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El mundo globalizado: una totalidad desbocada

OPINIÓN de Franco Gamboa Rocabado.- La profunda interconexión del mundo no puede ser ignorada por ninguna persona educada y alerta a los acontecimientos de la globalización. La realidad internacional es complicada y fascinante con características, estructuras y tendencias que pueden ser analizadas en detalle, aunque no existe un criterio unificado dentro de la teoría de las relaciones internacionales para estudiar los orígenes e impactos de la globalización.

Alrededor de estos temas ha existido y existe un tremendo debate entre los investigadores de las relaciones internacionales. Unos favorecen la perspectiva “realista”, otros el enfoque de la “interdependencia”, y otros trabajarán desde la óptica de raigambre marxista conocida como “dominación y dependencia”. Algunos autores estadounidenses también llaman a esta perspectiva “globalismo”. Sin embargo, es mejor evitar el uso de este término porque puede causar confusiones con el concepto de globalización, el cual se refiere al proceso multidimensional de interrelación económica, política, cultural y militar que nuestro mundo vive hoy en forma acelerada e imparable.

Además del realismo, el pluralismo y la dependencia, existen otras visiones como la escuela histórico-sociológica, la teoría crítica y el mismo feminismo, corriente que encierra en su seno una considerable diversidad de manifestaciones, calificadas como un conjunto de enfoques más pacíficos de las relaciones internacionales. Tales perspectivas teóricas están esforzándose desde finales del Siglo XX, por abrirse un camino legítimo que reduzca la incertidumbre y la compresión anárquica de una realidad donde ha regresado una nueva jerarquía internacional con países dominantes: Brasil, China, India, Rusia y Sudáfrica, mientras que el África subsahariana y muchos países pobres de América Latina continúan siendo los vagones de cola que han hecho recrudecer la desigualdad.

Si la teoría de las relaciones internacionales incluye una variedad de enfoques, es porque también se presentan una diversidad de métodos de investigación. Por lo tanto, nuestra comprensión de lo que significa el alcance y los desenlaces de la globalización, está íntimamente ligada a un conocimiento en formación y constante evolución, muchas veces contradictorio. Varios se inclinarán por cualquiera de las tres primeras perspectivas teóricas, o por los métodos de análisis llamados “tradicionales” como la historia, diplomacia, derecho internacional o posiciones filosóficas; mientras que otros prefieren seguir las ciencias de la conducta o el convencional “behaviorismo”, utilizando métodos cuantitativos.

De cualquier manea, es fundamental cultivar el campo empírico para probar todo tipo de hipótesis. La globalización y las relaciones internacionales trabajan en la creación de modelos teóricos que todavía se encuentran en el intento de detectar tendencias y uniformidades en los fenómenos políticos universales. Sabemos muy poco pero nos impactan las formas en que la globalización influye en la vida diaria de millones de seres humanos. El ámbito internacional está siempre debajo de nuestra almohada y junto a nuestra ropa interior.

Quienes se adhieren a esta última orientación; es decir, aquellos que piensan en la globalización como el patrón profundo que moldea nuestras vidas, también pretenden encontrar leyes que rijan el curso de los eventos mundiales, los cuales estarían determinados por factores sociológicos (la sociedad global) o económicos (el mercado mundial). Así se cree que inclusive es posible la predicción, aunque el descubrimiento de leyes es una meta eternamente elusiva, un ideal insatisfecho que pervive desde hace tiempo en las ciencias sociales.

La gran cantidad de obras que abordan las relaciones internacionales tiene diferentes propósitos y modos de análisis. Unas son mayormente descriptivas, otras son explicativas, otras interpretativas, otras defensoras de la globalización, otras son normativas, otras prescriptivas, y otras procuran, no solamente efectuar diagnósticos, sino además, elaborar escenarios prospectivos, a menudo por medio del uso intenso de modelos estadísticos. ¿Se puede calcular todo evento, estrategias de los actores y su comportamiento sorpresivo en la arena internacional? Esta es la gran ambición de los especialistas en política exterior dentro de la globalización.

Los seguidores de métodos empíricos de investigación han sido o son influenciados todavía por el positivismo, creyendo posible, en distintos grados y con diversas tonalidades, que en el siglo XXI se tiene la capacidad de construir una ciencia de las relaciones internacionales, inspirada en el modelo de las ciencias naturales. Por ello aspiran a que las relaciones internacionales estén libres de consideraciones axiológicas y de elementos normativos, evitando las reflexiones de tipo metafísico. Los más puros cultivadores del positivismo creyeron posible el descubrimiento de leyes para prever la conducta humana. Otros (la mayoría) se conforman hoy con el descubrimiento de regularidades de naturaleza estadística.

El debate contemporáneo sobre la globalización y las relaciones internacionales, se realiza en dos grandes campos (que a su vez tienen subdivisiones y rivalidades). En el primer campo están los realistas, los pluralistas y los dependentistas. Todos ellos, desde el punto de vista epistemológico, encajan dentro de la tradición modernista. El modernismo se remonta al siglo XVIII, es decir, al racionalismo y al empirismo, tradiciones intelectuales sobre las que descansa la producción científica de Occidente.

El segundo campo de lucha teórica y política, mucho más nuevo y por ende con una menor trayectoria, es el abierto por la disciplina de las relaciones internacionales a fines del Siglo XX. Hasta hoy ha tenido menor peso que el primer grupo y está constituido por corrientes como el feminismo y la teoría crítica. Estas teorías, a menudo están consideradas bajo el amplio, y a veces ambiguo, rótulo de los fenómenos culturales conocidos como el post-modernismo. La globalización del siglo XXI nos encierra en un vaivén de incomprensión y angustia porque la anarquía internacional no sabe dónde está yendo, ni dónde terminará un conjunto de escenarios caracterizados por la violencia y las contradicciones brutales de un mundo desbocado.

*Doctor en gestión pública y relaciones internacionales




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