OPINI脫N de Carlos Carnicero.- Hay datos “macro” que apuntan hacia una lenta recuperaci贸n de la econom铆a, no solo espa帽ola sino de los pa铆ses de la Europa del Sur. Mariano Rajoy saca pecho aduciendo que ha “hecho los deberes” que le impuso el FMI y el directorio alem谩n que gobierna Europa. Y desde esa perspectiva, con un aumento espectacular de las desigualdades, disminuci贸n de la cobertura social, de la educaci贸n y de la sanidad, se presenta a las elecciones europeas con cara de haber triunfado. Las elecciones europeas, que en realidad debieran ser las m谩s importantes, porque quien de verdad gobierna es Europa, son sobre todo una prueba de laboratorio para los partidos espa帽oles.
No hace falta que los partidos tengan pudor. Se dan el lujo de volver a hacer promesas que ser谩n tan falsas como las que hicieron en las elecciones generales. Como la derecha espa帽ola se alimenta en la falta de verg眉enza, luego se ventilan los incumplimientos con frases solemnes con las que patent贸 Rajoy: “no he cumplido mis promesas, pero he cumplido con mi deber”. El cumplimiento del deber es una apuesta en la que quien juega decide si gana; no est谩 sujeto a control democr谩tico, porque no hay forma de tasar ese deber que no sea la voluntad de quien profiere la promesa.
Ahora se anuncian reformas fiscales, se levantan tasas municipales y se prometen puestos de trabajo. Ahora son 600.000 empleos, porque prometer con este cuadro m谩s ser铆a recordar lo que dijo el PP cuando Felipe Gonz谩lez prometi贸 800.000 puestos, que luego en realidad cre贸.
El electorado es f谩cil de anestesiar. Los impulsos medi谩ticos son tan vol谩tiles que se cambian las tenencias con puras operaciones de marketing.
En el PP, su soci贸logo de cabecera, Pedro Arriola, tiene credos establecidos por los neoconservadores norteamericanos. No inmutarse con la realidad e ignorarla es uno de ellos. Movilizar al electorado m谩s radical e incondicional aunque se renuncie a la ampliaci贸n del voto. “Si votan los fan谩ticos, no nos ir谩 mal”, piensa Arriola. Vale m谩s el desprestigio del contrario que la ampliaci贸n de los afines.
Por eso ahora se instala la desfachatez de negar el empobrecimiento de una capa importante de la poblaci贸n, la consolidaci贸n de los que m谩s ganan y m谩s tienen y la falta de expectativas de los millones de personas que esta crisis ha dejado fuera del sistema. Rajoy nos quiere convencer de que es muy bueno que haya m谩s ricos de verdad. El tibur贸n devora, pero algo salpica para los pececillos. Ese debiera ser el eslogan del nuevo capitalismo.