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GUATEMALA. Primera prueba

OPINIÓN de Ileana Alamilla 

La encuesta publicada esta semana por Prensa Libre muestra que el Gobierno tiene su primera prueba superada; sin embargo, no debe confiarse de las percepciones recogidas en este lapso de tiempo, sobre todo porque a pesar de que salió bien calificado hay muchas olas que pueden convertirse en grandes mareas que enturbien de manera peligrosa ese mar de problemas en el cual navega la administración. La imagen estereotipada del mandatario se empieza a revertir, especialmente por quienes temían al “kaibil, represor y mano dura”.

Su confesa ideología conservadora de “centro derecha” no le ha impedido tener una visión de país y un conocimiento del Estado de la que careció el socialdemócrata que lo antecedió. Contra toda previsión prejuiciada, hasta ahora ha habido un respeto a los derechos humanos, según la percepción ciudadana.

En este barco vamos todos y el capitán al mando debería fijar el rumbo, pero, por lo visto, no siempre hay subordinación. En los ejes definidos como priorizados, hay equipos que efectivamente están cohesionados en torno a los objetivos estratégicos y otros no.

Y siendo un gobierno de derecha, no parece raro que salga mal calificado en la economía, donde la cartera correspondiente se inhibe dócilmente ante el “libre mercado”, que fija los precios, siempre en desmedro de los consumidores populares.

A pesar de los proyectos, programas e inversión prometida para combatir el drama de la desnutrición, este aspecto no ha sido valorado por los entrevistados. La gente quiere resultados, no promesas. El descontento con la atención a la pobreza es natural, por cuanto mucho de este tema se identifica con las transferencias monetarias condicionadas que están pendientes de iniciarse, cuando el Ministerio de Desarrollo Social logre realmente despegar.

Mientras tanto, la ministra de Educación, a pesar de estar frente a una de las carteras más difíciles, ha logrado avances y cumplir algunas metas. Hay que reconocer también al gremio magisterial y a su dirigente, que le han dado una tregua a la licenciada Del Águila.

La turbulencia generada en torno al ministro de Salud y su abrupta salida es otro aspecto que debe estar en la mira del equipo de gobierno, pues esta cartera, que es de vital importancia, no ha tenido la atención privilegiada que requiere, como tampoco la auditoría y control sobre los recursos que maneja y la atención a los pacientes, aspectos centrales de cualquier acto de gobierno. En este aspecto todavía queda la duda de la sobrevaloración de los medicamentos. Un buen mensaje sería la apreciación del trabajo, que raya en sacrificio, de los médicos que en esas precarias condiciones deben prestar los servicios a los desfavorecidos. Sería muy bueno que los altos funcionarios fueran a darse una vueltecita para evaluar si hospitalizarían a algún familiar en esos nosocomios.

Lo más preocupante es el vicio enquistado de la corrupción, los abusos de poder, los negocios apetecidos que el Estado provoca y el pago de favores y facturas. Sobre esto debería versar la próxima evaluación del Gobierno, para incentivar a que concreten el cambio prometido.




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