OPINI脫N de Eduardo P茅rsico.-
"y tanto el halago como el insulto se pierden si son muy reiterados"
(Natalio Botana).
En la Argentina durante d茅cadas ha crecido una clase media muy activa, y la tan evidente hoy se confiesa algo contraria al gobierno de turno. La 煤ltima marcha de protesta ocurri贸 el 18 de abril del 2013 y concit贸 mucha adhesi贸n a cuestionar la gesti贸n oficial, con un gent铆o que mostr贸 su indignaci贸n ante los controles de cambio aplicados por el gobierno y a la gesti贸n de los organismos de recaudaci贸n impositiva, ll谩mese AFIP o parecida. Desconociendo hasta la sanci贸n de una ley reguladora de los medios de comunicaci贸n monop贸licos frenada por demoras judiciales, y en ese rictus de negaci贸n desprecian por fascista y autoritaria la mayor铆a legislativa que el voto popular le otorgara al partido gobernante. Algo tan infructuoso de justificar pol铆ticamente como el repudio a los proyectos sancionados en la legislatura nacional el 25 de abril, sobre democratizaci贸n de la Justicia, Corte Suprema inclu铆da. Y adem谩s en cada manifestaci贸n pregonan eliminar a todos los responsables y adictos de la dictadura gobernante en Argentina’.
Estos grupos adscriben a un pudiente estrato econ贸mico, -todav铆a lejos de modificar el rumbo de un gobierno electo democr谩ticamente- que tal vez se suponen ser aspirantes a instalar otra realidad institucional y econ贸mica. Instancia que les requerir铆a unificar alg煤n temario pol铆tico que por ahora se expresa muy disidente entre s铆, debiendo adem谩s superar ese delirio adolescente de asaltar el gobierno a sartenazo limpio. Como si ellos como emergente social tuvieran los medios hoy inexistentes que otrora usara la clase alta argentina y sus mandantes empresariales para asestar el infame golpe genocida junto a las Fuerzas Armadas en marzo de 1976. Algo hist贸ricamente improbable para estos limitados y apenas molestos golpistas, tan infatuados de ser de una clase alta con poder铆o, perfil demasiado ajeno a ellos.
La clase alta argentina se jact贸 de ser ellos quienes ‘hicieron el pa铆s’, y aunque no siempre coincidieran entre familias personajes y negocios, hasta se evidencia que cada grupo ha tenido sus propios historiadores. Que igual coinciden en que ellos como clase, produjeron el desarrollo econ贸mico de la Argentina; omitiendo en todo caso que ese ‘no distribuido desarrollo’ le ha redituado siempre m谩s al Imperio Ingl茅s que a nuestro mismo pa铆s. Sin hurgar demasiado, nuestra literatura gauchesca del siglo diecinueve no indica con datos sobre la miseria que le provocaran a los ind铆genas,- eliminados para ahorrar- y los mismos inmigrantes que al llegar se hubieran aventurado hacia la campa帽a. Y aunque pareciera que la revalorizaci贸n nost谩lgica nunca fuera desplegada desde la clase alta, para ellos el mundo mejor es el de su pasado; eso s铆 entorpecido por las inmigraciones con sus conflictos sociales hasta alguna d茅cada del siglo veinte, que les dieran a la Clase Alta cierta nostalgia por un ayer que confiaba en la propia fuerza como grupo. Algo que m谩s decaer铆a al sancionarse la ley Sa茅nz Pe帽a de voto obligatorio, seguido por el gobierno de Hip贸lito Yrigoyen en 1916, que para mucha Clase Alta signific贸 que la vida sin contrariedades ser铆a del pasado. Y aunque ya fuera com煤n lamentarse ‘cuando nosotros gobernamos exist铆a lo refinado y noble’, Hip贸lito Yrigoyen en sus dos presidenciaa tuvo ministros de notorio ‘apellido’; Honorio Pueyrred贸n, Francisco Beir贸, Horacio Oyhanarte, Domingo Salaberry; y desde 1922 a 1928 nuestro presidente fue Marcelo T.de Alvear. Sencillamente porque esa misma Clase Alta no era ajena al ruedo dirigencial del pa铆s, y no s贸lo alg煤n Martinez de Hoz navegar铆a las aguas del poder pol铆tico. Ellos como Clase Alta siempre colaboraron y bendijeron los golpes destituyentes contra gobiernos elegidos por la mayor铆a popular; y en eso debemos ser justos, fueron ellos.
