El Partido Popular ha defendido desde que volvi贸 al poder tras la victoria aplastante en las elecciones legislativas de 2011 que ellos, visto lo que hab铆an encontrado, conocida de cerca la herencia dejada por los socialistas de Zapatero, no ten铆an m谩s alternativa que abandonar su programa econ贸mico para poder salvar a Espa帽a. Y ese abandono lleg贸 hasta el punto de poner en pr谩ctica lo contrario de lo que hab铆an prometido en su contrato electoral. Esto en materia econ贸mica, claro. Y no les import贸, -al contrario-, comenzar a recortar el gasto p煤blico por aqu铆 y por all谩; dinamitar el marco de relaciones laborales, poner patas arriba la ense帽anza p煤blica, atacar de manera feroz la sanidad y la intervenci贸n social, inyectar dinero a una parte del sector bancario hundido por gestores ineptos y corruptos al mismo tiempo, y explicar a todos que s贸lo ellos –los del PP- conoc铆an las medidas que era necesario aplicar. Pronto, aseguraban, el sol de Espa帽a se impondr铆a por sobre las tinieblas de la herencia socialista recibida. Una mentira m谩s.
Pero no todo ha sido econom铆a. En otros terrenos tampoco les ha importado quedarse solos en la mayor parte de las votaciones, tanto en el parlamento de Madrid como en los diversos parlamentos regionales. Al contrario, han exhibido un orgullo que ha recordado con frecuencia aquella impostada bravura franquista de enfrentar permanentemente el supuesto contubernio de los eternos enemigos de Espa帽a, conjurados para atacarla. S贸lo faltaba la complicada situaci贸n en Catalu帽a para que Mariano Rajoy acelerase la contrarreforma reaccionaria, ya inequ铆vocamente franquista, para imponer un nuevo marco legal en lo que llaman la seguridad ciudadana junto a una vuelta al pasado m谩s negro en materia del derecho a decidir de las mujeres en materia de embarazos.
Fernando Vallesp铆n escrib铆a el otro d铆a que, al parecer, el gobierno Rajoy ha interiorizado aquella sentencia de Manuel Fraga –su mentor pol铆tico- de la calle es m铆a. Para el actual PP, Hacienda es m铆a, la educaci贸n es m铆a... Es decir, que, podr铆amos concluir, el partido de Rajoy entiende que Espa帽a es suya. Tan suya que la corrupci贸n propiciada por el mismo partido ha hecho met谩stasis en todo el pa铆s, e incluso la polic铆a ha pasado horas y horas buscando documentos de la contabilidad en negro en el Sancta Sanctorum partidario en la madrile帽a calle de G茅nova.
Adem谩s, lo que est谩 pasando en Catalu帽a, ese deseo que crece cada d铆a en ciudadanos que aspiran a librarse de una Espa帽a cuartelera y beata, de ordeno y mando, devota de Frascuelo y de Mar铆a, podr铆a darse -con las l贸gicas variaciones- en otros territorios peninsulares. Joan Subirats escrib铆a recientemente que lo que resulta extra帽o no es lo que ocurre en Catalu帽a, sino que en otras regiones aut贸nomas colectivos importantes de ciudadanos no se rebelan tambi茅n ante una estrategia que conduce inequ铆vocamente al desastre.
El Partido Popular de Rajoy est谩 haciendo girar hacia atr谩s las agujas del reloj, casi hasta la d茅cada de los cincuenta: Santiago y cierra Espa帽a, Donde no llegamos con la mano llegamos con la espada, Usted no sabe con qui茅n est谩 hablando, y el domingo, a las doce, todos a misa.
A estas alturas, por tanto, la rebeld铆a democr谩tica es una obligaci贸n, un imperativo categ贸rico que la ciudadan铆a no puede descuidar. Y la insubordinaci贸n se manifiesta con la movilizaci贸n c铆vica, la participaci贸n en los diversos espacios abiertos por los movimientos sociales y con el ejercicio del voto. Hay que castigar con contundencia la pol铆tica neofranquista del PP, hay sencillamente volver a ubicar a Espa帽a, pol铆tica, social y culturalmente en la segunda d茅cada del siglo XXI.
*Joan del Alc脿zar, Departament d'Hist貌ria Contempor脿nia, Universitat de Val猫ncia