Por Eduardo P茅rsico.- 31.08.13.
…todos los movimientos del compadrito revelan al majo; el movimiento de los hombros, los ademanes, la colocaci贸n del sombrero y hasta la manera de escupir entre los colmillos, todo es de un andaluz genuino. Domingo fasutino Sarmiento.
Se dice que el tango nos llegara por los a帽os 1880 desde la habanera cubana y que al recibir letrillas prostibularias se transformara con perfiles enriquecedores y otros no tanto. Tambi茅n que los primeros tangos fueron s贸lo bailables, sin canto, y por 1890 se le agregaran letras picarescas y lunfardas y acaso eso no fuera muy incierto. M谩s esa idea es ajena al aporte de la ra铆z andaluza de los primeros tangos, tan evidente en don Angel Villoldo como autor fundacional cuya obra m谩s meritoria se diera a inicios del siglo veinte. Y aquel razonamiento que hizo inseparable al tango del lunfardo, -ese c贸digo entre dos para que no se entere un tercero- al fin resultar铆an dos expresiones independientes aunque dos absolutos perfiles argentinos. Cre铆bles, con identidad libre de la colonia y que bien entrado ya el siglo veintiuno, persisten en la entretela de nuestra identidad. Por m谩s que el tanguillo andaluz, la habanera y el fado portugu茅s ayudan a interpretar el origen del tango y su sensibler铆a que persiste.
Pese a no ser al principio un g茅nero cantable, el especialista Roberto Selles dice que la milonga fue ‘una especie musical surgida del canto, como su antecesora, la guajira flamenca’, en cuanto ‘milonga’ es una voz del Quimbunda , habla de los negros de Brasil que significa ‘milonga: muchas palabras, palabrer铆o’. As铆 que hoy decir ‘d茅jese de tanta milonga’ expresa ‘por favor, no hable de m谩s’; algo que enlaza a las guajiras acriolladas entonadas por los porte帽os con letrillas andaluzas de carnadura prostibularia y ya por 1868, aparece el primer tango en Argentina, ‘El negro Schicoba’, del organista de la Catedral de Buenos Aires Jos茅 Mar铆a Palanzuelo, y que era una jugueton canci贸n andaluza que dec铆a ‘un tango cara cun tango, un tango cara cun t茅, dame un besito mi negra ahora que nadie nos ve’. M谩s tarde, en Danzas Cl谩sicas Espa帽olas de Caballero Bonald se habla del ´bartolo’ o ‘bartolillo’: ‘Bartolo ten铆a una flauta con un agujero s贸lo y su madre le dec铆a, toc谩 la flauta Bartolo’. Que en Uruguay se adaptara por milonga y en Argentina se cantara ‘Bartolo dej贸 una mina, yo no la quiero dejar, porque me calza me viste y me da para morfar’. Anterior a esto ya exist铆an tangos andaluces marcados con el ritmo de la habanera cubana, como el ‘Queco’, sin贸nimo de quilombo o prost铆bulo, que cantar铆an las tropas del general Arredondo por 1875. ‘Queco ven铆 pal hueco, Queco, te tengo que hablar’, ya como tango compadrito, y en Colecci贸n de Cantes Flamencos, de Antonio Machado y Alvarez de 1881 se nombra ‘El Tango de la Casera’ que alud铆a a las romer铆as de la Recoleta, reuniones familiares de d铆a y por la noche reun铆a a los primerizos bailarines de tango. El ya mencionado Angel Villoldo, - primer autor profesional del tango con rigor musical pero letrista de ‘La Morocha’, su tango m谩s renombrado de 1905 sobre m煤sica del pianista Enrique Saborido, concebir铆a a ese tema como un cupl茅 a ser cantado por la ‘espa帽ola’ Lola Candales quien junto a Saborido actuaban en un cafet铆n de la calle Reconquista en Buenos Aires. Y un poco al margen, tanto el pianista Saborido como la ‘cupletista espa帽ola’ Lola Candales eran uruguayos de Montevideo; y por esas cosas…
Por 1906 Angel Villoldo compone letra y m煤sica de ‘Cuidado con los Cincuenta’, un tema ingenioso que medio siglo m谩s tarde grabado por varias orquestas modernas. Y ese tema por su letra y el tratamiento musical inusual ser铆a considerado como un indudable tango andaluz: ‘una ordenanza sobre la moral decret贸 la autoridad policial, y por la que hombre se debe abstener decir palabras dulces a una mujer. Chit贸n, que al que se propase cincuenta le har谩n pagar’. Adem谩s del reconocido ‘Cuidado con los Cincuenta’ quedan otros rastros del g茅nero chico espa帽ol en los compadritos del precursor Villoldo: ‘aqu铆 tienen al torito, el criollo m谩s compadrito que pis贸 la poblaci贸n’ hoy mismo suena como zarzuelero y divertido. Y se nos ocurre que este mismo autor, - que fuera tambi茅n tip贸grafo de oficio- acaso conociera la opini贸n que Domingo Faustino Sarmiento diera en su libro ‘Facundo, Civilizaci贸n y Barbarie’por 1845: ‘en Buenos Aires sobre todo, todav铆a est谩 muy vivo el tipo popular espa帽ol, el majo… todos los movimientos del compadrito revelan al majo; el movimiento de los hombros, los ademanes, la colocaci贸n del sombrero y hasta la manera de escupir entre los colmillos, todo es de un andaluz genuino’. Una aguda observaci贸n de un Sarmiento poco concurrido en el 谩mbito de la tanguer铆a.
