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Poder e ignominia: obnubilados por Israel, ciegos en Gaza

OPINI脫N de Tariq Al铆.- El Senado norteamericano vota de modo un谩nime defender a Israel, incluyendo al senador Bernie Sanders, de Vermont. No creo que lo haya hecho por dinero. Es un miembro a sueldo del PETEI (‘Progresistas en Todo Excepto Israel’), el segmento liberal de la sociedad norteamericana, que no es progresista en muchas cosas, incluido Israel.

Tomemos, por ejemplo, el caso del ‘coronel’ Sanders. Yo pensaba que mi difunto amigo Alexander Cockburn era a veces demasiado duro con Sanders, pero me equivocaba. Sanders lleva mucho tiempo siendo un lameculos, tal como nos inform贸 Thomas Naylor deshaciendo los mitos que rodean al senador en un art铆culo deCounterPunch en septiembre de 2011:

“Aunque pueda haber sido socialista anta帽o, en los 80, cuando era alcalde de Burlington [Vermont], hoy socialista no es. M谩s bien se comporta como un tecnofascista disfrazado de liberal, que respalda todas las repugnantes guerritas del presidente Obama en Afganist谩n, Irak, Libia, Pakist谩n, Somalia y Yemen. Puesto que siempre “apoya a las tropas”, Sanders nunca se opone a ning煤n proyecto de ley de gastos en Defensa. Respalda a todos los contratistas militares que llevan a Vermont puestos de trabajo muy necesarios.

El senador Sanders rara vez pierde la oportunidad de hacerse la foto con las tropas de la Guardia Nacional de Vermont cuando las env铆an a Afganist谩n o Irak. Est谩 siempre en el Aeropuerto Internacional de Burlington cuando regresan. Si Sanders apoyara de verdad a las tropas de Vermont, votar铆a a toda prisa por acabar con todas las guerras”.

Un voto un谩nime del Senado es raro, por lo tanto, ¿qu茅 explica ser m谩s leal a Israel de lo que lo son unos cuantos jud铆os cr铆ticos en ese mismo pa铆s? Un factor importante es sin duda el dinero. En el a帽o 2006 cuando la London Review of Books public贸 un art铆culo (encargado y rechazado por el Atlantic Monthly) de los profesores Walt y Mearsheimer sobre el grupo de presi贸n israel铆, se produjo el habitual revuelo de los sospechosos habituales. No del difunto Tony Judt, que defendi贸 p煤blicamente la publicaci贸n del texto y que se vio 茅l mismo sometido a violentas amenazas y odiosos correos por parte de ya sabemos qui茅n.

The New York Review of Books, acaso avergonzada de su falta de arrestos en esta cuesti贸n, entre otras, le encarg贸 un texto a Michael Massing que se帽alaba algunos errores del ensayo de Mearsheimer/Walt pero proporcionaba a la vez algunas cifras interesantes. Su art铆culo merece leerse por s铆 mismo, pero el siguiente extracto ayuda a explicar el voto un谩nime de apoyo a la actuaci贸n israel铆:

“A los defensores del AIPAC [Comit茅 de Acci贸n Pol铆tica Norteamericano-Israel铆] les gusta sostener que su 茅xito se explica por su capacidad de explotar las oportunidades de las que se dispone en la Norteam茅rica democr谩tica. Hasta cierto punto, es cierto. El AIPAC dispone de una formidable red de apoya a lo largo y ancho de los EE.UU. Sus 100.000 miembros —han subido en un 60% en los 煤ltimos cinco a帽os — tienen la gu铆a de las nueve oficinas regionales del AIPAC, sus diez oficinas sat茅lite, y un equipo en Washington de m谩s de cien personas en el que se cuentan cabilderos, investigadores, analistas, organizadores y publicistas, respaldados por un ingente presupuesto de 47 millones de d贸lares….Esa descripci贸n, sin embargo, pasa por alto un elemento clave del 茅xito del AIPAC: el dinero. El mismo AIPAC no es un Comit茅 de Acci贸n Pol铆tica [entidades que en los EE.UU. recogen dinero para campa帽as pol铆ticas]. M谩s bien, tras evaluar el historial de voto y las declaraciones p煤blicas, proporcionan informaci贸n a esos comit茅s, que dan dinero a los candidatos. El AIPAC les ayuda a decidir qui茅nes son los amigos de Israel de acuerdo con los criterios del AIPAC. El Center for Responsive Politics, un grupo no partidista que analiza las contribuciones pol铆ticas, recoge una lista de un total de 36 CAPs pro-israel铆es, que en conjunto aportaron 3,14 millones de d贸lares a los candidatos en el ciclo electoral de 2004. Los donantes pro-israel铆es dan muchos millones m谩s. En los 煤ltimos cinco a帽os, por ejemplo, Robert Asher, junto a varios de sus parientes (un mecanismo habitual para maximizar las aportaciones), ha donado148.000 d贸lares, sobre todo en sumas de 1.000 o 2.000 d贸lares a uno u otro candidato.

