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Dios tiene un programa

OPINI脫N de Rafael Fernando Navarro.- En aquel tiempo, Gallard贸n se visti贸 de progres铆a. No encontr贸 un traje de pana y no le val铆a el de Alfonso Guerra porque era mucho m谩s delgadito. Felipe lo hab铆a reciclado porque los consejeros delegados de los ricos del mundo no pueden vestir de pana. Gallard贸n se colg贸 entonces una vestimenta de progres铆a que encontr贸 en una tienda de disfraces carnavalescos y se lanz贸 a la M-30, M-40 y todas las M de asfalto. Cas贸 a dos homosexuales, cen贸 con Bono-socialista-socialista-cat贸lico-socialista-izquierda-izquierda y se instal贸 en Cibeles para tener cerca una diosa con quien hacer el amor cada ma帽ana. Se pele贸 con Aguirre (esa pelea era m谩s de izquierdas-a帽o-82) y termin贸 siendo ministro en el gabinete de Rajoy se帽alado por el dedo erecto de Aznar en un acto de onanismo sin precedentes.

Gallard贸n no sab铆a qu茅 hacer con su ministerio. Pidi贸 consejo entonces a Rouco Varela y a Utrera Molina. Y estuvieron de acuerdo. Utrera record贸 a Pilar Primo de Ribera y confes贸 su admiraci贸n por la mujer que lava, plancha y se pone un pichi pudoroso para que su marido vaya guapo por el mundo o engendre hijos si su testosterona busca de noche una entrepierna. La mujer, le dijo, es m谩s mujer si es madre. No permitas el aborto. Franco siempre lo habr铆a prohibido porque era cat贸lico, apost贸lico y romano. Y Rouco asinti贸. Los socialistas son asesinos que traicionan el nacionalcatolicismo que hizo de Espa帽a una, grande y libre.

Gallard贸n se visti贸 de gris marengo como un Cid Campeador del Corte Ingl茅s y empez贸 su cruzada. No har铆a otra cosa en sus pr贸ximos a帽os de ministro. Ejercer铆a de matrona gubernamental para velar por el nacimiento de todos en contra incluso de los derechos de las madres. Las mujeres no tienen derechos sobre su vagina, ni su 煤tero, ni su cuerpo. La mujer es propiedad del capricho de los espermatozoides y si mientras 茅l se fuma un cigarrillo poscoital uno de ellos se enamora de un 贸vulo, all铆 est谩 Dios, asegura Rouco, insuflando un alma y ya podemos comprar el trajecito azul-rosa, dependiendo.

Mariano cen贸 con Arriola. Arriola le asegur贸 que si Gallard贸n segu铆a ejerciendo de matrona, arrancaba derechos a la mujer y exig铆a la maternidad, aunque ella trajera ni帽os malformados y enfermos, los votos de la mayor铆a se ir铆an por una cloaca nadie sabe a d贸nde. Hab铆a que exigir a Gallard贸n que se bajara de Babieca, que entregara su Tizona y se dedicara a a帽orar la alcald铆a y las carreteras de circunvalaci贸n. El aborto es un asesinato, dijo Mariano. Me lo ha dicho Rouco esta ma帽ana de parte de Utrera Molina. Los votos bien valen un asesinato, respondi贸 Arriola. Mariano no lo pens贸. Arriola siempre ten铆a raz贸n. Y ni Benigno Blanco, ni la Conferencia episcopal podr铆an revocar su destino de reelecci贸n para una nueva presidencia. Hay que cumplir el programa electoral, dec铆an p煤blicamente Pons y Floriano, esos talentos que rivalizaban con Marhuenda en su papel de bufones mayores del reino. Sanidad, educaci贸n, pensiones, estado de bienestar鈥ampoco lo hemos cumplido y ah铆 estamos, condenando la herencia recibida. Hemos hecho de Zapatero un narcotizante de la historia y carga con todas las culpas. Zapatero es como un toro de Tordesillas. Si no cumplimos con la promesa de renovar la ley del aborto es porque Bibiana Aido nos dej贸 un legado perverso. Y total, si admitimos el asesinato que rechaz谩bamos, la Blanca Paloma nos lo perdonar谩.

Quedaban en pie los Obispos. Y los Obispos proclamaban contra toda l贸gica pol铆tica, que los programas est谩n para ser cumplidos. Hab铆a por tanto que hacer del aborto un hito de defensa de la vida, de ese instante en que Dios al pie de la cama infunde un alma y hace de la plenitud amorosa un ni帽o rubio de ojos azules. Los Obispos no exigieron que se creara empleo, que no se desahuciara por humanidad, que se atendiera sanitariamente a los sin papeles porque tambi茅n ellos son angelitos negros, que se echara una mano a los dependientes, que no sufriera mermas la educaci贸n, que las pensiones fueran dignas para que el j煤bilo fuera la alegr铆a que le t茅rmino encierra, que el empleo fuera sin贸nimo de dignidad, que los homosexuales tienen derecho al amor porque los besos buscan labios acogedores, que las mujeres maltratadas merecen el respeto de una caricia amorosamente universal.

Nada de eso exigieron los obispos. Ni Benigno Blanco. Ellos comprend铆an que esa herencia maldita imposibilitaba el crecimiento econ贸mico repartido con justicia distributiva. Por eso exig铆an que por lo menos respetaran a los no nacidos ya que no se respetaban los derechos de los ya nacidos.

Dios tiene un programa. Dios quiere ser reelegido. Dios cumple y proclama que los pobres ser谩n acogidos en el reino de los cielos.

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