OPINI脫N de 脕lvaro Cuadra.-
La actual campa帽a presidencial chilena ha servido para poner en evidencia ciertos “fantasmas” anidados en el imaginario de nuestra derecha criolla. Sin tener plena conciencia de ello, sus candidatos reaccionan de manera casi instintiva y con virulencia a la adhesi贸n de los comunistas y del MAS a la candidatura de la ex mandataria Michelle Bachelet. Esta “fobia” patol贸gica persiste en Allamand y Longueira, aun cuando el est铆mulo que la desata es m谩s imaginario que real.
Para cualquier analista serio y desapasionado, la actual situaci贸n chilena no es comparable, ni de lejos, con la situaci贸n de la Venezuela bolivariana. De hecho, el duopolio pol铆tico en que estamos sumidos se parece m谩s al llamado “pacto de Punto Fijo” que a otro momento hist贸rico en aquella naci贸n. Por otra parte, las alusiones al “comunismo” - en la actuales circunstancias mundiales - significa instalar una mirada “r茅tro” y entender la realidad con m谩s de veinte a帽os de retraso, cuando la autocr铆tica de los mismos comunistas en todo el mundo los ha alejado de muchos de los errores y horrores de lo que fuera la experiencia hist贸rica del “socialismo real”. Como lo sabe cualquiera que se haya formado, m铆nimamente, en ciencias sociales, ni el “chavismo” ni el “comunismo” constituyen categor铆as pertinentes para intentar comprender la situaci贸n presente en Chile.
Es natural que una derecha formada en el pinochetismo neoliberal arrastre por d茅cadas sus taras ideol贸gicas, sobre todo, cuando con ello se explica el mundo y justifica sus ganancias. Sin embargo, convertir su delirio enfermizo en discurso pol铆tico de una campa帽a presidencial y parlamentaria solo se explica como una estrategia burda para enga帽ar a una masa desprevenida de electores. La instrumentalizaci贸n de tan avinagrados argumentos, rebaja el nivel del debate en nuestro pa铆s y pone en evidencia la falta de fundamentos 茅ticos y pol铆ticos para insistir en un modelo injusto y excluyente que hemos heredado de la dictadura militar.
A esta altura del siglo XXI, la pol铆tica chilena puede ser entendida como la tensi贸n entre dos concepciones de democracia. Por un lado, una derecha neoliberal que sostiene una concepci贸n olig谩rquica de la democracia, cuyo 煤nico fundamento es un estado policial para salvaguardar sus intereses. Por el otro, un pueblo que anhela una democracia participativa, un estado responsable que se haga cargo de sus demandas en cuestiones tan sensibles como la educaci贸n, la salud, la previsi贸n y la vivienda. Esta es la cuesti贸n fundamental en el Chile de hoy, la imperiosa necesidad de dejar atr谩s el triste y pesado lastre constitucional de una dictadura.
La actual campa帽a presidencial chilena ha servido para poner en evidencia ciertos “fantasmas” anidados en el imaginario de nuestra derecha criolla. Sin tener plena conciencia de ello, sus candidatos reaccionan de manera casi instintiva y con virulencia a la adhesi贸n de los comunistas y del MAS a la candidatura de la ex mandataria Michelle Bachelet. Esta “fobia” patol贸gica persiste en Allamand y Longueira, aun cuando el est铆mulo que la desata es m谩s imaginario que real.
Para cualquier analista serio y desapasionado, la actual situaci贸n chilena no es comparable, ni de lejos, con la situaci贸n de la Venezuela bolivariana. De hecho, el duopolio pol铆tico en que estamos sumidos se parece m谩s al llamado “pacto de Punto Fijo” que a otro momento hist贸rico en aquella naci贸n. Por otra parte, las alusiones al “comunismo” - en la actuales circunstancias mundiales - significa instalar una mirada “r茅tro” y entender la realidad con m谩s de veinte a帽os de retraso, cuando la autocr铆tica de los mismos comunistas en todo el mundo los ha alejado de muchos de los errores y horrores de lo que fuera la experiencia hist贸rica del “socialismo real”. Como lo sabe cualquiera que se haya formado, m铆nimamente, en ciencias sociales, ni el “chavismo” ni el “comunismo” constituyen categor铆as pertinentes para intentar comprender la situaci贸n presente en Chile.
Es natural que una derecha formada en el pinochetismo neoliberal arrastre por d茅cadas sus taras ideol贸gicas, sobre todo, cuando con ello se explica el mundo y justifica sus ganancias. Sin embargo, convertir su delirio enfermizo en discurso pol铆tico de una campa帽a presidencial y parlamentaria solo se explica como una estrategia burda para enga帽ar a una masa desprevenida de electores. La instrumentalizaci贸n de tan avinagrados argumentos, rebaja el nivel del debate en nuestro pa铆s y pone en evidencia la falta de fundamentos 茅ticos y pol铆ticos para insistir en un modelo injusto y excluyente que hemos heredado de la dictadura militar.
A esta altura del siglo XXI, la pol铆tica chilena puede ser entendida como la tensi贸n entre dos concepciones de democracia. Por un lado, una derecha neoliberal que sostiene una concepci贸n olig谩rquica de la democracia, cuyo 煤nico fundamento es un estado policial para salvaguardar sus intereses. Por el otro, un pueblo que anhela una democracia participativa, un estado responsable que se haga cargo de sus demandas en cuestiones tan sensibles como la educaci贸n, la salud, la previsi贸n y la vivienda. Esta es la cuesti贸n fundamental en el Chile de hoy, la imperiosa necesidad de dejar atr谩s el triste y pesado lastre constitucional de una dictadura.