En esto hallar铆amos cierta coincidencia con los actuales manifestadores que pretenden adue帽arse del gobierno a puro insulto y discurso. En toda pol铆tica clasista el candidato nace con su propia clase y en la mentalidad del sector m谩s poderoso econ贸micamente eso mismo significa nosotros somos los elegidos para gobernar.Prerrogativa bien conservadora que hace a su racionalidad de clase, dentro de ese conservadurismo clasista el ser ellos Los que Mandan, eso m谩s que ideolog铆a es una conducta innata y propia de su mentalidad. As铆 como la violencia en cualquier gobierno conservador o de derecha es inherente a la misma gesti贸n, resulta su mecanismo m谩s cruento pero inmediato y sigue abarcando los periodos de todos los gobiernos posible. Veamos si los disturbios actuales en la civilizada Europa de los indignados son disueltos a trav茅s de negociaciones de los sectores en pugna; no jodamos, los disuelven las fuerzas regulares del Poder a garrotazo limpio. Y con el mismo 铆mpetu que lo hicieran en las huelgas de inicios del siglo veinte, en tanto el 煤nico programa de ideas del conservadurismo para enfrentar todo problema econ贸mico de la modernidad es el de la violencia f铆sica. Por lo cual deber铆amos aceptar por esa raz贸n demostrable hist贸ricamente, que : el gran despliegue del conflicto social que enfrenta el gobernar, para las derechas es rengl贸n que se corresponde con la represi贸n y ‘despu茅s veremos’.Esto se evidencia cotidianamente ante los desquicios sociales que les dejar铆a el capitalismo financiero a los europeos por estos a帽os, donde los 铆ndices de la desocupaci贸n ya son inocultables ni disimulados con entrevistas y discursos.
Es que si ante la desocupaci贸n masiva la 煤nica verdad es la realidad, no hay ning煤n gobierno conservador que use mejor soluci贸n que desarmar las protestas a pura violencia; algo que los tan ‘indignados de clase media’ en la Argentina, - con otros medievales que gorilamente hasta se oponen a la Asignaci贸n Universal por Hijo, como si eso y el no poder comprar d贸lares libremente para viajar al exterior los identificara con la clase alta, pierden el tiempo. Ese grupo selecto pareciera ajeno a todo y poco se exhiba p煤blicamente a los caceroleros no los reconocen dentro de su grupo. Y esa ajenidad de clase tradicional y vigente, no solamente vincula a las ‘oligarqu铆as’ con im谩genes del ayer; por siempre contrarios al cambio de escenario y a nuevas din谩micas sociales, aqu铆, all谩 y m谩s o menos lejos ‘ellos’ sostienen seguir siendo ‘ellos’ mismos. Y los caceroleros m谩s pudientes por m谩s exhibiciones que hagan, a ese club no pertenecen; porque les queda lejos y tambi茅n las pautas de 茅xito social son abiertamente otras. As铆 que a conformarse en seguir gritando cada tanto contra todo; eso s铆, magn铆ficamente vestidos porque pueden hacerlo aunque sigan lejos de eso intereses de clase inalcanzables y ajenos. Que a pesar de una imparable y cotidiana din谩mica mundial de nueva realidad, el s铆ntoma de clase sigue mostrando complejos trebejos de figuraci贸n poco descifrables y vaya uno a saber porqu茅.
