OPINI脫N de Julio Ortega
Le铆do recientemente en una p谩gina taurina, de esas con hemorragia libre de testosterona y tampones de cinismo para la sangre vertida por el animal que agoniza en el ruedo: "Y, quien lo hiciera, podr铆a estimar el valor del torero que, sin m谩s armas que un capote y su arrojo, se pone ante el toro a riesgo de perder la vida para que los aficionados puedan disfrutar del espect谩culo que supone la lucha indiscutible del uno contra uno, el ser humano contra la bestia y su bravura". Hasta aqu铆 las reflexiones de quien tambi茅n habla de"incoherencia antitaurina".
Vamos a dividir en dos fases esa "lucha indiscutible de uno contra uno". La primera podr铆a denominarse "la preparaci贸n del toro para la corrida". Aunque se me ocurre otro t铆tulo todav铆a m谩s adecuado: "¿Enfrentamiento de igual a igual? ¡Y una m...!"
Seg煤n el tipo de toro, la categor铆a del cartel y el lugar donde se celebre la parte visible de su tortura, pueden darse algunas de las siguientes situaciones, o incluso todas, antes de la corrida: encierro previo del animal en un lugar sin luz y en el que apenas p霉ede moverse, ¿qui茅n no sentir铆a miedo en esa situaci贸n?; clavado de un arp贸n llamado divisa; cortes en sus pezu帽as aderezados con aguarr谩s; tapones en los orificios nasales para dificultar su respiraci贸n; aplicaci贸n de vaselina en los ojos para da帽ar su visi贸n; afeitado de cuernos para que le pinchen menos al torero en un posible descuido; sacos de arena colgados para minar sus fuerzas; golpes en los test铆culos y en los ri帽ones cuyo dolor arrastrar谩 al albero, y a帽adido de sulfatos en el agua para causarle diarreas y debilidad.
Con ese tratamiento por anticipado, el toro menoscabado sale por fin a la arena del ruedo. All铆 le espera: la puya del picador que le destroza m煤sculos, vasos sangu铆neos y nervios; las banderillas que, entrando por los mismos boquetes de la pica o por otros nuevos, complementan la sangr铆a anterior abriendo otras muchas heridas. Despu茅s viene el estoque, con 80 cms. de acero atravesando cuantos 贸rganos encuentra a su paso. Y si el toro no es lo suficientemente afortunado para que todo lo anterior le provoque la muerte, finalmente llega la puntilla para hurgarle la nuca hasta cortarle la m茅dula.
El torero es un tah煤r que juega con las cartas marcadas, el encargado de ultimar a un animal que le entregan asustado y herido. Su legendaria valent铆a es un sainete sin la menor gracia, un embuste cuidado en cada uno de sus detalles, para que todos los involucrados en esta sangrienta pantomima puedan seguir viviendo de ella.
¿Sin m谩s armas que un capote y su arrojo? A otros con esa patra帽a. No estamos ciegos ni somos imb茅ciles, y tanto lo que no se ve pero se sabe, como aquello que se contempla, demuestra que la tauromaquia s贸lo es una cruel bufonada en la que el ensa帽amiento con el toro es lo 煤nico real.
Le铆do recientemente en una p谩gina taurina, de esas con hemorragia libre de testosterona y tampones de cinismo para la sangre vertida por el animal que agoniza en el ruedo: "Y, quien lo hiciera, podr铆a estimar el valor del torero que, sin m谩s armas que un capote y su arrojo, se pone ante el toro a riesgo de perder la vida para que los aficionados puedan disfrutar del espect谩culo que supone la lucha indiscutible del uno contra uno, el ser humano contra la bestia y su bravura". Hasta aqu铆 las reflexiones de quien tambi茅n habla de"incoherencia antitaurina".
Vamos a dividir en dos fases esa "lucha indiscutible de uno contra uno". La primera podr铆a denominarse "la preparaci贸n del toro para la corrida". Aunque se me ocurre otro t铆tulo todav铆a m谩s adecuado: "¿Enfrentamiento de igual a igual? ¡Y una m...!"
Seg煤n el tipo de toro, la categor铆a del cartel y el lugar donde se celebre la parte visible de su tortura, pueden darse algunas de las siguientes situaciones, o incluso todas, antes de la corrida: encierro previo del animal en un lugar sin luz y en el que apenas p霉ede moverse, ¿qui茅n no sentir铆a miedo en esa situaci贸n?; clavado de un arp贸n llamado divisa; cortes en sus pezu帽as aderezados con aguarr谩s; tapones en los orificios nasales para dificultar su respiraci贸n; aplicaci贸n de vaselina en los ojos para da帽ar su visi贸n; afeitado de cuernos para que le pinchen menos al torero en un posible descuido; sacos de arena colgados para minar sus fuerzas; golpes en los test铆culos y en los ri帽ones cuyo dolor arrastrar谩 al albero, y a帽adido de sulfatos en el agua para causarle diarreas y debilidad.
Con ese tratamiento por anticipado, el toro menoscabado sale por fin a la arena del ruedo. All铆 le espera: la puya del picador que le destroza m煤sculos, vasos sangu铆neos y nervios; las banderillas que, entrando por los mismos boquetes de la pica o por otros nuevos, complementan la sangr铆a anterior abriendo otras muchas heridas. Despu茅s viene el estoque, con 80 cms. de acero atravesando cuantos 贸rganos encuentra a su paso. Y si el toro no es lo suficientemente afortunado para que todo lo anterior le provoque la muerte, finalmente llega la puntilla para hurgarle la nuca hasta cortarle la m茅dula.
El torero es un tah煤r que juega con las cartas marcadas, el encargado de ultimar a un animal que le entregan asustado y herido. Su legendaria valent铆a es un sainete sin la menor gracia, un embuste cuidado en cada uno de sus detalles, para que todos los involucrados en esta sangrienta pantomima puedan seguir viviendo de ella.
¿Sin m谩s armas que un capote y su arrojo? A otros con esa patra帽a. No estamos ciegos ni somos imb茅ciles, y tanto lo que no se ve pero se sabe, como aquello que se contempla, demuestra que la tauromaquia s贸lo es una cruel bufonada en la que el ensa帽amiento con el toro es lo 煤nico real.