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Iberoamérica: otro proyecto fracasado


30.10.13. OPINIÓN de Frida Modak.-  La vigésimo tercera reunión cumbre Iberoamericana puso de relieve la crisis por la que atraviesa esa instancia formada por los países latinoamericanos, España y Portugal y que tiene como miembros asociados a algunos países africanos y asiáticos que fueron colonias de esas dos naciones europeas. La primera reunión cumbre tuvo lugar en Guadalajara, México, en 1991.La idea de crear esta instancia había surgido a fines de la década de los 70, pero la existencia de dictaduras en América Latina hizo que el proyecto tardara en concretarse. La historia de esta iniciativa señala que el planteamiento inicial, hecho por España años antes, era conmemorar los 500 años del primer viaje de Cristóbal Colón a estas tierras y así lo propuso el rey Juan Carlos durante una visita a México.

El presidente Carlos Salinas de Gortari propuso a su vez establecer una reunión anual y Alfredo del Mazo, designado como organizador, visitó los distintos países de la región y concluyó que era posible realizar reuniones anuales. Pero esta no fue la única iniciativa de ese tipo surgida en esos años. La Organización de Estados Americanos, OEA, creó otra instancia el año 1994, la Cumbre de las Américas, que tendría una reunión cumbre anual para tratar asuntos comerciales o situaciones diplomáticas consideradas de importancia. Estas reuniones continúan realizándose, pero no lograron aprobar el punto principal, que fue la propuesta del entonces presidente estadunidense George Bush padre, que era crear el Área de Libre Comercio de las Américas, conocida como ALCA.

De Miami a Buenos Aires

La primera reunión del ALCA se efectuó en Miami el año 1994, lo que de partida sugería que se trataba de una iniciativa importante para Estados Unidos, lo que no quería decir que fuera de la conveniencia de los países latinoamericanos. Y este período coincidió con la suscripción de tratados de libre comercio entre varios gobiernos de América Latina y el estadunidense, en los que el beneficiado era el país del norte.

Era la revitalización de una antigua iniciativa estadunidense surgida en los años ochenta del siglo diecinueva y que había sido frustrada por la oposición del presidente argentino de la época, expuesta en la Conferencia Panamericana por el delegado su país. Bush padre reflotó la propuesta, lo que originó nuevas discusiones, al mismo tiempo que varios países participaban en la pugna por convertirse en la sede de la nueva instancia. Pero sería Argentina, nuevamente, el país que frustraría este proyecto estadunidense. Las discusiones acerca de sus ventajas y desventajas abarcaban todos los aspectos, en especial respecto a quien sería el mayor beneficiado, aunque acceder a un mercado como el estadunidense resultara teóricamente atractivo. Así se llegó al año 2005, en que la Cumbre de las Américas creada por la OEA se realizó en Mar del Plata, Argentina. Ya para entonces la realidad latinoamericana tenía características muy distintas. No sólo habían caído las dictaduras, sino que ya existían otros organismos, como el Mercado Común del Sur, MERCOSUR, y en lo político se habían abierto las compuertas y la participación popular se abría paso en América Latina. En esa reunión de Mar del Plata George W. Bush recibió grandes muestras de repudio, lo que era de esperar conocida y difundida la participación estadunidense en los golpes de Estado que poblaron la región de regímenes dictatoriales. Argentina era gobernada en ese momento por el presidente Néstor Kirchner, a quien Bush le habría manifestado su sorpresa por la recepción de la que fue objeto y hasta ahí llegó el Alca.

El nuevo ¿fracaso?

El resultado de la reciente Cumbre Iberoamericana pareciera augurar el fin de otra experiencia integracionista, en la que lo primero que hay que lamentar es que esto pudiera afectar a una personalidad de las características y el prestigio de Enrique Iglesias, que fuera el Secretario General de este organismo. Iglesias, de nacionalidad uruguaya es un economista distinguido que fue Secretario Ejecutivo de la CEPAL, Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, el BID, y Ministro de Relaciones Exteriores de su país. Ha recibido doctorados Honoris Causa de universidades latinoamericanas y europeas, así como premios y condecoraciones de distintos gobiernos e instituciones. En buen uso de la inmunidad diplomática que le confería su condición de presidente del BID, la usó para salvar vidas al producirse el golpe de Estado en Chile, donde estaba la sede de esa dependencia. Las cumbres iberoamericanas se enfrentaron a problemas surgidos de los avances democráticos registrados en América Latina, los que a su vez crearon un sentido independentista que no es en absoluto contradictorio con la meta de una integración regional. Tal vez eso quede mejor explicado con un episodio ocurrido cuando el entonces presidente español Felipe González realizó su primera gira por América Latina después de asumir el cargo. En esa oportunidad declaró a la prensa de su país, que venía a promover “el liderazgo positivo” de Estados Unidos en la región. Las críticas a sus palabras no sólo aparecieron en la prensa latinoamericana, sino que se reflejaron en sus entrevistas con algunos mandatarios.

Si eso creó dudas en torno a estas cumbres, el avance democrático de nuestros países se tradujo en la creación de nuevos organismos de integración económica y política, como el MERCOSUR, Petrocaribe, Unasur, CARICOM, SELA. Alianza del Pacífico y otros, en distintos rubros. Y así como se han ido creando, también se van unificando de acuerdo a los objetivos que buscan, lo que abre otras perspectivas integracionistas de mayor alcance. A eso hay que agregar que la crisis del proyecto iberoamericano se produce cuando los dos países ibéricos atraviesan por una gran crisis económica y social, en contraste con el crecimiento de las economías de América Latina y el Caribe. Si se considera que a la cumbre de Panamá sólo asistió la mitad de los mandatarios de las naciones que la integran el futuro de esa instancia no se ve prometedor.


*Frida Modak, periodista, fue Secretaria de Prensa del Presidente Salvador Allende.















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