JUAN CARLOS MILLÁN GUZMÁN.- Concebida como una especie de ciudad para niñas y niños en la que ellos mismos se autogobiernan y escogen a sus propios representantes gracias a unas elecciones que se celebran cada dos años, Benposta Colombia remonta sus orígenes al año de 1974. Tras la llegada al país del circo "Los Muchachos", y ante la difícil situación de algunos menores forzados a vivir en la calle, deciden fundar el nuevo proyecto educativo a imagen y semejanza del conformado en España en 1957 por el padre Jesús Silva Méndez.
Para entonces algunas regiones de España todavía sufrían los rigores posteriores a la sangrienta guerra civil, en la que algunas de sus provincias habían resultado particularmente castigadas por una crisis económica y social que parecía ensañarse con la población más humilde, y en particular con sus niños y jóvenes; situación que llevaría al religioso a buscar una alternativa que hiciera posible sacarlos de aquella extrema condición de pobreza en la región gallega de Ourense.
Así fue como el padre Jesús Silva Méndez decidió fundar la nueva comunidad bajo el nombre que todavía hoy lleva y que de acuerdo con el dialecto de la región significa ''bien puesta''; proyecto al que más adelante se integraría José Luis Campo, gracias a cuyo empeño se logra poner en marcha una fundación de similares características en inmediaciones a la ciudad de Bogotá y la trasladan definitivamente a la capital luego de sufrir algunos reveces económicos.
Pese a la firme intención que tenía José Luis de abrazar la vida sacerdotal, su plan de seguir el ejemplo del padre Silva se ve frustrado luego de que conoce a Elsa, una colombiana de ojos claros y cabello castaño que lo deslumbra y con quien comienza a trabajar hombro a hombro para sacar adelante el proyecto no obstante a las múltiples adversidades de tipo económico, debido a que el presupuesto con que cuentan es inversamente proporcional a la enorme cantidad de niños y jóvenes que reciben por aquella época.
Al poco tiempo de esta unión nace Daniel, ciudadano benposteño por derecho propio quien desde entonces hace también parte del proyecto y es el encargado de remplazar a su padre durante los viajes que debe emprender anualmente en procura de recursos y de visitar a sus parientes en España, como es el caso por estas fechas de mitad de año, en los que el presidente y administrador del proyecto se encuentra en Europa.
Con proyectos de similares características en los departamentos de Meta y Córdoba, Benposta exige una dedicación prácticamente exclusiva, cuyas principales responsabilidades descansan sobre los hombros de José Luis y una familia dedicada a servir a los demás; tanto que su vivienda particular se encuentra en la propia sede que tiene la fundación en un popular sector del oriente de Bogotá desde el que se domina gran parte de la ciudad.
Con el paso de los años los problemas del país cambiaron, de manera que si antes el proyecto tenía que dedicar su atención de manera exclusiva a algunos niños en total estado de desamparo fruto de las constantes oleadas de migración que a diario llegaban a Bogotá en busca de un mejor futuro, ahora ha debido centrar sus esfuerzos en las decenas de miles de niños que son víctimas del conflicto armado en calidad de miembros de grupos al margen de la ley, llámense guerrilla o paramilitares.
Atención de la que sin embargo quedan por fuera aquellos que además tengan problemas relacionados con el abuso de drogas debido a que su tratamiento escapa a la línea de acción que tiene la fundación actualmente en zonas particularmente afectadas por la confrontación desde el año 2001, a las que recientemente ha debido sumarse un trabajo de similares características en la región del Catatumbo.
En tal sentido, la fundación ha buscado que los menores dejen de percibirse a sí mismos como víctimas (lo que termina haciéndolos querer mantener una constante relación de dependencia del Estado) y empiecen a tomar conciencia de que sin importar cuán difícil pueda ser su situación personal también ellos deben estar en condiciones de aportarle algo al resto de la sociedad, rompiendo así un esquema que se ha hecho costumbre en los albergues a los que solían ser destinados, cuya reducida capacidad terminó siendo desbordada por el conflicto mismo.
CONTRA VIENTO Y MAREA
Vinculados con la opción de internado o como estudiantes inscritos al programa de primaria o bachillerato, Benposta acoge a los nuevos integrantes de la comunidad previa solicitud de la familia o de asociaciones dedicadas al trabajo en comunidades afectadas por la acción de paramilitares y guerrilla, procurando que los padres también puedan ser parte del proyecto y tengan un contacto periódico con sus hijos.
Situación que como es apenas obvio resulta mucho más difícil para el caso de las comunidades que viven prácticamente aisladas, en cuyo caso la totalidad de los gastos de los menores deben ser asumidos por la fundación, gracias al apoyo de algunas organizaciones de cooperación internacional que sin embargo se han visto afectadas de alguna u otra manera por la crisis económica que afecta a Europa y los Estados Unidos.
