desplazamiento hacia los poderes econ贸micos. 脡stos son ahora quienes deciden los cambios y reformas constitucionales, para que el conocido como poder delegado del pueblo, que se supone reside en la llamada clase pol铆tica, simplemente apruebe lo que prescribe este nuevo poder soberano usurpador.
El segundo elemento evidente del golpe de Estado que se est谩 produciendo lo encontramos en el proceso electoral y consiguiente elecci贸n de los gobernantes. As铆, ese poder soberano usurpador que se帽al谩bamos anteriormente decide ahora tambi茅n si el proceso electoral en un pa铆s es necesario o se puede prescindir del mismo, dando los primeros pasos para el expolio, tambi茅n aqu铆, del derecho a elecci贸n que tiene la sociedad sobre la clase gobernante. En esta l铆nea, hemos asistido en los 煤ltimos meses a los cambios unilaterales de los gobiernos de Grecia y de Italia cuando ya no han sido 煤tiles a los poderes econ贸micos. As铆, cuando Yorgos Papandreu y su gobierno en Grecia ya no ten铆an fuerza, ni valor quiz谩, para aplicar m谩s recortes al castigado pueblo griego, se provoca su ca铆da y se impone su sustituci贸n por otro conformado por los llamados tecn贸cratas. En Italia, donde multitud de esc谩ndalos de todo tipo hab铆an desprestigiado hasta la broma a Silvio Berlusconi, pero ninguno de ellos hab铆a conseguido su salida del gobierno, ser谩n tambi茅n los poderes econ贸micos los que en cuesti贸n de horas decidan y realicen su sustituci贸n por otro tecn贸crata. Y estas actuaciones se convierten en evidentes y n铆tidos mensajes para aquellos otros que pudieran tener la veleidad de tomar medidas no ajustadas a los dictados de “los mercados”.
Pero cuidado con los tecn贸cratas, pues se nos retransmite la imagen de personas con alta cualificaci贸n t茅cnica, al margen de los vicios y el fracaso de la pol铆tica, y neutrales a las ideolog铆as; por encima del “bien y del mal” y, por lo tanto, 煤nicos posibles salvadores de la cr铆tica situaci贸n. Sin embargo, tanto Lukas Papademos, en Grecia, como Mario Monti, en Italia, provienen directamente de los poderes econ贸micos y han construido sus carreras en los entramados financieros hasta el punto de haber sido parte de los n煤cleos de decisi贸n y actuaci贸n de las medidas tomadas en 茅pocas precedentes a la actual crisis y causantes, en gran medida, de la misma. Lukas Papademos, por ejemplo, fue economista jefe primero y vicegobernador despu茅s del Banco de Grecia entre los a帽os 1985 y 2002, para pasar a ocupar la vicepresidencia del Banco Central Europeo. Mario Monti tuvo, entre otras responsabilidades, el cargo de director europeo de la Trilateral (un lobby de evidente tendencia neoliberal) y asesor de Goldman Sachs, durante el periodo que esta compa帽铆a ayud贸 a Grecia a ocultar su enorme d茅ficit, origen en gran parte de la actual situaci贸n griega y de las brutales medidas econ贸micas que ahora la imponen. Entonces, ¿qui茅n ha decidido que estos personajes, por su aparente, aunque discutible, cualidad t茅cnica, tienen capacidad y derecho para estar al frente de gobiernos de sistemas te贸ricamente democr谩ticos? Proviniendo de bancos e instituciones financieras, ¿c贸mo podemos suponer que sus medidas no estar谩n al servicio de estas entidades y de sus intereses lucrativos, respondiendo a sus demandas y medidas antes que para la mejora de las condiciones sociales y econ贸micas de las poblaciones de sus respectivos pa铆ses?
Estos son algunos de los elementos que nos evidencian que asistimos a aut茅nticos golpes de Estado que, definitivamente, prostituyen el llamado sistema democr谩tico europeo e imponen un fascismo social y financiero al servicio de las 茅lites econ贸micas y sus intereses. Al servicio de los llamados “mercados”, unas entidades sobre las que continuamente nos transmiten la idea de que son entes an贸nimos y difusos, casi inidentificables. Esto hace m谩s dif铆cil reconocerlos como los culpables que son de la situaci贸n de crisis y de los graves ataques que, con la disculpa de 茅sta, se est谩n tomando contra todo un n煤cleo de derechos adquiridos por las luchas sindicales, pol铆ticas y sociales a lo largo de todo el siglo XX. De esta forma, difuminando a los culpables, consiguiendo que la sociedad no pueda centrar exactamente sus demandas y protestas hacia responsables directos de la situaci贸n, esos culpables se protegen. Sin embargo, hay que decir que esos “mercados” tienen nombres y apellidos; se re煤nen en Davos y Bildergerg, se encuentran en el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial o la Trilateral, en las famosas agencias de calificaci贸n y en los consejos ejecutivos de los grandes bancos. Ah铆 est谩n quienes est谩n tomando las decisiones, quienes hoy definen cu谩ndo y c贸mo se modifican las constituciones y quienes deben ocupar los gobiernos en sistemas, ya solo presuntamente, democr谩ticos.
