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Agua caliente a la izquierda, igual que en Zurich

Cuento de Eduardo P茅rsico.-  

La avenida de Mayo en Buenos Aires parece no existir hasta el cruce con Florida; ah铆 todav铆a sin muchas pretensiones de ser exclusiva y distante es ajetreada por caminantes del apuro bancario. Y nada exhibe all铆 la reminiscencia hist贸rica de imaginarios paraguas del 25 de mayo de 1810 cuando ‘el pueblo quiere saber de qu茅 se trata’, ni las palomas ahuyentadas a multitud y bombo de las bullangueras marchas con sabor a revancha. 

A dos veredas de esos ecos de vivas y juramentaciones, en un bar con sillones canasta l铆mites del Cabildo el Quelo Varela apuraba a pura sonrisa, verso y camelo, a una rubia azafata suiza que conociera en el tr谩mite de cambiar unos d贸lares el d铆a anterior y se negara a ser regresada en taxi a su hotel. Pero que le anotaba a Quelo su direcci贸n en una servilleta de papel: Freni Dietz, Kloten, Zurich, 脡l en verdad le铆a ‘Vreni’ y ella aplicando sus dientes al labio inferior le repiti贸 ‘Freni’.

- Is my name - y 茅l en tarz谩nico ingl茅s y le pregunt贸 ‘¿do you like another whisky?’ Y acaso mejor sonar铆a 'juiski' pero si esta viajera al fondo del mapamundi entendiera la cierta intenci贸n de su ¿do you like?, no se escandalizar铆a. ‘S铆 Quelo, no cualquiera act煤a de exponente tribal ante una aut茅ntica rubia europea que te diera su direcci贸n en Zurich como si te invitara a verla ah铆 cualquier tarde de estas’. As铆 que sin esperar dispuso llevarla a conocer Buenos Aires, y ser ‘Quelo protector de azafata indefensa en la riesgosa ciudad, en repentina y apreciable ocurrencia’.

-¿Ves? Por aqu铆 sucedi贸 el Cabildo Abierto de 1810; esta es la diab贸lica Plaza de Mayo donde los guarangos se lavaron las patas en la fuente en octubre del ’45 y durante a帽os las Madres de los treinta mil Desaparecidos nos siguen espabilando una vez por semana que tengamos m谩s memoria y eso muchos no lo entiendan. En esa Casa Rosada trabajan las autoridades nacionales, -es una manera de decir- te mostrar茅 la Recoleta el barrio que desaf铆a todo a puro lujo y ese desperdicio de cemento es el Monumental Estadio de F煤tbol que pagamos a tanto por gol para disimular nuestro arrabal no capitalista. Esa confiter铆a casi en sombras es la m谩s costosa del planeta, very expensive, Freni, too much, pero all铆 hoy no entraremos porque /mir谩 que casualidad/, este es mi departamento. Donde debemos entrar sigilosos y en voz baja porque mi cama solitaria es ancha y ajena como la pampa y antes que me olvide, si quer茅s ducharte la llave de agua caliente est谩 a la izquierda, to the left, Freni, igual que en Zurich.

- ¿Vos sab铆as que los sudacas no somos seres tan distintos? Ustedes, cronom茅tricos que miden en d茅cimas de micrones y nosotros, miserables de tanta inmensidad toda diferencia la mensuramos en hect谩reas, y aqu铆 vos y yo por mandato de la especie ajena a cualquier mapa, quiz谩 tenemos ese mismo temblor de muestro primer apareo hace un milloncito de a帽os en una 铆ntima selva. Por eso y sin temor usemos nuestra encendida piel envuelta en acrobacias de tigre silencioso y peque帽as palabras, sin que tu rubor no sea fingido, Freni, y no sigas tensa en la habitaci贸n con sonrisa apenas y rubor de hembra sorprendida en silencio. Es tiempo de no temblar al besarnos y si tu sonrojo iguala a este ataque adolescente que me lleg贸 de golpe, nuestra t铆mida escena defraudar铆a al espejismo que tienen de nosotros los pa铆ses rubios. Y vos no dejes de ser Freni Dietz, alhaja suiza de mi coraz贸n habl谩ndome del cant贸n donde naciste y c贸mo te peinaban cuando eras chica antes de o铆r misa en la iglesia de Schauffhauser, igual que una piba de mi barrio. O apretada, muy apretada a m铆 pecho, me digas de aquel novio que inaugur贸 tu ternura al llevarte en la bici tras el puentecito del Rhin, y no sigamos distrayendo nuestra desnudez recreando el pasado y averiguar de paso nuestra pasada historia. No vale renunciar a esta hora inolvidable, Freni, y ya probemos con suiza precisi贸n que el amante argentino es de buena perfomance y poco rechazo de fabricaci贸n… Esa otra ficci贸n nacional de ganadores imbatibles del principio al fin, as铆 nos va en la vida... Dulce, te cuento que entre nosotros hacer el amor es el modo de seguir en el mundo, por bisnietos de algunos que hace un siglo enriquecieron a los sastres londinenses comprando trajes por docena y dando un saltito al Canal de la Mancha, coparon los burdeles de Francia a punta de guita y vaca llevada en el barco. Reprimido y represor morocho y argentino rey de Par铆s, Freni, estancieros millonarios con olor a bosta llenando los prost铆bulos y despreciado por los rubiecitos de ojos azules, como los tuyos.

Y no te r铆as mi amor de este secreto nacional porque vos, mujer hermosa del mundo civilizado conmovida si te beso los p谩rpados y los dos en lenguaje mezclado lamentamos tanta demora en conocernos. Nos equivocamos, amor, vos no viajaste a Buenos Aires a lagrimear sobre mi pecho y a tatuarme una melancol铆a que ya presiento. Vos llegaste aqu铆 a ver malambo con boleadoras y conocer a vetustos tangueros disfrazados con pa帽uelo al cuello; vos viniste a mi Buenos Aires querido para dejarme tu nombre en una servilleta de papel que al subirte al avi贸n y por mucha a帽oranza que le inventemos, se borrar谩 de olvido. ¿Eso no lo imaginaste, Freni? A nuestra final ternura de los dos en el aeropuerto la llenaremos de un futuro que bien pronto sentir谩 el olvido de otras nuevas miradas; y este nuestro intento de amarnos de fuga y contrafuga se llenar谩 de tiempo…

Reci茅n despierto y ya la luz detenida en el coraz贸n de la ma帽ana, Quelo Varela mir贸 a Freni replegada sobre su propio cuerpo. Un mech贸n de pelo desordenaba el blanco de la almohada y al quitarle una mano sobre su vientre, la bes贸 tiernamente en un hombro. Una inigualable noche de olvido inevitable hab铆a pasado y 茅l se refugi贸 en un cinismo doloroso y absurdo: ‘era cierto, las azafatas suizas tambi茅n son seres humanos’.

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