El PSOE y el Partido Popular cerraron filas para “demonizar” una reivindicaci贸n leg铆tima, que se podr谩 compartir o no, pero que en ning煤n caso debe ignorarse porque se trata de una expresi贸n pac铆fica de la voluntad popular. El Estado, quiera verlo o no, tiene un problema pol铆tico, que deben resolver los representantes pol铆ticos a trav茅s de los instrumentos que les brinda la pol铆tica. No hay m谩s alternativas. Apelar a la Constituci贸n, cada vez m谩s ajena a las demandas y al sentir de las nuevas generaciones, es un error, que s贸lo conduce a la frustraci贸n. Una Constituci贸n que incumplen sistem谩ticamente o cambian en reformas-express como ha sucedido con la modificaci贸n del art铆culo 135 para contentar a la Troika y a los “mercados”.
Sin duda alguna, el mejor caldo de cultivo para el auge del independentismo lo encontramos en un Estado que no reconoce las aspiraciones de los pueblos que ahora lo conforman. Esta situaci贸n se agrava cuando el Gobierno en cuesti贸n impulsa pol铆ticas regresivas en materia laboral y social, que coinciden con el estallido de una cadena de casos de corrupci贸n y enriquecimiento il铆cito, que erosionan su propia credibilidad. La soluci贸n exige altura de miras, voluntad sincera de promover acuerdos y respeto a todas las ideas.
Es cierto que una lectura f茅rrea de la Carta Magna veta el ejercicio del derecho a decidir, pero es igualmente cierto que una lectura libre de prejuicios deja espacio para evitar la confrontaci贸n . El planteamiento compartido por el Partido Popular y el PSOE podr谩 apelar al aval de la ley, pero la reivindicaci贸n de la mayor铆a pol铆tica en esta iniciativa tiene la legitimidad que le confiere el respaldo de la ciudadan铆a. Se equivocan, por tanto, quienes quieren hacer de la Constituci贸n un escudo contra el sentir mayoritario de Catalunya.
En democracia la voluntad popular debe estar siempre por encima de la ley. Las normas han de amoldarse a las personas, adecuando sus postulados a los nuevos retos y corrientes de opini贸n que surgen en las sociedades vivas y din谩micas. El ejercicio del derecho a decidir, antes o despu茅s, tendr谩 un reconocimiento jur铆dico. Es cuesti贸n de tiempo. Escocia puede ser un espejo en el que mirarnos, especialmente en lo que respecta a la capacidad de los Ejecutivos de Edimburgo y Londres para pactar el procedimiento y la regulaci贸n del refer茅ndum que se celebrar谩 en 2014.
Un Gobierno sensible no puede pretender acallar las voces de la ciudadan铆a con desplantes a sus aspiraciones, del mismo modo que tampoco lograr谩 acallar las protestas por su pol铆tica econ贸mica y social con un proyecto de ley de Seguridad( ley mordaza), que vulnera derechos fundamentales mediante la represi贸n y las multas abusivas. Mariano Rajoy no lo tiene f谩cil. Su fortaleza radica en la alianza con el PSOE, que en este tema le permite mantenerse fiel a sus postulados, m谩s all谩 de las apelaciones de Rubalcaba al modelo federal, que son s贸lo una coartada para diferenciarse del Partido Popular y calmar el descontento de sectores del PSC m谩s proclives a la defensa del derecho a decidir.
La experiencia vivida en Euskadi en la etapa del Gobierno tripartito est谩 posiblemente en el origen del distanciamiento emocional con el que desde Euskadi se viven los acontecimientos que est谩n sucediendo en Catalunya. Sabemos que el refer茅ndum anunciado dif铆cilmente podr谩 ser convocado, al igual que ocurri贸 en nuestra Comunidad. La mayor铆a en el Congreso PP-PSOE actuar谩 de rodillo y el Tribunal Constitucional declarar谩 ilegal la consulta. La competencia para convocar una consulta de esta naturaleza corresponde al Estado y, aunque la Constituci贸n contempla la opci贸n de delegar esta potestad, es obvio que no se har谩. El choque de trenes est谩 servido para regocijo de los nacionalismos excluyentes( de uno u otro signo).
Sin embargo, lejos de neutralizar el auge del independentismo en Catalunya, esta actitud contribuir谩 a enraizarlo. La soluci贸n pasa por buscar puntos de encuentro que aborden una segunda transici贸n ante el agotamiento de nuestro marco institucional( Carta Magna y Estado de las Autonom铆as) que se construy贸 bajo la f贸rmula del “caf茅 para todos” y se vulner贸 despu茅s con la aprobaci贸n de la LOAPA y leyes b谩sicas que han erosionado sus potencialidades. Cada generaci贸n debe definir su propio camino. Ha llegado el momento de explorar v铆as alternativas y, entre ellas, la propuesta confederal( federalismo asim茅trico)podr铆a ser un modelo v谩lido de convivencia para un Estado plurinacional. El futuro apunta hacia el respeto a la identidad, la escucha activa, la convivencia y la libre adhesi贸n.
Pensando en Catalunya y tambi茅n en Euskadi, recuerdo unas palabras, escritas en 2001 por Jos茅 Saramago, V谩zquez Montalb谩n y Bernardo Atxaga, en un documento de apoyo a Ezker Batua. Dicen as铆: “La sociedad vasca tiene derecho a decidir qu茅 quiere y qu茅 no quiere. En todos los terrenos. No s贸lo en el nacional, pero tambi茅n en el nacional. Quien le niegue tal cosa podr谩 exhibir muchos t铆tulos, pero no el de dem贸crata. Queremos que Euskadi pueda resolver sus problemas como naci贸n, pero, en tanto que gente de izquierda, queremos tambi茅n que las rencillas nacionales dejen de ocultar y permitan el afrontamiento real de los grav铆simos problemas sociales que padece el Pa铆s Vasco”.