Un antiguo miembro del personal del AIPAC me describi贸 c贸mo funciona el sistema. Un candidato entra en contacto con el AIPAC y expresa sus fuertes simpat铆as por Israel. El AIPAC le se帽ala que no respalda candidatos, pero se ofrece a presentarle a gente que s铆 puede apoyarlos. Al candidato se le asignar谩 alguien asociado al AIPAC para que act煤e como persona de contacto. Se juntar谩n cheques de 500 o 1.000 d贸lares provenientes de donantes proisrael铆es y se le enviar谩n al candidato con una clara indicaci贸n de las opiniones pol铆ticas de los donantes (todo esto es perfectamente legal). A esto se a帽aden reuniones para recaudar fondos en diversas ciudades. Con frecuencia, los candidatos proceden de estados con una insignificante poblaci贸n jud铆a.

Un miembro del personal del Congreso me cont贸 el caso de un candidato dem贸crata de un estado monta帽oso que, deseoso de acceder al dinero pro-israel铆, contact贸 con el AIPAC, que le asign贸 un ejecutivo inform谩tico de Manhattan ansioso por ascender en la organizaci贸n del AIPAC. El ejecutivo organiz贸 una recepci贸n para recaudar fondos en su apartamento del Upper West Side, y el candidato sali贸 de all铆 con 15.000 d贸lares encima. En el reducido mercado de anuncios televisados y de prensa de su estado, esa suma demostr贸 ser un factor importante en una carrera en la que se impuso por la m铆nima. As铆 se convirti贸 el congresista en uno de los varios centenares de miembros en los que se pod铆a confiar para que votasen siguiendo los designios del AIPAC (la persona en cuesti贸n me dio el nombre del congresista, pero me pidi贸 que no lo dijera para evitarle el bochorno)”.

Todo esto es posible gracias a la pol铆tica oficial norteamericana desde 1967. Si los EE. UU. llegasen alg煤n d铆a a modificar su posici贸n en este asunto, los votos un谩nimes resultar铆an imposibles. Pero ni siquiera en los EE.U.U se han llegado a prohibir las manifestaciones p煤blicas que se oponen a la brutalidad israel铆 y a su consecuente despliegue de terror estatal.

En un fin de semana (18-19 de Julio de 2014) en el que hubo manifestaciones en diversas partes del mundo, el gobierno franc茅s prohibi贸 una marcha en Par铆s organizada por numerosos grupos, entre ellos varias organizaciones jud铆as no sionistas de Francia y dem谩s. Desafiaron la prohibici贸n. Varios miles de personas se vieron envueltas en gases lacrim贸genos lanzados por los odiados CRS [las Compa帽铆as Republicanas de Seguridad, los antidisturbios franceses]. El primer ministro Manuel Valls, desesperado oportunista y neo-con, azote de los roma en Francia, que compite con Le Pen por el voto de la derecha, y es ornato, nada sorprendentemente, de un Partido Socialista Franc茅s que sigue el modelo de un desvergonzado picapleitos y criminal de guerra (Tony Blair), explicaba la prohibici贸n en raz贸n de ‘no alentar el antisemitismo’, etc. El control del grupo de presi贸n de Israel en Francia es total. Domina la cultura y los medios de informaci贸n franceses y las voces cr铆ticas con Israel (tanto jud铆as como no jud铆as) quedan efectivamente acalladas.

