OPINI脫N de Jes煤s G贸mez Guti茅rrez.-
Piqueta y empuj贸n. Lo que va a caer es un pedazo de la sanidad p煤blica de Madrid, el mayor plan de privatizaci贸n de la SS. Y por fin, desde las zonas residenciales de la izquierda pol铆tica, all谩 por Pozuelo y Majadahonda, se oyen voces como moscardas sobre un canap茅. Se van a enterar. Iremos a los tribunales. Nos presentaremos en el Constitucional con los carrillos hinchados y las nalgas apretadas y una mirada intensa, en plan periodista hasta las cejas de coca, diputado hasta las cejas de coca o antidisturbios del mont贸n. Zum, zumbido. Ponme con Viena, que suspendo el concierto de A帽o Nuevo.
Entre ladrillo, ladrillo y ladrillo, acurrucada por el croajar de una se帽ora marquesa y el ossea-s铆 de la esposa de, sustituta de un ossea-s铆 con ricitos, la izquierda pol铆tica de Madrid se fue hace cu谩nto —¿quince a帽os? ¿veinte?— y no se le ha visto el pelo desde entonces, salvo por un asunto de ladrillo, ladrillo y ladrido que llev贸 a la extraordinaria historia de la repetici贸n de unas elecciones auton贸micas. La gente se quedaba sin casa. La gente no pod铆a alquilar ni un chamizo a cincuenta kil贸metros del centro. Los comedores sociales no daban abasto. La polic铆a golpeaba y deten铆a a cualquiera. Un d铆a, toda la flota de autobuses pas贸 del rojo al azul y, al d铆a siguiente, todo era azul, azul铆simo. Hasta se cerraban salidas del Metro para que nadie se pudiera colar. Pero ellos, nada; del sof谩 al sill贸n, sin pisar la calle.
Ahora van a departir con magistrados y les van a decir que hombre, mujer, el Derecho, la justicia, las instituciones, la calidad del chocolate con churros. Se har谩 otra manifestaci贸n. Banderas de pl谩stico, por miles. Que cruja el celof谩n y suene a incendio en Navacerrada y as铆 hasta que tengamos una sentencia y quede constancia de que nosotros no nos andamos con bromas, se帽or m铆o. Tenemos que acercarnos al pueblo, sentir el pueblo. Pueblo, zum, zum, d贸nde est谩s.
Piqueta y empuj贸n. Lo que va a caer es un pedazo de la sanidad p煤blica de Madrid, el mayor plan de privatizaci贸n de la SS. Y por fin, desde las zonas residenciales de la izquierda pol铆tica, all谩 por Pozuelo y Majadahonda, se oyen voces como moscardas sobre un canap茅. Se van a enterar. Iremos a los tribunales. Nos presentaremos en el Constitucional con los carrillos hinchados y las nalgas apretadas y una mirada intensa, en plan periodista hasta las cejas de coca, diputado hasta las cejas de coca o antidisturbios del mont贸n. Zum, zumbido. Ponme con Viena, que suspendo el concierto de A帽o Nuevo.
Entre ladrillo, ladrillo y ladrillo, acurrucada por el croajar de una se帽ora marquesa y el ossea-s铆 de la esposa de, sustituta de un ossea-s铆 con ricitos, la izquierda pol铆tica de Madrid se fue hace cu谩nto —¿quince a帽os? ¿veinte?— y no se le ha visto el pelo desde entonces, salvo por un asunto de ladrillo, ladrillo y ladrido que llev贸 a la extraordinaria historia de la repetici贸n de unas elecciones auton贸micas. La gente se quedaba sin casa. La gente no pod铆a alquilar ni un chamizo a cincuenta kil贸metros del centro. Los comedores sociales no daban abasto. La polic铆a golpeaba y deten铆a a cualquiera. Un d铆a, toda la flota de autobuses pas贸 del rojo al azul y, al d铆a siguiente, todo era azul, azul铆simo. Hasta se cerraban salidas del Metro para que nadie se pudiera colar. Pero ellos, nada; del sof谩 al sill贸n, sin pisar la calle.
Ahora van a departir con magistrados y les van a decir que hombre, mujer, el Derecho, la justicia, las instituciones, la calidad del chocolate con churros. Se har谩 otra manifestaci贸n. Banderas de pl谩stico, por miles. Que cruja el celof谩n y suene a incendio en Navacerrada y as铆 hasta que tengamos una sentencia y quede constancia de que nosotros no nos andamos con bromas, se帽or m铆o. Tenemos que acercarnos al pueblo, sentir el pueblo. Pueblo, zum, zum, d贸nde est谩s.