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La corrupci贸n de Mariano Rajoy

OPINI脫N de Rafael Fernando Navarro    

Cu谩nto se ha escrito 煤ltimamente sobre la corrupci贸n. Baleares, Valencia, Andaluc铆a, la g眉rtel, el caso campe贸n, los ERES esnifados como coca铆na, las obras fara贸nicas que terminaron costando el doble de lo presupuestado, los aeropuertos dedicados al paseo dominguero. Todos quieren poner coto a la corrupci贸n. Todos proclaman una tolerancia cero, pero todos tienen que reconocer que est谩 implantada en el quehacer pol铆tico. La ambici贸n corresponde al campo de lo humano, pero no por eso deja de ser detestable, como el odio, las guerras o las dictaduras.

Me preocupa esta corrupci贸n y las dimensiones que ha adquirido en todos los 贸rdenes. Pero me preocupa m谩s la reducci贸n de la corrupci贸n al terreno econ贸mico de forma casi exclusiva. Es corrupto el pol铆tico que se apropia de dinero p煤blico, que lo distribuye entre amigos o que lo despilfarra en estatuas erigidas para gloria y honor de un gobernante megal贸mano. Es as铆. Pero es mutilar su definici贸n, dejarla reducida a la billetera y disimular otras corrupciones m谩s importantes, m谩s destructivas y m谩s determinantes en la marcha de un pa铆s.

En democracia tambi茅n hay corrupci贸n. La part铆cula “tambi茅n “ figura de manera intencionada para distinguirla de la ejercida en las dictaduras, porque las dictaduras son en s铆 mismas una corrupci贸n perversa en sus propios cimientos. Tenemos ejemplos de pol铆ticos ladrones y de ladrones no pol铆ticos. Desde el usurero de corbata hasta el tironero, pasando por la direcci贸n general de no s茅 qu茅 ministerio. M谩s a煤n: parece que admitimos de antemano que todo pol铆tico inevitablemente roba. Y esto es absolutamente falso. La existencia comprobada de unos cuantos, no faculta a la generalizaci贸n absoluta. Resulta extra帽o este empe帽o de algunos de atribuir a todos los pol铆ticos su capacidad de corrupci贸n econ贸mica. 脷ltimamente una derecha descerebrada atribuye tambi茅n a los sindicatos su desmedido af谩n de participar en el oscuro pastel de esa perversi贸n. A帽oran tal vez una dictadura ejemplific谩ndola como el cristal que ni se rompe ni se mancha.

El t铆tulo de este art铆culo puede escandalizar nada m谩s leerlo. Pero a lo mejor entra帽a una verdad que no quieren reconocer aquellos reduccionistas a una cuesti贸n de pillaje econ贸mico. La palabra dada por los pol铆ticos, conscientes de que va a ser traicionada, encierra una perversi贸n que deber铆amos denunciar con m谩s empe帽o que la apropiaci贸n indebida de dinero. El dinero, en una democracia, es menos importante que la palabra. Porque la palabra es el vientre l煤cido de la democracia. La palabra la fecunda, la crea y la pone en la luz de la responsabilidad compartida. Pero alguien la obliga a hacer la calle. La coloca en una esquina, falda cota y escote transparente. Se trata de ganar una clientela tan prostituida como ella. Carne de palabra barata, propiedad de chulo proxeneta.

El Partido Popular, con Mariano Rajoy a la cabeza, ha tenido ocho a帽os de oposici贸n para minar el gobierno democraticamente elegido de Rodr铆guez Zapatero. Siempre he dado por supuesto que el jefe de la oposici贸n tiene la capacidad de conocer a fondo todos los aspectos para dirigir un gobierno, dado que podr铆a ocupar la direcci贸n del pa铆s en unas elecciones. De ah铆 que cuando se criticaba la acci贸n del presidente Zapatero uno supusiera la honradez de la cr铆tica ejercida. Era perjudicial subir los impuestos, bochornoso someterse a los dictados de Europa, perverso abaratar el despido, bajar los sueldos de los funcionarios, recortar la sanidad. Los espa帽oles deber铆amos apuntarnos a la primavera egipcia o libia y salir a la calle, nos animaba Pons. El Partido Popular era realmente el partido de los trabajadores (Mar铆a Dolores). Era criminal congelar las pensiones. No se pod铆a permitir que se cargara sobre los m谩s desfavorecidos el peso de la crisis. Hab铆a que gravar las grandes fortunas. No se pod铆a asumir un desempleado m谩s amontonado sobre los millones ya existentes. ¿Seguimos? ¿Se acuerdan de Soraya, Esperanza, Botella, Aznar, Te贸fila?

Rajoy lleg贸 a la Moncloa. Y se dio cuenta de que el pa铆s estaba mal. Si antes no lo sab铆a no deber铆a haber aspirado a la presidencia. Si lo sab铆a (seguro que lo sab铆a) minti贸 descaradamente, profan贸 ese vientre que es la palabra y se enfang贸 en la corrupci贸n m谩s abominable. Se han subido los impuestos, se ha colocado a los trabajadores bajo la suela empresarial, se ha cuadrado militarmente ante Merkel, se ha olvidado de las grandes fortunas, se ha abaratado el despido, no se ha recuperado la confianza de los mercados, la prima de riesgo sigue su curso ciclot铆mico, no se crea empleo y se prev茅n ochocientos mil arados m谩s abandonados en el orfanato del INEM, se derrumba el estado de bienestar, los empresarios exigen una revisi贸n del derecho de huelga porque unos poquitos no pueden obstruir el trabajo de una mayor铆a, De Guindos se pregunta si tiene sentido la huelga en el siglo XXI. Se recorta en sanidad, en educaci贸n, se ataca a los sindicatos pretendiendo velada o descaradamente su desaparici贸n.

Esta corrupci贸n es infinitamente m谩s sangrante que la econ贸mica. Es traici贸n, prevaricaci贸n, pu帽alada en los costillares de un pa铆s. No fueron promesas las promesas. Y ahora, el miedo como elemento transformador de una libertad a la que los pol铆ticos degradan y a la que temen.

¿Hasta d贸nde puede aguantar un pa铆s sin abdicar de su dignidad?

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