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Alguien se viene al futuro

OPINI脫N de Rafael Fernando Navarro.- Parece que Espa帽a empieza el 1978. Ultimamente ha habido acontecimientos que uno pensaba ingenuamente que pod铆an enfilar la historia hacia un ma帽ana. Incluso la ciudadan铆a da muestras que estar empe帽ada en avanzar hacia coordenadas distintas en la construcci贸n del pa铆s.

El 15-M fue un grito que nos llegaba desde el ma帽ana. La ciudadan铆a intu铆a que hab铆a otras formas de hacer pol铆tica. Que ya era hora de arrinconar la pasividad y de exigir una voz activa que fuera escuchada sin esos encubridores que s贸lo admiten la iniciativa pol铆tica para aquellos que han sido elegidos y que proclaman que hay que esperar a unas nuevas elecciones para que el ciudadano tenga derecho a la palabra, como si la palabra le hubiera sido arrancada por la propia democracia como le es arrancada por una dictadura. Y mientras tanto, la responsabilidad democr谩tica queda arrinconada hasta que nuevamente se instalen las urnas. La responsabilidad se reduce as铆 a un voto emitido cada cuatro a帽os, desentendi茅ndose de la tarea cotidiana que conlleva vivir en democracia. Hay mucho contertulio barato en televisiones y radios que conceden el derecho a las exigencias ciudadanas s贸lo si se ganan unas elecciones o si se aprovecha la oportunidad del voto cada vez que se abren las urnas. Mientras tanto no hay derecho a reclamar nada ni a exigir cambios en las directrices de un gobierno. Es un mantra que repite continuamente la derecha, que encubre un hermetismo mental y un miedo a la palabra como matriz fecunda de la historia. El poder lo ostentan leg铆timamente los gobernantes, pero la democracia real reside en el pueblo. Insultan y descalifican a todo aquel que se manifiesta en la calle como si la calle no fuera el cauce por donde cuaja la tarea comunitaria de construir pa铆s. Entre votaci贸n y votaci贸n, algunos instalan un vac铆o. El 茅l puede ahogarse la sociedad porque la papeleta es un cheque en blanco sin posibilidad de ser revocada.

Con respecto a los 煤ltimos acontecimientos (abdicaci贸n, llegada a la jefatura del estado de un nuevo Borb贸n) algunos se remontan a un pasado lejano, muy lejano. Concretamente a 1.978. Y todo lo que all铆 sucedi贸 se ha sacralizado hasta tal punto que se pretende compatibilizar la finitud de la decisi贸n temporal con una sacralidad eterna. La Corona, el consenso, la Constituci贸n se instalan en la actualidad como si el tiempo y sus acontecimientos fueran transportables. Todos admiten la posibilidad del cambio pero todos imposibilitan simult谩neamente ese cambio. Una contradicci贸n insoportable desde la esencia temporal de lo humano.

Todos conocemos las coordenadas que condicionaron la asunci贸n de la Corona incluyendo la generosidad de sus contrarios. Y se acepta el sacrificio ideol贸gico de muchos que tuvieron que aparcar su visi贸n de la sociedad para sacar adelante una Constituci贸n consensuada. Desaparecido tanto condicionamiento, es l贸gico que nos planteemos una “refundaci贸n” de la democracia. Y aqu铆 surge la extra帽eza que muestran muchos de aquellos que durante treinta y tantos a帽os han hecho ostentaci贸n de su generosidad al renunciar a sus principios en aras de una democracia. Son los mismos que hoy se niegan a inaugurar nuevos derroteros aferr谩ndose, por pura cobard铆a, a aquella renuncia exigida por las circunstancias. El Partido Socialista se niega a tantear nuevos derroteros argumentando que quieren seguir siendo leales a la actitud tomada en 1.978. Proclaman su republicanismo card铆aco, pero se niegan a poner en marcha ese latido republicano que ha informado su historia. ¿Lealtad? Si hasta en el matrimonio se rompe el amor “de tanto usarlo” resulta incomprensible esa adhesi贸n inquebrantable a una situaci贸n que hizo que la democracia naciera con malformaciones franquistas. No tiene sentido la negativa a la curaci贸n que permite el condicionamiento actual y de cara al futuro.

No s茅 si es el momento oportuno para un cambio de la Constituci贸n o de la forma de Estado. Lo que nunca deber铆a da帽ar a una y otro es la palabra del pueblo, la consulta, la pregunta para que se pronuncie, porque la palabra en democracia nunca es perjudicial sino su forma m谩s genuina de irse haciendo en el tiempo.

El ser humano no es un dato. Nunca debe cosificarse. Lo humano no es, sino que siempre est谩 provisionalmente siendo, abierto a la consecuci贸n de s铆 mismo. Lo humano es siempre lo que est谩 por ser. La definitividad no se compadece con la provisionalidad que dimana de nuestro ser en el tiempo. La definitividad implica la muerte, dejar de ser, dejar de estar vivos. La muerte es la postura definitiva de quien ya no se enfrenta a su propio devenir.

¿Por qu茅 algunos est谩n empe帽ados en cosificar la historia? ¿Por qu茅 pretenden hacer del pasado un dato arqueol贸gico? ¿Por qu茅 esa negaci贸n del dinamismo de la historia? ¿Por qu茅 esa sacralizaci贸n del ayer con el consiguiente desprecio al hoy? ¿Alguien se viene al futuro?

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