Ha pretendido evitar las consecuencias medi谩ticas y pol铆ticas inherentes a una rendici贸n incondicional. Y toda esta estrategia lenta y la teatralidad que va imponiendo a sus pasos tienen como objeto la enso帽aci贸n de un pacto entre una organizaci贸n terrorista y un estado. Ahora, eso ya es imposible.
Ense帽ar cuatro pistolas, un fusil de asalto y unos explosivos caducados frente a unos mediadores a los que no reconocer el Gobierno espa帽ol, no es m谩s que el atrezzo de una representaci贸n que carece de libreto. No hay mediaci贸n por la sencilla raz贸n de que uno de los dos litigantes no reconoce a los mediadores ni est谩 dispuesto a aceptar la escenificaci贸n de un acuerdo.
ETA est谩 dilapidando un tiempo del que carece. La presi贸n de sus presos es un acelerador de part铆culas de una reacci贸n imposible. Lo que va a conseguir es una implosi贸n en el seno de su organizaci贸n. El 煤nico riesgo del Gobierno y del resto de los espa帽oles es que los terroristas que quedan libres o algunos de ellos decidan volver a matar para pretender recuperar ese escenario de negociaci贸n imaginario que nunca se podr谩 materializar. Pero es un riesgo terrible pero al mismo tiempo irrisorio. ETA ya no es una organizaci贸n terrible sino pat茅tica.
Irlanda ha sido el sustrato de ETA para pretender una cierta legitimaci贸n ante la historia. Pero no hay donde agarrar esa comparaci贸n. Ni en la historia diferida de Irlanda y Espa帽a, ni en la situaci贸n policial y pol铆tica de los dos terrorismos frente a dos estados ni en la disposici贸n de los ciudadanos de ambos pa铆ses frente a fen贸nemos que solo pueden tener equiparaci贸n en el uso de las armas y del terrorismo como vector de actuaci贸n.
Irlanda fue independiente de Inglaterra en varios momentos de su historia. Fue invadida por un pa铆s extranjero y hubo guerras formales entre las dos naciones. Incluso hubo un proceso de divisi贸n y de independencia de una Irlanda partida con criterios de poblaci贸n y religi贸n. Nada que ver con Euskadi.
ETA es una posici贸n sitiada en vez de por el hambre por la ansia de salir de la c谩rcel de sus presos. Y su prioridad es conseguir objetivos pol铆ticos imposibles a cambio de no negociar lo 煤nico que es factible: el futuro penitenciaron de sus miembros en prisi贸n.
Pero ni siquiera saber escribir el gui贸n de esa historia imaginaria. La puesta en escena es pobre y pat茅tica. Pobre, porque la pretendida destrucci贸n de unas pocas armas oxidadas no de cr茅dito a la pel铆cula. Por lo menos deber铆an haber realizado un derroche de efectos especiales de zulos y armas amenazantes. La pantomima no tiene recorrido. Y los actores de este film, son sencillamente pat茅ticos con un vestuario encapuchado que invitan a salir corriendo del cine.