OPINIÓN de Teodoro Rentería Arróyave.-
Apenas esta mañana de jueves, me enteré de la triste partida al éter del muy querido amigo, colega, cronista, investigador e historiador Enrique Estrada Barrera, quien legó su obra bibliográfica a su Mexicali y a su Baja California, ciudad capital y estado, a los que adoptó o lo adoptaron, puesto que no obstante que nació en San Diego de Alejandría, Jalisco, él fue uno de los cachanillas de mayor raigambre.
Todas sus obras, basadas en profesionales y profundas investigaciones, es el aporte más sustancial para conocer la verdadera historia de ese municipio que se asienta por abajo del nivel del mar.
Conocimos a Enrique Estrada Barrera, exacto hace 11 años, en el Congreso Constituyente de la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos, FAPERMEX, celebrado en Ixtapan de la Sal, Estado de México.
Lo recuerdo a él y a su esposa Amparito, cuando les brotaron las lágrimas de gusto, de alegría, de emoción, cuando los congresistas aprobaron por aclamación la constitución de nuestro ente nacional y conté con sus votos y con sus aplausos para que, también en esa forma, fuera elegido presidente fundador de nuestra hoy muy querida Federación.
Enrique Estrada, partió de este mundo sin que se hiciera realidad su anhelo más grande o su sueño más querido: ser cronista de la ciudad de Mexicali. Contaba ya con la promesa del presidente municipal, Francisco Pérez Tejada Padilla; por lo tanto sería un gran rasgo de la autoridad que se le diera el nombramiento post mortem, por ese mismo legado bibliográfico al que nos hemos referido.
Hace aproximadamente 6 años, de acuerdos a sus largos recorridos por el país con sus colegas de la FAPERMEX y también con sus colegas cronistas, se le presentó un problema cardiaco serio, durante un encuentro cultural en la ciudad de Colima, los periodistas entramos en acción y el Instituto Mexicano del Seguro Social, le salvó la vida.
Ahí inició una lucha tenaz por la supervivencia, cuando viajábamos a Mexicali lo primero que le pedíamos a los colegas era visitar a Enrique, en su casa disfrutamos de tertulias de alto nivel cultural que nunca vamos a olvidar.
Apenas en octubre del año próximo pasado, presentó su último libro “Los Cucapás” en el que describe la verdadera historia de la etnia que se asentó en lo que es ahora la capital del estado de Baja California. No sabemos, lo investigaremos y es promesa, sí fue su obra póstuma, ya que era costumbre en Enrique, presentar un libro y estar trabajando en otros sin descanso y con entrega total.
En esa ocasión, el alcalde mencionado declaro que “Los Cucupás” es la historia del municipio de Mexicali y contempla variados pasajes que muchos de los residentes de esta región actualmente no conocen. Esa era la aportación mágica de Enrique Estrada: escudriñar para escribir la verdadera historia.
Se dice de continuo, cuando una persona sufre de un largo padecimiento, que al fin perdió la batalla, por el contrario, nosotros sostenemos que Enrique Estrada Barrera ganó la batalla por la vida, ya que supervivirá en su obra bibliográfica que, repetimos, es legado de altura para Mexicali, para Baja California, para México y para el mundo. Nuestras condolencias y nuestro cariño de siempre a su querida esposa Amparito, a sus hijos y a sus nietos.
Apenas esta mañana de jueves, me enteré de la triste partida al éter del muy querido amigo, colega, cronista, investigador e historiador Enrique Estrada Barrera, quien legó su obra bibliográfica a su Mexicali y a su Baja California, ciudad capital y estado, a los que adoptó o lo adoptaron, puesto que no obstante que nació en San Diego de Alejandría, Jalisco, él fue uno de los cachanillas de mayor raigambre.
Todas sus obras, basadas en profesionales y profundas investigaciones, es el aporte más sustancial para conocer la verdadera historia de ese municipio que se asienta por abajo del nivel del mar.
Conocimos a Enrique Estrada Barrera, exacto hace 11 años, en el Congreso Constituyente de la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos, FAPERMEX, celebrado en Ixtapan de la Sal, Estado de México.
Lo recuerdo a él y a su esposa Amparito, cuando les brotaron las lágrimas de gusto, de alegría, de emoción, cuando los congresistas aprobaron por aclamación la constitución de nuestro ente nacional y conté con sus votos y con sus aplausos para que, también en esa forma, fuera elegido presidente fundador de nuestra hoy muy querida Federación.
Enrique Estrada, partió de este mundo sin que se hiciera realidad su anhelo más grande o su sueño más querido: ser cronista de la ciudad de Mexicali. Contaba ya con la promesa del presidente municipal, Francisco Pérez Tejada Padilla; por lo tanto sería un gran rasgo de la autoridad que se le diera el nombramiento post mortem, por ese mismo legado bibliográfico al que nos hemos referido.
Hace aproximadamente 6 años, de acuerdos a sus largos recorridos por el país con sus colegas de la FAPERMEX y también con sus colegas cronistas, se le presentó un problema cardiaco serio, durante un encuentro cultural en la ciudad de Colima, los periodistas entramos en acción y el Instituto Mexicano del Seguro Social, le salvó la vida.
Ahí inició una lucha tenaz por la supervivencia, cuando viajábamos a Mexicali lo primero que le pedíamos a los colegas era visitar a Enrique, en su casa disfrutamos de tertulias de alto nivel cultural que nunca vamos a olvidar.
Apenas en octubre del año próximo pasado, presentó su último libro “Los Cucapás” en el que describe la verdadera historia de la etnia que se asentó en lo que es ahora la capital del estado de Baja California. No sabemos, lo investigaremos y es promesa, sí fue su obra póstuma, ya que era costumbre en Enrique, presentar un libro y estar trabajando en otros sin descanso y con entrega total.
En esa ocasión, el alcalde mencionado declaro que “Los Cucupás” es la historia del municipio de Mexicali y contempla variados pasajes que muchos de los residentes de esta región actualmente no conocen. Esa era la aportación mágica de Enrique Estrada: escudriñar para escribir la verdadera historia.
Se dice de continuo, cuando una persona sufre de un largo padecimiento, que al fin perdió la batalla, por el contrario, nosotros sostenemos que Enrique Estrada Barrera ganó la batalla por la vida, ya que supervivirá en su obra bibliográfica que, repetimos, es legado de altura para Mexicali, para Baja California, para México y para el mundo. Nuestras condolencias y nuestro cariño de siempre a su querida esposa Amparito, a sus hijos y a sus nietos.