El poeta y cr铆tico israel铆 Yitzhak Laor (cuyas obras, que retratan la brutalidad colonial de los soldados israel铆es han sido a veces prohibidas en su propio pa铆s) describe el nuevo ascenso del euro-sionismo en t茅rminos mordaces. La ‘ofensiva filosemita’ es ahist贸rica:

Ser铆a simplista considerar esta cultura memorial como una crisis tard铆a de la conciencia internacional, o un sentido de la justicia hist贸rica que ha tardado tiempo en materializarse…

La mayor铆a de los miembros de la Asamblea General de las Naciones Unidas han surgido de un pasado colonial: son descendientes de los que sufrieron genocidios en 脕frica, Asia o Am茅rica Latina. No deber铆a haber ninguna raz贸n por la que la conmemoraci贸n del genocidio de los jud铆os llevara a bloquear la memoria de esos millones de africanos o ind铆genas americanos asesinados por los civilizados invasores occidentales de sus respectivos continentes.

La explicaci贸n de Laor es que con la desaparici贸n de la vieja dicotom铆a amigo-enemigo de la Guerra Fr铆a, hab铆a que dar p谩bulo en Europa a un nuevo enemigo global:

En el nuevo universo moral del ‘fin de la historia’, hab铆a una abominaci贸n —el genocidio jud铆o — que todos pod铆an unirse para condenar; y lo que es igualmente importante, quedaba firmemente en el pasado. Su conmemoraci贸n servir铆a tanto para consagrar la tolerancia liberal-humanista de la nueva Europa frente a ‘el otro (que es como nosotros)’ y redefinir ‘al otro (que es diferente de nosotros)’ en t茅rminos de fundamentalismo musulm谩n.

Laor desmonta h谩bilmente a los Glucksmann, los Henri-Levy y los Finkelkrauts que dominan la prensa escrita y la videosfera en la Francia de hoy. Despu茅s de abandonar sus creencias marxistas de juventud a finales de los 70, hicieron las paces con el sistema. El surgimiento de una corriente ultrasionista en Francia es anterior, sin embargo, a los ‘Nuevos (sic) Fil贸sofos’. Tal como explicaba el profesor Gaby Piterburg en su rese帽a de los ensayos de Laor en la New Left Review:

Al igual que en los EE.UU., fue la guerra de 1967 la que supuso un giro decisivo en la consciencia jud铆a francesa. Un joven comunista, Pierre Goldman, describi贸 la ‘gozosa furia’ de una manifestaci贸n pro-israel铆 en el bulevar Saint-Michel, donde se encontr贸 a otros camaradas, ‘marxistas-leninistas y supuestos antisionistas regocijados por la capacidad guerrera de las tropas de Dayan’. Pero la reacci贸n pol铆tica del El铆seo fue opuesta a la de la Casa Blanca. Alarmado de que Israel trastocara el equilibrio de poder en Oriente Medio, de Gaulle conden贸 la agresi贸n, y describi贸 a los jud铆os como ‘un pueblo de 茅lite, seguro de s铆 mismo y dominante’. Las organizaciones jud铆as francesas que hab铆an dado por hecha una pol铆tica exterior pro-israel铆 comenzaron a organizarse sobre una base pol铆tica, mientras Pompidou y Giscard continuaban el embargo de armas de de Gaulle en los a帽os 70. En 1976 el Comit茅 Jud铆o de Acci贸n (CJA) organiz贸 un ‘d铆a de Israel’, que moviliz贸 a 100.000 personas. En 1977, CRIF, consejo representativo de unos 60 organismos jud铆os, anteriormente apacible, elabor贸 una nueva carta en la que denunciaba el ‘abandono de Israel’ por parte de Francia, publicada por Le Monde como documento de hecho. En las elecciones presidenciales de 1981, el fundador del CJA, Henri Hajdenberg, llev贸 a cabo una campa帽a de perfil alto en favor de un voto jud铆o contrario a Giscard; venci贸 Mitterrand por un margen del 3 %. Se levant贸 el boicot y Mitterrand se convirti贸 en el primer presidente en visitar Israel. Qued贸 as铆 sellada una c谩lida relaci贸n entre el CRIF y la 茅lite del Partido Socialista y se cubri贸 con un discreto velo de silencio el papel de Mitterrand durante la guerra como funcionario de Vichy.

[Una nota breve: cuando al profesor Piterburg (antiguo oficial de las FDI, el ej茅rcito israel铆) le atacan los sionistas en sus intervenciones p煤blicas acus谩ndole de ser un “jud铆o que se odia a s铆 mismo”, responde as铆: “No me odio a m铆 mismo, pero s铆 a vosotros”.]

