OPINI脫N de Fortunato Esquivel
El 25 de abril, pas贸 como un d铆a m谩s en nuestra historia y la del mundo. Nadie le dio mayor importancia, pero este es un d铆a memorable para un poeta que en pocas horas cre贸 el himno m谩s famoso del mundo.
Corr铆a el a帽o 1792, Francia viv铆a el comienzo de una nueva 茅poca, que no todos aceptaban en Europa. La Asamblea Nacional Francesa, no se pon铆a de acuerdo en el debate para resolver si se declaraba la guerra contra la coalici贸n de emperadores y reyes o por el contrario deb铆a negociarse la paz.
El rey Luis XVI se manifestaba indeciso, temeroso del triunfo de los revolucionarios y de una derrota en los campos de batalla. Los partidos, compart铆an la indecisi贸n. Los girondinos, eran los 煤nicos partidarios de la guerra, para mantenerse en el poder. Los peri贸dicos informaban y polemizaban sobre la situaci贸n.
El 20 de abril, Luis XVI toma la decisi贸n de declarar la guerra al emperador de Austria y al rey de Prusia. Los soldados comienzan a prepararse, con entusiasmo en la calles, pero con temores en sus hogares. El enemigo est谩 acantonado en las orillas del Rin, dispuesto a cruzar y derrotar a los franceses.
En la plaza mayor de Estrasburgo, el alcalde Federico Dietrich, lee la declaraci贸n de guerra a cuya culminaci贸n las bandas ejecutan canciones de guerra. En clubes y caf茅s se pronuncian encendidos discursos. Por la noche el alcalde re煤ne en su casa a oficiales y funcionarios en una fiesta de despedida.
A la hora de los discursos y los brindis, Dietrich se dirige a un poco conocido capit谩n de la milicia de apellido Rouget y que se hac铆a llamar Rouguet de L’Isle, para pedirle componga un canto al Ej茅rcito del Rin, puesto que medio a帽o antes hab铆a escrito un bonito himno a la libertad.
Tras aceptar la petici贸n, se cruzaron nuevos brindis y Rouget retorn贸 a su casa lleno de entusiasmo y vino. Por la calle escuch贸 los temores de las mujeres, pero tambi茅n el entusiasmo de los que esperaban la declaratoria guerrera. ¿C贸mo empezar la composici贸n? Es entonces que el genio de la inspiraci贸n comienza a apoderarse del capit谩n de ingenieros.
Inconscientemente salen los primeros versos: ¡Allons, enfants de la patrie, le jour de gloire est arriv茅! A partir de eso, es presa de una poderosa corriente que le arrastra, haci茅ndole tragar, no vino, sino inspiraci贸n. Los discursos escuchados, los temores de las mujeres y el amor a la libertad, le dominan.
Esa noche, Rouget ya no necesit贸 componer, porque los ritmos de la calle, el estr茅pito del paso de los ca帽ones, los gritos de la soldadesca, le llenan el cerebro que ya no se domina. Las estrofas y notas acuden a 茅l de manera atropellada hasta terminar las estrofas y s贸lo entonces queda extenuado y tendido sobre su cama para un sue帽o profundo como la muerte. Fue una noche que ni 茅l ni nadie olvidar谩 jam谩s.
Las campanas de la catedral le despertaron al d铆a siguiente y aunque sabe que algo ocurri贸 aquella noche no est谩 totalmente consciente de ello, hasta que sobre su mesa ve su obra. Sali贸 de inmediato en busca del alcalde que encuentra durante su paseo matinal. Le hab铆a pedido componer una marcha, pero ¿tan pronto? Ambos la interpretaron y quedaron satisfechos. La estrenaron durante una fiesta nocturna. Pero, nada m谩s.
Pasaron dos meses. En el otro extremo de Francia, en Marsella, un banquete en el Club de Amigos de la Constituci贸n desped铆a a los voluntarios que iban al frente. Un tal Mireur levant贸 su copa y cuando todos esperaban un brindis, comenz贸 a entonar la inspiraron de Rouget, a煤n desconocida para ellos.
