OPINIÓN de Teodoro Rentería Arróyave, México.- Todo estaba tan simétricamente preparado, que en un momento pensamos que el triunfo de los golpistas venezolanos dirigidos desde Washington contra el gobierno constitucional del presidente, Nicolás Maduro, estaba más que asegurado.
La saturación de las noticias negativas contra el régimen bolivariano en todos los medios, sobre todo los televisivos y cibernéticos, eran de tal naturaleza que la contabilidad de las víctimas mortales se difundían al instante y se atribuían a las autoridades constituidas; a los autores de las revueltas que propiciaban estas muertes para contar con sus “mártires” para el chantaje político, ni siquiera se les tocaba.
Nuestro estimado amigo y reconocido colega, Miguel Ángel Ferrer, en su reciente artículo titulado “China, Rusia y América Latina”, hace un puntual análisis de cómo el presidente Maduro, pudo enfrentar a los enemigos internos y sobre todo externos, que ya saboreaban el triunfo de su canalla plan golpista, ideado y dirigido desde el imperialismo gringo.
Ferrer inicia con el juicio en Caracas del dirigente de la oposición radical venezolana al servicio de Washington, Leopoldo López, acusado de incitar a la violencia callejera de febrero pasado que dejó un saldo de 43 muertos y decenas de lesionados, quien podría ser condenado a diez años de prisión.
Para el agente de Washington, el curso de los acontecimientos ha sido inesperado y desagradable, apunta Ferrer, puesto que él pensaba que su actividad criminal por encargo, gozaría de plena impunidad. Confiaba, en sintonía con los medios internacionales de prensa más reaccionarios, que el presidente Nicolás Maduro sería derrocado en esos días de febrero o, a lo sumo, en las siguientes semanas. Ese derrocamiento promovido y esperado era la garantía de su impunidad y de su participación protagónica en el nuevo gobierno venezolano producto del golpe por él encabezado.
“Nada salió de acuerdo con los planes golpistas. Poco a poco y no sin dificultades, Maduro se fue afianzando en el poder otorgado por las urnas. Y de ese afianzamiento pasó a la ofensiva política. Primero, no concedió impunidad y perdón al golpista, y decidió someterlo a juicio. Acto seguido, ajustó su gobierno para hacer frente con éxito a los afanes desestabilizadores de la derecha criolla y de la Casa Blanca. Y en tercer término tejió una red de alianzas tanto locales como regionales y extra continentales con las que, como se está viendo desde hace ya varias semanas, ha logrado conjurar los peligros de desestabilización y golpe de Estado”.
La inteligencia política se impuso, el también epigramista, afirma que parte de esa exitosa estrategia han sido las visitas de los presidentes Vladimir Putin y Xi Jinping, no sólo por los acuerdos económicos firmados que implican beneficios tanto para Caracas como para Moscú y Beijing, sino, sobre todo, por el apoyo político a Venezuela, frente a las presiones y constantes agresiones por cuenta de Estados Unidos.
“El apoyo material y simbólico de esas nuevas y sólidas relaciones con aquellas dos potencias mundiales, constituyeron por sí mismas, un valladar para los planes y acciones desestabilizadores de Washington, incluida la intervención militar directa”.
En esas condiciones, concluye Ferrer, Venezuela, Argentina, Cuba y en general América Latina han mejorado su posición frente a las incesantes asechanzas de Estados Unidos. Y también frente a la contrarrevolución interna. No es lo mismo enfrentar solos al imperio que hacerlo con sólidas alianzas con dos superpotencias en lo económico, en lo político y en lo militar”.
No pocos analistas critican la estabilidad mundial a partir de los equilibrios de las potencias, sino fuera así, sino no se provocaron esos equilibrios internacionales, todas las naciones dependerían de un solo poder, el poder del imperio mundial. Y qué bueno, los golpistas se agolparon en su fracaso.