OPINI脫N de Ra煤l Wiener, Per煤.- Luego de tres votaciones, del forzado voto de los ministros congresistas para darse confianza a s铆 mismos, y de la apelaci贸n al voto dirimente de la presidenta de la Mesa Directiva, el presidente Humala con la clarividencia de siempre recomend贸 “pasar la p谩gina”. Nada m谩s hab铆a que extraer de una crisis de una semana, que seg煤n 茅l tampoco hab铆a sido crisis “porque su gobierno hab铆a pasado esos d铆as trabajando”. Ganamos, Castilla, habr谩 dicho, hay que seguir adelante, que es lo que importa. Despu茅s de tantas declaraciones hip贸critas sobre la unidad nacional, la democracia, la gobernabilidad y la responsabilidad, nos quedamos con lo que hab铆a.
Pero si algo le falta a nuestro comandante es el sentido militar del cambio del curso de la batalla. Por supuesto que sigue siendo a煤n el presidente, aunque con un respaldo nacional inferior al 25%, y puede contar a su lado con una primera ministra que tiene su confianza porque, como se ha visto estos d铆as, es incapaz de hacer el m谩s m铆nimo movimiento propio sin consultarlo con su jefe, pero sobre todo tiene una fuerte alianza con la CONFIEP y los grupos de poder econ贸mico que se han batido por el gabinete Jara, como antes hicieron por el de Cornejo, y han puesto el grito bien en el cielo cuando a un distra铆do Javier Bedoya se le ocurri贸 hablar de reemplazar a Castilla sin cambiar la pol铆tica econ贸mica.
El problema es que todo esto se engarzaba con una oposici贸n pol铆tica fragmentada y desorientada que no encontraba la manera de colocarse frente a un gobierno tan bien considerado por los empresarios, frente al cual no ten铆an ninguna propuesta diferente, y al que s贸lo pod铆an amagar con asuntos como la llamada reelecci贸n conyugal o el confuso caso L贸pez Meneses, que no armaban una alternativa. En ese escenario, Humala pod铆a resolver los pocos temas para los que pod铆a requerir del Congreso, con el apoyo difuso de Per煤 Posible. Esto se ha acabado, por lo menos en dos sentidos; en primer lugar en el num茅rico, que como se ha visto en el voto de confianza para Ana Jara, ya dej贸 de ser una conjunci贸n sorpresiva como se percibi贸 en abril, durante la investidura de Cornejo, y se ha convertido en un poder real contra algo m谩s preciso que es la autosuficiencia del gobierno. Es casi seguro que se vengan otras votaciones en las que esta tendencia se consolide y caigan ministros empresariales como Mayorga, a pesar que Humala siga queriendo creer que aqu铆 no ha pasado nada.
En segundo lugar, en el sentido pol铆tico de lo que acaba de pasar, se debe entender que el gobierno respondi贸 a la sangr铆a de votos que hab铆a sufrido por la izquierda, que ha dado origen a dos bancadas y a la p茅rdida de una diferencia decisiva, ignorando el detalle, y dirigiendo todos sus esfuerzos por conseguir aliados hacia el lado derecho. Eso es lo que se vio en la secuencia de visitas a las bancadas, donde el inter茅s era mostrar apertura al PPC, el APRA y el fujimorismo, pero sobre todo en el contenido del discurso en el que Jara apareci贸 como una convicta neoliberal pro-empresa, que parec铆a inspirada en editoriales del diario El Comercio. Todo indicaba que apostaba a decirle a la DBA que estamos m谩s cerca que nunca y a ignorar los pedidos m谩s bien t铆midos de la incipiente izquierda del Congreso.
Si fue as铆, la jugada le sali贸 bastante mal, porque precisamente empez贸 a recibir dardos contra el sistema lobista que se muestra en los cornejoleaks de parte de los partidos que han hecho mayor lobby en los 20 a帽os anteriores, pero que ahora han visto el flanco abierto del gobierno. A su vez el alargamiento insensato de la huelga m茅dica y la actitud distra铆da de la ministra cuya obsesi贸n es el traslado de capacidades p煤blicas en salud al sector privado, ha despertado a supuestos opositores que antes criticaban al gobierno por faltarle mano dura ante los conflictos sociales y que hoy se est谩n reacomodando en los flancos d茅biles del humalismo.
Para este gobierno, el Congreso siempre ha sido un espacio de tr谩mite, casi como entiende las elecciones. Logrado lo que busca, Humala se siente libre de compromisos y capaz de cualquier cosa. Y si se observa bien, algo que no est谩 dispuesto a conceder es la capacidad de distribuir cargos. Todo el r茅gimen de estos tres a帽os ha consistido en eso, en un presidente que se pega cualquier bandazo, de Lerner a Vald茅s, o de ah铆 a Jim茅nez o Villanueva, al giro tecnocr谩tico con Cornejo o a la fiel escudera que hoy tenemos en la PCM, luego de conversarlo en la alcoba con la presidenta de lo que todav铆a se llama partido de gobierno. La p茅rdida de la mayor铆a num茅rica en el Congreso y la mayor presi贸n opositora que se viene puede reducirle seriamente el margen de acci贸n al presidente, pero el hombre todav铆a no ha calado lo suficiente lo que esto significa y que la crisis que cree que no ha existido le puede volver con fuerza en las siguientes semanas y meses.
Que un Congreso desprestigiado y carente de ideas se le rebele al gobierno y este no tenga recursos pol铆ticos para enfrentar el desaf铆o dice mucho de las dificultades de Humala para la pol铆tica y de la manera como sus moldes militares ajustan mejor con la tecnocracia encabezada por Miguel Castilla. La ausencia real de confianza en el gabinete Jara, que perdi贸 dos votaciones y “gan贸” a la tercera, con las justas y con la ayuda de la abstenci贸n calculada del PPC, Vitocho e Iberico, est谩 alterando la relaci贸n de fuerzas , pero el gobierno parece que no logra ni enterarse. Lo m谩s probable adem谩s es que la merma de parlamentarios oficialistas descontentos vaya adelante en los siguientes meses. Algunos piensan que Humala va a estar metido muy pronto en las tentaciones que acosaron a Fujimori en las v铆speras del 5 de abril de 1992. Pero el contexto es bastante distinto en t茅rminos de ansiedades de la poblaci贸n, confianza en el gobierno y capacidad del presidente para tomar grandes decisiones.
Humala, hasta ahora, ha demostrado que no puede negociar acuerdos pol铆ticos serios con nadie, que maneja sus relaciones con partidos y estructuras sociales de manera individualizada sobre la base de prebendas, que traslada a sus adversarios la responsabilidad de “salvarlo”, etc. El punto es si esta original manera de gobernar que recibe el tramposo nombre de “pragm谩tica” ya agot贸 sus posibilidades y estamos entrando en una ruta donde la crisis pol铆tica ya no ser谩 intermitente como hasta ahora. Lo interesante es haber llegado a una situaci贸n al borde del abismo que podr铆a conducir a un entrampamiento profundo en un sistema de instituciones y liderazgos desprestigiados, y uno ve la cara del presidente dici茅ndonos que para 茅l no ha pasado nada.