Fue como una chispa en el polvor铆n, la emoci贸n embarg贸 a todos. Los soldados encontraron en los versos, sus m谩s 铆ntimos anhelos. Todos se sintieron arrebatados por aquella melod铆a que se convirti贸 en su canci贸n y como nadie sab铆a las se帽as de su autor, a partir de entonces se la conoci贸 simplemente como “La Marsellesa”.
La Marsellesa, se convirti贸 en bandera y fue llevada por los franceses en arrolladores avances. Los combatientes exaltados, despreciaban la muerte, iban como Nik茅 la diosa alada de la victoria.
En el aniversario de “La Marsellesa”, aqu铆 su versi贸n para disfrutarla:
Allons enfants de la patrie
Le jour de gloire est arriv茅!
Contre nous de la tyrannie
L'茅tendard sanglant est lev茅!
L'茅tendard sanglant est lev茅!
Entendez-vous dans les campagnes
Mugir ces f茅roces soldats?
Ils viennent jusque dans vos bras
Ecorger nos fils, et nos compagnes,
Coro
Aux armes citoyens!
Formez vos bataillons!
Marchons, marchons,
Qu’un sang impur abreuve 脿 nos sillons!
Nous entrerons dans la carri猫re
Quand nos a卯n茅s n'y seront plus!
Nous y trouverons leur poussi猫re
Et la trace de leurs vertus.
Bien moins jaloux de leur cercueil,
Nous aurons le sublime orgueil
De les venger ou de les suivre,
El Himno Nacional Franc茅s en espa帽ol.
Marchemos, hijos de la patria,
Que ha llegado el d铆a de la gloria
El sangriento estandarte de la tiran铆a
Est谩 ya levantado contra nosotros (bis)
¿No o铆s bramar por las campi帽as
A esos feroces soldados?
Pues vienen a degollar
A nuestros hijos y a nuestras esposas
¡A las armas, ciudadanos!
¡Formad vuestros batallones!
Marchemos, marchemos,
Que una sangre impura
Empape nuestros surcos.
¿Qu茅 pretende esa horda de esclavos,
De traidores, de reyes conjurados?
¿Para qui茅n son esas innobles trabas
y esas cadenas
Tiempo ha preparadas? (bis)
¡Para nosotros, franceses! Oh, qu茅 ultraje ! (bis)
¡Qu茅 arrebato nos debe excitar!
Es a nosotros a quienes pretenden sumir
De nuevo en la antigua esclavitud
¡Y qu茅 ! Sufriremos que esas tropas extranjeras
Dicten la ley en nuestros hogares,
Y que esas falanges mercenarias
Venzan a nuestros valientes guerreros? (bis)
¡Gran Dios! Encadenadas nuestras manos,
Tendr铆amos que doblegar las frentes bajo el yugo!
Los due帽os de nuestro destino
No ser铆an m谩s que unos viles d茅spotas.
¡Temblad! tiranos, y tambi茅n vosotros, p茅rfidos,
Oprobio de todos los partidos!
¡Temblad! Vuestros parricidas proyectos
Van al fin a recibir su castigo. (bis)
Todos son soldados para combatiros.
Si perecen nuestros h茅roes.
Francia produce otros nuevos
Dispuestos a aniquilaros.
¡Franceses, como magn谩nimos guerreros
Sufrid o rechazad los golpes!
Perdonad estas pobres v铆ctimas
Que contra su voluntad se arman contra nosotros.
Pero esos d茅spotas sanguinarios,
Pero esos c贸mplices de Bouill茅,
Todos esos tigres que, sin piedad,
Desgarran el coraz贸n de su madre...
Nosotros entramos en el camino
Cuando ya no existan nuestros mayores;
All铆 encontraremos sus cenizas
Y la huella de sus virtudes. (bis)
No estaremos tan celosos de seguirles
Como de participar de su tumba;
¡Tendremos el sublime orgullo
De vengarles o de seguirles!
¡Amor sagrado de la patria,
Conduce y sost茅n nuestros brazos
Vengadores !
¡Libertad, libertad querida,
Pelea con tus defensores (bis)
¡Que la victoria acuda bajo tus banderas
Al o铆r tus varoniles acentos!
¡Que tus enemigos moribundos
Vean tu triunfo y nuestra gloria!
