OPINI脫N de Juan Torres L贸pez.-
La situaci贸n en la que se encuentra la econom铆a espa帽ola y la de otros pa铆ses de la Eurozona es dram谩tica. Se mire por donde se mire, permanecer en las condiciones en las que estamos no puede llevarnos sino a un desastre de consecuencias imprevisibles.
No se trata de ser catastrofistas sino de contemplar con realismo lo que est谩 sucediendo y de anticipar lo que es previsible que venga detr谩s, a la vista de lo que ya ha ocurrido en otros pa铆ses que pasaron por circunstancias parecidas a las nuestras.
Permanecer sin m谩s en el euro y aplicar las pol铆ticas de austeridad va a destruir la actividad productiva y a poner en las nubes la cifra de parados. Nos hundir谩 en la depresi贸n durante a帽os y har谩 que se vaya acumulando un volumen de deuda insoportable que imposibilitar谩 cualquier tipo de cambio en el futuro inmediato. Seguir como estamos, simplemente aguantar el chaparr贸n, es suicida y, a mi modo de ver, la peor pol铆tica posible.
La impresi贸n generalizada es que no hay alternativas a las imposiciones de Europa, que no queda m谩s remedio que obedecer lo que dice la se帽ora Merkel y aplicar sin rechistar lo que impone la Troika, la Comisi贸n Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional.
Es cierto que nuestra pertenencia a la Uni贸n Monetaria supone un cors茅 agobiante teniendo en cuenta la forma tan inadecuada en que conform贸 en su d铆a. Y tan apretado que, a estas alturas, ser铆a muy dif铆cil salir de 茅l sin tener que soportar un trauma social extraordinario (de hecho, ni siquiera est谩 formalmente contemplado que un pa铆s abandone el euro) y costes econ贸micos muy grandes.
Pero, incluso en el marco de ese estrecho cors茅, hay posibilidades alternativas y caminos diferentes a los que estamos siguiendo en Espa帽a bajo el gobierno del Partido Socialista primero y ahora del Partido Popular.
No me refiero aqu铆 a pol铆ticas concretas o sectoriales, de las que me ocup茅 junto a Vicen莽 Navarro y Alberto Garz贸n en nuestro libro Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en Espa帽a, sino a los grandes escenarios en las que podr铆a ser posible afrontar la par谩lisis econ贸mica en la que estamos como consecuencia, sobre todo, del incremento de la deuda soberana y de la falta de demanda y financiaci贸n que nos agobia.
En este sentido m谩s general tambi茅n hay alternativas diversas, de diferente naturaleza y efectos, que incluso son compatibles con la pertenencia al euro. Me he ocupado de alguna de ellas en los 煤ltimos art铆culos que vengo escribiendo, que pueden encontrarse en mi web (http://www.juantorreslopez.com), y ahora me voy a limitar a mencionar las cinco que se帽alaba Ellen Brown hace unos meses refiri茅ndose al caso griego (Greece and the euro: fifty ways to leave your lover) y que creo que son perfectamente extrapolables a nuestro pa铆s.
Una primera ser铆a la emisi贸n por parte del Banco de Espa帽a de una moneda complementaria al euro. Ser铆a una moneda de curso legal electr贸nica, cerrada, es decir, no convertible en otras divisas y utilizada como paralela y complementaria del euro, solo en los intercambios nacionales y que servir铆a para que se puedan realizar las transacciones que ahora no se pueden llevar a cabo por insuficiencia de euros.
Aunque su puesta en marcha presenta l贸gicas dificultades t茅cnicas y legales, que son comprensibles y evitables sin demasiados problemas, tendr铆a grandes ventajas porque permitir铆a reducir el d茅ficit comercial, bajar la necesidad de financiaci贸n y su coste, y propiciar una r谩pida recuperaci贸n de la liquidez interna para dinamizar la actividad empresarial y el consumo.
Otra segunda v铆a ser铆a que el propio Banco de Espa帽a fuese el que emitiese euros para financiar sin apenas coste al Estado y evitar as铆 que 茅ste tenga que pagar unos intereses tan elevados como los que han provocado el gran incremento de la deuda en los 煤ltimos a帽os. Puede parecer una posibilidad estramb贸tica pero lo cierto es que lo permite la normativa que regula el funcionamiento del BCE y del Sistema Europeo de Bancos Centrales, y que ya se ha utilizado en Irlanda. Si all铆 se permiti贸 para salvar a los bancos privados lo complicado ser铆a justificar que no se haya permitido para salvar a los pa铆ses enteros.
