OPINIÓN de Fortunato Esquivel
Hace poco, se realizó la Cumbre de las América en Cartagena (Colombia), sin las asistencias presidenciales de Cuba y Ecuador. Con la anticipación del caso, el mandatario colombiano se movilizó de un lado para otro a fin de justificar algo que ya estaba anunciado. Que Estados Unidos vetaba la presencia de Cuba, por enésima vez.
Los presidentes, sobre todo del ALBA, tuvieron sus dudas respecto a esa discriminación. Evo Morales, dubitativo no sabía si concurrir o no. El único que tuvo la valentía de expresar su real sentir, fue el ecuatoriano, quien dijo que si Cuba no era invitada, no concurriría a la reunión de ese mecanismo semi-muerto que además está al servicio de los caprichos del Imperio.
Bolivia y Estados Unidos, no mantienen relaciones a nivel de embajadores desde la expulsión ignominiosa de Philip Goldberg. Esta situación puede ser una de las razones por las que el Imperio acaba de tomar una decisión “muy diplomática”. La canciller Hillary Clinton, no tiene tiempo para esta “reunioncilla” pues tiene cosas más importantes que atender.
Desde luego que Barack Obama, no concurrirá, pues en un año electoral prefiere dedicarse a la cosecha de votos y no ocuparse de asuntos del “tercer mundo”. Por esta razón nos parece torpe que en ocasión de la Cumbre de las Américas, los países de esta parte del continente no hubieran actuado abigarrados y se hubieran negado a concurrir a Cartagena, que finalmente fue un fracaso estrepitoso para las intenciones imperiales.
Si Morales se hubiera solidarizado con Cuba y Ecuador, seguramente a estas alturas estaría justificado el “desaire” norteamericano hacia la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) que se celebrará entre el 3 y 5 de junio en Tiquipaya. Esto nos tiene que enseñar a no ser “llunkus del Imperio”.
Como la OEA es utilizada por el Imperio para sus propios intereses, Estados Unidos, observó de antemano la “Declaración de Cochabamba” que deberá ser firmada por los concurrentes. Ese borrador proclama el acceso al agua como un derecho humano. Pero el Imperio no respaldó esa declaración en Naciones Unidas.
Además, Bolivia, planteará en esta ocasión la seguridad alimentaria con soberanía, la nacionalización de la tierra y sobre todo la reivindicación marítima. La señora Clinton no quiere comprometer a su país en estos temas sensibles para los menos favorecidos de Latinoamérica. Y menos, pronunciarse en torno a la reivindicación marítima de Bolivia, toda vez que el Imperio acaba de instalar bases militares en Chile.
El “desprecio diplomático” norteamericano, está justificado para ellos. Este tinglado colonial es ya cosa del pasado y no tendría que continuar. Por el contrario, sería bueno sepultar la OEA en esta oportunidad y crear un organismo parecido, pero sin la presencia imperial y con sede en un país de América Latina. ¡Ya basta de OEA colonial!
La OEA fue diseñada como un tiburón al servicio imperial para depredar por separado a cada una de las sardinas, que son nuestros países de su patio trasero. Durante los últimos 25 años, tuvimos una amarga experiencia con el neoliberalismo que permitió a las transnacionales imperialistas depredar nuestras empresas estatales a precio de “gallina muerta”.
La Asamblea de Tiquipaya, tendría que constituirse en la oportunidad para que las sardinas escapen definitivamente de las mandíbulas del capital monopólico. Es preciso tener en cuenta que ante el derrumbe económico que persigue al Imperio, éste pretenderá entablar guerras y operativos diplomático-militares en esta región continental.
La reunión de Tiquipaya, debe tener la importancia necesaria y convertirse en algo histórico. Es preciso promocionar la sepultura de ese mecanismo utilizado para la opresión y que ya está suficientemente desgastado. Las corrientes socialistas, que circulan por toda América Latina, tienen que imponerse en esta oportunidad.