El proyecto enfrenta un reto adicional para garantizar la permanencia de los menores, pues de lo contrario, se verían forzados a volver a las zonas de las que salieron hace algunos años y podrían sufrir represalias de grupos armados ilegales.
Educados en una cultura de guerra y obligados a tomar partido por un bando u otro desde niños, los menores son particularmente apetecidos por las estructuras delincuenciales gracias a su maleabilidad y la facilidad con la que pueden ser adiestrados en una u otra doctrina, además de inducirlos al consumo de droga desde temprana edad con el fin de poder utilizarlos como traficantes a pequeña escala que luego terminan siendo asesinados o desechados como personas de utilidad una vez caen presa de la adicción, explica Daniel a partir de su experiencia.
En tal sentido, el proyecto busca hacer hincapié en la necesidad de que los niños reconozcan y valoren las múltiples alternativas que ofrece un mundo sin armas o drogas, destacando la importancia de construir otro tipo de relaciones con los nuevos miembros de una comunidad que a pesar de este tipo de problemas es capaz de albergar a menores que en el pasado hicieron parte de bandos enfrentados.
EN GUARDIA LAS 24 HORAS
Debido a la convivencia de grupos y personas tan disímiles y muchas veces opuestas entre sí, el equipo pedagógico de la institución mantiene una alerta permanente en procura de dar solución inmediata a cualquier irregularidad o conflicto que pueda registrarse en cualquier momento, no obstante hacer especial énfasis en el carácter preventivo de la institución ante este tipo de hechos.
Por tal razón se llevan a cabo reuniones de carácter periódico entre las diferentes secciones y distritos que conforman la comunidad, de manera que sean los propios niños y jóvenes quienes realicen un diagnóstico de los posibles problemas que podrían presentarse hacia el futuro. En dichas reuniones se buscan soluciones o se decide la expulsión de un menor que hubiera podido infringir las normas de manera grave; situación que si bien se presenta de vez en cuando nunca ha llegado a ser la norma.
De acuerdo con Daniel, se trata de un proceso complejo en el que aparte de evitar partir de la premisa de la “manzana podrida” también se procura establecer y dejar muy claro que un comportamiento agresivo y de permanente hostilidad hacia el resto del grupo solo puede ser identificado como la prueba de que el infractor francamente no quiere hacer parte de la comunidad porque no se ve identificado con el proyecto.
''Los muchachos muchas veces deciden por sus afectos a tal punto que en fecha reciente una niña tomó la determinación de irse porque sentía que su deber era estar al lado de su madre, no obstante a que al devolverse a su tierra prácticamente se estaba poniendo su propia lápida encima'', comenta Daniel con cierto dejo de frustración con relación a este tipo de casos.
Reflejo de un país en guerra, el proyecto Benposta es partidario de mantener un diálogo abierto y franco en el que los menores no sean estigmatizados por su procedencia, y cuyas diversas problemáticas deben ser tratadas asumiéndolas desde una perspectiva social en la que la comunidad es coresponsable de las infracciones cometidas individualmente a los valores y principios que rigen cualquier tipo de sociedad.
No obstante, episodios como los que a su corta edad recuerdan algunos de los muchachos entre quienes es frecuente el hecho de haber sido obligados a picar cadáveres o fusilar a gente que conocían y con la que habían convivido desde su nacimiento, ha llevado a que se adelante un intenso trabajo de carácter psicosocial junto a expertos en la materia en procura de encontrar respuestas y nuevas maneras de hacer frente al horror de semejantes experiencias.
ALMA ESPAÑOLA
Acostumbrado a visitar todos los años su natal España, José Luis también debe procurar sacar tiempo al tiempo con el fin de poder consolidar la financiación que permita el funcionamiento del colegio y la fundación gracias al apoyo de organismos como Abenin y otros organismos no gubernamentales con sede en Holanda, Suiza y Alemania, para luego trasladarse a Galicia y pasar una semana en compañía de su familia antes de su regreso a Bogotá.
Fanático del Real Madrid y de la selección española de fútbol, de cuando en vez José Luis suele poner en práctica los conocimientos adquiridos en su juventud como chef de un sinfín de restaurantes para deleitar a su familia con una paella, pulpo o tortilla española.
Al fin y al cabo y por más que la crisis económica esté a la orden del día, comenta Daniel, los españoles nunca negociarán la posibilidad de poder tener una tarde de agradable y animada conversación en compañía de los amigos, degustar unas tapas o disfrutar de un reparadora siesta, costumbre que José Luis ha procurado mantener a lo largo de todos estos años en Colombia.