Durante m谩s de cien a帽os el tango tuvo notorios cambios r铆tmicos y sus letras marcar铆an notoriamente la literatura de los argentinos. Hoy los escasos nuevos tangos cantables sostienen su argumentaci贸n de lo personal a lo social, y aunque su construcci贸n lo tiende a ser m煤sica de c谩mara propia para h谩biles solistas, su esp铆ritu sostiene el ‘sabor’ inherente a su origen. Y ya Jorge Luis Borges por 1930 hab铆a advertido sobre la calidad literaria de sus letras: ‘de valor desigual porque proceden de plumas heterog茅neas, las letras de tango que la inspiraci贸n o la industria han elaborado, integran un inextrincable Corpus Poeticum que los historiadores alg煤n d铆a vindicar谩n. Es veros铆mil que hacia 1990 surja la sospecha de que la verdadera poes铆a de nuestro tiempo no est谩 en ‘La Urna’, de Enrique Banchs ni en ‘Luz de Provincia’ de Carlos Mastronardi, sino en las piezas imperfectas que se atesoran en ‘El alma que Canta’. Y sin ambages se refiri贸 Borges a una popular publicaci贸n semanal que difund铆a letras de nuevos y viejos tangos, agregar铆a el escritor ‘esta suposici贸n melanc贸lica o una culpable negligencia, me ha vedado el estudio de ese repertorio ca贸tico’. Una reflexi贸n propia de un indudable argentino como 茅l, sobre nuestra canci贸n identificatoria...
Pero no s贸lo a prop贸sito del tango nos debemos algunos debates, sino a prop贸sito de otras expresiones de nuestros h谩bitos y cultura. Que a veces los argentinos no encaramos acaso para mantener vigentes ciertas contradicciones.
…todos los movimientos del compadrito revelan al majo; el movimiento de los hombros, los ademanes, la colocaci贸n del sombrero y hasta la manera de escupir entre los colmillos, todo es de un andaluz genuino. Domingo fasutino Sarmiento.
Se dice que el tango nos llegara por los a帽os 1880 desde la habanera cubana y que al recibir letrillas prostibularias se transformara con perfiles enriquecedores y otros no tanto. Tambi茅n que los primeros tangos fueron s贸lo bailables, sin canto, y por 1890 se le agregaran letras picarescas y lunfardas y acaso eso no fuera muy incierto. M谩s esa idea es ajena al aporte de la ra铆z andaluza de los primeros tangos, tan evidente en don Angel Villoldo como autor fundacional cuya obra m谩s meritoria se diera a inicios del siglo veinte. Y aquel razonamiento que hizo inseparable al tango del lunfardo, -ese c贸digo entre dos para que no se entere un tercero- al fin resultar铆an dos expresiones independientes aunque dos absolutos perfiles argentinos. Cre铆bles, con identidad libre de la colonia y que bien entrado ya el siglo veintiuno, persisten en la entretela de nuestra identidad. Por m谩s que el tanguillo andaluz, la habanera y el fado portugu茅s ayudan a interpretar el origen del tango y su sensibler铆a que persiste.
