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Gris marengo

OPINI脫N de Rafael Fernando Navarro.-

Todav铆a la siguen llamando joven. Treinta y tantos a帽os ya, camino de esa edad madura que embellece las formas, que engalana los ojos, que decora los labios. Pero algunos se refugian en Rub茅n, en la juventud divino tesoro, para negarse a adelantar camino y verla hermosa para amarla sin reparos, con pasi贸n desbordada, sin miedo a estupros punibles.

Treinta y tantos a帽os. Aceras con geranios, libertad en las solapas, agilidad para vivir d谩ndonos la mano, edificando futuro, olvidando un pasado de botas y sables, de tiros en la nuca, de tapias de cementerios blancos. Democracia empezamos a llamarle, a estrenar derechos, leyes que proteg铆an sin encorsetar, capacidad de decidir sin coacci贸n, terminando en amistad lo que fue enfrentamiento. La guerra termin贸 en mil novecientos setenta y cinco. La enterramos en la sierra madrile帽a, bajo una cruz que ampara a los del bando bueno. Le bast贸 a los otros con cunetas camineras, con huesos amontonados en la solidaridad fecunda de la muerte.

Dicen que hubo hambre, mucha hambre. Cartillas de racionamiento que hac铆an del pan, del aceite, del arroz un corralito cercado de amenazas y estraperlo. Que se enriquecieron los traficantes de la angustia, los especuladores de est贸magos vac铆os, los delincuentes de misa de doce. Dicen que el miedo encarcelaba la libertad de expresi贸n, de pensamiento, de comunicaci贸n. Dicen que se desconfiaba del que tomaba caf茅 cerca de ti. El vecino del cuarto era tal vez de la pol铆tico-social. Cuando alguien gritaba su dolor era un enviado de Mosc煤. Las reuniones culturales, hordas judeomas贸nicas. Reinaba el Sagrado Coraz贸n, se atacaba la moral del r茅gimen acariciando los pechos de la novia, los obispos dictaban las leyes en un pseudo parlamento y la Plaza de Oriente era la urna grande que aclamaba al caudillo como mes铆as victorioso, ungido por el papa de Roma, palio que amparaba la cruzada santa que derrot贸 al marxismo imperante. Presos de carabanchel, disparos al amanecer, ejecuciones bendecidas con tiros de gracia e indulgencia plenaria.

Existi贸 esa Espa帽a en blanco y negro. Plomo oscuro. Mediterr谩neo de luto. Montes de muslos opacos. Sol de camisa azul marino. Prietas las filas, Monta帽as nevadas. Pa帽uelos de recuerdo eterno por los que cayeron por Dios y por Espa帽a. Mujeres pre帽adas de nostalgias. Silencio al atardecer calentando vidas uniformadas. Y aquella luz de El Pardo, vig铆a de Occidente, como un candil siniestro. Aquella Espa帽a era Espa帽a de vencedores y vencidos hasta que termin贸 la guerra en mil novecientos setenta y cinco, veinte de noviembre.

Y aquel d铆a naci贸 la democracia. Hab铆a sido so帽ada, deseada como una amante para siempre. Pensar, escribir, leer. Hermano el enemigo. Un parlamento ancho como una plaza grande de pueblo. Ciudadanos los que fueron s煤bditos. A caminar. Despacio, para que no se rompiera entre las manos. Carrillo y Fraga, Felipe y Marcelino Camacho, Redondo y Fernando Su谩rez, Moncloa y Zarzuela. Treinta y tantos a帽os. Algunos la siguen llamando la joven democracia.

Fue otro estilo. Luchamos por una vivienda. Los jubilados ten铆an derecho a serlo y a vivir el gozo etimol贸gico de su vejez. La enfermedad estaba amparada por una sanidad universal. El amor era patrimonio del coraz贸n y no s贸lo del sexo. Ser mujer era un derecho y el cuerpo una propiedad irrenunciable. El techo, el trabajo se reconocieron eran una tarea para todos. Supo el pueblo lo que era bienestar y ser due帽os de aquella parcela.

Hoy hay seis millones de parados. Tres millones de espa帽oles est谩n bajo el umbral de la pobreza. Se instala una sanidad para ricos y casas de socorro para pobres. La ense帽anza para quien pueda pagarla. Se les hurtan a los funcionarios sus pagas extraordinarias. Se priva de un techo a cientos de familias. Se suicidan algunos porque no quieren entregarse al ego铆smo bancario. Se le llama terroristas a los que exigen sus derechos. Los antidisturbios son m谩s importantes que los mec谩nicos. Se sustituye el trabajo por el despido. No se indemniza, se da una limosna como recuerdo. A los dependientes se les niega una mano que empuje la silla. Se suprimen tratamientos, vacunas, asistencia sanitaria porque son caros. La ciudadan铆a es un d茅ficit, una prima de riesgo, una balanza de pagos. Los del pincho de tortilla deben pagar la langosta de algunos. Gallard贸n expropia a la mujer de su cuerpo. F谩tima B谩帽ez prefiere rezarle a la Blanca Paloma que exigirle colaboraci贸n a la CEOE. Montoro proclama una amnist铆a para los b谩rcenas mientras indaga el IVA de un comerciante de alpargatas.

Espa帽a ha perdido color. Vamos camino de aquel tiempo. A lo mejor estamos ya en 茅l. Gris marengo pero con corbata. Descolorido pa铆s. Oscuro nuevamente. Nuevamente triste como entonces. Cuando todos somos ETA porque algunos no saben vivir sin un terrorismo por lo menos venial.

Nos est谩n secuestrando la alegr铆a. Otra vez el plomo gris marengo de la tristeza. Otra vez el ayer cuando estaba prohibido existir con dignidad en los ojos.




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