Son precisamente esos grupos econ贸micos qui茅nes han reaccionado con las medidas que ahora nos imponen. Hace tan solo dos a帽os, ante los primeros meses y efectos de la llamada crisis, determinados sectores pol铆ticos se atrevieron t铆midamente a identificar culpables en los poderes financieros. Se empez贸 a hablar de la necesidad de reformar el capitalismo al reconocer su profunda crisis, se planteaba la necesidad de controlar el sistema financiero como causante de la misma por su ambici贸n ilimitada, se hablaba de tomar medidas serias contra los para铆sos fiscales y el fraude y toda otra serie de medidas se iban extendiendo como necesarias en la sociedad. Aunque esa clase pol铆tica no pretend铆a nunca cambiar el sistema sino solo modificar lo necesario para su mantenimiento, la reacci贸n de las 茅lites econ贸micas, de “los mercados”, con el control absoluto y la manipulaci贸n de la mayor铆a de los medios de comunicaci贸n, ha hecho que todo eso se haya olvidado y ya no se consideren ni esas t铆midas medidas ni, mucho menos, pedir responsabilidades a quienes han sido los causantes directos de la crisis del sistema capitalista. Se cuestion贸 con fuerza el fracaso del neoliberalismo impuesto en las 煤ltimas d茅cadas y hoy, s贸lo dos a帽os despu茅s, las medidas que se nos aplican hacen gala del neoliberalismo m谩s ortodoxo y est谩n impuestas por aquellos que se vanaglorian del mismo. El debate y actuaciones profundas se ha desviado de esos focos hacia la imposici贸n de medidas de recortes sociales y laborales y para el quebranto de los derechos de las mayor铆as y, por lo tanto, hacia la fascistizaci贸n social y econ贸mica con el consiguiente control de una minor铆a poderosa sobre la vida social y pol铆tica de la sociedad, en aras al aumento incontrolable de sus beneficios.
Entonces, si admitimos que lo se帽alado hasta aqu铆 es una parte importante de los posibles nuevos escenarios en Europa las dudas, v茅rtigos y vacilaciones que se abren ser谩n muchas, pero hay preguntas dominantes, como ¿hasta cu谩ndo vamos a esperar para reaccionar, cuando el camino de recortes y p茅rdidas de derechos que nos est谩n trazando en estos 煤ltimos a帽os es evidente que no lo dan por finalizado sino que seguir谩n profundiz谩ndolo? En esta vieja Europa constituida por viejos pueblos, sigue estando en nuestras manos, aunque quiz谩 por no mucho m谩s tiempo, siendo ese es el grave riesgo que corremos, la capacidad para frenar el golpe de Estado, para impedir que el fascismo social y financiero se nos imponga.
* Jes煤s Gonz谩lez Pazos. Mugarik Gabe Euskadi
Mientras seguimos pensando que a煤n vivimos en una Europa democr谩tica, en realidad asistimos a los primeros pasos de un “golpe de Estado” y la posible instauraci贸n de una larga 茅poca de fascismo social y financiero. Entendemos que esta afirmaci贸n es dura y, posiblemente, produzca una inmediata consideraci贸n de ser una exageraci贸n y, adem谩s, alarmismo gratuito. Pero, analicemos tan solo dos elementos evidentes, p煤blicos y ampliamente conocidos, que se han dado en los 煤ltimos meses sobre lo que siempre nos dijeron eran piedras angulares de los sistemas democr谩ticos: las constituciones y los procesos electorales.