Pese a no ser al principio un g茅nero cantable, el especialista Roberto Selles dice que la milonga fue ‘una especie musical surgida del canto, como su antecesora, la guajira flamenca’, en cuanto ‘milonga’ es una voz del Quimbunda , habla de los negros de Brasil que significa ‘milonga: muchas palabras, palabrer铆o’. As铆 que hoy decir ‘d茅jese de tanta milonga’ expresa ‘por favor, no hable de m谩s’; algo que enlaza a las guajiras acriolladas entonadas por los porte帽os con letrillas andaluzas de carnadura prostibularia y ya por 1868, aparece el primer tango en Argentina, ‘El negro Schicoba’, del organista de la Catedral de Buenos Aires Jos茅 Mar铆a Palanzuelo, y que era una jugueton canci贸n andaluza que dec铆a ‘un tango cara cun tango, un tango cara cun t茅, dame un besito mi negra ahora que nadie nos ve’. M谩s tarde, en Danzas Cl谩sicas Espa帽olas de Caballero Bonald se habla del ´bartolo’ o ‘bartolillo’: ‘Bartolo ten铆a una flauta con un agujero s贸lo y su madre le dec铆a, toc谩 la flauta Bartolo’. Que en Uruguay se adaptara por milonga y en Argentina se cantara ‘Bartolo dej贸 una mina, yo no la quiero dejar, porque me calza me viste y me da para morfar’. Anterior a esto ya exist铆an tangos andaluces marcados con el ritmo de la habanera cubana, como el ‘Queco’, sin贸nimo de quilombo o prost铆bulo, que cantar铆an las tropas del general Arredondo por 1875. ‘Queco ven铆 pal hueco, Queco, te tengo que hablar’, ya como tango compadrito, y en Colecci贸n de Cantes Flamencos, de Antonio Machado y Alvarez de 1881 se nombra ‘El Tango de la Casera’ que alud铆a a las romer铆as de la Recoleta, reuniones familiares de d铆a y por la noche reun铆a a los primerizos bailarines de tango. El ya mencionado Angel Villoldo, - primer autor profesional del tango con rigor musical pero letrista de ‘La Morocha’, su tango m谩s renombrado de 1905 sobre m煤sica del pianista Enrique Saborido, concebir铆a a ese tema como un cupl茅 a ser cantado por la ‘espa帽ola’ Lola Candales quien junto a Saborido actuaban en un cafet铆n de la calle Reconquista en Buenos Aires. Y un poco al margen, tanto el pianista Saborido como la ‘cupletista espa帽ola’ Lola Candales eran uruguayos de Montevideo; y por esas cosas…
Por 1906 Angel Villoldo compone letra y m煤sica de ‘Cuidado con los Cincuenta’, un tema ingenioso que medio siglo m谩s tarde grabado por varias orquestas modernas. Y ese tema por su letra y el tratamiento musical inusual ser铆a considerado como un indudable tango andaluz: ‘una ordenanza sobre la moral decret贸 la autoridad policial, y por la que hombre se debe abstener decir palabras dulces a una mujer. Chit贸n, que al que se propase cincuenta le har谩n pagar’. Adem谩s del reconocido ‘Cuidado con los Cincuenta’ quedan otros rastros del g茅nero chico espa帽ol en los compadritos del precursor Villoldo: ‘aqu铆 tienen al torito, el criollo m谩s compadrito que pis贸 la poblaci贸n’ hoy mismo suena como zarzuelero y divertido. Y se nos ocurre que este mismo autor, - que fuera tambi茅n tip贸grafo de oficio- acaso conociera la opini贸n que Domingo Faustino Sarmiento diera en su libro ‘Facundo, Civilizaci贸n y Barbarie’por 1845: ‘en Buenos Aires sobre todo, todav铆a est谩 muy vivo el tipo popular espa帽ol, el majo… todos los movimientos del compadrito revelan al majo; el movimiento de los hombros, los ademanes, la colocaci贸n del sombrero y hasta la manera de escupir entre los colmillos, todo es de un andaluz genuino’. Una aguda observaci贸n de un Sarmiento poco concurrido en el 谩mbito de la tanguer铆a.
Durante m谩s de cien a帽os el tango tuvo notorios cambios r铆tmicos y sus letras marcar铆an notoriamente la literatura de los argentinos. Hoy los escasos nuevos tangos cantables sostienen su argumentaci贸n de lo personal a lo social, y aunque su construcci贸n lo tiende a ser m煤sica de c谩mara propia para h谩biles solistas, su esp铆ritu sostiene el ‘sabor’ inherente a su origen. Y ya Jorge Luis Borges por 1930 hab铆a advertido sobre la calidad literaria de sus letras: ‘de valor desigual porque proceden de plumas heterog茅neas, las letras de tango que la inspiraci贸n o la industria han elaborado, integran un inextrincable Corpus Poeticum que los historiadores alg煤n d铆a vindicar谩n. Es veros铆mil que hacia 1990 surja la sospecha de que la verdadera poes铆a de nuestro tiempo no est谩 en ‘La Urna’, de Enrique Banchs ni en ‘Luz de Provincia’ de Carlos Mastronardi, sino en las piezas imperfectas que se atesoran en ‘El alma que Canta’. Y sin ambages se refiri贸 Borges a una popular publicaci贸n semanal que difund铆a letras de nuevos y viejos tangos, agregar铆a el escritor ‘esta suposici贸n melanc贸lica o una culpable negligencia, me ha vedado el estudio de ese repertorio ca贸tico’. Una reflexi贸n propia de un indudable argentino como 茅l, sobre nuestra canci贸n identificatoria...
Pero no s贸lo a prop贸sito del tango nos debemos algunos debates, sino a prop贸sito de otras expresiones de nuestros h谩bitos y cultura. Que a veces los argentinos no encaramos acaso para mantener vigentes ciertas contradicciones.