Lo mismo vale para la Francia oficial. El pa铆s es diferente. Las encuestas de opini贸n revelan que, como m铆nimo, el 60 % de los franceses se opone a lo que Israel est谩 haciendo en Gaza. ¿Son todos antisemitas? No les han podido influir los medios, ¿verdad? Porque est谩n absolutamente a favor de Israel. ¿No ser谩 que la poblaci贸n francesa ignora a Hollande, Valls y los ide贸logos mercenarios que les apoyan?

¿Y qu茅 pasa con Gran Breta帽a? Aqu铆 el Extremo Centro que gobierna el pa铆s, as铆 como la ‘Oposici贸n’ oficial apoyaron debidamente a sus se帽ores de Washington. La cobertura de los recientes sucesos de Gaza en la televisi贸n estatal (la BBC) fue tan espantosamente unilateral que hubo manifestaciones frente a las oficinas de la BBC en Londres y Salford. La m铆nima experiencia que yo mismo tuve con la BBC revela lo temerosos y pusil谩nimes que se sienten en su interior. Como cont茅 en mi blog de la London Review of Books, esto fue lo que pas贸:

El mi茅rcoles, 16 de Julio, recib铆 cuatro llamadas del programa Good Morning Wales, de la BBC.

Primera llamada por la ma帽ana: ¿pod铆an contar conmigo para entrevistarme sobre Gaza ma帽ana por la ma帽ana? Contest茅 que s铆.

Primera llamada de la tarde: ¿les pod铆a contar lo que dir铆a? Dije que (a) Israel es un estado mat贸n, mimado y malcriado por los EE. UU. y sus vasallos. (b) Apuntar y matar ni帽os palestinos (sobre todo chicos) es una vieja costumbre israel铆. (c) La cobertura de Palestina que hace la BBC es abominable y si no me cortaban les explicar铆a c贸mo y por qu茅.

Segunda llamada de la tarde: estar铆a dispuesto a debatir con alguien favorable a Israel. Respond铆 que s铆.

Mensaje por la tarde en mi tel茅fono: lo sentimos much铆simo. Ha habido un accidente de autopista en Gal茅s, de modo que hemos decidido prescindir de su intervenci贸n.

Pocos ciudadanos brit谩nicos son conscientes del papel que desempe帽贸 su pa铆s a la hora de crear este embrollo. Fue hace mucho tiempo, cuando Gran Breta帽a era un imperio y no un vasallo, pero los ecos de la historia nunca se desvanecen. No fue por accidente sino intencionadamente que los brit谩nicos decidieron crear un nuevo Estado, y no fue s贸lo Balfour. El Centro de Informaci贸n Alternativa de Beit Sahour, una organizaci贸n conjunta israelo-palestina que promueve la justicia, la igualdad y la paz de palestinos e israel铆es public贸 recientemente un texto. Era una cita del Informe Bannerman, escrito en 1907 por el primer ministro de Gran Breta帽a, Sir Henry Campbell-Bannerman, cuya importancia estrat茅gica hizo que se ocultara y no se hiciera p煤blico hasta muchos a帽os despu茅s.

“Hay un pueblo que controla espaciosos territorios [los 谩rabes] que bullen de recursos ocultos y a la vista. Dominan las intersecciones de las rutas mundiales. Sus tierras fueron cuna de civilizaciones y religiones humanas. Esta gente tiene una fe, una lengua, una historia y las mismas aspiraciones. Ninguna barrera natural a铆sla a esas gentes unas de otras…si por azar esta naci贸n se unificara en un Estado, tomar铆a el destino del mundo en sus manos y separar铆a a Europa del resto del mundo. Tomando todo esto seriamente en consideraci贸n, deber铆a implantarse un cuerpo extra帽o en el coraz贸n de esta naci贸n para impedir la convergencia de sus alas, de tal forma que puedan agotarse sus poderes en interminables guerras. Tambi茅n podr铆a servirle a Occidente para conseguir sus codiciados objetivos”.[1]

NOTA: [1] Dan Bar-On & Sami Adwan, THE PRIME SHARED HISTORY PROJECT, en Educating Toward a Culture of Peace, p谩ginas 309–323, Information Age Publishing, 2006.


*Tariq Ali es miembro del Consejo Editorial de SinPermiso. Counterpunch, 22 julio 2014. Traducci贸n para www.sinpermiso.info: Lucas Ant贸n








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