El 25 de abril, pas贸 como un d铆a m谩s en nuestra historia y la del mundo. Nadie le dio mayor importancia, pero este es un d铆a memorable para un poeta que en pocas horas cre贸 el himno m谩s famoso del mundo.
Corr铆a el a帽o 1792, Francia viv铆a el comienzo de una nueva 茅poca, que no todos aceptaban en Europa. La Asamblea Nacional Francesa, no se pon铆a de acuerdo en el debate para resolver si se declaraba la guerra contra la coalici贸n de emperadores y reyes o por el contrario deb铆a negociarse la paz.
El rey Luis XVI se manifestaba indeciso, temeroso del triunfo de los revolucionarios y de una derrota en los campos de batalla. Los partidos, compart铆an la indecisi贸n. Los girondinos, eran los 煤nicos partidarios de la guerra, para mantenerse en el poder. Los peri贸dicos informaban y polemizaban sobre la situaci贸n.
El 20 de abril, Luis XVI toma la decisi贸n de declarar la guerra al emperador de Austria y al rey de Prusia. Los soldados comienzan a prepararse, con entusiasmo en la calles, pero con temores en sus hogares. El enemigo est谩 acantonado en las orillas del Rin, dispuesto a cruzar y derrotar a los franceses.
En la plaza mayor de Estrasburgo, el alcalde Federico Dietrich, lee la declaraci贸n de guerra a cuya culminaci贸n las bandas ejecutan canciones de guerra. En clubes y caf茅s se pronuncian encendidos discursos. Por la noche el alcalde re煤ne en su casa a oficiales y funcionarios en una fiesta de despedida.
A la hora de los discursos y los brindis, Dietrich se dirige a un poco conocido capit谩n de la milicia de apellido Rouget y que se hac铆a llamar Rouguet de L’Isle, para pedirle componga un canto al Ej茅rcito del Rin, puesto que medio a帽o antes hab铆a escrito un bonito himno a la libertad.
Tras aceptar la petici贸n, se cruzaron nuevos brindis y Rouget retorn贸 a su casa lleno de entusiasmo y vino. Por la calle escuch贸 los temores de las mujeres, pero tambi茅n el entusiasmo de los que esperaban la declaratoria guerrera. ¿C贸mo empezar la composici贸n? Es entonces que el genio de la inspiraci贸n comienza a apoderarse del capit谩n de ingenieros.
Inconscientemente salen los primeros versos: ¡Allons, enfants de la patrie, le jour de gloire est arriv茅! A partir de eso, es presa de una poderosa corriente que le arrastra, haci茅ndole tragar, no vino, sino inspiraci贸n. Los discursos escuchados, los temores de las mujeres y el amor a la libertad, le dominan.
Esa noche, Rouget ya no necesit贸 componer, porque los ritmos de la calle, el estr茅pito del paso de los ca帽ones, los gritos de la soldadesca, le llenan el cerebro que ya no se domina. Las estrofas y notas acuden a 茅l de manera atropellada hasta terminar las estrofas y s贸lo entonces queda extenuado y tendido sobre su cama para un sue帽o profundo como la muerte. Fue una noche que ni 茅l ni nadie olvidar谩 jam谩s.
Las campanas de la catedral le despertaron al d铆a siguiente y aunque sabe que algo ocurri贸 aquella noche no est谩 totalmente consciente de ello, hasta que sobre su mesa ve su obra. Sali贸 de inmediato en busca del alcalde que encuentra durante su paseo matinal. Le hab铆a pedido componer una marcha, pero ¿tan pronto? Ambos la interpretaron y quedaron satisfechos. La estrenaron durante una fiesta nocturna. Pero, nada m谩s.
Pasaron dos meses. En el otro extremo de Francia, en Marsella, un banquete en el Club de Amigos de la Constituci贸n desped铆a a los voluntarios que iban al frente. Un tal Mireur levant贸 su copa y cuando todos esperaban un brindis, comenz贸 a entonar la inspiraron de Rouget, a煤n desconocida para ellos.
