OPINI脫N de Silvia Ribeiro, M茅xico.- Agricultura, alimentaci贸n y biodiversidad son definitivamente sustantivos femeninos. Fueron mujeres las que inventaron la agricultura, y siguen siendo campesinas e ind铆genas quienes desde hace 10 mil a帽os, con curiosidad, necesidad, creatividad, inteligencia, paciencia, sabidur铆a, trabajo colectivo, buscaron, criaron, seleccionaron, moldearon y compartieron una enorme diversidad de semillas que hoy son base de la alimentaci贸n de toda la humanidad. Comparten con muchas otras mujeres el que gran parte de sus contribuciones y tareas sean invisibles, que pese a ser quienes crearon y siguen manteniendo las semillas, base de toda la red alimentaria y de la sobrevivencia de todos, en muchas partes no tengan acceso a la tierra, a la vivienda y a muchos derechos b谩sicos.
La discriminaci贸n de g茅nero es 煤til a los que detentan el poder en los sistemas de explotaci贸n y dominaci贸n, porque crea la ilusi贸n de que ser铆a un destino que coloca en minusval铆a nada menos que a la mitad de la poblaci贸n. Pero este artilugio no funciona solo y para mantenerlo, el patriarcado necesita muchos otros mecanismos, desde la integraci贸n imaginaria de las y los oprimidos, hasta la violencia que en todo el mundo sufren directamente una de cada tres mujeres, la mayor铆a en su casa, en alg煤n momento de su vida.
Seg煤n la FAO, 43 por ciento de la poblaci贸n rural econ贸micamente activa, a escala mundial, son mujeres. Una cifra que se queda corta, ya que no toma en cuenta muchos trabajos que hacen las mujeres, e incluso que muchas ni siquiera entran en la definici贸n poblaci贸n econ贸micamente activa, porque no han tenido nunca un trabajo remunerado. La propia FAO admite que no considera en esa estad铆stica trabajos como buscar agua y le帽a, ni el cuidado de casa y familia. En la mayor铆a de los casos tampoco aparece el cuidado del huerto y animales dom茅sticos, la recolecci贸n de hierbas y frutas silvestres, la selecci贸n de semillas, granos y frutos, su almacenamiento y procesamiento, adem谩s de la magia de crear y preparar alimentos cada d铆a, como un juego de repetir mil veces lo mismo sin repetirlo nunca, con una pizca m谩s de esto y una gota menos de aquello. Agreguemos que muchas de estas tareas persisten cuando las mujeres tienen que emigrar a las ciudades, donde permanecen invisibilizadas, aunque las huertas urbanas, mayoritariamente atendidas por mujeres, representen de 15 a 20 por ciento de la alimentaci贸n mundial.
Tambi茅n son mayor铆a de mujeres las que desde mucho antes de la agricultura recolectan hierbas medicinales y cuidan la salud de la familia y la comunidad, capacidades y sabidur铆as todas tan importantes para las sociedades, que los poderosos tuvieron que tildarlas de brujer铆a para intentar conjurar su potencia y el miedo que les inspira.
Crear diversidad, de semillas, de plantas, de alimentos, no es una postura o un destino, es una consecuencia de la dedicaci贸n de millones de personas, descentralizado, en diferentes culturas, climas y geograf铆as, adaptando lo que encontraban y aumentando su diversidad en di谩logos con otras y con la naturaleza, por gustos, necesidades, ceremonias, formas de prevenir que las variaciones clim谩ticas no afectaran toda la cosecha. Por todo eso, que a煤n existe y persiste, pese a los continuos ataques para desaparecer la vida campesina, las semillas campesinas y sus creadores siguen siendo cruciales para la sobrevivencia de todos y para enfrentar el caos clim谩tico.
Pese a que esto ha sido as铆 desde hace miles de a帽os, y a que reconocer y fortalecer la vida y producci贸n campesina de alimentos adquiere a煤n m谩s relevancia frente a las crisis alimentarias, clim谩ticas y ambientales, estamos ante un ataque de m煤ltiples aristas contra ella. El trasfondo es un pu帽ado de empresas trasnacionales –las mismas que son en gran parte causantes de las crisis– que quieren apropiarse de todo el sistema agroalimentario, desde las semillas a los supermercados, para que no tengamos otra opci贸n que sus semillas transg茅nicas, su comida industrializada llena de t贸xicos y someternos a que los supermercados decidan qu茅, c贸mo y a qu茅 precio podremos comer. Para facilitar ese avance se empujan leyes y reformas que permitan m谩s privatizaci贸n de la tierra, m谩s impunidad para la contaminaci贸n transg茅nica, m谩s destrucci贸n de las asambleas comunitarias.
Una arista m谩s de este ataque a la vida campesina es la invisibilizaci贸n de su rol central en el sustento, junto a la violencia f铆sica contra las mujeres. Por ello las integrantes de la V铆a Campesina, declaran este 8 de marzo, que reafirman su lucha contra el patriarcado y el capitalismo, por la soberan铆a alimentaria y por la soberan铆a de la tierra, del territorio y del cuerpo, diciendo NO a cualquier expresi贸n de violencia contra las mujeres.
En M茅xico, donde la violencia contra las mujeres asume mil formas de ejecuci贸n e impunidad cruelmente emblem谩ticas, el eje Feminicidio y violencia de gen茅ro del Tribunal Permanente de los Pueblos prepara sus preaudiencias y audiencia final para este a帽o, recogiendo testimonios de este y muchos otros aspectos y regiones del pa铆s. No hay duda, seguiremos. Denunciando, luchando y celebrando con las muchas y diversas mujeres que en campos y ciudades defienden el ma铆z, las semillas, las palabras, los cuerpos, las culturas, las asambleas y muchas otras manifestaciones por la vida.
*Silvia Ribeiro es investigadora del Grupo ETC