OPINIÓN de Carlos Carnicero.-
Fuimos educados en el catecismo como mecanismo de memorización y repetición para asentar no solo no que no se podía demostrar sino para creer sin fisuras lo que la razón daba como imposible. Repetir y memorizar es un ejercicio que abstiene de comprender. Es a las convicciones lo mismo que la lista mecanizada de los reyes godos.
“Tres personas en una” es la manifestación de que la adhesión que se reclama solo se puede asentar en larenuncia a todo análisis crítico. Se cree como obligación sin remisiones al intelecto. Y en eso se han convertido las manifestaciones del PP, que además tienen el suficiente grado de oscuridad para que nadie intente entender lo que se impone.
No conozco a nadie que recite un padre nuestro y un avemaría prestando atención a los conceptos contenidos en ese mecanismo litúrgico. Con las declaraciones de estos políticos pasa lo mismo.
Las comparecencias de los barones del PP para explicar el no acuerdo sobre financiación autonómica están asentadas en esos parámetros abstrusos de comunicación.
El tabú es “financiación asimétrica”. También es un eufemismo, porque deberían referirse a “financiación desigual”, pero eso sería introducir demasiada claridad en un universo en que hay que creer lo contrario de lo que se ve.
Recitan las respuestas como el catecismo del Padre Ripalda. Están desarrollando, estos charlatanes del PP, sus mecanismos de teorización de lo imposible. Y si se les interrumpe durante su letanía, tienen que empezar.
Me acuerdo del guardés guía del Monasterio de San Juan de la Peña, en el Pirineo aragonés, que explicaba la historia del complejo de carretilla y sin inflexiones de voz; si se interrumpía el relato para alguna aclaración, no solo no se obtenía respuesta sino que aquel pastor esforzado y honesto tenía que volver a recitar desde el principio lo que había conseguido memorizar en su integridad. Su voluntad y dedicación eran honestas; no ocurre así con estos maestros del engaño.
El sistema funciona porque se ha conseguido el objetivo mayor: nada es comprensible desde el sentido común, pero han renunciado a que tengamos expectativas de cualquier información razonable y razonada.
Todo está basado en una democracia demoscópica, “demoscracia” que nace de la proposición negativa que generé necesariamente oscuridad en las acciones políticas y de gobierno. Se acota y precisa lo que se tiene que ocultar.
La respuesta más racional sería adoptar la misma oscuridad en relaciones con la administración en una especie de resistencia pasiva e insumisión administrativa.
Propongo que los escritos judiciales se presenten en traducción latina; que las declaraciones a Hacienda se inviertan como en un espejo para que las cifras estén ordenadas de izquierda a derecha. Y queempecemos a circular por la izquierda, como en el Reino Unido.
Tanto esfuerzo para que no entendamos nada tendría que tener una respuesta modulada en la misma oscuridad.
Fuimos educados en el catecismo como mecanismo de memorización y repetición para asentar no solo no que no se podía demostrar sino para creer sin fisuras lo que la razón daba como imposible. Repetir y memorizar es un ejercicio que abstiene de comprender. Es a las convicciones lo mismo que la lista mecanizada de los reyes godos.
“Tres personas en una” es la manifestación de que la adhesión que se reclama solo se puede asentar en larenuncia a todo análisis crítico. Se cree como obligación sin remisiones al intelecto. Y en eso se han convertido las manifestaciones del PP, que además tienen el suficiente grado de oscuridad para que nadie intente entender lo que se impone.
No conozco a nadie que recite un padre nuestro y un avemaría prestando atención a los conceptos contenidos en ese mecanismo litúrgico. Con las declaraciones de estos políticos pasa lo mismo.
Las comparecencias de los barones del PP para explicar el no acuerdo sobre financiación autonómica están asentadas en esos parámetros abstrusos de comunicación.
El tabú es “financiación asimétrica”. También es un eufemismo, porque deberían referirse a “financiación desigual”, pero eso sería introducir demasiada claridad en un universo en que hay que creer lo contrario de lo que se ve.
Recitan las respuestas como el catecismo del Padre Ripalda. Están desarrollando, estos charlatanes del PP, sus mecanismos de teorización de lo imposible. Y si se les interrumpe durante su letanía, tienen que empezar.
Me acuerdo del guardés guía del Monasterio de San Juan de la Peña, en el Pirineo aragonés, que explicaba la historia del complejo de carretilla y sin inflexiones de voz; si se interrumpía el relato para alguna aclaración, no solo no se obtenía respuesta sino que aquel pastor esforzado y honesto tenía que volver a recitar desde el principio lo que había conseguido memorizar en su integridad. Su voluntad y dedicación eran honestas; no ocurre así con estos maestros del engaño.
El sistema funciona porque se ha conseguido el objetivo mayor: nada es comprensible desde el sentido común, pero han renunciado a que tengamos expectativas de cualquier información razonable y razonada.
Todo está basado en una democracia demoscópica, “demoscracia” que nace de la proposición negativa que generé necesariamente oscuridad en las acciones políticas y de gobierno. Se acota y precisa lo que se tiene que ocultar.
La respuesta más racional sería adoptar la misma oscuridad en relaciones con la administración en una especie de resistencia pasiva e insumisión administrativa.
Propongo que los escritos judiciales se presenten en traducción latina; que las declaraciones a Hacienda se inviertan como en un espejo para que las cifras estén ordenadas de izquierda a derecha. Y queempecemos a circular por la izquierda, como en el Reino Unido.
Tanto esfuerzo para que no entendamos nada tendría que tener una respuesta modulada en la misma oscuridad.
