OPINI脫N de Rafael Fernando Navarro.- No puedo evitarlo. Siento un escalofr铆o cada vez que oigo que tal o cual empresario es alguien que se ha hecho a s铆 mismo. Significa generalmente que alguien que naci贸 en la pobreza o en una clase media de bajas posibilidades econ贸micas, ha llegado a ser millonario gracias a su esfuerzo, su tes贸n y el sudor amargo de su frente. No puedo evitarlo. Y se me agolpan las preguntas que nunca tienen respuesta, o si se prefiere tienen una respuesta envenenada de la que se quiere huir porque es demasiado amarga para ser una respuesta luminosa.
Juagaba en un barrio cualquiera con pelotas de trapo. A los quince a帽os tiraba del carro en el que su padre vend铆a retales de tela desechados por los comercios, distribu铆a leche fresca por las casas, llevaba el pan por los portales cobrando un c茅ntimo de m谩s por llevarlo a domicilio. Y el chaval tiraba del carro porque no hab铆a forraje para alimentar al burro. Y el chaval estaba hasta contento porque ve铆a ni帽as de culos redondos y pechos brillantes que ven铆an por retales para la falda dominguera, por la leche para cenar cada noche, por el pan caliente para desayunarlo con aceite.
Al chaval que tiraba del carro le llaman hoy Don y Se帽or mil quinientos empleados. Los directores de bancos extienden alfombra roja, ning煤n gran jefe se atreve a pedirle a su secretaria que le diga que llame m谩s tarde porque se le pueden venir los millones encima y llevarse por delante lo que tambi茅n 茅l ha conseguido con su esfuerzo, s贸lo con su esfuerzo, porque 茅l tambi茅n se ha hecho a s铆 mismo. P谩seme la llamada y cada vez que Don… que el Se帽or…llame av铆seme aunque est茅 en el ba帽o porque los grandes hombres tambi茅n cagamos y trabajamos mientras tiramos de la cadena.
Hoy es el mandam谩s de una confederaci贸n empresarial. Debe millones a la Seguridad Social y a mucha honra dice 茅l con ese desparpajo de quien colecciona coches con la misma tranquilidad que el que colecciona mecheros de chasca. Le abren la puerta del 煤ltimo modelo deportivo y lleva unos muchachos fuertes como montes que le defienden si alguien le niega al Se帽or…Don…los buenos d铆as. Siempre tiene mesa reservada en los restaurantes para que pueda regalarle a la amante una sortija de brillantes. Hace cuatro meses que no paga a sus empleados. Pero no le preocupa. Al fin y al cabo a algunos les lleva dando de comer desde hace quince a帽os. A lo mejor lo arregla haciendo la vista gorda sobre un proyecto en marcha. Pero que conste que es hacer la vista gorda, no prevaricar como se empe帽an los juristas en llamar a la complicidad criminal. Los grandes potentados no prevarican, hacen ingenier铆a econ贸mica. Son filigranas muy distintas que algunos marxistas se empe帽an en condenar en nombre de los pobres. No se dan cuenta que los pobres lo son porque cumplen la funci贸n de dar relieve a los que hemos sabido salir de la pobreza y hacernos a nosotros mismos. Los grandes hombres no sobornamos a pol铆ticos. S贸lo le regalamos alg煤n detalle porque sabemos lo duro que es cobrar s贸lo el sueldo de ministro. Son ayudas. Pura caridad. En realidad ejercemos de benefactores pol铆ticos. Al fin y al cabo el comercio s贸lo es un trueque que nosotros hemos dignificado sacando el jugo al esfuerzo de quien trabaja para nosotros. “Trabajar para otro” Es la definici贸n m谩s macabra entre sudor y sueldo. No pagamos todo el sudor de la frente. S贸lo una parte. La otra parte est谩 en los bancos donde los directores extienden la alfombra roja para que pisemos con garbo y la amante se haga un relicario con el trocito…
No puedo evitar el escalofr铆o. Hay que bajar los sueldos de los trabajadores, hay que despedirlos sin finiquito, hay que prohibirles la sindicaci贸n o el derecho a huelga, hay que obligarles a trabajar en Laponia, hay que renunciar a la continuidad laboral para dar entrada a los hijos, hay que cambiar los turnos porque as铆 queda claro qui茅n manda y qui茅n obedece, hay que chantajear argumentando que menos da una piedra, hay que prohibir el tiempo de paternidad con los peque帽os porque para eso est谩n las madres-madres, las de Pilar Primo, hay que hacerles tomar conciencia de que el patr贸n les da de comer y no al rev茅s, hay que convencerles junto con un episcopado prostituido que el hambre es buena, y la injusticia y el llanto y la persecuci贸n porque ellos ingresar谩n en el cielo. Hay que hacerlos comulgar con la caridad porque la justicia no es de este mundo. Y todo para que se convenzan de que s贸lo unos pocos dominan la tierra a costa de una mayor铆a que pone las espaldas.
Demagogia le llaman a lo escrito. Escalofr铆o y miedo siento ante el hombre que se hizo un traje.