"y tanto el halago como el insulto se pierden si son muy reiterados"
(Natalio Botana).
En la Argentina durante d茅cadas ha crecido una clase media muy activa, y la tan evidente hoy se confiesa algo contraria al gobierno de turno. La 煤ltima marcha de protesta ocurri贸 el 18 de abril del 2013 y concit贸 mucha adhesi贸n a cuestionar la gesti贸n oficial, con un gent铆o que mostr贸 su indignaci贸n ante los controles de cambio aplicados por el gobierno y a la gesti贸n de los organismos de recaudaci贸n impositiva, ll谩mese AFIP o parecida. Desconociendo hasta la sanci贸n de una ley reguladora de los medios de comunicaci贸n monop贸licos frenada por demoras judiciales, y en ese rictus de negaci贸n desprecian por fascista y autoritaria la mayor铆a legislativa que el voto popular le otorgara al partido gobernante. Algo tan infructuoso de justificar pol铆ticamente como el repudio a los proyectos sancionados en la legislatura nacional el 25 de abril, sobre democratizaci贸n de la Justicia, Corte Suprema inclu铆da. Y adem谩s en cada manifestaci贸n pregonan eliminar a todos los responsables y adictos de la dictadura gobernante en Argentina’.
Estos grupos adscriben a un pudiente estrato econ贸mico, -todav铆a lejos de modificar el rumbo de un gobierno electo democr谩ticamente- que tal vez se suponen ser aspirantes a instalar otra realidad institucional y econ贸mica. Instancia que les requerir铆a unificar alg煤n temario pol铆tico que por ahora se expresa muy disidente entre s铆, debiendo adem谩s superar ese delirio adolescente de asaltar el gobierno a sartenazo limpio. Como si ellos como emergente social tuvieran los medios hoy inexistentes que otrora usara la clase alta argentina y sus mandantes empresariales para asestar el infame golpe genocida junto a las Fuerzas Armadas en marzo de 1976. Algo hist贸ricamente improbable para estos limitados y apenas molestos golpistas, tan infatuados de ser de una clase alta con poder铆o, perfil demasiado ajeno a ellos.
La clase alta argentina se jact贸 de ser ellos quienes ‘hicieron el pa铆s’, y aunque no siempre coincidieran entre familias personajes y negocios, hasta se evidencia que cada grupo ha tenido sus propios historiadores. Que igual coinciden en que ellos como clase, produjeron el desarrollo econ贸mico de la Argentina; omitiendo en todo caso que ese ‘no distribuido desarrollo’ le ha redituado siempre m谩s al Imperio Ingl茅s que a nuestro mismo pa铆s. Sin hurgar demasiado, nuestra literatura gauchesca del siglo diecinueve no indica con datos sobre la miseria que le provocaran a los ind铆genas,- eliminados para ahorrar- y los mismos inmigrantes que al llegar se hubieran aventurado hacia la campa帽a. Y aunque pareciera que la revalorizaci贸n nost谩lgica nunca fuera desplegada desde la clase alta, para ellos el mundo mejor es el de su pasado; eso s铆 entorpecido por las inmigraciones con sus conflictos sociales hasta alguna d茅cada del siglo veinte, que les dieran a la Clase Alta cierta nostalgia por un ayer que confiaba en la propia fuerza como grupo. Algo que m谩s decaer铆a al sancionarse la ley Sa茅nz Pe帽a de voto obligatorio, seguido por el gobierno de Hip贸lito Yrigoyen en 1916, que para mucha Clase Alta signific贸 que la vida sin contrariedades ser铆a del pasado. Y aunque ya fuera com煤n lamentarse ‘cuando nosotros gobernamos exist铆a lo refinado y noble’, Hip贸lito Yrigoyen en sus dos presidenciaa tuvo ministros de notorio ‘apellido’; Honorio Pueyrred贸n, Francisco Beir贸, Horacio Oyhanarte, Domingo Salaberry; y desde 1922 a 1928 nuestro presidente fue Marcelo T.de Alvear. Sencillamente porque esa misma Clase Alta no era ajena al ruedo dirigencial del pa铆s, y no s贸lo alg煤n Martinez de Hoz navegar铆a las aguas del poder pol铆tico. Ellos como Clase Alta siempre colaboraron y bendijeron los golpes destituyentes contra gobiernos elegidos por la mayor铆a popular; y en eso debemos ser justos, fueron ellos.