La tercera es una v铆a que si no ha sido utilizada ya es porque los gobiernos act煤an o con una torpeza gigantesca o con una enorme complicidad con los intereses privados m谩s poderosos. Como es sabido, el Banco Central Europeo tiene prohibido financiar a los gobiernos y eso es lo que ha obligado a estos 煤ltimos a endeudarse a altos tipos de inter茅s en lugar de haberlo hecho sin apenas coste (Espa帽a ha debido pagar en concepto de intereses unos 350.000 millones de euros de 1995 a 2011). Pero el art铆culo 123.1 del Tratado de Lisboa s铆 le permite financiar a las entidades de cr茅dito p煤blicas, de modo que si se hubieran nacionalizado bancos o cajas de ahorros podr铆an recurrir a la liquidez que proporciona el BCE sin apenas coste (actualmente al 0,75%) y utilizarla, a diferencia de lo que est谩n haciendo los bancos privados que la reciben a manos llenas, para proporcionar cr茅dito a las empresas y consumidores.
El argumento que se da para no adoptar estas dos v铆as anteriores es que provocar铆an inflaci贸n. Pero eso no tiene fundamento. Si esa medida va acompa帽ada de un plan efectivo de recuperaci贸n econ贸mica no cabe temer que produzca alza de precios y, en todo caso, no tiene por qu茅 tener un efecto inflacionista mayor que el que puede provocar el extraordinario incremento de la base monetaria que se ha generado inyectando liquidez a los bancos privados.
La cuarta v铆a que propone Ellen Brown la hemos defendido tambi茅n otros muchos economistas y organizaciones sociales: un impuesto sobre las transacciones financieras. Algunos c谩lculos, como el del investigador Simon Thorpe a partir de los datos del Banco Central Europeo cifran el volumen total de transacciones financieras en Europa entendidas en el m谩s amplio sentido en 1.600 billones de euros (Total Eurozone Transactions in 2011: € 1.6 quadrillion) lo que da idea de la inmensa cantidad de recursos que se podr铆a obtener (adem谩s de otros efectos positivos de la medida) si se aplicase incluso un impuesto moderado del 0,3 贸 0,5%.
Cualquiera de estas medidas o su combinaci贸n permitir铆a abordar y solucionar los problemas que padecemos con mayor eficacia y desde luego con mucha m谩s justicia. El mencionado Simon Thorpe pone el ejemplo de Grecia y se帽ala que si all铆 se crease una banca p煤blica y esta recibiera prestado del Banco Central Europeo al 1% el dinero suficiente para comprar la deuda griega, podr铆a amortizar ese pr茅stamo en diez a帽os solo con el rendimiento de un modesto impuesto del 0,3% sobre las transacciones financieras. Es decir, sin necesidad de recurrir a los dram谩ticos recortes y sacrificios que se le est谩n imponiendo a su poblaci贸n.
Finalmente, Ellen Brown indica que los pueblos tambi茅n tienen como alternativa, y como derecho, el repudio de una deuda que es verdaderamente odiosa si se tiene en cuenta que en gran parte es el resultado de manipulaciones en los mercados o, simplemente, de no haber tomado medidas como las que acabo de se帽alar y de las que ni siquiera nadie puede decir que sean contrarias a lo establecido en las normas que regulan la uni贸n monetaria.
Es precisamente el hecho de que no se hayan tomado para evitar f谩cilmente el sufrimiento de la poblaci贸n y la ruina de las econom铆as lo que demuestra que las pol铆ticas que se vienen imponiendo no se aplican porque sean irremediables o no tengan alternativas sino porque lo que se desea es favorecer con ellas a los grandes poderes financieros y empresariales. As铆 lo demuestra el resultado distributivo tan desigual que vienen produciendo. Y de ah铆, justamente, el car谩cter inmoral, odioso y repudiable de la deuda que generan.
Hay, pues, alternativas, no dir茅 abundantes pero s铆 suficientes, que si se pusieran en marcha podr铆an evitar los da帽os que est谩n causando las pol铆ticas actuales de austeridad y recortes de derechos.
Nadie afirma que los caminos alternativos sean de f谩cil factura o que su implementaci贸n est茅 exenta de riesgos y dificultades pero lo cierto es que est谩n a nuestro alcance. Es mentira que no los haya y que solo se pueda hacer lo que dictan los de arriba por boca de la se帽ora Merkel. Se podr铆an poner en marcha si hubiese voluntad pol铆tica y eso demuestra una vez m谩s que los problemas econ贸micos no tienen soluciones t茅cnicas y neutras sino pol铆ticas que tienen m谩s bien que ver con el poder y con la democracia realmente existente.
