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Sin toros crimen, con toros arte

OPINI脫N de Julio Ortega.- 

Cuando aplaudimos lo mismo que condenamos

Querido ciudadano, le ruego que piense en estas tres posibilidades:

Transmitir a la infancia que la violencia con seres vivos es un recurso leg铆timo y digno de ser preservado.
Convertir en espect谩culo y negocio el sufrimiento ps铆quico y f铆sico de una criatura con plena capacidad para sentir miedo y dolor.
Utilizar dinero de los presupuestos para subvencionar actividades generosas en agresividad, sangre y padecimiento.

¿Qu茅 le suscita cualquiera de ellas? Estoy casi convencido que rechazo. ¿Y si las combinamos entre s铆? Por ejemplo:

Permitir y hasta fomentar que los ni帽os acudan a actos en los que alguien sufre y muere como consecuencia de la violencia desatada contra 茅l.
Destinar fondos p煤blicos para dar a conocer ese tipo de acciones en los colegios inculcando a los escolares que son beneficiosas y tratando de despertar su inter茅s para participar en ellas.
Premiar con cargo a las arcas de la administraci贸n y rendirles homenaje como si de h茅roes ejemplares se tratase, a los autores materiales de episodios en los que un ser vivo es torturado hasta la muerte.

Ahora, al combinarlas, aseguro que le suscitan rechazo, sin el “casi”.

La tauromaquia re煤ne y mezcla todos los factores anteriormente citados: es violenta, provoca sufrimiento, genera sangre, involucra a los ni帽os y resulta onerosa para los ciudadanos. As铆 que tanto desde la postura de padres responsables como desde la de detractores de la crueldad o la de contribuyentes inteligentes, la 煤nica respuesta que cabe ante su existencia es exigir su prohibici贸n absoluta e inmediata.

¿Exigirla todos? Por supuesto que no, pero tampoco querr谩n abolir el tr谩fico de drogas o de mujeres obligadas a prostituirse aquellos que se lucren con esas actividades. En el resto, los que no son narcotraficantes, proxenetas o toreros (incluyo a banderilleros, a ganaderos, a due帽os de plazas, a Vargas Llosa, etc.) ¿hay otra actitud posible?

Y teniendo en cuenta que no es legal vender coca铆na ni retener a chicas en un club de alterne, la tauromaquia contiene un elemento del que carecen las dem谩s actividades mencionadas: se protege econ贸mica y moralmente desde la administraci贸n. Eso no la convierte en m谩s perversa, pero s铆 habla de hasta qu茅 punto pueden hacer de la aberraci贸n su c贸digo de conducta los ciudadanos en general y los pol铆ticos en particular, dando por bueno o cuando menos por no preocupante lo que contiene todos los ingredientes de aquello que de no tener a los animales como v铆ctimas principales (los humanos, empezando por los ni帽os, son las secundarias), ser铆a catalogado como un crimen, y nadie hablar铆a de libertades ultrajadas, de “el que no quiera ir que no vaya” ni de nada por el estilo, porque si hay una muerte planificada, un ejecutor y una v铆ctima es un crimen. Sin m谩s vueltas.

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