Fue como una chispa en el polvor铆n, la emoci贸n embarg贸 a todos. Los soldados encontraron en los versos, sus m谩s 铆ntimos anhelos. Todos se sintieron arrebatados por aquella melod铆a que se convirti贸 en su canci贸n y como nadie sab铆a las se帽as de su autor, a partir de entonces se la conoci贸 simplemente como “La Marsellesa”.
La Marsellesa, se convirti贸 en bandera y fue llevada por los franceses en arrolladores avances. Los combatientes exaltados, despreciaban la muerte, iban como Nik茅 la diosa alada de la victoria.
En el aniversario de “La Marsellesa”, aqu铆 su versi贸n para disfrutarla:
Allons enfants de la patrie
Le jour de gloire est arriv茅!
Contre nous de la tyrannie
L'茅tendard sanglant est lev茅!
L'茅tendard sanglant est lev茅!
Entendez-vous dans les campagnes
Mugir ces f茅roces soldats?
Ils viennent jusque dans vos bras
Ecorger nos fils, et nos compagnes,
Coro
Aux armes citoyens!
Formez vos bataillons!
Marchons, marchons,
Qu’un sang impur abreuve 脿 nos sillons!
Nous entrerons dans la carri猫re
Quand nos a卯n茅s n'y seront plus!
Nous y trouverons leur poussi猫re
Et la trace de leurs vertus.
Bien moins jaloux de leur cercueil,
Nous aurons le sublime orgueil
De les venger ou de les suivre,
El Himno Nacional Franc茅s en espa帽ol.
Marchemos, hijos de la patria,
Que ha llegado el d铆a de la gloria
El sangriento estandarte de la tiran铆a
Est谩 ya levantado contra nosotros (bis)
¿No o铆s bramar por las campi帽as
A esos feroces soldados?
Pues vienen a degollar
A nuestros hijos y a nuestras esposas
¡A las armas, ciudadanos!
¡Formad vuestros batallones!
Marchemos, marchemos,
Que una sangre impura
Empape nuestros surcos.
¿Qu茅 pretende esa horda de esclavos,
De traidores, de reyes conjurados?
¿Para qui茅n son esas innobles trabas
y esas cadenas
Tiempo ha preparadas? (bis)
¡Para nosotros, franceses! Oh, qu茅 ultraje ! (bis)
¡Qu茅 arrebato nos debe excitar!
Es a nosotros a quienes pretenden sumir
De nuevo en la antigua esclavitud
¡Y qu茅 ! Sufriremos que esas tropas extranjeras
Dicten la ley en nuestros hogares,
Y que esas falanges mercenarias
Venzan a nuestros valientes guerreros? (bis)
¡Gran Dios! Encadenadas nuestras manos,
Tendr铆amos que doblegar las frentes bajo el yugo!
Los due帽os de nuestro destino
No ser铆an m谩s que unos viles d茅spotas.
¡Temblad! tiranos, y tambi茅n vosotros, p茅rfidos,
Oprobio de todos los partidos!
¡Temblad! Vuestros parricidas proyectos
Van al fin a recibir su castigo. (bis)
Todos son soldados para combatiros.
Si perecen nuestros h茅roes.
Francia produce otros nuevos
Dispuestos a aniquilaros.
¡Franceses, como magn谩nimos guerreros
Sufrid o rechazad los golpes!
Perdonad estas pobres v铆ctimas
Que contra su voluntad se arman contra nosotros.
Pero esos d茅spotas sanguinarios,
Pero esos c贸mplices de Bouill茅,
Todos esos tigres que, sin piedad,
Desgarran el coraz贸n de su madre...
Nosotros entramos en el camino
Cuando ya no existan nuestros mayores;
All铆 encontraremos sus cenizas
Y la huella de sus virtudes. (bis)
No estaremos tan celosos de seguirles
Como de participar de su tumba;
¡Tendremos el sublime orgullo
De vengarles o de seguirles!
¡Amor sagrado de la patria,
Conduce y sost茅n nuestros brazos
Vengadores !
¡Libertad, libertad querida,
Pelea con tus defensores (bis)
¡Que la victoria acuda bajo tus banderas
Al o铆r tus varoniles acentos!
¡Que tus enemigos moribundos
Vean tu triunfo y nuestra gloria!