OPINI脫N de Ram贸n Cotarelo/ Palinuro.-
El problema del golpismo. La permanente amenaza de intervenci贸n militar, de la que Espa帽a no parece ser capaz de liberarse. La 煤ltima asonada fue en 1981 pero, desde entonces, ocasionalmente, se oye el refunfu帽ar de alg煤n alto mando del ej茅rcito. Suelen ser de la reserva, pero eso no les resta significado; al contrario, se lo a帽ade, pues la situaci贸n de reserva pareciera aligerar en los militares el deber de obediencia. El m谩s reciente, ese general exjefe de la infanter铆a de marina quien sugiere la posibilidad de intervenci贸n militar en Catalu帽a. Y con un razonamiento bien curioso. "La Patria", dice, "es un sentimiento, mientras que la Constituci贸n no es m谩s que una ley". Obs茅rvese el desprecio por la ley. Es imposible explicar a una persona as铆 que la ley prevalece sobre el sentimiento, que si no fuera por eso la sociedad ser铆a imposible pues cada cual se tomar铆a la justicia por su mano. Imposible de todo punto. Imposible explicarle que sus sentimientos, por muy nobles que se le antojen, no son superiores a los del vecino, quiz谩 opuestos a los suyos. Imposible incluso mostr谩ndole el ejemplo de Gran Breta帽a en donde la eventualidad de la independencia de Escocia no ha suscitado ni un murmullo entre el alto mando del ej茅rcito. A prop贸sito, va a ser muy dif铆cil explicar por qu茅 lo que puede hacerse en el Reino Unido, no puede hacerse en Espa帽a. Explicar con razones, no con el cornet铆n de 贸rdenes.
Por eso, lo m谩s recomendable es aplicar la legislaci贸n constitucional vigente y sancionar un comportamiento que est谩 fuera de ella, pues pretende dar autonom铆a al ej茅rcito frente al poder civil. Y este es un asunto no negociable: el Estado de derecho se basa en la supremac铆a de la ley, incluso en el ej茅rcito. Esa propuesta de que la patria est谩 por encima de la ley es inadmisible porque quiere decir que el sentimiento de patria del general y sus amigos prevalece sobre la ley, manifestaci贸n de la raz贸n y de la voluntad colectiva. Es posible que el poder pol铆tico civil requiera la acci贸n de las fuerzas armadas, pero eso no puede ser por decisi贸n de estas, sino de aquel, que la tomar谩 en el contexto de un debate pol铆tico. Y habr谩 que ver c贸mo la justifica en un contexto europeo en donde no se aceptar铆a una soluci贸n militar en Espa帽a.
La Patria es lo que dice la Constituci贸n. Este es el nudo de la doctrina del patriotismo constitucional que todo el mundo invoca si bien no respeta. En el entendimiento de que la Constituci贸n puede decir otra cosa. Las descripciones de Espa帽a han cambiado mucho en las Constituciones de los siglos XIX y XX. La descripci贸n actual podr铆a cambiar si as铆 lo decidiera una mayor铆a de los espa帽oles pac铆fica y democr谩ticamente. La Constituci贸n puede reformarse y, si llegara a admitir el derecho de autodeterminaci贸n, como muchos propugnamos, este se ejercer铆a a su amparo con todas las consecuencias, sin que los militares tengan nada que decir. Ning煤n orden pol铆tico puede sobrevivir con un actor tomando decisiones que influyen en las de los poderes del Estado o las condicionan. En todo caso, el ej茅rcito pod铆a aprender de la Iglesia, otro agente que condiciona la acci贸n de los poderes del Estado, pero lo hace sigilosamente, en el secreto de los despachos o las sacrist铆as en donde obtiene ping眉es beneficios, superiores a los de los militares. Pero no es el esp铆ritu de estos, m谩s aficionados a andar a tambor batiente.
El problema del golpismo. La permanente amenaza de intervenci贸n militar, de la que Espa帽a no parece ser capaz de liberarse. La 煤ltima asonada fue en 1981 pero, desde entonces, ocasionalmente, se oye el refunfu帽ar de alg煤n alto mando del ej茅rcito. Suelen ser de la reserva, pero eso no les resta significado; al contrario, se lo a帽ade, pues la situaci贸n de reserva pareciera aligerar en los militares el deber de obediencia. El m谩s reciente, ese general exjefe de la infanter铆a de marina quien sugiere la posibilidad de intervenci贸n militar en Catalu帽a. Y con un razonamiento bien curioso. "La Patria", dice, "es un sentimiento, mientras que la Constituci贸n no es m谩s que una ley". Obs茅rvese el desprecio por la ley. Es imposible explicar a una persona as铆 que la ley prevalece sobre el sentimiento, que si no fuera por eso la sociedad ser铆a imposible pues cada cual se tomar铆a la justicia por su mano. Imposible de todo punto. Imposible explicarle que sus sentimientos, por muy nobles que se le antojen, no son superiores a los del vecino, quiz谩 opuestos a los suyos. Imposible incluso mostr谩ndole el ejemplo de Gran Breta帽a en donde la eventualidad de la independencia de Escocia no ha suscitado ni un murmullo entre el alto mando del ej茅rcito. A prop贸sito, va a ser muy dif铆cil explicar por qu茅 lo que puede hacerse en el Reino Unido, no puede hacerse en Espa帽a. Explicar con razones, no con el cornet铆n de 贸rdenes.
Por eso, lo m谩s recomendable es aplicar la legislaci贸n constitucional vigente y sancionar un comportamiento que est谩 fuera de ella, pues pretende dar autonom铆a al ej茅rcito frente al poder civil. Y este es un asunto no negociable: el Estado de derecho se basa en la supremac铆a de la ley, incluso en el ej茅rcito. Esa propuesta de que la patria est谩 por encima de la ley es inadmisible porque quiere decir que el sentimiento de patria del general y sus amigos prevalece sobre la ley, manifestaci贸n de la raz贸n y de la voluntad colectiva. Es posible que el poder pol铆tico civil requiera la acci贸n de las fuerzas armadas, pero eso no puede ser por decisi贸n de estas, sino de aquel, que la tomar谩 en el contexto de un debate pol铆tico. Y habr谩 que ver c贸mo la justifica en un contexto europeo en donde no se aceptar铆a una soluci贸n militar en Espa帽a.
La Patria es lo que dice la Constituci贸n. Este es el nudo de la doctrina del patriotismo constitucional que todo el mundo invoca si bien no respeta. En el entendimiento de que la Constituci贸n puede decir otra cosa. Las descripciones de Espa帽a han cambiado mucho en las Constituciones de los siglos XIX y XX. La descripci贸n actual podr铆a cambiar si as铆 lo decidiera una mayor铆a de los espa帽oles pac铆fica y democr谩ticamente. La Constituci贸n puede reformarse y, si llegara a admitir el derecho de autodeterminaci贸n, como muchos propugnamos, este se ejercer铆a a su amparo con todas las consecuencias, sin que los militares tengan nada que decir. Ning煤n orden pol铆tico puede sobrevivir con un actor tomando decisiones que influyen en las de los poderes del Estado o las condicionan. En todo caso, el ej茅rcito pod铆a aprender de la Iglesia, otro agente que condiciona la acci贸n de los poderes del Estado, pero lo hace sigilosamente, en el secreto de los despachos o las sacrist铆as en donde obtiene ping眉es beneficios, superiores a los de los militares. Pero no es el esp铆ritu de estos, m谩s aficionados a andar a tambor batiente.