OPINI脫N de Carola Ch谩vez, Venezuela.- Hago mercado todas las semanas y he vivido el proceso que gener贸 las colas desde sus inicios. El 9 de octubre de 2012, lo recuerdo clarito, fui al mercado despu茅s de cuarenta d铆as lejos de casa. Esa ma帽ana tuve que esquivar a decenas de acomodadores que estaban remarcando los precios, a plena vista de todos. Yo le pregunt茅 a uno de ellos y 茅l, cuchillo-pa’-su-pescuezomente, me respondi贸 que todo iba a subir. Yo, agarrada a mi carrito tuve un sustico en el alma: sent铆 que empezaba una guerra y tem铆 que nadie se estuviera dando cuenta.
El alza de precios no era suficientemente ca贸tica as铆 que un buen d铆a en el supermercado dejaron de colocar ciertos productos en los anaqueles. Tirados sobre sus paletas de carga, sobre un reguero de pl谩stico, en cajas rasgadas, los potes de leche en polvo se asomaban. La gente, al verla exhibida en tan inquietante escenograf铆a, tomaba cuatro potes en lugar del 煤nico pote que acostumbraba a llevar. A la leche se le uni贸 el az煤car, a la que d铆as m谩s tarde se se unir铆an el arroz, el caf茅 y el aceite… Eso iba dando una sensaci贸n de crisis que no a煤n exist铆a pero se estaba cocinando y no tardaba en llegar.
Semanas m谩s tarde otro apret贸n de tuercas. Entonces, antes de sacar el producto, anunciaban por los altavoces que dentro de media hora sacar铆an a la venta la leche, as铆 que corran y hagan su cola y la gente hac铆a la cola, y la leche no sal铆a en media sino hora y media m谩s tarde. Yo vi con estos ojitos a algunos empleados del supermercado responder a las quejas de los clientes en cola que se fueran a quejar con Ch谩vez, caldeando los 谩nimos de manera peligrosa. Solo cuando estaba a punto de correr la sangre, hac铆a su entrada triunfal la leche que era recibida por la multitud con vigorosos empujones.
Otro d铆a vi a una paleta de la harina de ma铆z dar vueltas por el supermercado, como una carroza, antes de ser colocada en la salida donde la gente que desde los pasillos la hab铆a visto pasar, ya se hab铆a formado en una cola a pleno sol sin que nadie les hubiera dado indicaciones. Ocho kilos por persona era el premio a su domesticaci贸n.
Ayer los vi sacar varios productos de esos que uno no encuentra, sin fanfarrias ni colas y todos pudimos comprarlos tranquilamente. Ayer confirm茅 que todo esto que hemos vivido nos lo hicieron adrede.