OPINIÓN de Raúl Wiener, Perú.- En julio oí hasta dos veces a la abogada Cecilia Blume explicar el paquete de medidas armado por el MEF con el supuesto objeto de reactivar la economía y argumentar que se nos había pasado la mano en asuntos ambientales por querer ser como Suiza y que eso había devenido en excesos que las empresas habían resentido y que habían contribuido a la retracción de la inversión.
Se entiende que algo por el estilo habría pasado en lo laboral (aumento del salario mínimo y ley de seguridad en el trabajo), en los intentos por cobrar deudas tributarias antiguas o en otros aspectos de regulación. La señora hablaba, en esa ocasión, como alguien muy cercana al gobierno y que sabía por qué el ministro M (Miguel Castilla) hacía las cosas.
A estas alturas, después de conocer parte de los cornejoleaks, donde Blume es actora pertinaz, junto a otras buenas amigas suyas, cabría preguntarse sobre su papel en la elaboración misma del famoso paquete del que era valiente defensora.
En un gobierno que se ha hecho extremadamente vulnerable al perder la pata principal sobre la que creía asentarse: la continuidad del crecimiento, y que ve comprometido el futuro de sus programas sociales, las posibilidades de hacer entrar exigencias corporativas en nombre de la “confianza empresarial” y de la “reactivación”, es enorme, y sólo requiere de voceros elocuentes del mundo del dinero para explicárselo al presidente y los ministros, y luego como observadores inteligentes dorarle la píldora al público.
Obviamente, aunque nada trasparente e impropio de una economía que se dice libre pero negocia prebendas, el método Blume se validaría por lo menos para Humala-Nadine, si realmente fuera a traer de nuevo una ola de capitales dispuestos a mover la economía a condición que dejemos la pretensión de ser Suiza.
Pero nadie en el mundo, que está en plena crisis general de desaceleración, que en algunos casos llega a ser calificada crudamente de recesión, se les ocurre medidas como las peruanas. Para decirlo en otra palabras nadie se baja de sus estándares de controles y regulación para atraer inversión que probablemente no va a llegar o lo va hacer mucho más lento por las condiciones del mercado internacional.
La última cifra de 0.3% de crecimiento del PBI en junio (prácticamente cero), tiene su epicentro en una fuerte retracción industrial, una caída de la pesca y agricultura por fenómeno climático, y un declive del sector minero por menor producción y menores precios. Sobre todo esto, los paquetes dizque reactivadores van tener efecto mínimo.
Pero se están sacando ventajas (que muchas veces son retrocesos en el sentido del progreso y los derechos, y a la vez un costo fiscal que pagaremos todos), que suenan más a aprovechamiento de la situación, que respuesta a los problemas reales. Es parte de una moral pública que lleva ya más de veinte años, que busca siempre mayores privilegios para los ya privilegiados.