Las primeras, y de forma evidente en el Estado espa帽ol, siempre nos recalcaron que eran poco menos que intocables para salvaguardar la estabilidad social y pol铆tica del Estado-Naci贸n. No lo creemos as铆, pero esto es lo que siempre ha mantenido la mayor铆a de la clase pol铆tica. Y nos dec铆an que, en 煤ltimo caso, cualquier reforma constitucional exigir铆a un largo proceso de discusi贸n y debate pol铆tico y, con propuestas claras y ampliamente conocidas por la ciudadan铆a, deber铆a ser refrendada por 茅sta. Sin embargo, en los 煤ltimos meses hemos asistido a procesos expr茅s de reforma constitucional que, pr谩cticamente, se han llevado a cabo sin que esa ciudadan铆a, donde se dice reside el poder soberano de una democracia, se entere de qu茅 es lo que se ha reformado y por qu茅. En el mejor de los casos, sabemos que es algo relacionado con el d茅ficit, la ahora obligada estabilidad presupuestaria y la crisis que domina el escenario pol铆tico y econ贸mico europeo desde hace m谩s de cuatro a帽os (una crisis, por cierto, que en todo momento dec铆an que era coyuntural y pasar铆a pronto, y con el tiempo ha dado la raz贸n a quienes mantenemos desde el principio que es estructural del sistema capitalista). Podemos entonces afirmar que ese poder soberano que resid铆a en el pueblo ha sufrido un evidente y forzado desplazamiento hacia los poderes econ贸micos. 脡stos son ahora quienes deciden los cambios y reformas constitucionales, para que el conocido como poder delegado del pueblo, que se supone reside en la llamada clase pol铆tica, simplemente apruebe lo que prescribe este nuevo poder soberano usurpador.
El segundo elemento evidente del golpe de Estado que se est谩 produciendo lo encontramos en el proceso electoral y consiguiente elecci贸n de los gobernantes. As铆, ese poder soberano usurpador que se帽al谩bamos anteriormente decide ahora tambi茅n si el proceso electoral en un pa铆s es necesario o se puede prescindir del mismo, dando los primeros pasos para el expolio, tambi茅n aqu铆, del derecho a elecci贸n que tiene la sociedad sobre la clase gobernante. En esta l铆nea, hemos asistido en los 煤ltimos meses a los cambios unilaterales de los gobiernos de Grecia y de Italia cuando ya no han sido 煤tiles a los poderes econ贸micos. As铆, cuando Yorgos Papandreu y su gobierno en Grecia ya no ten铆an fuerza, ni valor quiz谩, para aplicar m谩s recortes al castigado pueblo griego, se provoca su ca铆da y se impone su sustituci贸n por otro conformado por los llamados tecn贸cratas. En Italia, donde multitud de esc谩ndalos de todo tipo hab铆an desprestigiado hasta la broma a Silvio Berlusconi, pero ninguno de ellos hab铆a conseguido su salida del gobierno, ser谩n tambi茅n los poderes econ贸micos los que en cuesti贸n de horas decidan y realicen su sustituci贸n por otro tecn贸crata. Y estas actuaciones se convierten en evidentes y n铆tidos mensajes para aquellos otros que pudieran tener la veleidad de tomar medidas no ajustadas a los dictados de “los mercados”.
Pero cuidado con los tecn贸cratas, pues se nos retransmite la imagen de personas con alta cualificaci贸n t茅cnica, al margen de los vicios y el fracaso de la pol铆tica, y neutrales a las ideolog铆as; por encima del “bien y del mal” y, por lo tanto, 煤nicos posibles salvadores de la cr铆tica situaci贸n. Sin embargo, tanto Lukas Papademos, en Grecia, como Mario Monti, en Italia, provienen directamente de los poderes econ贸micos y han construido sus carreras en los entramados financieros hasta el punto de haber sido parte de los n煤cleos de decisi贸n y actuaci贸n de las medidas tomadas en 茅pocas precedentes a la actual crisis y causantes, en gran medida, de la misma. Lukas Papademos, por ejemplo, fue economista jefe primero y vicegobernador despu茅s del Banco de Grecia entre los a帽os 1985 y 2002, para pasar a ocupar la vicepresidencia del Banco Central Europeo. Mario Monti tuvo, entre otras responsabilidades, el cargo de director europeo de la Trilateral (un lobby de evidente tendencia neoliberal) y asesor de Goldman Sachs, durante el periodo que esta compa帽铆a ayud贸 a Grecia a ocultar su enorme d茅ficit, origen en gran parte de la actual situaci贸n griega y de las brutales medidas econ贸micas que ahora la imponen. Entonces, ¿qui茅n ha decidido que estos personajes, por su aparente, aunque discutible, cualidad t茅cnica, tienen capacidad y derecho para estar al frente de gobiernos de sistemas te贸ricamente democr谩ticos? Proviniendo de bancos e instituciones financieras, ¿c贸mo podemos suponer que sus medidas no estar谩n al servicio de estas entidades y de sus intereses lucrativos, respondiendo a sus demandas y medidas antes que para la mejora de las condiciones sociales y econ贸micas de las poblaciones de sus respectivos pa铆ses?