''Papá no tiene nacionalidad colombiana y su documento de identificación sigue siendo la cédula de extranjería como una forma de no perder sus raíces y de mantener ese vínculo y esa identidad con España que además exterioriza a través de un acento muy marcado'', puntualiza el orgulloso hijo al recordar a su padre, quien negocia cualquier cosa menos la posibilidad de ver uno de los partidos de sus dos equipos del alma.
Para entonces algunas regiones de España todavía sufrían los rigores posteriores a la sangrienta guerra civil, en la que algunas de sus provincias habían resultado particularmente castigadas por una crisis económica y social que parecía ensañarse con la población más humilde, y en particular con sus niños y jóvenes; situación que llevaría al religioso a buscar una alternativa que hiciera posible sacarlos de aquella extrema condición de pobreza en la región gallega de Ourense.
Así fue como el padre Jesús Silva Méndez decidió fundar la nueva comunidad bajo el nombre que todavía hoy lleva y que de acuerdo con el dialecto de la región significa ''bien puesta''; proyecto al que más adelante se integraría José Luis Campo, gracias a cuyo empeño se logra poner en marcha una fundación de similares características en inmediaciones a la ciudad de Bogotá y la trasladan definitivamente a la capital luego de sufrir algunos reveces económicos.
Pese a la firme intención que tenía José Luis de abrazar la vida sacerdotal, su plan de seguir el ejemplo del padre Silva se ve frustrado luego de que conoce a Elsa, una colombiana de ojos claros y cabello castaño que lo deslumbra y con quien comienza a trabajar hombro a hombro para sacar adelante el proyecto no obstante a las múltiples adversidades de tipo económico, debido a que el presupuesto con que cuentan es inversamente proporcional a la enorme cantidad de niños y jóvenes que reciben por aquella época.
Al poco tiempo de esta unión nace Daniel, ciudadano benposteño por derecho propio quien desde entonces hace también parte del proyecto y es el encargado de remplazar a su padre durante los viajes que debe emprender anualmente en procura de recursos y de visitar a sus parientes en España, como es el caso por estas fechas de mitad de año, en los que el presidente y administrador del proyecto se encuentra en Europa.
Con proyectos de similares características en los departamentos de Meta y Córdoba, Benposta exige una dedicación prácticamente exclusiva, cuyas principales responsabilidades descansan sobre los hombros de José Luis y una familia dedicada a servir a los demás; tanto que su vivienda particular se encuentra en la propia sede que tiene la fundación en un popular sector del oriente de Bogotá desde el que se domina gran parte de la ciudad.
Con el paso de los años los problemas del país cambiaron, de manera que si antes el proyecto tenía que dedicar su atención de manera exclusiva a algunos niños en total estado de desamparo fruto de las constantes oleadas de migración que a diario llegaban a Bogotá en busca de un mejor futuro, ahora ha debido centrar sus esfuerzos en las decenas de miles de niños que son víctimas del conflicto armado en calidad de miembros de grupos al margen de la ley, llámense guerrilla o paramilitares.
Atención de la que sin embargo quedan por fuera aquellos que además tengan problemas relacionados con el abuso de drogas debido a que su tratamiento escapa a la línea de acción que tiene la fundación actualmente en zonas particularmente afectadas por la confrontación desde el año 2001, a las que recientemente ha debido sumarse un trabajo de similares características en la región del Catatumbo.
En tal sentido, la fundación ha buscado que los menores dejen de percibirse a sí mismos como víctimas (lo que termina haciéndolos querer mantener una constante relación de dependencia del Estado) y empiecen a tomar conciencia de que sin importar cuán difícil pueda ser su situación personal también ellos deben estar en condiciones de aportarle algo al resto de la sociedad, rompiendo así un esquema que se ha hecho costumbre en los albergues a los que solían ser destinados, cuya reducida capacidad terminó siendo desbordada por el conflicto mismo.
CONTRA VIENTO Y MAREA
Vinculados con la opción de internado o como estudiantes inscritos al programa de primaria o bachillerato, Benposta acoge a los nuevos integrantes de la comunidad previa solicitud de la familia o de asociaciones dedicadas al trabajo en comunidades afectadas por la acción de paramilitares y guerrilla, procurando que los padres también puedan ser parte del proyecto y tengan un contacto periódico con sus hijos.
Situación que como es apenas obvio resulta mucho más difícil para el caso de las comunidades que viven prácticamente aisladas, en cuyo caso la totalidad de los gastos de los menores deben ser asumidos por la fundación, gracias al apoyo de algunas organizaciones de cooperación internacional que sin embargo se han visto afectadas de alguna u otra manera por la crisis económica que afecta a Europa y los Estados Unidos.
El proyecto enfrenta un reto adicional para garantizar la permanencia de los menores, pues de lo contrario, se verían forzados a volver a las zonas de las que salieron hace algunos años y podrían sufrir represalias de grupos armados ilegales.
