OPINI脫N de Vicen莽 Navarro.-
Este art铆culo critica que haya tan poco debate en Espa帽a sobre el propuesto Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y la Uni贸n Europea que tendr谩 un impacto negativo en el bienestar de la poblaci贸n en Espa帽a.
Es extraordinaria la poca atenci贸n que est谩 teniendo en Espa帽a la preparaci贸n del Tratado de Libre Comercio entre EEUU y la Uni贸n Europea, y ello a pesar de que la aplicaci贸n de tal tratado tendr谩 un impacto muy negativo en el bienestar y calidad de vida de las clases populares de los pa铆ses de la Uni贸n Europea. En teor铆a, tal tratado se presenta y defiende como todos los anteriores Tratados de Libre Comercio, bilaterales o multinacionales, que han existido entre EEUU y otros pa铆ses: todos ellos se venden como una buena medida comercial que incrementa la actividad econ贸mica, y con ello se facilita la creaci贸n de empleo. As铆 se han presentado todos los Tratados de Libre Comercio (TLC) entre EEUU y Australia, Brunei, Chile, Malasia, Nueva Zelanda, Rusia, Singapur, Vietnam y M茅xico. El m谩s conocido fue el firmado entre M茅xico, Canad谩 y EEUU, que ten铆a que haber sido la soluci贸n para el futuro de M茅xico.
La realidad, sin embargo, ha sido muy diferente, y los resultados muy opuestos a los que se profetizaron. En el TLC entre M茅xico y EEUU se destruyeron empleos en EEUU y tambi茅n en M茅xico. En EEUU porque se desplazaron puestos de trabajo hacia M茅xico. Pero en M茅xico tambi茅n se perdieron puestos de trabajo, ya que los que se ganaron resultado de la movilidad de empresas estadounidenses a M茅xico fueron menores que los que se destruyeron como consecuencia de que las econom铆as de escala de las empresas estadounidenses y su f谩cil acceso al cr茅dito destruyeron muchas empresas peque帽as que no pudieron competir con las grandes estadounidenses. El TLC benefici贸 a empresas grandes muy influyentes de Washington y en la Ciudad de M茅xico. Pero da帽贸 a las clases populares y a la clase trabajadora de los dos pa铆ses, a los dos lados del r铆o Grande. Tal experiencia se ha repetido en todos los casos de TLC.
El hecho de que las 煤nicas beneficiarias del TLC siempre hayan sido las grandes empresas financieras, manufactureras y de servicios, explica que 茅stas est茅n ahora trabajando cuarenta y ocho horas al d铆a en Bruselas y en Washington intentando escribir el texto del TLC entre EEUU y la UE. 2.532 lobbies ya est谩n movilizados en Bruselas. Y mientras, hay un silencio ensordecedor en los medios sobre los preparativos de tal tratado.
De la experiencia de otros TLC con EEUU se puede ya predecir que las medidas tomadas favorecer谩n intereses muy particulares a costa de los intereses generales. Por ejemplo, el TLC prohibir谩 el monopolio de los servicios p煤blicos, como la sanidad, exigiendo el desmantelamiento del Servicio Nacional de Salud, eliminando su universalidad. Y todo ello en aras a la necesaria “competitividad y libre comercio”. Y veremos c贸mo las 茅lites gobernantes en la UE (que ya est谩n tomando medidas en esta direcci贸n) dar谩n la bienvenida a estos cambios. Hasta ahora, la excusa para hacer tales cambios (como la privatizaci贸n) era que as铆 lo ped铆an Bruselas, Berl铆n o Frankfurt. Ahora se a帽adir谩 Washington. Y continuar谩n haciendo tales cambios con silencio, nocturnidad y alevos铆a, sin apenas discusi贸n p煤blica. Y a todo ello tendr谩n la desfachatez de llamarlo democracia.
Este art铆culo critica que haya tan poco debate en Espa帽a sobre el propuesto Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y la Uni贸n Europea que tendr谩 un impacto negativo en el bienestar de la poblaci贸n en Espa帽a.
Es extraordinaria la poca atenci贸n que est谩 teniendo en Espa帽a la preparaci贸n del Tratado de Libre Comercio entre EEUU y la Uni贸n Europea, y ello a pesar de que la aplicaci贸n de tal tratado tendr谩 un impacto muy negativo en el bienestar y calidad de vida de las clases populares de los pa铆ses de la Uni贸n Europea. En teor铆a, tal tratado se presenta y defiende como todos los anteriores Tratados de Libre Comercio, bilaterales o multinacionales, que han existido entre EEUU y otros pa铆ses: todos ellos se venden como una buena medida comercial que incrementa la actividad econ贸mica, y con ello se facilita la creaci贸n de empleo. As铆 se han presentado todos los Tratados de Libre Comercio (TLC) entre EEUU y Australia, Brunei, Chile, Malasia, Nueva Zelanda, Rusia, Singapur, Vietnam y M茅xico. El m谩s conocido fue el firmado entre M茅xico, Canad谩 y EEUU, que ten铆a que haber sido la soluci贸n para el futuro de M茅xico.
La realidad, sin embargo, ha sido muy diferente, y los resultados muy opuestos a los que se profetizaron. En el TLC entre M茅xico y EEUU se destruyeron empleos en EEUU y tambi茅n en M茅xico. En EEUU porque se desplazaron puestos de trabajo hacia M茅xico. Pero en M茅xico tambi茅n se perdieron puestos de trabajo, ya que los que se ganaron resultado de la movilidad de empresas estadounidenses a M茅xico fueron menores que los que se destruyeron como consecuencia de que las econom铆as de escala de las empresas estadounidenses y su f谩cil acceso al cr茅dito destruyeron muchas empresas peque帽as que no pudieron competir con las grandes estadounidenses. El TLC benefici贸 a empresas grandes muy influyentes de Washington y en la Ciudad de M茅xico. Pero da帽贸 a las clases populares y a la clase trabajadora de los dos pa铆ses, a los dos lados del r铆o Grande. Tal experiencia se ha repetido en todos los casos de TLC.
El hecho de que las 煤nicas beneficiarias del TLC siempre hayan sido las grandes empresas financieras, manufactureras y de servicios, explica que 茅stas est茅n ahora trabajando cuarenta y ocho horas al d铆a en Bruselas y en Washington intentando escribir el texto del TLC entre EEUU y la UE. 2.532 lobbies ya est谩n movilizados en Bruselas. Y mientras, hay un silencio ensordecedor en los medios sobre los preparativos de tal tratado.
De la experiencia de otros TLC con EEUU se puede ya predecir que las medidas tomadas favorecer谩n intereses muy particulares a costa de los intereses generales. Por ejemplo, el TLC prohibir谩 el monopolio de los servicios p煤blicos, como la sanidad, exigiendo el desmantelamiento del Servicio Nacional de Salud, eliminando su universalidad. Y todo ello en aras a la necesaria “competitividad y libre comercio”. Y veremos c贸mo las 茅lites gobernantes en la UE (que ya est谩n tomando medidas en esta direcci贸n) dar谩n la bienvenida a estos cambios. Hasta ahora, la excusa para hacer tales cambios (como la privatizaci贸n) era que as铆 lo ped铆an Bruselas, Berl铆n o Frankfurt. Ahora se a帽adir谩 Washington. Y continuar谩n haciendo tales cambios con silencio, nocturnidad y alevos铆a, sin apenas discusi贸n p煤blica. Y a todo ello tendr谩n la desfachatez de llamarlo democracia.