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Gallardón, verdugo y víctima

OPINIÓN de Rosa María Artal.- Amagó muchas veces con irse y no lo hizo. Alberto Ruíz Gallardón aspiró desde su juventud a llegar a la presidencia del gobierno y, probablemente, aguantó para conseguir su objetivo. Ahora, ha dimitido. Con amargura. Rajoy le ha desautorizado públicamente al retirar la infame ley del aborto. Tiene razón el defenestrado al decir que ese proyecto era del gobierno completo, de Rajoy, del Partido Popular incluso. Es evidente que Mariano Rajoy ha preferido los votos a los nasciturus.

Con sus delirios ultraconservadores sobre lo que él llama derechos del concebido, su empecinamiento en legislar sobre el útero y la voluntad de las mujeres, o ese rosario de despropósitos sobre lo que es una mujer -y bien que las conoce al parecer-, era un ministro fuera de la realidad. Pero no menos que el de interior que habla con dios y condecora vírgenes, la de empleo que encarga a la virgen del Rocío tareas de su departamento, la que no ve ni el Jaguar en el garaje, ni tampoco el dolor de quienes ha privado de la sanidad. El que ha destrozado la educación. El que aumentó la desigualdad fiscal, riéndose literalmente, imaginamos que de sus victimas. El de las prospecciones petrolíferas y eléctricas. En fin, el circo completo.

La nómina de Ruíz Gallardón al frente del ministerio ha supuesto una regresión absoluta, menos mal que algunos de sus “reformas” se han quedado en el camino. De momento. Apuntó sin remilgos a una justicia desigual que solo pudieran pagar los ricos y sus ideas para el Código Penal fueron consideradas incluso como próximas al franquismo. Esta al menos, no está aprobada. Aún. La del Poder Judicial pretendía supeditar –todavía más- la justicia al gobierno. Logró casi la unanimidad perfecta en el rechazo de cuanto hacía. Merece la pena leerlo en detalle, en la información de Pedro Águeda.

Y, sin embargo, la cúpula del PP se la ha jugado bien a Gallardón. Dado que es cierto que sus proyectos eran los del gobierno, y su ideología la de ellos. El número que han montado para sacarle del ministerio una vez que comprendió el mensaje de que ya no le querían allí, exigiría hasta una investigación.

Veamos la información de Gonzalo Cortizo:

Moncloa moviliza al rey en Nueva York para garantizarse el cese inmediato de Gallardón. Felipe VI se ha visto obligado a firmar el cese de Gallardón y el real decreto que regula su relevo desde la embajada de España en la ONU. El Gobierno ha despreciado el ofrecimiento de Gallardón de quedarse en su cargo unos días. La dimisión del histórico dirigente del PP ha obligado a Rajoy a buscar un ministro de Justicia en cuestión de horas.

A Rajoy, o su todopoderosa mano derecha, esa mujer que se multiplica por 80 para cumplir los deseos del jefe y los suyos propios. Según vozpopuli, ha sido Soraya Sáenz de Santamaría la que ha encontrado al sustituto apropiado. Rafael Catalá es otra persona de confianza en el clan, hasta la exageración, según esta denuncia.

Hoy se recuerda (además) que el PP habría ofrecido a Bárcenas la cabeza de Gallardón y el abandono del caso de corrupción por su silencio, ya en 2013. Lo publicó El Mundo, y bien caro le costó a su director entonces Pedro J. Ramírez.

Esto está pasando en España. Y todo sigue como si nada. Viajan, se quedan, hablan de expectativas de voto, las tienen…

Alberto Ruíz Gallardón no entendió, según se ve, la familia en la que estaba. No alcanzó a ver de lo que serían capaces. Ha dimitido, ha respondido preguntas. El grave problema es que el germen de todos estos gravísimos hechos permanece ahí: Rajoy es el presidente del PP y del gobierno. Y va, tan tranquilo, camino de China. Él ya ha pasado página.

*http://rosamariaartal.com/




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