En esto hallar铆amos cierta coincidencia con los actuales manifestadores que pretenden adue帽arse del gobierno a puro insulto y discurso. En toda pol铆tica clasista el candidato nace con su propia clase y en la mentalidad del sector m谩s poderoso econ贸micamente eso mismo significa nosotros somos los elegidos para gobernar.Prerrogativa bien conservadora que hace a su racionalidad de clase, dentro de ese conservadurismo clasista el ser ellos Los que Mandan, eso m谩s que ideolog铆a es una conducta innata y propia de su mentalidad. As铆 como la violencia en cualquier gobierno conservador o de derecha es inherente a la misma gesti贸n, resulta su mecanismo m谩s cruento pero inmediato y sigue abarcando los periodos de todos los gobiernos posible. Veamos si los disturbios actuales en la civilizada Europa de los indignados son disueltos a trav茅s de negociaciones de los sectores en pugna; no jodamos, los disuelven las fuerzas regulares del Poder a garrotazo limpio. Y con el mismo 铆mpetu que lo hicieran en las huelgas de inicios del siglo veinte, en tanto el 煤nico programa de ideas del conservadurismo para enfrentar todo problema econ贸mico de la modernidad es el de la violencia f铆sica. Por lo cual deber铆amos aceptar por esa raz贸n demostrable hist贸ricamente, que : el gran despliegue del conflicto social que enfrenta el gobernar, para las derechas es rengl贸n que se corresponde con la represi贸n y ‘despu茅s veremos’.Esto se evidencia cotidianamente ante los desquicios sociales que les dejar铆a el capitalismo financiero a los europeos por estos a帽os, donde los 铆ndices de la desocupaci贸n ya son inocultables ni disimulados con entrevistas y discursos.
Es que si ante la desocupaci贸n masiva la 煤nica verdad es la realidad, no hay ning煤n gobierno conservador que use mejor soluci贸n que desarmar las protestas a pura violencia; algo que los tan ‘indignados de clase media’ en la Argentina, - con otros medievales que gorilamente hasta se oponen a la Asignaci贸n Universal por Hijo, como si eso y el no poder comprar d贸lares libremente para viajar al exterior los identificara con la clase alta, pierden el tiempo. Ese grupo selecto pareciera ajeno a todo y poco se exhiba p煤blicamente a los caceroleros no los reconocen dentro de su grupo. Y esa ajenidad de clase tradicional y vigente, no solamente vincula a las ‘oligarqu铆as’ con im谩genes del ayer; por siempre contrarios al cambio de escenario y a nuevas din谩micas sociales, aqu铆, all谩 y m谩s o menos lejos ‘ellos’ sostienen seguir siendo ‘ellos’ mismos. Y los caceroleros m谩s pudientes por m谩s exhibiciones que hagan, a ese club no pertenecen; porque les queda lejos y tambi茅n las pautas de 茅xito social son abiertamente otras. As铆 que a conformarse en seguir gritando cada tanto contra todo; eso s铆, magn铆ficamente vestidos porque pueden hacerlo aunque sigan lejos de eso intereses de clase inalcanzables y ajenos. Que a pesar de una imparable y cotidiana din谩mica mundial de nueva realidad, el s铆ntoma de clase sigue mostrando complejos trebejos de figuraci贸n poco descifrables y vaya uno a saber porqu茅.