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Verde y blanco a franjas verticales

Cuento de Eduardo P茅rsico.-

…y su padre de grandota sonrisa gardeliana le pregunt贸 ‘¿te gust贸?’, 茅l dijo ‘s铆, mucho’ y el viejo redonde贸 ‘ojal谩 siempre te acuerdes’..

‘Por la 煤ltima fecha del Campeonato de Primera Divisi贸n, en cancha de Banfield se enfrentaron el local y San Lorenzo. Gan贸 Banfield tres a uno y culmin贸 as铆 una buena campa帽a en el torneo’, anunci贸 un diario el 8 de noviembre de 1942.

Aquel domingo del ’42 Pablito hab铆a sido levantado por su padre al festejar un gol de Banfield y la imagen de camisetas verdes y blancas lo acompa帽ar铆a siempre, y por los a帽os cincuenta probar铆a en el club su valor futbolero pero ya entonces los jugadores viv铆an lejos del barrio. Acaso desde ah铆 cambiar铆an sus vocaciones y aquellas alegr铆as que de chico crec铆an en su coraz贸n, le har铆an repetir ‘el f煤tbol es otro servidor del Poder’; aunque la vez en que vendiendo libros por alguna provincia y ser invitado a pelotear con otros viajantes, 铆ntimamente disfrut贸 jugar vestido con el color de sus amores: verde y blanco a franjas verticales.

M谩s en los a帽os setenta algo lacerante desmadej贸 a Pablo: unos tipos con capuchas de pesquisar escritos rompieron su casa en la alta noche, violaron a su mujer y en una dependencia embanderada lo torturaron a gusto. Algo muy ajeno a una rese帽a deportiva en cuanto en una madrugada cualquiera, malherido hasta en su recuerdo de infancia, lo tirar铆an desde un auto y a otra cosa. As铆 que ya por los ochenta Pablo recal贸 en Espa帽a y al afincarse en Sevilla, un amigo imprevisible lo ir铆a integrando a compartir tabernas, agasajos y hasta una tarde de toros. Cuando 茅l, Pablo, tan contrario al atavismo de la muerte gratuita, en un luminoso 12 de octubre vomitara en la plaza de La Maestranza cuando el diestro Rafael de Luca, que esa tarde saliera por la Puerta del Pr铆ncipe, faenaba su segundo toro.

Pero ya por entonces, cada domingo y acaso sin notarlo la due帽a del piso que rentaba en esa calle La Mar铆a, sal铆a del mediod铆a al crep煤sculo y de retorno, a veces con la mirada sin convicci贸n se recostaba en un sill贸n a recordar, sencillamente. Y en aquel abismo de visiones mezcladas ver铆a la alegr铆a de su viejo con 茅l en brazos al festejar un gol del chueco Farro, al azulgrana vasco L谩ngara colorado de furia pateando aquella pelota gigantesca y al negro Silvera, zurdo sonriente y jorobeta de correr contra la l铆nea igual que una gallina. Tal vez su vida entera en esos fotogramas del Banfield tres San Lorenzo uno, cuando saliendo del estadio su padre de sombrero rancho y grandota sonrisa gardeliana le pregunt贸 ‘¿te gust贸?’, 茅l dijo ‘s铆, mucho’ y el viejo redonde贸 ‘ojal谩 siempre te acuerdes’...

Hasta que por los noventa y en otro cansino atardecer de domingo, a Pablo le sacudi贸 el pecho ese dolor profundo, definitivo, y al acomodarlo unos vecinos hallaron una camiseta futbolera debajo de su cuerpo. ‘Del Betis’, coment贸 uno; y s铆, verde y blanco a franjas verticales.


*Eduardo P茅rsico naci贸 en Banfield y vive en Lan煤s, Buenos Aires, Argentina.




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