La situaci贸n en la que se encuentra la econom铆a espa帽ola y la de otros pa铆ses de la Eurozona es dram谩tica. Se mire por donde se mire, permanecer en las condiciones en las que estamos no puede llevarnos sino a un desastre de consecuencias imprevisibles.
No se trata de ser catastrofistas sino de contemplar con realismo lo que est谩 sucediendo y de anticipar lo que es previsible que venga detr谩s, a la vista de lo que ya ha ocurrido en otros pa铆ses que pasaron por circunstancias parecidas a las nuestras.
Permanecer sin m谩s en el euro y aplicar las pol铆ticas de austeridad va a destruir la actividad productiva y a poner en las nubes la cifra de parados. Nos hundir谩 en la depresi贸n durante a帽os y har谩 que se vaya acumulando un volumen de deuda insoportable que imposibilitar谩 cualquier tipo de cambio en el futuro inmediato. Seguir como estamos, simplemente aguantar el chaparr贸n, es suicida y, a mi modo de ver, la peor pol铆tica posible.
La impresi贸n generalizada es que no hay alternativas a las imposiciones de Europa, que no queda m谩s remedio que obedecer lo que dice la se帽ora Merkel y aplicar sin rechistar lo que impone la Troika, la Comisi贸n Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional.
Es cierto que nuestra pertenencia a la Uni贸n Monetaria supone un cors茅 agobiante teniendo en cuenta la forma tan inadecuada en que conform贸 en su d铆a. Y tan apretado que, a estas alturas, ser铆a muy dif铆cil salir de 茅l sin tener que soportar un trauma social extraordinario (de hecho, ni siquiera est谩 formalmente contemplado que un pa铆s abandone el euro) y costes econ贸micos muy grandes.
Pero, incluso en el marco de ese estrecho cors茅, hay posibilidades alternativas y caminos diferentes a los que estamos siguiendo en Espa帽a bajo el gobierno del Partido Socialista primero y ahora del Partido Popular.
No me refiero aqu铆 a pol铆ticas concretas o sectoriales, de las que me ocup茅 junto a Vicen莽 Navarro y Alberto Garz贸n en nuestro libro Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en Espa帽a, sino a los grandes escenarios en las que podr铆a ser posible afrontar la par谩lisis econ贸mica en la que estamos como consecuencia, sobre todo, del incremento de la deuda soberana y de la falta de demanda y financiaci贸n que nos agobia.
En este sentido m谩s general tambi茅n hay alternativas diversas, de diferente naturaleza y efectos, que incluso son compatibles con la pertenencia al euro. Me he ocupado de alguna de ellas en los 煤ltimos art铆culos que vengo escribiendo, que pueden encontrarse en mi web (http://www.juantorreslopez.com), y ahora me voy a limitar a mencionar las cinco que se帽alaba Ellen Brown hace unos meses refiri茅ndose al caso griego (Greece and the euro: fifty ways to leave your lover) y que creo que son perfectamente extrapolables a nuestro pa铆s.
Una primera ser铆a la emisi贸n por parte del Banco de Espa帽a de una moneda complementaria al euro. Ser铆a una moneda de curso legal electr贸nica, cerrada, es decir, no convertible en otras divisas y utilizada como paralela y complementaria del euro, solo en los intercambios nacionales y que servir铆a para que se puedan realizar las transacciones que ahora no se pueden llevar a cabo por insuficiencia de euros.
Aunque su puesta en marcha presenta l贸gicas dificultades t茅cnicas y legales, que son comprensibles y evitables sin demasiados problemas, tendr铆a grandes ventajas porque permitir铆a reducir el d茅ficit comercial, bajar la necesidad de financiaci贸n y su coste, y propiciar una r谩pida recuperaci贸n de la liquidez interna para dinamizar la actividad empresarial y el consumo.
Otra segunda v铆a ser铆a que el propio Banco de Espa帽a fuese el que emitiese euros para financiar sin apenas coste al Estado y evitar as铆 que 茅ste tenga que pagar unos intereses tan elevados como los que han provocado el gran incremento de la deuda en los 煤ltimos a帽os. Puede parecer una posibilidad estramb贸tica pero lo cierto es que lo permite la normativa que regula el funcionamiento del BCE y del Sistema Europeo de Bancos Centrales, y que ya se ha utilizado en Irlanda. Si all铆 se permiti贸 para salvar a los bancos privados lo complicado ser铆a justificar que no se haya permitido para salvar a los pa铆ses enteros.