Educados en una cultura de guerra y obligados a tomar partido por un bando u otro desde niños, los menores son particularmente apetecidos por las estructuras delincuenciales gracias a su maleabilidad y la facilidad con la que pueden ser adiestrados en una u otra doctrina, además de inducirlos al consumo de droga desde temprana edad con el fin de poder utilizarlos como traficantes a pequeña escala que luego terminan siendo asesinados o desechados como personas de utilidad una vez caen presa de la adicción, explica Daniel a partir de su experiencia.
En tal sentido, el proyecto busca hacer hincapié en la necesidad de que los niños reconozcan y valoren las múltiples alternativas que ofrece un mundo sin armas o drogas, destacando la importancia de construir otro tipo de relaciones con los nuevos miembros de una comunidad que a pesar de este tipo de problemas es capaz de albergar a menores que en el pasado hicieron parte de bandos enfrentados.
EN GUARDIA LAS 24 HORAS
Debido a la convivencia de grupos y personas tan disímiles y muchas veces opuestas entre sí, el equipo pedagógico de la institución mantiene una alerta permanente en procura de dar solución inmediata a cualquier irregularidad o conflicto que pueda registrarse en cualquier momento, no obstante hacer especial énfasis en el carácter preventivo de la institución ante este tipo de hechos.
Por tal razón se llevan a cabo reuniones de carácter periódico entre las diferentes secciones y distritos que conforman la comunidad, de manera que sean los propios niños y jóvenes quienes realicen un diagnóstico de los posibles problemas que podrían presentarse hacia el futuro. En dichas reuniones se buscan soluciones o se decide la expulsión de un menor que hubiera podido infringir las normas de manera grave; situación que si bien se presenta de vez en cuando nunca ha llegado a ser la norma.
De acuerdo con Daniel, se trata de un proceso complejo en el que aparte de evitar partir de la premisa de la “manzana podrida” también se procura establecer y dejar muy claro que un comportamiento agresivo y de permanente hostilidad hacia el resto del grupo solo puede ser identificado como la prueba de que el infractor francamente no quiere hacer parte de la comunidad porque no se ve identificado con el proyecto.
''Los muchachos muchas veces deciden por sus afectos a tal punto que en fecha reciente una niña tomó la determinación de irse porque sentía que su deber era estar al lado de su madre, no obstante a que al devolverse a su tierra prácticamente se estaba poniendo su propia lápida encima'', comenta Daniel con cierto dejo de frustración con relación a este tipo de casos.
Reflejo de un país en guerra, el proyecto Benposta es partidario de mantener un diálogo abierto y franco en el que los menores no sean estigmatizados por su procedencia, y cuyas diversas problemáticas deben ser tratadas asumiéndolas desde una perspectiva social en la que la comunidad es coresponsable de las infracciones cometidas individualmente a los valores y principios que rigen cualquier tipo de sociedad.
No obstante, episodios como los que a su corta edad recuerdan algunos de los muchachos entre quienes es frecuente el hecho de haber sido obligados a picar cadáveres o fusilar a gente que conocían y con la que habían convivido desde su nacimiento, ha llevado a que se adelante un intenso trabajo de carácter psicosocial junto a expertos en la materia en procura de encontrar respuestas y nuevas maneras de hacer frente al horror de semejantes experiencias.
ALMA ESPAÑOLA
Acostumbrado a visitar todos los años su natal España, José Luis también debe procurar sacar tiempo al tiempo con el fin de poder consolidar la financiación que permita el funcionamiento del colegio y la fundación gracias al apoyo de organismos como Abenin y otros organismos no gubernamentales con sede en Holanda, Suiza y Alemania, para luego trasladarse a Galicia y pasar una semana en compañía de su familia antes de su regreso a Bogotá.
Fanático del Real Madrid y de la selección española de fútbol, de cuando en vez José Luis suele poner en práctica los conocimientos adquiridos en su juventud como chef de un sinfín de restaurantes para deleitar a su familia con una paella, pulpo o tortilla española.
Al fin y al cabo y por más que la crisis económica esté a la orden del día, comenta Daniel, los españoles nunca negociarán la posibilidad de poder tener una tarde de agradable y animada conversación en compañía de los amigos, degustar unas tapas o disfrutar de un reparadora siesta, costumbre que José Luis ha procurado mantener a lo largo de todos estos años en Colombia.
''Papá no tiene nacionalidad colombiana y su documento de identificación sigue siendo la cédula de extranjería como una forma de no perder sus raíces y de mantener ese vínculo y esa identidad con España que además exterioriza a través de un acento muy marcado'', puntualiza el orgulloso hijo al recordar a su padre, quien negocia cualquier cosa menos la posibilidad de ver uno de los partidos de sus dos equipos del alma.