Hace poco, se realizó la Cumbre de las América en Cartagena (Colombia), sin las asistencias presidenciales de Cuba y Ecuador. Con la anticipación del caso, el mandatario colombiano se movilizó de un lado para otro a fin de justificar algo que ya estaba anunciado. Que Estados Unidos vetaba la presencia de Cuba, por enésima vez.
Los presidentes, sobre todo del ALBA, tuvieron sus dudas respecto a esa discriminación. Evo Morales, dubitativo no sabía si concurrir o no. El único que tuvo la valentía de expresar su real sentir, fue el ecuatoriano, quien dijo que si Cuba no era invitada, no concurriría a la reunión de ese mecanismo semi-muerto que además está al servicio de los caprichos del Imperio.
Bolivia y Estados Unidos, no mantienen relaciones a nivel de embajadores desde la expulsión ignominiosa de Philip Goldberg. Esta situación puede ser una de las razones por las que el Imperio acaba de tomar una decisión “muy diplomática”. La canciller Hillary Clinton, no tiene tiempo para esta “reunioncilla” pues tiene cosas más importantes que atender.
Desde luego que Barack Obama, no concurrirá, pues en un año electoral prefiere dedicarse a la cosecha de votos y no ocuparse de asuntos del “tercer mundo”. Por esta razón nos parece torpe que en ocasión de la Cumbre de las Américas, los países de esta parte del continente no hubieran actuado abigarrados y se hubieran negado a concurrir a Cartagena, que finalmente fue un fracaso estrepitoso para las intenciones imperiales.
Si Morales se hubiera solidarizado con Cuba y Ecuador, seguramente a estas alturas estaría justificado el “desaire” norteamericano hacia la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) que se celebrará entre el 3 y 5 de junio en Tiquipaya. Esto nos tiene que enseñar a no ser “llunkus del Imperio”.
Como la OEA es utilizada por el Imperio para sus propios intereses, Estados Unidos, observó de antemano la “Declaración de Cochabamba” que deberá ser firmada por los concurrentes. Ese borrador proclama el acceso al agua como un derecho humano. Pero el Imperio no respaldó esa declaración en Naciones Unidas.
Además, Bolivia, planteará en esta ocasión la seguridad alimentaria con soberanía, la nacionalización de la tierra y sobre todo la reivindicación marítima. La señora Clinton no quiere comprometer a su país en estos temas sensibles para los menos favorecidos de Latinoamérica. Y menos, pronunciarse en torno a la reivindicación marítima de Bolivia, toda vez que el Imperio acaba de instalar bases militares en Chile.
El “desprecio diplomático” norteamericano, está justificado para ellos. Este tinglado colonial es ya cosa del pasado y no tendría que continuar. Por el contrario, sería bueno sepultar la OEA en esta oportunidad y crear un organismo parecido, pero sin la presencia imperial y con sede en un país de América Latina. ¡Ya basta de OEA colonial!
La OEA fue diseñada como un tiburón al servicio imperial para depredar por separado a cada una de las sardinas, que son nuestros países de su patio trasero. Durante los últimos 25 años, tuvimos una amarga experiencia con el neoliberalismo que permitió a las transnacionales imperialistas depredar nuestras empresas estatales a precio de “gallina muerta”.
La Asamblea de Tiquipaya, tendría que constituirse en la oportunidad para que las sardinas escapen definitivamente de las mandíbulas del capital monopólico. Es preciso tener en cuenta que ante el derrumbe económico que persigue al Imperio, éste pretenderá entablar guerras y operativos diplomático-militares en esta región continental.
La reunión de Tiquipaya, debe tener la importancia necesaria y convertirse en algo histórico. Es preciso promocionar la sepultura de ese mecanismo utilizado para la opresión y que ya está suficientemente desgastado. Las corrientes socialistas, que circulan por toda América Latina, tienen que imponerse en esta oportunidad.