La tercera es una v铆a que si no ha sido utilizada ya es porque los gobiernos act煤an o con una torpeza gigantesca o con una enorme complicidad con los intereses privados m谩s poderosos. Como es sabido, el Banco Central Europeo tiene prohibido financiar a los gobiernos y eso es lo que ha obligado a estos 煤ltimos a endeudarse a altos tipos de inter茅s en lugar de haberlo hecho sin apenas coste (Espa帽a ha debido pagar en concepto de intereses unos 350.000 millones de euros de 1995 a 2011). Pero el art铆culo 123.1 del Tratado de Lisboa s铆 le permite financiar a las entidades de cr茅dito p煤blicas, de modo que si se hubieran nacionalizado bancos o cajas de ahorros podr铆an recurrir a la liquidez que proporciona el BCE sin apenas coste (actualmente al 0,75%) y utilizarla, a diferencia de lo que est谩n haciendo los bancos privados que la reciben a manos llenas, para proporcionar cr茅dito a las empresas y consumidores.
El argumento que se da para no adoptar estas dos v铆as anteriores es que provocar铆an inflaci贸n. Pero eso no tiene fundamento. Si esa medida va acompa帽ada de un plan efectivo de recuperaci贸n econ贸mica no cabe temer que produzca alza de precios y, en todo caso, no tiene por qu茅 tener un efecto inflacionista mayor que el que puede provocar el extraordinario incremento de la base monetaria que se ha generado inyectando liquidez a los bancos privados.
La cuarta v铆a que propone Ellen Brown la hemos defendido tambi茅n otros muchos economistas y organizaciones sociales: un impuesto sobre las transacciones financieras. Algunos c谩lculos, como el del investigador Simon Thorpe a partir de los datos del Banco Central Europeo cifran el volumen total de transacciones financieras en Europa entendidas en el m谩s amplio sentido en 1.600 billones de euros (Total Eurozone Transactions in 2011: € 1.6 quadrillion) lo que da idea de la inmensa cantidad de recursos que se podr铆a obtener (adem谩s de otros efectos positivos de la medida) si se aplicase incluso un impuesto moderado del 0,3 贸 0,5%.
Cualquiera de estas medidas o su combinaci贸n permitir铆a abordar y solucionar los problemas que padecemos con mayor eficacia y desde luego con mucha m谩s justicia. El mencionado Simon Thorpe pone el ejemplo de Grecia y se帽ala que si all铆 se crease una banca p煤blica y esta recibiera prestado del Banco Central Europeo al 1% el dinero suficiente para comprar la deuda griega, podr铆a amortizar ese pr茅stamo en diez a帽os solo con el rendimiento de un modesto impuesto del 0,3% sobre las transacciones financieras. Es decir, sin necesidad de recurrir a los dram谩ticos recortes y sacrificios que se le est谩n imponiendo a su poblaci贸n.
Finalmente, Ellen Brown indica que los pueblos tambi茅n tienen como alternativa, y como derecho, el repudio de una deuda que es verdaderamente odiosa si se tiene en cuenta que en gran parte es el resultado de manipulaciones en los mercados o, simplemente, de no haber tomado medidas como las que acabo de se帽alar y de las que ni siquiera nadie puede decir que sean contrarias a lo establecido en las normas que regulan la uni贸n monetaria.
Es precisamente el hecho de que no se hayan tomado para evitar f谩cilmente el sufrimiento de la poblaci贸n y la ruina de las econom铆as lo que demuestra que las pol铆ticas que se vienen imponiendo no se aplican porque sean irremediables o no tengan alternativas sino porque lo que se desea es favorecer con ellas a los grandes poderes financieros y empresariales. As铆 lo demuestra el resultado distributivo tan desigual que vienen produciendo. Y de ah铆, justamente, el car谩cter inmoral, odioso y repudiable de la deuda que generan.
Hay, pues, alternativas, no dir茅 abundantes pero s铆 suficientes, que si se pusieran en marcha podr铆an evitar los da帽os que est谩n causando las pol铆ticas actuales de austeridad y recortes de derechos.
Nadie afirma que los caminos alternativos sean de f谩cil factura o que su implementaci贸n est茅 exenta de riesgos y dificultades pero lo cierto es que est谩n a nuestro alcance. Es mentira que no los haya y que solo se pueda hacer lo que dictan los de arriba por boca de la se帽ora Merkel. Se podr铆an poner en marcha si hubiese voluntad pol铆tica y eso demuestra una vez m谩s que los problemas econ贸micos no tienen soluciones t茅cnicas y neutras sino pol铆ticas que tienen m谩s bien que ver con el poder y con la democracia realmente existente.
*Publicado en el blog de Alternativas Econ贸micas el 27 de enero de 2013