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Naturaleza, capitalismo y desarrollo depredador

OPINI脫N de Andr茅s Mora Ram铆rez, Costa Rica.- En el desaf铆o de pensar y proponer un desarrollo alternativo, o mejor a煤n, “alternativas al desarrollo”, necesariamente debemos apuntar a la construcci贸n de una sociedad y una cultura nuevas, sobre la base de principios y acuerdos sociales que superen el car谩cter depredador intr铆nseco al capitalismo y las utop铆as modernas: esas que vieron en el dominio y sometimiento de la naturaleza a la voluntad del hombre occidental, el trofeo de caza de la superioridad humana en el planeta.

Seg煤n el informe Planeta Vivo 2012, la biodiversidad mundial se reducido un 30% desde 1970 a 2008.

Daniel Janzen, cient铆fico estadounidense afincado en nuestro pa铆s desde hace casi medio siglo, lanz贸 una severa advertencia sobre el rumbo equivocado de las pol铆ticas p煤blicas y las estrategias de conservaci贸n del medio ambiente. En una entrevista publicada por el diario La Naci贸n, el ec贸logo afirm贸 que “en la 煤ltima d茅cada, Costa Rica ha perdido mucho de su iniciativa y energ铆a para la conservaci贸n, que era muy evidente entre 1970-2000”. Seg煤n Janzen, “la descomposici贸n de la voluntad costarricense es una tragedia casi invisible a su sociedad, en gran parte ciega a lo que es la naturaleza, ciega a lo que ten铆a y tiene todav铆a el pa铆s (…). La naturaleza de Costa Rica est谩 como decimos en Gringolandia, muriendo de miles de peque帽as heridas en vez de una sola bomba”. En su opini贸n, una de las causas que explican el deterioro de las 谩reas silvestres de conservaci贸n es que no reciben, para su mantenimiento y resguardo, “la proporci贸n justa de las ganancias que generan al pa铆s en bienes y servicios” (La Naci贸n, 15-05-2012).

Aunque no lo dice abiertamente, ni la periodista lo pregunt贸 en su entrevista, de las palabras del cient铆fico se deduce una doble cr铆tica: una, la que se dirige contra un modelo de (mal)desarrollo que impacta al medio ambiente, usufruct煤a de los recursos naturales y que, por su propia l贸gica de acumulaci贸n, distribuye de forma desigual la riqueza generada –por la v铆a del turismo, fundamentalmente-, concentr谩ndola en los sectores y grupos m谩s poderosos de la econom铆a nacional. La otra cr铆tica es la que apunta a la dimensi贸n cultural de ese modelo de (mal)desarrollo, es decir, c贸mo los valores que lo sustentan y se reproducen desde el sistema educativo, los medios de comunicaci贸n y el mundo del trabajo, por citar tres espacios decisivos del campo cultural, transforman la mentalidad colectiva, las aspiraciones individuales y modifican la din谩mica de las relaciones entre naturaleza y sociedad, al punto de provocar la descomposici贸n de la voluntad de una naci贸n.

Por supuesto, este no es un problema que afecte solo a Costa Rica, pa铆s que se precia de ser un para铆so verde sin ingredientes artificiales, sino que se trata de un fen贸meno de alcance global. Los resultados del informe Planeta Vivo 2012, del Fondo Mundial para la Naturaleza, divulgados recientemente, demuestran el car谩cter depredador del desarrollo moderno-capitalista, en tanto forma espec铆fica de organizaci贸n de los factores de producci贸n, y como expresi贸n y aspiraci贸n ideol贸gica dominante en los procesos de cambio social, econ贸mico y cultural que experimentamos en las 煤ltimas d茅cadas.

De acuerdo con este informe, “la biodiversidad mundial se ha reducido en un 30% en promedio desde 1970 a 2008 y el impacto mayor se ha sufrido en los tr贸picos, donde la p茅rdida de biodiversidad lleg贸 a un 60%”. Adem谩s, al relacionar el impacto de la actividad econ贸mica nacional sobre el medio ambiente y los recursos utilizados en productos importados, los autores del estudio determinaron que “los pa铆ses ricos tienen de media cinco veces m谩s impacto que los menos desarrollados, pero el mayor declive en biodiversidad lo sufren los pa铆ses m谩s pobres, que subsidian el estilo de vida de los pa铆ses ricos” (BBC Mundo, 15-05-2012).

Analizados desde Am茅rica Latina, estos datos y realidades deber铆an llevarnos a considerar dos cosas: la primera, que la historia del “progreso” y el “desarrollo” en esta parte del mundo a partir del siglo XVI, con toda su carga de explotaci贸n humana y genocidio, y de permanente depredaci贸n y degradaci贸n ambiental, es tambi茅n la historia de unos territorios y unos pueblos que, como explica el historiador ambiental paname帽o Guillermo Castro[1], fueron incorporados muy pronto a las necesidades del desarrollo del capitalismo noratl谩ntico, lo que provoc贸 severas modificaciones del paisaje natural, producto de las demandas econ贸micas del sistema mundo, e introdujo nuevos sentidos culturales que orientaron las relaciones naturaleza-sociedad precisamente en funci贸n de aquellas demandas.

Siendo esto as铆, y dado que la impronta de esa historia sigue vigente en nuestros d铆as, la segunda cuesti贸n a considerar es que en el desaf铆o de pensar y proponer un desarrollo alternativo, o mejor a煤n, alternativas al desarrollo, necesariamente debemos buscar puntos y caminos de ruptura con el lastre negativo, pernicioso, de ese pasado que nos marca, y al mismo tiempo, apuntar a la construcci贸n de una sociedad y una cultura nuevas, sobre la base de principios y acuerdos sociales que superen el car谩cter depredador intr铆nseco al capitalismo y las utop铆as modernas: esas que vieron en el dominio y sometimiento de la naturaleza a la voluntad del hombre occidental, el trofeo de caza de la superioridad humana en el planeta.

De lo contrario, si profundizamos el actual rumbo del desarrollo, entendido como proceso de acumulaci贸n sin fin, exacerbado adem谩s por la pulsi贸n del consumo (hoy sabemos que, en promedio, los seres humanos utilizamos m谩s del 50% de los recursos que la Tierra puede generar y regenerar en forma natural y sostenible), nos aproximaremos cada vez m谩s a la imagen con que Franz Hinkelammert ilustraba, hace algunos a帽os, la dram谩tica situaci贸n de la especie humana: la de los competidores que “est谩n sentados cada uno sobre la rama de un 谩rbol, cort谩ndola. El m谩s eficiente ser谩 aquel que logre cortar la rama sobre la cual se halla sentado con m谩s rapidez”[2].

Enfrentamos un tiempo de decisiones que nos coloca en una disyuntiva trascendental: optar por un cambio civilizatorio para garantizar la continuidad de la vida humana en el planeta o cavar la tumba de nuestra autodestrucci贸n.

*http://connuestraamerica.blogspot.com/2012/05/guatemala-ellas-un-simbolo.html


[1] Al respecto v茅ase: Castro Herrera, Guillermo (1994). Los trabajos de ajuste y combate. Naturaleza y sociedad en la historia de Am茅rica Latina. Bogot谩: Instituto Colombiano de Cultura – Casa de las Am茅ricas (Cuba).
[2] Hinkelammert, Franz (2003). El sujeto y la ley. El retorno del sujeto reprimido. Heredia, C.R: EUNA. P谩g. 31.

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