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Poder ciudadano

OPINI脫N de Federico Mayor Zaragoza.- O铆mos con frecuencia que se est谩 en desacuerdo con aspectos, a veces esenciales, de la vida pol铆tica, cultural, econ贸mica, social… sin que, frente a acontecimientos, hechos y situaciones que llegan a afectar a las convicciones m谩s s贸lidas de los ciudadanos, se produzca la reacci贸n, individual o asociada, que ser铆a de esperar en un contexto democr谩tico. Progresivamente, transferimos el papel de actores al de espectadores que piensan que no hay nada que hacer, que todo transcurre lejos del alcance del pueblo, inerme ante lo que sucede, aunque le indigne, preocupe o enerve. Del “irremedismo” se pasa pronto a la indiferencia, al alejamiento de la participaci贸n e interacci贸n que podr铆an contribuir a resolver muchas cuestiones y enderezar muchas tendencias. Cuando la percepci贸n global, los medios de comunicaci贸n omnipresentes y la capacidad prospectiva disponible permitir铆an, bien utilizados, contrarrestar las influencias negativas, esclarecer muchas cuestiones y actuar como ciudadanos, de tal manera que no s贸lo se sintieran bien con su conciencia, sino que comprobaran que han logrado un n煤mero considerable de sus anhelos que ahora consideran inalcanzables.

El ciudadano, en lugar de inhibirse, debe descubrir la fuerza que pueden revestir iniciativas de esta naturaleza. Cuando los pol铆ticos, del Gobierno o de la oposici贸n, incumplen sin explicaciones sus promesas electorales, o aplican porcentajes de predominio para hacer irrelevante al Parlamento, los ciudadanos no deber铆an permanecer impasibles. Las organizaciones de la sociedad civil podr铆an contribuir a la adopci贸n de medidas inmediatas si advierten con claridad que, cualquiera que sea su opini贸n pol铆tica, la ciudadan铆a no est谩 dispuesta, por una cuesti贸n de principios, a admitir en el futuro pr谩cticas que ponen en peligro la credibilidad democr谩tica. Y todo ello, expresado en el lenguaje que corresponda: el econ贸mico en unos casos; el pol铆tico en otros, a trav茅s de intervenciones en acci贸n conjunta con otras instituciones que comparten estos puntos de vista porque no podemos aparecer indefensos y silentes cuando se dirimen cuestiones de principio, cuando se est谩n conculcando valores o modificando funciones cruciales a escala mundial, como en el caso del sistema de las Naciones Unidas.

Quienes callan cuando su conciencia les reclama hablar no s贸lo est谩n defraudando a quienes conf铆an en ellos, sino, lo que es peor todav铆a, est谩n aplazando la consolidaci贸n de la democracia a escala nacional y mundial

Cuando se pretende utilizar a Naciones Unidas seg煤n convenga a los intereses de los m谩s poderosos, cuando se reduce la ayuda a la cooperaci贸n internacional, cuando no se cumplen las previsiones de inversi贸n en educaci贸n y ciencia, cuando se soslayan las normas que garantizar铆an la adecuada conservaci贸n del medio ambiente, cuando se confunden los efectos con las causas, cuando se resucitan los fantasmas del pasado, cuando se divide en lugar de aglutinar… los ciudadanos no pueden ser s贸lo testigos resignados. Bien al contrario, deben ser conscientes de su poder y estar permanentemente alerta.

Siempre se ha vivido en un contexto de violencia e imposici贸n, en el que los p茅ndulos van de un extremo a otro en un c铆rculo vicioso regulado por la fuerza que dimana del poder. El pueblo no ha contado porque no pod铆a acceder a los aleda帽os de los mandatarios. Ahora que ya dispone de los medios para hacerlo, no debe permitir que se le distraiga, se le ofusque, se le aturda, se le disuada. Han sido necesarias grandes convulsiones a escala global para que el ciudadano se apercibiera de la inaplazable necesidad de actuar planetariamente y, por primera vez, ha irrumpido en el escenario mundial. El ciudadano del mundo, tiene que actuar a escala local y mundial, seg煤n su criterio, convencido de que ahora puede ser o铆do y, probablemente, escuchado.

Todos los pueblos, conscientes de su destino com煤n, se est谩n coordinando y organizando. En todas partes, un n煤mero creciente de hombres y mujeres se movilizan para defender los derechos humanos, para atender a los m谩s menesterosos, para fomentar la diversidad cultural, para procurar justicia y desarrollo sostenibles. El poder ciudadano radica en la participaci贸n, en el compromiso. Otro mundo es posible si los gobiernos saben que, a partir de ahora, sus funciones no deben desempe帽arse para los ciudadanos, sino con los ciudadanos. Es un principio insoslayable de la democracia genuina. La sociedad civil debe descubrir su poder.



*Federico Mayor Zaragoza, Ex-Director General de la UNESCO





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