Estos son algunos de los elementos que nos evidencian que asistimos a aut茅nticos golpes de Estado que, definitivamente, prostituyen el llamado sistema democr谩tico europeo e imponen un fascismo social y financiero al servicio de las 茅lites econ贸micas y sus intereses. Al servicio de los llamados “mercados”, unas entidades sobre las que continuamente nos transmiten la idea de que son entes an贸nimos y difusos, casi inidentificables. Esto hace m谩s dif铆cil reconocerlos como los culpables que son de la situaci贸n de crisis y de los graves ataques que, con la disculpa de 茅sta, se est谩n tomando contra todo un n煤cleo de derechos adquiridos por las luchas sindicales, pol铆ticas y sociales a lo largo de todo el siglo XX. De esta forma, difuminando a los culpables, consiguiendo que la sociedad no pueda centrar exactamente sus demandas y protestas hacia responsables directos de la situaci贸n, esos culpables se protegen. Sin embargo, hay que decir que esos “mercados” tienen nombres y apellidos; se re煤nen en Davos y Bildergerg, se encuentran en el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial o la Trilateral, en las famosas agencias de calificaci贸n y en los consejos ejecutivos de los grandes bancos. Ah铆 est谩n quienes est谩n tomando las decisiones, quienes hoy definen cu谩ndo y c贸mo se modifican las constituciones y quienes deben ocupar los gobiernos en sistemas, ya solo presuntamente, democr谩ticos.
Son precisamente esos grupos econ贸micos qui茅nes han reaccionado con las medidas que ahora nos imponen. Hace tan solo dos a帽os, ante los primeros meses y efectos de la llamada crisis, determinados sectores pol铆ticos se atrevieron t铆midamente a identificar culpables en los poderes financieros. Se empez贸 a hablar de la necesidad de reformar el capitalismo al reconocer su profunda crisis, se planteaba la necesidad de controlar el sistema financiero como causante de la misma por su ambici贸n ilimitada, se hablaba de tomar medidas serias contra los para铆sos fiscales y el fraude y toda otra serie de medidas se iban extendiendo como necesarias en la sociedad. Aunque esa clase pol铆tica no pretend铆a nunca cambiar el sistema sino solo modificar lo necesario para su mantenimiento, la reacci贸n de las 茅lites econ贸micas, de “los mercados”, con el control absoluto y la manipulaci贸n de la mayor铆a de los medios de comunicaci贸n, ha hecho que todo eso se haya olvidado y ya no se consideren ni esas t铆midas medidas ni, mucho menos, pedir responsabilidades a quienes han sido los causantes directos de la crisis del sistema capitalista. Se cuestion贸 con fuerza el fracaso del neoliberalismo impuesto en las 煤ltimas d茅cadas y hoy, s贸lo dos a帽os despu茅s, las medidas que se nos aplican hacen gala del neoliberalismo m谩s ortodoxo y est谩n impuestas por aquellos que se vanaglorian del mismo. El debate y actuaciones profundas se ha desviado de esos focos hacia la imposici贸n de medidas de recortes sociales y laborales y para el quebranto de los derechos de las mayor铆as y, por lo tanto, hacia la fascistizaci贸n social y econ贸mica con el consiguiente control de una minor铆a poderosa sobre la vida social y pol铆tica de la sociedad, en aras al aumento incontrolable de sus beneficios.
Entonces, si admitimos que lo se帽alado hasta aqu铆 es una parte importante de los posibles nuevos escenarios en Europa las dudas, v茅rtigos y vacilaciones que se abren ser谩n muchas, pero hay preguntas dominantes, como ¿hasta cu谩ndo vamos a esperar para reaccionar, cuando el camino de recortes y p茅rdidas de derechos que nos est谩n trazando en estos 煤ltimos a帽os es evidente que no lo dan por finalizado sino que seguir谩n profundiz谩ndolo? En esta vieja Europa constituida por viejos pueblos, sigue estando en nuestras manos, aunque quiz谩 por no mucho m谩s tiempo, siendo ese es el grave riesgo que corremos, la capacidad para frenar el golpe de Estado, para impedir que el fascismo social y financiero se nos imponga.
* Jes煤s Gonz谩lez Pazos. Mugarik Gabe Euskadi